Del juego a la vida real🕹
El artículo, firmado con el seudónimo de Lady Whistledown, se había esparcido como pólvora por todo el campamento.
Habían dejado “El taciturno” delante de la puerta de nuestro dormitorio.
—¡Sí! —celebró Vanesa—. ¡Volvió este año!
—No sé quién es pero me cae bastante bien —comentó Caterin que leía someramente el artículo recién salido del horno.
Melisa guardó silencio y, por la expresión que me dedicó Nora, sabía que mi amiga tenía unos enormes deseos de estar a solas conmigo para ponerse en modo detectivesco.
No hubo tiempo para más reflexiones porque unas campanadas nos volvían a anunciar que teníamos que ir al comedor. Nos habían arrancado de nuestras camas a las 5 de la mañana, por lo que la escena de los campistas dirigiéndose hacia el comedor parecía sacada de la serie The Walking Dead.
El artículo de la “misteriosa” escritora era la comidilla de toda la sala. Algunos la criticaban, otros la alababan, y otros, los menos, se mostraban indiferentes.
En cuanto al desayuno, pues... era de lo más insípido. Consistía en una simple sopa desabrida y un vaso de agua. No es que fuera muy melindrosa con la comida, pero en comparación con los apetitosos y nada modestos platos de los anteriores días, el cambio había sido brusco.
—Se les está acabando el presupuesto —bromeó Caterin.
Afuera todavía era oscuro y una corriente de aire frío bajo la mesa nos congelaba los pies.
No habían pasado ni dos minutos desde que empezamos a “degustar” nuestra sopa cuando Carla, forrada de pies a cabeza con un traje militar, irrumpió en el salón sonando un silbato.
—¡Atención! —gritó con aires de autoridad— ¡Tienen solo tres minutos para meterse dentro del uniforme militar que hemos colocado en sus sitios de resguardo… o sea, en sus habitaciones —aclaró ante las caras de confusión—, y marchar hacia la zona de entrenamiento, o sea, el estadio para conciertos, donde los estaremos esperando para darles las próximas indicaciones.
Al ver que pasaba un segundo y todos permanecían congelados en sus asientos, Carla ordenó con un grito que parecía más un chillido:
—¡¡¡Ahora!!!
Abandonar la mesa a toda velocidad, llegar a los dormitorios y colocarnos nuestros inmensos trajes militares fue una sola cosa. Nora trató de improvisar con mi cinturón para lograr que mis pantalones se mantuvieran en su lugar y ahorrarnos el espectáculo de que la prenda se deslizara en presencia de todo el campamento.
—Si esta es la semana de los videojuegos, deben de estar recreando un juego de guerra —especuló Nora, a quien por su vena gamer le hacía mucha ilusión todo ese paripé.
No negaré que a mí también me gustaba este tipo de actividades; siempre que no fuera yo quien diera las órdenes, claro está.
—Eso explicaría la sopa rancia y el hecho de que nos hayan despertado a las 5 de la mañana —apuntó Caterin con exasperación.
Con el pretexto de que debía recoger primero unas cosas en la habitación, mi amiga le pidió al grupo que se adelantara mientras sujetaba mi mano para mantenerme en el lugar.
Una vez que estuvimos solas, de camino hacia el estadio, Nora sacó a su Sherlock Holmes interior:
—Sospecho que pueden ser Melisa o Vanesa.
—¿El qué? —dije fingiendo no saber de qué me hablaba.
—¡Lady Whistledown! —remarcó—. Ellas son las únicas de nosotras que han venido otros años al campamento.
—Sí, pero no son las únicas de todo el campamento que lo han hecho. Podría ser cualquiera.
—Pero la escritora habló sobre Boys love, y no éramos muchos los que estábamos aquel día en el debate en Gremiio; así que nuestra lista de sospechosos se reduce. Y no podemos descartar a Melisa, porque recuerda que ella sí quería ir al café pero el...villano de su novio no la dejó. Además, sabemos que Lady Whistledown es una mujer.
Puse los ojos en blanco por la seriedad que mi amiga le estaba poniendo al asunto.
—Podría ser un hombre haciéndose pasar por una mujer —objeté—. Y cualquiera podría hablar sobre Boys love.
—Pero solo una fan del BL lo defendería como ella lo hizo.
No pude agregar nada más porque ya pisábamos el césped del estadio en el que estaban formadas en filas unas doscientas personas.
Cuando escuché hablar del estadio la primera vez, me imaginé el típico centro deportivo donde se jugaban partidos de football, pero en realidad era un amplio terreno sin gradas y con una tarima y una pantalla gigante que me daban más "vibras" a un Tomorrowland.
Nora y yo nos incorporamos a toda prisa a las filas.
Quien daba las indicaciones era nada más y nada menos que Erik. Mi estómago se encogió al verlo. Solo hacía un día desde nuestra conversación en la terraza del salón y parecía que había transcurrido mucho más. Vestía con uniforme militar, botas y boina de medio lado que harían que más de una chica tuviera pensamientos +18. De repente se detuvo en mitad de la frase:
—Para las que recién se incorporan… —dijo sin mirarnos, lo que no impidió que la atención de la multitud cayera sobre nosotras.
En los dibujos animados, el avestruz escondía su cabeza en la tierra para protegerse de sus enemigos. Hubiese sido una bonita técnica para aplicar en esos momentos. Fijar la vista en el suelo fue lo único que fui capaz de hacer.
—Haremos una simulación real life del videojuego Call of duty —continuó como si nada—. Se formarán pelotones de 5 miembros cada uno; y serán las mismas personas con quienes comparten habitación. Así que este será el momento idóneo para que olviden cuánto odian que su compañero no los deje dormir por las noches viendo One Piece o jugando al Fornite; y trabajen en equipo para alcanzar el premio mayor que será de… redoble de tambores… 1000 simoleones.
