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Ranma 1/2: Fantasma Invernal

Desde hace algunos años Akane ya no sacaba su arbolito de navidad. La idea ya no le daba más entusiasmo desde que había fallecido su esposo Ranma. Aunque le advirtió muchas veces "No camines por encima de los vallados de las casas" él insistía: quería demostrar que tenía mucho más equilibrio que su primo Inuyasha que poseía la misma costumbre. Pero ¿Qué había pasado? Pues una catástrofe que nadie pudo evitar: al tonto de su marido se le ocurrió caminar por encima de una cerca exageradamente alta y como se era de esperar se desequilibró y cayó al suelo, el golpe fue demasiado fuerte, y por desgracia no consiguió sobrevivir a él. Estos recuerdos le traían mucho dolor a Akane, porque aunque siempre trató a Ranma como a un tonto, ahora lo extrañaba, y sin él ya nada le daba entusiasmo. Aunque no lo tenía entre sus planes, este año iba a poner el arbolito de navidad, nada más porque no quería que alguien pensara que ella era Scrooge o el Grinch. También porque Ranma le solía decir "El árbol no es necesario, pero sin él no se siente como navidad"

-Muchos dirán que no eres necesario para mi felicidad, pero sin ti, esto no se siente como vida. -suspiró Akane.

En la pared permanecían estáticas fotografías que muchas veces la gente insensible le pidió quitar para que no recordara más a su esposo. Aún así nunca se atrevió a quitarlas, eso sería una falta de respeto a su memoria (y eso que él ni siquiera merecía que lo recordaran, según ella) pero tampoco se atrevía a limpiarlas, ni a observarlas demasiado, porque entonces lo recordaba y le dolía recordarlo a él. Cada fotografía guardaba una preciada memoria, que en su momento fue feliz y que ahora parecía ser solo un sueño lejano.

En la primera de todas estaban ellos dos en su primera cita, agarrados del brazo como los dos eslabones de una cadena irrompible. En la segunda iban de paseo por el río, Akane venía posicionada como en las fotografías de safaris, mientras que Ranma batallaba desde atrás contra algo que solo dios sabría qué. En una tercera, estaba su más preciado recuerdo: el día de su boda. Aún recordaba perfectamente el color de las flores y el perfume barato de su hermana Nabiki. Aunque Ranma no solía dar cumplidos, aquella vez hizo una excepción y la llamó "hermosa". Lo demás eran solo recuerdos que por cosas del destino quedaron capturados en imagen y que ahora habían perdido totalmente su valor, pero aún así, en todos siempre estaba Ranma. Aveces Akane no entendía cómo lo extrañaba, si nunca creyó haberlo querido. Pero sin él la vida parecía ser estática y triste, aún cuando antes de conocerlo no era así. Parecía como si un fantasma, hecho de los recuerdos de Ranma la persiguiera todos los días.

Pero aún así, este año Akane decidió poner el árbol, solo en recuerdo de aquellas palabras salidas en boca de Ranma. Así que escogió pacientemente las guirnaldas, las colocó en el pequeño abeto y este poco a poco comenzó a tomar belleza ¡Ella sentía tanta calma! De por unos escasos minutos poder distraerse de sus fantasmas (Un verso sin esfuerzo) Pero a pesar de todo, una mano invisible llegó para arruinarle el rato: robándole los adornos, y colocándolos, poniéndolos a la locura tal y como lo hacía su amado Ranma. Ella esbozó una expresión fría, rogó a la presencia que se fuera, pero él continuó ahí.

-Ya déjame en paz, Ranma, sabes que te amo pero si vas a estar a mi lado que sea vivo y no como un fantasma. -pidió ella de nuevo.

Su amado invisible solo la observó expectante por unos segundos y se marchó lento y pesaroso. Akane dejó escapar unas lágrimas internas: quiso irse a dormir para no pensar más en él, pero no quiso tampoco dejar el trabajo sin terminar, así que siguió decorando hasta el final.

Lo pensó mucho, este año ella no iría a teatros, ni a la iglesia, solo quería quedarse en su casa, quedarse ahí abrazada a su nostalgia y a su tristeza. No quería que su fantasma la visitara en público para después arruinarles la diversión a todos, dejarlos tristes sin ninguna necesidad. Se sentó en la sala a leer un libro que ni siquiera entendía, pero que aún así leía para no pensar. En ese entonces el timbre de la casa sonó. Ella fue a atender contemplando que se trataban de sus dos mejores amigas: Shampoo y Ukyo.

-Feliz Navidad Akane -dijeron ambas al unísono.

-Feliz Navidad -respondió Akane con una sonrisa nostálgica.

