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El moreno no logró reaccionar a tiempo, cuando su oreja izquierda y parte de su cara estaban llenas de un extraño líquido frío y bizcoso

-¡Agh! ¿¡Qué haces, idiota!?

El desconocido volteó y Oliver fue tomado del cuello de su camisa en el momento en que el golpe llegó con una increíble fuerza bruta. El ardor y resentimiento se hicieron presentes casi al instante, palpitando en Oliver las ganas de devolver el favor. Hasta que un grito los detuvo, al igual que atrajo las miradas de los que se habían detenido para ver la escena

-¡Don!

"¿Don?", se repitió el peliblanco

-¡Oliver!

"¿Quien?", pensó vagamente el moreno

-¡Deténganse ahora mismo!

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Tal vez fue el momento, que cualquiera pudo haber malinterpretado fácilmente...

Tal vez la mirada molesta en sus ojos (D/T/C)...

O el hecho de que ahora el chico sentado a su lado tenía helado de chocolate quizá hasta dentro de su cerebro...

Pero ahora que ambos estaban sentados a extremos opuestos de la misma banca, por obligación de la azabache en lo que iba a buscar servilletas y algo de hielo. Oliver tenía ese pensamiento que no dejaba de taladrar constantemente en su cabeza. La había cagado

El dolor en su mejilla seguía presente, bueno. Él se lo había buscado, así que no tenía de otra. Mientras que el chico a su lado seguía molesto y en silencio. Propenso a volver a golpearlo

Oliver exhaló, sintiendo la frustración mezclada con el orgullo y la moral, el día estaba por acabar. Al menos estaba en la obligación de disculparse

-Hey.

Murmuró sin mirarlo, llamando la atención del contrario. Quien lo miró de reojo, con resentimiento

-No te conozco, ni sé que relación tienes con Tn... Así que no voy a juzgarte de nuevo hasta que me des tu versión de las cosas.

-Idiota, ya me llenaste toda la maldita cara de porquería.

Masculló, apretando los puños sobre sus piernas. Oliver lo miró por el rabillo de su ojo

-Me dejé llevar por lo que le dijiste a Tn cuando llegué. Por ende malinterpreté fácilmente tus intenciones hacia mi novia, me disculpo por eso.

Don rodó los ojos, deseando en el fondo que Tn no tardase tanto en volver, por que de lo contrario le rompería los dientes a su noviecito

Aún seguía molesto por el incidente, pero más por que Tn no lo reconociera a la primera. No es como si hubiese pasado un tiempo extremadamente largo desde la preparatoria

-No hay cuidado. Yo también te hice quedar como imbécil frente a tu novia.

Chistó, provocando que el peliblanco apretara los dientes

-Aún me debes una explicación.

-Y tu un frontal en los dientes.

-¿No sería yo quien debería dártelo a ti?

Don y Oliver intercambiaron miradas llenas de recelo

-¿Qué era lo que estabas usando para extorsionarla?

-No la estaba extorsionando, idiota.

Masculló el moreno

-Cualquiera habría pensado lo contrario.

Reiteró el albino. Don estuvo a punto de responder, cuando ambos percibieron un par de pasos cercanos y voltearon en dirección de la azabache. Quien tenía un par de servilletas en una mano y un cubo de refresco con hielos

Además de una mirada molesta y un aire de pedir explicaciones

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-Entonces... ¿Alguno quiere comenzar?

Don se limpiaba dentro y fuera de las orejas, mientras que Oliver mantuvo en su mejilla los cubos de hielo envueltos en un pañuelo que la azabache le dio. Ambos en un incómodo silencio receptivo

Hasta que Tn se descruzó de brazos, lista para interrogar

-¿Oliver?

El aludido volteó a ver a su contrario, en silencio y sumamente molesto

-Siento haber malinterpretado tus para nada perversas intenciones.

Se disculpó, con un evidente tono sarcástico. Al que Tn encaró una ceja y Don sucedió

-Siento haberte hecho pasar el ridículo frente a tu novia.

-Siento que tengas que llegar a casa y meter la cabeza directo en el fregadero.

El moreno chistó, levantándose de la banca. Con un par de servilletas arrugadas entre sus puños y una mirada muergana en su rostro

-Y yo siento que el "Sana, sana, colita de rana" no recomponga tu cara para mañana.

Tn rodó los ojos, par de inmaduros

-Acepto tus disculpas.

-Igualmente, gracias.

"Ni las mujeres somos así de hipócritas.", pensó la azabache. Negando suavemente con la cabeza, qué remedio

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