Capítulo 17
La tormenta pasó y fue tranquila, sin vientos fuertes que pudieran dañar el barco, aun así Dominic y Bianca se tomaron el tiempo de revisar que todo estuviera en orden. Inevitablemente notaron a la criatura marina durmiendo sobre el barco, o eso parecía ya que no podían ver su rostro debido a esa gran cantidad de cabello.
—¿Pasó toda la noche aquí afuera? —preguntó el hombre.
—Si, no le importó la lluvia y no quise molestarlo —respondió Bianca subiendo y bajando los hombros—. Debo limpiar —agregó al ver el agua que debía trapear.
—¿Qué? Es el fin del mundo y, ¿te preocupas por limpiar? —cuestionó él al arquear una ceja.
—Claro, para evitar infecciones y enfermedades. No tenemos muchos medicamentos disponibles —contestó firme, haciendo que su esposo suspire y le dé la razón.
—Buscaré medicinas en la próxima inmersión, espero que el agua no las haya estropeado —le dijo pensativo. En ese momento escucharon un grito combinado con gruñido proveniente de la criatura marina.
¡Cállense!, les quiso decir, sin embargo aún no había aprendido el lenguaje de los sonidos. La discusión entre los humanos no lo dejaba dormir y no pudo hacerlo en toda la noche a causa de la tormenta.
—¿Se molestó con nosotros? —Bianca retrocedió al igual que Dominic. Entonces el hombre abrió grandes los ojos para luego tomar los brazos de la mujer.
—Ya lo entiendo —susurró bajo, controlando su tono de voz.
—¿Por qué susurras?
—En el agua no puedes hablar, los sonidos actúan diferente bajo el agua y puede que la criatura nunca haya escuchado una palabra en su vida. Por eso no nos entiende —explicó, un poco emocionado.
—Entonces debe comunicarse como las ballenas o los delfines —comentó Bianca—. O tal vez... ¡Tengo una idea! —exclamó, haciendo que el tritón gruña nuevamente por sus chillidos.
—¿A dónde vas? —Dominic vio a su esposa caminar dentro del velero mientras que él veía a la criatura cubrirse los oídos con las manos. Le estaba dando la espalda pero por sus acciones era sencillo saber que el sonido le estaba irritando.
Unos minutos después Bianca regresó con un cuaderno y una pluma en sus manos. Ella le enseñó ambas cosas a Dominic.
—No sabrá escribir —indicó el hombre, pero ella tenía otros planes en mente.
—Eso es obvio pero este lenguaje es universal —con cautela ella dio unos pasos hacia el joven tritón, quien ya se dio por vencido en dormir. Molesto se levantó con los brazos para girarse, Bianca se detuvo en ese momento pero la postura que tomó la criatura era perfecta.
Con prisa abrió el cuaderno y comenzó a hacer unos garabatos en la primera hora. Al mismo tiempo Ackley se acomodó mejor sobre los sillones, quedando sentado y apartó el cabello de su vista.
¿Qué extraño? La humana madre está muy cerca de mí, pensó al percatarse de ese detalle. Los humanos siempre habían mantenido su distancia hasta ahora. ¡Ya confían en mí!, exclamó en sus pensamientos.
—¡Bia, no te acerques demasiado! —gritó Dominic en susurros. Si la criatura se sentía amenazada y la atacaba, él estaba preparado para actuar con su cuchillo en su cinturón. Sólo esperaba no tener que usarlo.
—Salvó a Dante y te ayudó a ti, no nos hará daño —respondió Bianca en un tono tranquilo y dulce. El cual calmó un poco a su esposo.
Un momento después ella detiene la birome luego de colocar los últimos detalles de tinta azul. Entonces sacudió su mano en dirección a la criatura para llamar su atención. Ackley se estaba preguntando qué estaba haciendo la humana y la respuesta llegó cuando volteó el objeto que tenía en sus manos.
El blanco de la hoja hacía resaltar los trazos de tinta azul que formaban un retrato de él. No era perfecto ya que ella lo hizo rápido, temiendo que en cualquier momento se aburriera y saltara por la borda.
—¿Se supone que ese soy yo? —le preguntó moviendo sus brazos, para luego recordar que no entendían su lenguaje de señas. Entonces extendió sus manos hacia la humana, Bianca atinó a darle el cuaderno y la birome, pensando que él le estaba pidiendo prestado ambas cosas.
Ackley observó los objetos humanos, sabía qué eran los retratos ya que su especie hacían dibujos decorativos y estatuas utilizando las rocas del fondo marino. Pero los instrumentos humanos eran muy diferentes y delicados, desgarró con sus uñas el dibujo que la humana había hecho accidentalmente.
