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Si fueras el último 🚹 del 🌏

 Conté hasta tres, acumulé el aire suficiente en mis pulmones y empujé la puerta de la sala de videojuegos.

Los gamers no voltearon a verme porque eso implicaba desviar la atención de sus pantallas. Pero la persona a la que quería ver sí había notado mi presencia.

Me saludó con su típica sonrisa que ya había comenzado a echar de menos.

—¡¿Qué estrella se ha caído del cielo?! —bromeó.

Puse los ojos en blanco juguetonamente.

—Necesito hablar contigo —dije haciendo un esfuerzo por recuperar la seriedad.

—¿Tú y yo, solos? ¿Sin tu amiga la agente del FBI?

—Sí, solos.

Cambió su expresión risueña a una más preocupada.

—¿Pasó algo?

—No no, todo está bien. Es solo hablar... sin más.

  Él dudó un instante pero se dirigió a su amigo que tenía la cabeza rubia casi metida en el ordenador.

—David, ¿podrías cubrirme mientras estoy fuera sin que provoques un incendio?

—Sí sí, tú tranquilo, déjalo en mis manos. Ve confiado —aseguró el muchacho sin siquiera voltear a verlo.

Erik lo miró con desconfianza pero dejó caer los hombros en señal de rendición.

—¿Vamos fuera?                            

  Había esperado bastante para tener esta conversación con Erik. Pero ahora, sentada junto a él sobre las mismas tablas del muelle en el que nos dimos aquel beso, no sabía cómo abordar la cuestión.

  Desde algún sitio no muy lejos de allí nos llegaban los acordes de All of me de John Legend. Como si la situación no fuese lo suficientemente incómoda una musiquita romántica era el soundtrack de fondo de nuestra conversación.

  Él rompió el hielo con una pregunta bastante random:

—Y ¿cómo te ha ido esta semana? —Lucía incómodo, como si de pronto él tampoco supiera qué decir y cómo hacerlo.

—Pues… bastante bien. Ahora descubrí que me gusta BTS —dije solo por comentar algo.

Él sonrió y su rostro antes contraído se relajó.

Mic Drop es un buen tema.

—¡¿Los escuchas?! —preclamé.

—No soy fan, pero sí me gustan algunas de sus canciones.

—Es que… ya sabes... muchos hombres critican a esa banda por cuestiones superficiales.

—Eso es porque en el fondo somos unos tontos acomplejados.

El comentario me hizo reír.

—Pero no es de eso de lo que querías hablarme, ¿verdad? —Me miró a los ojos.

—Pues… no. —Bajé la vista porque no podía sostener su mirada—. Lo que te quería decir es... es que yo… le fallé a una persona que quería mucho. —Sacudí la cabeza para aclararme las ideas—. En fin… que necesito dejar las cosas claras con esa persona antes de elegir otro camino.

  No estaba segura de si me había explicado bien.

—¿Esa persona es tu novio?

—Sí —La presión sobre mis hombros se alivianó—. El beso que nos dimos aquel día estuvo mal… quiero decir… estuvo bien, pero mal desde el punto de vista de que le hice daño a él… —Mis cinco años de Filología se estaban batiendo en la licuadora.

  Erik no pudo evitar reír por mi trabalenguas.

—Oye, lo entiendo. Sé que te preocupas por los sentimientos de los demás —Me miró con un brillo en los ojos—. Y eso es una de las cosas que me gusta de ti.

—Por favor, para —Sonreí como una tonta.

—Es verdad —confirmó él—. Y te mentiría si te dijera que no quisiera repetir ese beso. —Al decirlo miró mis labios y unas mariposas colonizaron mi estómago—. Pero la razón por la que estuve alejado de ti esta semana fue precisamente porque creía que necesitabas espacio.

Hubo un interludio de silencio en el que pensé muy bien lo que diría a continuación.

—Pero sí extraño nuestras conversaciones —confesé—. Y creo que podemos llevarnos bien y pasar el rato, sin cruzar la línea. Y no me parece mal que tengamos esa amistosa cita literaria —Hice énfasis en la palabra amistosa.

—¿Me estás invitando a salir? —Arqueó una ceja y esbozó una sonrisa traviesa.

—He dicho amistosa, y sin compromisos —advertí con el dedo índice levantado.

—Hecho.

Me tendió su mano para que yo la estrechara y pactamos la hora, fecha y lugar del encuentro.

—Pero —agregó—, dices que hablarás con tu novio para poder elegir otro camino. ¿Eso significa que... al menos tengo una oportunidad contigo?

Hay tantas maneras de declarar tus sentimientos a otra persona: “Sería un privilegio que me rompieras el corazón”, “Eres mi camino ninja”, “Te quiero 3000”, “I purple you”, “Always”, pero a mí solo se me ocurrió decir con un fingido tono altanero:

—Solo me fijaría en ti si fueras el último hombre del planeta.

—¡Uf! Eso es un poco difícil —contestó simulando dolor.

  Me gustaba Erik. Mucho más de lo que me atrevería a decir en voz alta. Y no solo físicamente. Disfrutaba demasiado de su compañía, y cuando no estábamos juntos, echaba de menos nuestras conversaciones sobre nada en específico. Sentía que podía hablar con él de las cosas que me gustaban. Adoraba que me escuchara con atención cuando le hablaba sobre ellas. Y cada vez se estaba haciendo más insoportable la idea de no poder acercarme a él tanto como quería.

Pero primero tenía que hablar con Javier y cerrar capítulo. De lo contrario me seguiría sintiendo horrible. Aunque nos hubiésemos dado un tiempo en nuestra relación, no podía acallar la molesta vocecilla que me susurraba que lo estaba traicionando.

  La música había cesado. Descansé mi cabeza sobre su hombro, con la vista fija en las diáfanas aguas del lago. Una suave brisa me acariciaba la piel. Nos quedamos inmóviles por largo rato, como en una fotografía, disfrutando del más plácido silencio.

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