Conociendo a BTS💜
“El taciturno” fue publicado con un día de atraso.
La ausencia del artículo de Lady Whistledown era la comidilla durante el desayuno.
“¿Estará enferma?”
“Espero que vuelva la próxima semana. Sus artículos son geniales”
“A mí no me quita el sueño que publique o deje de publicar”
“Pues yo sí quisiera que volviera”
Eran algunos de los comentarios que llegaban a mis oídos. Nora ya no se mostraba tan entusiasmada por descubrir la identidad de Lady Whistledown. Después de los episodios de los últimos días lucía agotada.
Carla, desde la tarima y con su pelo de un color morado, nos propuso la actividad de la semana.
—Campistas, ya casi llegamos al final de esta aventura. Por eso debemos disfrutar el tiempo que nos queda al máximo.
Gritos de algarabía apoyaron el comentario.
—Así que para esta semana, cada equipo compuesto por los cinco integrantes de cada cabaña deberán grabar con sus teléfonos o cámaras un video en honor a su artista o grupo musical favorito.
Hubo aplausos y silbidos en la audiencia.
—Espero de todo corazón que no corra la sangre entre las Selenators y las Beliebers. Que las Swifties y las Tiny Elephants den lo mejor de sí, y que las Blinks y las Armys demuestren que el K-pop se escucha en el mundo entero.
La multitud estalló en aplausos, aunque no faltaron la protestas por la mención a ciertos fandoms.
—Chicas, yo me voy a saltar la actividad —dijo Caterin con desgano—. No estoy de humor y supongo que Melisa tampoco lo estará.
—Sí —coincidió Nora con voz apagada—. Creo que lo mejor es desistir esta vez de la actividad.
Vanesa y yo asentimos. Ella también parecía un poco deprimida esta mañana.
—¿Te sientes bien, Vanesa? —le pregunté.
—Sí, es solo que…—dudó antes de continuar—, esta noche pondrán en la pantalla del estadio el concierto Permission to dance de BTS…pero no me gustaría ir sola.
—Pero no vas a estar sola —repuso Caterin—. Seguro el estadio estará repleto de Armys locas gritando a todo pulmón.
—Sí pero… no es lo mismo… Quisiera ir con alguien cercano. Se lo había propuesto a Melisa pero no tiene ganas de ir.
—Lo siento, Vanesa —se excusó Caterin—. No puedo complacerte. Mis oídos no están preparados para los gritos Armys.
—Yo tengo la final de un torneo en la sala de videojuegos a esa hora —dijo Nora alicaída—. Pero lo puedo cancelar…
—No —la interrumpí y me giré hacia Vanesa—. Yo voy contigo.
A Vanesa se le iluminó el rostro.
—Gracias, Claudia, de verdad.
—No me lo agradezcas —dije con una sonrisa—. Ha llegado la hora de que conozca al fandom más poderoso del mundo.
Había ciertos fenómenos de los que, a menos que fueras un ser de las cavernas, todos han oído hablar. BTS era uno de esos fenómenos. Pero, por extraño que fuera, yo nunca había tenido interés por escuchar su música o por acercarme al K-pop. Esas eran unas aguas aún desconocidas para mí. Y mientras Vanesa y yo nos alistábamos para el concierto, rezaba porque no me gustara ese grupo. De lo contrario sería otro fandom del que tendría que despedirme.
Un etéreo sonido como el de una flauta atraía a una enorme multitud de jóvenes hacia el estadio. La escena me recordaba al cuento de El flautista de Hamelin. Vanesa sonrió cuando se lo comenté:
—Precisamente la canción se llama Pied Piper. El flautista, en español —aclaró ella—. Tiene una hermosa melodía atrayente.
Cuando llegamos al estadio me quedé anonadada. El espectáculo de luces de La guerra de las galaxias no era nada comparado con esto. Decenas de brazos alzaban unas particulares linternas; las cuales supe por Vanesa que les decían Army bombs. Ella tenía una igual. El terreno lucía como una maravillosa bóveda celeste.
En cuanto a los gritos, pues… estaba segura de que Alberto, el excombatiente de la “cabaña embrujada”, no podría pegar ojo esa noche.
La enorme pantalla se iluminó dejándonos saber que el concierto había comenzado, seguido del coro de voces del mar de estrellas que pronunciaban algo parecido a un estribillo, pero que después descubrí que era su fanchant.
Aprovechando los escasos momentos de “ausencia de gritos”, Vanesa me iba presentando a los chicos, pero pasado solo un minuto, olvidaba nuevamente quién era quién.
Al principio estaba un poco escéptica, pero luego mis temores sobre que me gustara demasiado BTS se fueron haciendo realidad.
Vanesa me gritaba los nombres de las canciones. Mi cuerpo comenzó a moverse por su cuenta con DOPE y DNA.
“No, no podían gustarme” —me disuadía internamente.
Cerré los ojos para deleitarme con el mágico sonido de Blue and Grey.
“Estaba pasando de nuevo. Esta sensación…”.
Un grito de emoción se me escapó con la hermosa coreografía de Black Swan.
“No me gustan, no me gustan, no me gustan”.
