Capítulo 3
La lluvia caía a torrentes y la carretera era un lugar lugubre y desolado , Chifuyu aún pensaba en la conversación que tuvo con su amigo, las últimas palabras de este lo desconcertaron pero a pesar que la duda lo carcomía confío ciegamente en él. Siempre lo hacía, a pesar de los años mantenía esa fe ciega en quien considera su mejor amigo.
Mientras tanto Takemichi sonríe, sus ojitos tienen ese brillo que había perdido hace meses, Mikey mantenía su mano sobre el hombro del azabache moviendo su cuerpo al ritmo de la música de vals.
Sus torpes pasos y los pequeños quejidos que los labios de Takemichi dejan escapar en conjunto a la suave melodía de las gotas cayendo sobre el suelo hacen de la escena un momento íntimo.
El azabache cierra los ojos disfrutando de las cálidas emociones que emergen de su corazón con facilidad, no piensa en el pasado, ¿para que hacerlo si es demasiado doloroso?, no repara en el futuro porque es incierto y presuntuoso creer que todo irá bien, solo se dedica a vivir el presente, el mismo presente que a sido generoso y le ha otorgado la dicha de tener por unos minutos a su amado.
—Te mueves mejor —. La sonrisa ladina de Mikey hace sonrojar al mayor que esquiva su mirada.
—Practique mucho Mikey-kun
Ambos siguieron bailando, Manjiro mantenía la mirada en sus pies intentando seguirle el paso al azabache.
—Me gusta la canción, su letra me recuerda a una vieja nana que Emma solía contar hace años.
Emma.
Unas gotas de agua salada se asomaban por los ojos de cristal del chico, sus manos inquietas por las palabras dichas por su amante hicieron que el baila terminará. Takemichi se quedó anonadado, quieto como una estatua, su expresión perturbada y el inquieto latir de su corazón asustaron a Manjiro.
—¿Sucede algo Mitchy?
Hanagaki tenía tantas preguntas, demasiadas para ser respondidas explícitamente, pero lo suficiente para pasar largas horas mirando el techo de su habitación bajo la penumbra y las tenues luces del satélite que brilla con intensidad en el manto oscuro que es el cielo, pasó tantas horas sin poder dormir que contar las estrellas del firmamento se volvió un nuevo hobbie, se preguntaba si hizo algo malo en su otra vida para sentirse tan miserable a sus 29 años, si separó a una pareja para recibir el karma con los brazos abiertos y no llorando en su habitación en posición fetal por perder a la suya.
Si fue un mal hijo o un mal padre para que en esta vida se le sean arrebatadas ambas personas injustamente, sus padres murieron cuando aún era un crío de 13 años y su hijo, bueno nunca pudo tener un hijo...
Las gotas de agua caen por el rostro de Hanagaki y el corazón asustado de Manjiro intenta socorrer a su amado.
—Takemichi dije algo malo, no llores está bien —. Manjiro era tan ingenuo, tan ingenuo al punto de enloquecer al desolado chico que no nunca podría ser capaz de decir la verdad.
—No pasa nada Mikey, creo que tengo algo en el ojo —la voz quebrada de Takemichi no podía significar nada bueno, el mismo era consciente de eso, así que sonrió, una pequeña y dulce sonrisa que sabia a hiel.
El sonido de la puerta fue su salvación, salió corriendo por el pasillo, mientras bajaba las escaleras al primer piso una hilera de fotografías enmarcadas decoran la entrada y en cada una de ellas se aprecia a ambos enamorados sonriendo a la cámara.
Abrió la puerta con la respiración irregular y el corazón apunto de salir de su pecho.
—Chifuyu —jadeó, intentando recuperar el aire perdido—, llegaste demasiado pronto. Entra.
—¿Dónde está?
Takemichi comprendió al instante el mensaje así que lo guío al piso superior en silencio.
El rubio se encontraba sentado en una de las sillas de madera, perdido en sus pensamientos y vagos recuerdos de su vida.
Matsuno ahogo un grito al ver la espalda del rubio, sin poder aún articular alguna frase coherente se acercó, con cuidado como un cazador analizando a su presa.
—Mikey —el de cabellos claros volteó la mirada buscando a la persona que pronunció su nombre, sus orbes de color negro brillaron de curiosidad al encontrarse con un joven de cabellos oscuros y mirada verdosa.
—Chifuyu —esa voz, no podía ser mentira, ese chico de largos cabellos rubios y ojos que se asemejaban al universo era Sano Manjiro.
La curiosidad mató al gato... pero eso no mató a Manjiro, la curiosidad era una característica de él, que en el momento menos indicado podía volverse cruel.
—¿Cómo está Baji?