Él giró la hoja e hizo una raya con el palito, que escupía tinta al igual que los pulpos, según él.
—Está... inspirado —dijo Bianca al verlo rayar el cuaderno rápidamente. Parecía un niño haciendo garabatos por primera vez, hasta llegó a pensar que rompería la birome y el papel por lo rápido que los estaba usando.
—¿Crees que sepa de arte? Rompió tu dibujo —comentó Dominic dubitativo.
—Ah, no lo sé...
Unos minutos después Ackley llamó la atención de ambos, sacudiendo su mano hacia ella, justo como Bianca lo había hecho. Él giró el cuaderno, mostrando un retrato exacto de la mujer. Los trazos descuidados formaban parte de su cabello rizado y los trazos gruesos eran sombras en su rostro.
—Oh por dios —dijo casi sin aliento. Ni su profesor de arte hubiera sido capaz de hacer un retrato como ese en tan poco tiempo.
Ackley le sonrió para luego entregarle el cuaderno y lapicera. Realmente le fue muy sencillo y rápido dibujar con esos objetos, en la roca debías tener mucho cuidado y el polvo que se liberaba en el agua al tallarla era muy molesto.
Me gustan esas cosas humanas pero no servirían bajo el agua, pensó.
—Bianca —escuchó decir a la humana madre, entonces la vio señalando el dibujo—. Bianca —repitió el sonido al señalarse a sí misma.
Ackley rápidamente entendió a lo que se refería y la vio escribir su nombre al pie del retrato.
—Bianca —ella se esforzaba para comunicarse y no estaba segura de que estaba logrando algo.
—¡Ah! —Ackley soltó un grito, asustando a la pareja. En eso tomó el cuaderno para copiar los dibujos que la mujer había hecho y luego la señaló.
Además del lenguaje de sonidos también dibujan los sonidos de sus nombres. Este es el nombre de la humana madre, Ackley había entendido perfectamente lo que querían decirle, aunque no era bueno haciendo sonidos. Preferiría comunicarse con ellos a través de los dibujos.
Con esa idea en mente comenzó a hacer más en las hojas para enseñárselos a los humanos minutos después.
—Mira, hay más —indicó Dominic al señalar los dibujos. La criatura había hecho más retratos, esta vez era un grupo de los suyos—, ¿será su familia? —se preguntó curioso.
—Uno, dos, tres... —murmuró Bianca. En el papel estaban dibujados 5 criaturas, una pareja tomada de la mano junto a lo que parecían ser sus hijos ordenados por estatura—. ¿Eres el hermano mayor? —cuestionó ella, al verlo señalar al más alto y luego a sí mismo. En eso, Ackley miró lo que había hecho, viendo que dibujó demasiado bien a Arán y estuvo tentado a rayar su cara.
—Esto no tiene sentido, si existe una especie tan avanzada e inteligente como para crear arte, ¿cómo no sabíamos nada de ellos hasta ahora? —dijo Dominic cruzándose de brazos.
—Pues... La inundación debió haberlos liberado o algo así. Aunque, ¿por qué nos protege? ¿estarán cuidando a más sobrevivientes? —habían tantas preguntas que surgieron de repente—. Creo que sólo hay una manera de saberlo.
Bianca tomó el cuaderno de dibujo, intentando hacer un esfuerzo para comunicarse nuevamente. Ackley ladeó la cabeza al ver la secuencia que ella había hecho, unos garabatos que trataban de representar humanos, pero un grupo diferente y a la familia sobre el objeto flotante dirigiéndose a ellos.
¿Buscar a más humanos? Querrán estar con más de los suyos, pero sólo conozco a otro humano que está lo suficientemente cerca, se dijo pensativo para luego llevar su mano hacia lo que quedaba del golpe en su rostro. No estaba seguro de llevar a la familia con esa humana, ella tenía tierra. Pero seguramente lo odiaba y podría perder toda la confianza que había creado con sus humanos.
Ackley levantó la vista, encontrándose con las miradas de los humanos, esperando por alguna respuesta de su parte. Entonces él gruñó por lo bajo y luego asintió rápidamente. Respondió dibujándose a sí mismo guiando al barco hacia el refugio de aquella humana.
—¿Tierra? ¡Nos llevará a tierra firme! —Bianca saltó de su lugar y abrazó a Dominic con fuerza—. ¡Dante, iremos a tierra firme! —la mujer se levantó y corrió hacia adentro, despertando a su niño con sacudidas.
—¿Que, eh?¿A tierra? —preguntó un poco desorientado, luego de comer se había quedado profundamente dormido.
—Debemos liberar el ancla —dijo ella determinada, un momento después de separarse.
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