-Vinimos a traerte un regalo por adelantado, entendemos que esta nochebuena no quieras estar con nadie. -dijo Ukyo mientras le dejaba en las manos una caja de regalo.

-Quizás no quieras, pero queríamos contarte que en nochebuena Kodachi, Kuno, Azusa y Nikado van a participar en una obra de teatro, ahí estaremos todos, hasta Ryoga. -comentó Shampoo tratando de tentarle a unírseles.

-Suena bien, lo consideraré, pero no quiero echarles a perder la diversión a ustedes con mi melancolía. -respondió tristemente la chica de cabello azul.

-Nunca estás de más, Akane, todos te extrañamos mucho y sentimos lo de Ranma. -respondió Ukyo compadeciéndose de ella. -Espero que lo pienses, y además de que disfrutes nuestro regalo.

Ambas chicas se fueron, dejándola sola otra vez, en medio del silencio de aquella casa fantasmal. Akane cerró la puerta y fue rápidamente a la mesa a abrir el regalo. Se trataban de varias cosas: Una era una entrada a la obra de teatro que habían mencionado anteriormente sus amigas, el teatro se llamaba Takahashi y la obra se titulaba "P-chan en los tiempos de cólera". Un título bastante típico de Kodachi, Kuno, y Nikado (no de Azusa porque si no hubiese sido "Charlotte en los tiempos de cólera") Otro era un paquete de chocolates con el mensaje "Feliz Navidad, Akane" Por último, un ejemplar de "Doña Flor y sus dos Maridos", ya lo había leído, pero seguramente había sido dejado ahí maliciosamente por Kodachi, que sabía que estaba siendo perseguida por el fantasma de su marido muerto, y que ya no estaba para el romance desde hacía mucho tiempo. Aunque menos importantes, también habían varias fotografías de recuerdo, en varias donde estaba Ranma. Solamente dejó escapar unas lágrimas y se fue a dormir.

Descansando en su lecho, permanecía sin poder pegar ni un solo ojo, había olvidado el cómo se sentía dormir con su esposo, había olvidado cómo era su forma de abrazar, y deseaba en su interior sentirlo de nuevo. Pensó en el regalo de sus amigas, quizás podía regalarle esa entrada a otra persona más necesitada, quizás con el chocolate y el pastel haría lo mismo. Pensó sobre todo en el libro -"Yo soy Doña Akane y su ningún marido"- se dijo para sus adentros. Recordaba como Ranma la solía llamar marimacha y se rió un poco intentando dormir. Mientras aún intentaba acomodarse, sintió como su fantasma le levantaba la sábana para situarse a su lado.

-Vete, Ranma -susurró un poco molesta.

-¿En serio quieres que me valla? -preguntó él. La joven se paralizó de miedo porque en todos aquellos años, el fantasma nunca le había dirigido ni una sola palabra.

-Solo... te quisiera vivo... no como a un fantasma...

-Ya lo habías dicho antes, y cumplí mi promesa -dijo mientras la envolvía en sus brazos. Entonces la joven vio sus manos, no eran las manos de un fantasma, eran las de un chico vivo. Su volteó lentamente y vio la sonrisa de Ranma, lo vio ahí con su mismo rostro de siempre.

-¿Ranma? -preguntó un poco desconcertada.

-Si, soy yo Akane ¿Es que ya no me recuerdas?

-Claro que te recuerdo, si nunca te vas de mi lado. -comentó mientras dejaba escapar algunas lágrimas.

Ambos se abrazaron aún más fuertemente. Parecía un sueño "Ranma... mi Ranma está por fin conmigo..." Pensaba ella con emoción.

Al día siguiente Akane se levantó más emocionada que de costumbre. Le dio los buenos días a su amado y corrió rápidamente a preparar el desayuno. No sentía esa sensación de alegría desde hace mucho tiempo, aunque sus dotes culinarias no habían mejorado desde entonces, aún así daría todo su esfuerzo en hacer algo para Ranma. Preparó la mesa y sirvió platos para dos. Su marido al bajar vio los platos con ganas, pero ni siquiera se atrevió a probarlos.

-Entiendo, aún no te gusta mi comida -pensó la chica en voz alta.

-No es eso, tú sabes que... no puedo hacerlo... -respondió él.

-¿A qué te refieres?

-Sabes que yo nunca voy a estar completamente de vuelta. -agregó seriamente. -Lo sabes ¿no?

-Pero, estás vivo...

Ranma permaneció callado. Claramente había mentido, él seguía siendo solo un fantasma, a diferencia de que esta vez se mostraba en otra forma.

-He estado demasiado tiempo atado a esta casa, yo solo quería verte feliz de nuevo. -suspiró. -Pedí al cielo que me dejaran cumplir esto, a cambio me iría de esta casa para siempre. Y así lo haré, cuando acabe la nochebuena.

-No quiero que te vallas Ranma, quédate. -le pidió entre lágrimas.

-Por favor, sé que me extrañas, pero quiero que seas feliz, sino, nunca voy a estar en paz -pidió él a cambio.

-Entiéndeme que es difícil...

Akane continuó llorando, pero él la detuvo.

-Mira, ya que este es el poco tiempo que nos queda, te pido que sonrías, y que aprovechemos al máximo. -dijo mientras la sujetaba cariñosamente de las manos.

-Tienes razón -suspiró la chica mientras comenzaba a ponerse contenta de nuevo.

Por propuesta de Ranma, fue y limpió los cuadros, encendió las luces navideñas y la calefacción. Verdaderamente, todo se veía mucho más alegre. Se puso su abrigo favorito, se tomó un chocolate caliente, e hizo muchas cosas más junto con su amado. Sentía un calor hermoso que no sentía de hace mucho tiempo.

-Oye Ranma ¿Qué tal si vamos a visitar a los demás?

-Está bien, pero ten en cuenta que ellos no pueden verme. -Akane asintió con la cabeza.

Ambos se agarraron de los brazos como en aquella foto de su primera cita, y salieron. Las luces navideñas brillaban por todos lados, compensando la falta de color por culpa de la nieve. La gente reía, habían guirnaldas, regalos y coronas por doquier. Ahora que se acordaba, a Akane se le había olvidado el pasado Viernes Negro. Se rió un poco y se propuso para el próximo año no volver a dejar pasar la fecha.

Primero fueron a visitar a Azusa y a Nikado, pero estaban ocupados en practicar la obra con Kodachi y Kuno, así que no quisieron molestarlos. Fueron a saludar a Shampoo pero como tenía una visita de Mousse tampoco quisieron molestarla. También fueron a ver al doctor Tofu, a la familia de Akane que llevaba tiempo extrañándola, a su suegro, a Ryoga, a Ukyo en su cafetería, y de paso por la Casa del Abuelo a llevarles un chocolate caliente a Happosai y a la abuela de Shampoo.

Agarrada de la mano con su querido Ranma, Akane se sentía como una adolescente. Pero no podía evitar que los minutos sonaran en su oído como un contrareloj. No podía evitar pensar cada segundo que Ranma dentro de poco ya no iba a estar con ella.

Pensó en ir a la obra de "P-chan en los tiempos de cólera" junto con él, quizás así olvidaría un poco todo este rollo. Volvieron a la casa para que Akane pudiera maquillarse y así ponerse su vestido de invierno favorito.

-Estás hermosa -comentó su esposo, como mismo le había dicho en el día de su boda. Ella le respondió con una cálida sonrisa y los dos se fueron.

Salieron a la calle una vez más, contemplando que todo seguía hermoso, la nieve era como una esponja fría. Aunque el ambiente era helado, Akane se sentía a gusto dentro de su alma. Juntos caminaron por las avenidas, viendo que todo estaba inundado por una alegría casi angelical, todas las familias cenando, riendo y cantando.

-Esto es hermoso ¿Verdad, Ranma? -le preguntó. Sin embargo, su amado no respondió.

Lo buscó con la vista, pero sin ningún resultado: había desaparecido ¿Qué hora era? Vio su reloj, y contempló horrorizada de que ya era la media noche: nochebuena había acabado, y Ranma ya se había ido.

Se maldijo para sus adentros, rogó al fantasma que regresara, que el calor regresara, pero él no regresó. Dejó escapar unas cuantas lágrimas de infelicidad.

A lo lejos oyó las campanas, recordando la obra de Azusa, Nikado, Kodachi y Kuno. Por un momento pensó en volver atrás, para volver a abrazarse a su dolor, a su nostalgia.

Pero no lo hizo. Pensó en las palabras de su amado Ranma "Sé que me extrañas, pero quiero que seas feliz, sino, nunca voy a estar en paz"

No, ella no quería que él estuviera triste, ni que ella misma lo estuviera. Él le había demostrado de nuevo lo que se sentía ser feliz, y quería seguir así por toda la eternidad. Caminó a paso apresurado al teatro Takahashi (Donde darían la obra) al pensar como se sentirían sus amigos, como lo pasarían todos juntos, sintió como el calor regresaba a su corazón. "Lo siento Ranma, nunca te dejaré de extrañar pero, aprenderé a ser feliz por mi misma" pensó. Sin que ella lo notara, el fantasma se le acercó y la despidió con un cariñoso beso en el cabello. Así desapareció para siempre, en el frío invernal...

(Participación en la dinámica #Navifics_con_mundo_fanfics de la página de Facebook Mundo Fanfics InuYasha y Ranma)

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