Chifuyu mentiría si decía que la pregunta no le causó dolor, mentiría si decía que no sabía cuándo fue la última vez que pensó en Baji, porque lo sabía, pensó en el chico de cabellos oscuros en la noche mientras lloraba y era consolado por Kazutora, mentiría si decía que el gatito de color negro y esponjosa melena que vió mientras iba a trabajar no le recordaba al mismo minino que Baji y él cuidaron en su juventud, diría una blasfemia y pecaria mil veces si negaba que no confundió a Kazutora con Baji cuando se vieron por primera vez, cuando los ojos le picaron y la rabia se sentía como una estaca en su corazón por ver al "asesino" de la persona que amo, pero Chifuyu cambio para bien o mal aprendió a perdonar y vivir su vida, entre pequeñas y grandes mentiras para curar su alma, porque a Chifuyu y Takemichi les gustaba mentir, vivir en fantasías y sueños, para no perderse en un interminable laberinto.
—¿Chifuyu? —esa era la voz de su amigo, quien acariciaba sus manos con cariño—. Te encuentras bien, el camino debió ser largo—. Lo era a veces Chifuyu se preguntaba porque la vida era tan extensa, él deseaba acabar con todo, cerrar los ojos y dejar de soñar con el chico de cabellos oscuros, pero hizo una promesa, le hizo una promesa a Kazutora, le juro que nunca lo abandonaría y le hizo esa misma promesa al herido Takemichi. Así que cumpliría esa promesa como el buen amante y amigo que era.
—Si, fue largo pero ya estoy aquí.
—Las fotos —Manjiro extendió sus manos esperando que Matsuno entendiera el mensaje y claro que lo hizo, sonrió y saco unas fotografías de su bolsillo.
—Aqui están, y por tu pregunta Baji cumplió su sueño tiene una bonita veterinaria —. Daría su vida si fuera suficiente para que sus palabras no sean una mentira.
—Eso es muy bueno, quisiera ir, pero no creo que sea bueno, no por ahora. No sé si lo haz notado pero estoy muerto, espero que mi perdida no causará mucho daño, aún no entiendo porqué lo haría —. La mirada decaída de Manjiro y la sonrisa que mostró unos segundos después confundieron al par de chicos. No era normal que una persona hablara de su muerte como si fuera lo más normal del mundo.
Y ambos amigos sonrieron en respuesta porque son los únicos en la habitación que saben la verdad.
—Fuiste una perdida importante para todos en especial para tu familia y toda la ToMan, pero ya han pasado varios meses...
El rubio asintió y empezó a ver las fotografías, sus orbes de color ónix brillaron al ver a quien suponía es su sobrino, deseaba llorar de felicidad pero le era imposible así que solo acarició con cuidado las imágenes y sonrió creyendo que su familia podía ser feliz.
Ignorante.
Takemichi sentía como su corazón se quebraba, era una persona que gracias a los últimos sucesos en su vida aprendió a mentir muy bien.
—El hijo de Emma-chan es muy bonito.
—Lo es, quisiera verlo. Creo que sí Chifuyu no se sorprendió tanto tal vez pueda ir a ver a Emma, ¿Debería?
—Hay que esperar un poco, pronto verás a Emma —.Takemichi no era consciente que sus palabras se harían realidad con el pasar de las manecillas del reloj.
—Esta bien.
—Creo que ya debo irme.
—La lluvia es muy fuerte deberías quedarte —sugirió el azabache—. Estás empapado, recién me doy cuenta, disculpa. Ya sabes dónde queda el baño corre y toma una ducha, te prestaré algo de ropa
Matsuno asintió, sus pasos apresurados y las gotas de agua que dejó en el suelo eran lo único que podían confirmar a dónde se dirigió.
Manjiro seguía observando las fotografías, así que Takemichi aprovecho para ir a entregarle un cambio de ropa a su amigo.
—¿Volverás?
El de cabellos oscuros se detuvo, giró sobre sus talones y sus labios formaron una pequeña sonrisa.
—Siempre he regresado por ti Mikey, iré rápido.
"Pero tú nunca regresaste por mi-pensó, palabras cargadas de reproche y dolor se quedaron atrapadas en su mente como ideas sin sentido y preguntas sin responder—, no estando vivo"
La velada transcurrido en silencio, Chifuyu se cambió y los acompaño en la cena, el sonido de los cubiertos y la fuerte lluvia son lo único que Manjiro puede escuchar.
Y el tiempo corre, el tiempo que es infinito para el universo y efímero para los humanos.
Manjiro no volvió a ver a Matsuno después que se despidieran en la mañana prometiendo que regresaría pronto. La verdad es que Chifuyu llegó a su casa para desplomarse en su cama y llorar, mentiría si decía que no sintió celos de su amigo, ¿Por qué Takemichi pudo volver a ver a Manjiro? Y él tuvo que conformarse con un fría lápida.
Una pregunta que quedó en el aire porque sus sollozos no le permitían hablar con coherencia, unos brazos cálidos rodearon su cuerpo y una frase le ayudo a recuperar el aliento: "Tranquilo, yo estoy aquí y nunca te abandonaré"
En otro lugar lejos del departamento de Chifuyu dónde las luces del amanecer acarician la flora Takemichi y Mikey se dedican a disfrutar el tiempo que les queda, se pierden en caricias y promesas de amor, en dulces besos y cálidos abrazos.
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