La multitud uniformada estalló en aplausos y vítores. Yo suspiré aliviada; pero por una razón distinta: Estaría con mis amigas, y eso era lo único que me importaba.
—Pero solo habrá un pelotón ganador —prosiguió Erik acallando los festejos—. Y será aquel que logre mantener con vida a todos, repito, TODOS sus integrantes. Los trajes que llevan puestos tienen sensores conectados a nuestras computadoras. Y gracias a la magia de la tecnología sabremos, aunque se encuentren a kilómetros de aquí, si alguno de ustedes es impactado por una bala.
—¡¿Una bala?! —reaccionó alarmada una muchacha y varias personas le hicieron eco.
—Más bien una simulación de bala —aclaró acercándose a un montículo cubierto por una sábana. Retiró la cobertura y dejó expuesto un cuantioso arsenal de armas de largo alcance—. Son inofensivas, lo prometo. Solo disparan un haz de luz que, en contacto con sus trajes, envían una señal hasta nuestras computadoras, lo que los deja automáticamente descalificados.
Para ilustrarnos, tomó una en sus manos, apuntó hacia el pecho de Carla, que estaba a su lado, y presionó el gatillo ante la mirada expectante de la multitud. A pesar del estruendo de la detonación, Carla ni se inmutó. Pero uno de los ordenadores comenzó a emitir un pitido como prueba de que el sistema funcionaba.
La multitud volvió a aplaudir.
—Quiero aclarar una cosa —dijo elevando su voz para volver a aplacar a las masas—. Para aquellos que se crean listillos, los uniformes también tienen un GPS incorporado y una microcámara en uno de los botones, por lo que si hacen trampas, lo sabremos.
Todos revisaron los botones de sus uniformes para comprobar la certeza de las palabras de Erik.
No me atraía mucho la idea de que nos estuvieran espiando, y menos si se trataba de Erik. Pero me consolé diciéndome que solo sería por el tiempo que durara la prueba. Solo esperaba que Nora no me soltara ninguno de sus comentarios "atinados".
Carla, cuya boina dejaba expuestos solo unos mechones naranjas de cabello, tomó la palabra:
—Que cada pelotón elija a su jefe de mando y un nombre para el grupo. Luego tendrán solo 30 minutos de inmunidad para que busquen sus escondrijos.
Dicha la última palabra, Nora y yo nos reunimos con las demás cerca de la entrada del estadio.
—¡Okey! Creo que yo tengo las potencialidades para ser la líder de este grupo —se postuló Nora.
—Yo también lo creo —coincidí yo.
Vanesa y Melisa estuvieron de acuerdo. Solo faltaba Caterin por emitir su voto:
—Bueno, ¡qué remedio! —dijo con una expresión de fingida rendición, aunque se notaba que apoyaba la decisión.
—Y en cuanto al nombre…—dudó Nora.
—¡Chicas! —nos llamó la atención Vanesa con voz apagada—. Vayan ustedes. Yo solo las voy a retrasar. Voy a hablar con los profesores. Ellos lo van a enten...
—¡Ni lo pienses! —Nora no dejó que terminara—. Yo soy la jefa del equipo y pienso llevar a todo mi pelotón a la victoria, así tenga que cargármelas al hombro. No te voy a abandonar, soldada Vanesa.
La chica pelirroja la miró con ojos brillantes de admiración y agradecimiento. La entendía. Yo también había mirado muchas veces a mi amiga de esa manera.
—Gracias, chicas… de verdad. Soy afortunada de tener unas compañeras como ustedes —dijo Vanesa en voz baja pero convincente.
—Bueno, bueno —interrumpió Caterin—, no nos empecemos a poner sentimentales que estamos en plena guerra.
El comentario provocó las risas del grupo y hasta de Vanesa, que se veía más animada.
—¿Qué les parece el nombre de “chicas a prueba de balas”? —propuso Melisa.
Vanesa soltó una risilla como si hubiese captado una referencia.
Caterin le dio a su mano la forma de un teléfono y se la pegó al oído:
—Hola, habla la compañía patrocinadora de BTS, quiere que le devuelvas su nombre.
—Para no ser una fan de ellos, sabes bastantes cosas —la molestó Nora.
—Soy amiga de una Army —Caterin se cruzó de brazos—. O sé de ellos, o sé de ellos.
—Que tal “Fangirls a prueba de balas”—sugirió Nora volviendo a centrar la atención en nosotras.
Finalmente me animé a proponer:
—O podría ser...“Fangirls a prueba de haters”.
Siiiiiii!!! Todas aclamaron el nombre del grupo. Y yo me sentí feliz de haber hecho mi modesto aporte.
Luego de registrar en la base de datos el nombre del equipo, Nora regresó corriendo a nosotras con un reloj de pulsera que mostraba la cuenta regresiva de 30 minutos.
Vimos a muchos pelotones salir disparados hacia el Sur, en dirección al Bosque Sombrío. Porque cuando estaban en juego 1000 simoleones, Aragorn, la descomunal araña de Harry Potter, tendría que temblar ante estos humanos.
Nuestro grupo, en cambio, no quiso arriesgarse, y enfiló hacia el Este. Nora y yo empujábamos la silla de Vanesa para poder ir más rápido, persiguiendo el nacimiento del sol, sin saber que realmente nos estábamos dirigiendo a la cabaña embrujada de la montaña.
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FRIKI-DICCIONARIO
BTS son las siglas de Bangtan Sonyeondan: literalmente significa “chicos a prueba de balas”.
Hater: Persona que hace comentarios muy negativos sobre algo.
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