No podía evitar tararear el estribillo de Fake Love, y me uní a los gritos cuando uno de los chicos dejó ver parte de su abdomen como parte de la coreografía.
“No caigas en esta tentación Claudia. No otra vez.”
Vanesa y yo subíamos y bajábamos los brazos eufóricas al ritmo del hip hop de Silver Spoon.
“Resiste”.
Mi corazón latía fuerte con Spring Day.
Mi piel se erizaba con las múltiples sensaciones que sacudían mi cuerpo y supe que ya no podía escapar.
En el cielo, brillaba la más espléndida luna llena que jamás había visto.
🌟🌕🌟
>>>
Me balanceaba con suavidad en el columpio de Naruto. Vanessa estaba a mi lado con la mirada perdida en el oscuro lago, solo iluminado por la luna. El viento traía los sonidos del estadio.
Había terminado el concierto en pantalla, pero los potentes altavoces seguían reproduciendo los éxitos de la boy band para las Armys que habían decidido quedarse en el terreno.
— Y ¿desde cuándo eres fan de BTS? —pregunté al fin.
—Desde el 2017 —contestó como alguien que ha esperado mucho por esa pregunta—. Me acuerdo bien porque... un año antes tuve este accidente. —Alisó con sus manos la falda que cubría sus reposadas piernas.
Hizo un ademán de continuar pero se detuvo. Por su ceño fruncido parecía estar haciendo un viaje en el tiempo hasta aquellos días.
—No... no tienes que hablar de ello si no quieres...
—No, está bien —respondió más animada—. Quiero hacerlo. Sé que eres una buena persona, y no se tiene la suerte de conversar con alguien como tú todos los días.
Sonreí discretamente y centré la vista en las quietas aguas. Aún no conseguía adaptarme a los halagos.
Esta vez no la detuve.
—El año anterior a ese... había sido el más horrible de mi vida. No estás preparada para que tu vida cambie en un segundo. No sales a la calle pensando en que un coche a toda velocidad te convierta en otra persona.
El reflejo de la luna incidía en su rostro. Sus ojos estaban secos, como si las lágrimas ya se hubiesen evaporado hacía mucho tiempo.
—Pero lo peor era mi mente. Tuve los pensamientos más horribles. —Guardó silencio antes de concluir—. Y sí... "escribir el último capítulo de mi vida" fue uno de ellos.
Fijé la vista nublada en las negras aguas. Me daba vergüenza que viera que yo no era tan fuerte como ella.
—Pero entonces vi por casualidad un video musical en la tele —relató en un tono distinto—. La canción se llamaba “Save me” y la cantaban siete jóvenes asiáticos… ¿Sabías que con el nombre de esa canción se puede formar un ambigrama que diga "I’m fine"? —preguntó.
—No, no sabía —respondí con una sonrisa.
—BTS me devolvió las fuerzas que me arrebató aquel accidente… Sus canciones sobre el amor propio y la perseverancia me inspiraron… —Hizo una breve pausa para tomar aire—. Sé que suena tonto pero… cuando estás en el peor momento de tu vida, algo tan simple como una canción puede cambiarlo todo.
Recordé a aquellas muchachas del estadio. Sus rostros soñadores no parecían reflejar solo un mero fanatismo por un grupo musical. Aquello era Army, un ejército de corazones que había recuperado una esperanza perdida.
—Pero oí que ellos se van para el servicio militar, ¿no? —La duda me asaltó.
Y como si ella hubiese seguido el hilo de mis pensamientos, respondió:
—BTS puede irse confiado a su servicio, porque dejó aquí a un ejército de fans que ya está listo para enfrentar todas las barreras y comerse el mundo.
Era la respuesta que deseaba escuchar.
Hubo un prolongado silencio.
—¡Que se jodan los antifandoms! —sentencié al fin.
Vanesa me miró sorprendida. Era obvio que no se esperaba esa reacción, viniendo de mí.
—¡Que se jodan! —remarqué—. Ellos no nos entienden. No saben nada de los jóvenes y creen que pueden tomar decisiones por nosotros.
Ella sonrió en señal de que compartía mi parecer.
Un silencio volvió a tomar el mando de la conversación, pero esta vez no era incómodo, sino catártico.
—¿Te gustaría ir a un concierto real de BTS? —pregunté después de un rato.
—Claro que sí. —A pesar de las sombras, pude contemplar cómo se iluminaba su rostro—. Ese siempre ha sido mi sueño, pero desde Cuba…
—¿Cuándo regresan del servicio militar? —la interrumpí.
—... En el 2025 supuestamente.
—Pues deja un hueco en tu agenda para ese año. No me importa cómo, ni si pasamos el triple de trabajo que el resto del mundo, pero vamos a ir al concierto de BTS.
—¿Lo prometes? —preguntó sin poder disimular cuánto significaba aquella proposición para ella.
—Lo prometo —dije con una extraña convicción.
La radiante luna llena había recorrido gran parte de la bóveda celeste cuando las últimas Armys abandonaron el estadio. Millones de estrellas brillaban en el cielo aquella noche.
🪐🌕🪐
Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro