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¿Amigas?💞

  Los días se escurrieron como arena entre los dedos. Había intentado hablar con Nora dos veces pero me había rechazado con la excusa de que necesitaba un tiempo a solas. Sé que estaba herida, pero dejarme de hablar por casi una semana era excesivo, incluso para ella. Yo no quería que en ese estado de soledad sus demonios volvieran a asaltarla.

  Además, era nuestro último día en el campamento. Tampoco me apetecía que termináramos esta aventura sin dirigirnos la palabra. Pero ella se había pasado toda la mañana en un torneo de videojuegos y me fue imposible abordarla.

  La tarde cayó y la noticia de un importante anuncio de la directora reunió a todos los campistas en el salón. Nora estaba sentada frente a mí en la mesa y parecía un poco más dispuesta a intercambiar frases triviales conmigo.

La directora se aclaró la garganta para llamar la atención de todos:

—Hoy culmina esta aventura que comenzamos hace tan solo dos meses, pero que para algunos pudo parecerle una larga y fructífera experiencia. —Pasó la vista por todo el salón—. Espero de todo corazón que hayan vivido cada segundo al máximo, que hayan hecho amistades duraderas más allá del fandom, y que hayan crecido como personas. Esa es, al fin y al cabo, la esencia de este fancamp.

Una ovación de aplausos acogió las palabras de la directora. La sombra que había cubierto su rostro los primeros días se había esfumado.

—Y además, para mi regocijo, tengo algo importante que comunicarles. Gracias al discurso de Claudia Ramírez —Medio mundo se giró para verme—; a la campaña en redes sociales que hicieron nuestros trabajadores —señaló a Erik y a Carla sentados en la mesa principal—, y a los comentarios y opiniones que aportaron cada uno de ustedes —miró a todos los campistas con orgullo—, me complace anunciarles que el Ministerio de Cultura ha rechazado el pedido de la señora Piedad. Por tanto, este campamento seguirá abriendo sus puertas en los próximos años. Y además, queda eliminado el límite superior de edad.

   Fue como ganar un partido de Quidditch, o ganar la copa de la Casa; o vencer en la batalla contra los caminantes blancos; o derrotar al supervillano después de una lucha encarnizada. La sensación era la misma. Ese día quedaría para la historia como el día en que ganaron los fans.

  Las palmaditas en la espalda me llovieron desde todas las direcciones. Los cachetes me dolían de tanto sonreír.

—¿Qué te parece? ¡Vamos a poder venir otro año al campamento! —Melisa rodeó los hombros de Caterin.

  Vanesa seguía aplaudiendo con la cara roja de la emoción y Nora, aunque no lo demostraba con tanta efusividad, también se veía complacida.

 —Antes de que vayan por ahí a festejar —dijo por último la directora—, mi único consejo para ustedes es: sean fans y traten a los demás con respeto. Que los motive el amor y no el odio. Y recuerden que el mejor argumento contra un hater es el silencio. Confío en ustedes. Eso es todo.

Regresó a la mesa donde se unió a su hijo en un tierno abrazo.

  Ya era de noche cuando abandonamos el gran comedor. Como era el último día varios campistas, a los que después se fue sumando el resto, habían decidido reunirse en torno a la fogata para seguir la celebración.

   Había un sabor amargo por el fin de esta aventura, pero también un regusto dulce por la esperanza de que siempre podríamos volver el año siguiente.

  Algunos valientes pronunciaron unas palabras de despedida, otros cantaron canciones de sus fandoms, y algunos hasta se pusieron en pie para bailar junto al fuego.

  Pero había algo que todavía me impedía disfrutar de la fiesta. Me levanté y me sacudí la hierba para ir junto a Nora.

  —¿Puedo hablar contigo? —le pregunté.

  Ella asintió y tomó un impulso para levantarse del suelo.

  Buscábamos un lugar más tranquilo, lejos de los gritos, y terminamos en “el columpio de Naruto”, sentadas en el suelo, una al lado de la otra, mirando el lago.

  Lo más difícil era iniciar la conversación. Pero dejé que fuera mi corazón el que hablara.

—Ehm... discúlpame, Nora, de verdad. Solo pensé en mí. Fui una egoísta...

—No, discúlpame tú a mí —dijo ella para mi desconcierto—. No fue lo de Lady Whistledown lo que me puso así, fue... otra cosa.

—¿Qué otra cosa?

Ella chasqueó la lengua como restándole importancia, aunque era obvio que sí la tenía.

—Es que es una tontería.

—Nora, tú has escuchado muchas tonterías mías, así que dime.

No me miró. Sus ojos vidriosos estaban fijos en el lago.

—Es que... yo... por primera vez te vi tan segura de ti misma cuando estabas dando tu discurso que pensé... pensé que ya no me necesitarías nunca más.

—Nora... —susurré pero la verdad es que no sabía muy bien qué decir.

—Sí, yo sé. —Meneó la cabeza—. Sé que te dije que tenías que defenderte tú sola y tal, pero al mismo tiempo... tenía miedo, ¿sabes?

—¿Pero miedo de qué?

—De... ya no ser tan imprescindible para ti —declaró—. Porque sé muy bien lo que gente hace cuando ya no te consideran imprescindible en su vida, y no quiero que tú...

—Nora, no vayas por ahí —le corté su línea de pensamiento y traté de encontrar las palabras—. No hace falta que seas "imprescindible" para nadie. Eres muy muy importante para mí, y ya está. Y también lo eres para Caterin, para Vanesa y para Melisa, y hasta para el tal David ese. Porque no hay una sola persona... sensata en el mundo que no quisiera tenerte a ti a su lado.

  Ella se inclinó para rodearme con su brazo y poner su barbilla en mi hombro y yo le correspondí, a pesar de lo incómodo de la posición. Solté un suspiro de alivio, de esos que llegan después del caos y llenan tu cuerpo de paz.

—Gracias... Aunque también me dolió que no me dijeras lo de Lady Whistledown —dijo en mi hombro.

—Lo sé. Lo siento.

Mi amiga solo se separó de mí para decir:

—Y también… no te lo había podido decir ese día pero... —se mordió los labios—, estoy orgullosa de ti, Clau.

  Había recibido halagos de ella antes, pero nunca ese.

—Yo también estoy orgullosa de ti.

—Nah, lo dudo... estoy tan patética últimamente que no me reconozco —Sonrió a medias.

—No estás patética. —Le di un golpecito en la pierna.

—Sí, sí lo estoy.

—¡Síiiii, al fin se arreglaron!

Pegué un brinco al escuchar la voz de Vanesa a nuestras espaldas.

—¡¿En qué momento llegaron?! —preguntó Nora restregándose la cara.

—Nos estaba aburriendo la fiesta en la fogata y pasamos por aquí de casualidad —explicó Melisa con tono inocente—. No estábamos espiando la conversación, lo juro.

—Ya, claro, les creo —dije poniéndome en pie junto con Nora.

Caterin reprimió un bostezo.

—Ay ya, por favor, dejen un poco de drama para la ficción. Por cierto, ¿saben qué día es hoy? —dijo en un tono misterioso.

Yo exprimí mi cerebro tratando de ubicarme en tiempo y espacio, pero fue inútil.

—¡Por la diosa del fangirleo, ¿y ustedes se llaman a sí mismas fujoshis?! —exclamó la pelimorada elevando las manos al cielo.

  Al instante caí en la cuenta.

—¡Ah, ya sé! —Nora se me adelantó—. Hoy salen los nuevos capítulos de Sekaiichi Hatsukoi y Junjou Romantica en Japón.

Las otras nos unimos a la celebración fangirl.

—Y también hoy… —recordó Vanesa— es la pijamada de spoilers en el servidor de Takano-San en Discord —y después agregó con tono lastimero—, pero no vamos a poder verlos porque no tenemos Internet.

  Los ánimos decayeron un poco, aunque me pareció que Melisa y Caterin intercambiaban miradas cómplices.

  Se había convertido en una tradición que los fans de este lado del mundo aguardáramos impacientes la publicación de los spoilers en un servidor –hecho por otros fans– en la plataforma digital Discord. La costumbre era hacer una especie de pijamada global en la que, para hacer más llevadera la espera, exponíamos nuestras teorías sobre el contenido de los nuevos números del manga, hacíamos apuestas, publicábamos memes, e incluso varios fans mostraban las fotos de los "altares" improvisados que habían confeccionado para “orar” por la tan esperada declaración de Onodera a Takano. Y cuando los spoilers comenzaban a publicarse, la histeria se apoderaba del servidor.

—Es mejor así —Nora se cruzó de brazos—. A mí no me gusta spoilearme.

—Hija, no seas aguafiestas —repuso Caterin—. Vas a tener entonces que esperar cuatro agobiantes meses hasta que el servidor traduzca los mangas al español.

—Voy a esperar lo que haga falta —Mi amiga se mantuvo firme. Siempre lo hacía cuando se trataba de los spoilers y para mí era una prueba de fuego tener que callármelos—. Además, ¿cuál es el punto de ver unos spoilers en japonés? No vamos a entender nada.

—Ah, pero eso es lo bueno de los mangas —dijo Melisa—. Que además del texto tienes la imagen.

—A mí sí me hubiese gustado ver esos spoilers —comentó Vanesa desanimada.

Desde lejos nos llegó el ruido de un motor.

—¿Y si… hubiese una manera de verlos? —preguntó Caterin con aire sospechoso.

—¿De qué forma? —indagué.

El sonido del motor parecía estarse acercando a nosotras.

—A ver… puede que le haya pedido ayuda a alguien en tu nombre, Clau —confesó la pelimorada juntando sus dedos índices con fingida vergüenza.

—¿En mi nombre?

  El sonido de un claxon hizo que diéramos un respingo.

Como si se tratara del autobús mágico, un vehículo enorme y amarillo enfiló en nuestra dirección y se detuvo justo delante de nosotras. Sin darme tiempo a decir un comentario, la puerta del bus se abrió.

—¿Qué tal, damiselas en apuros? —dijo Erik con una reverencia desde los escalones de la entrada del vehículo—. Las escoltaré hasta un lugar donde podrán disfrutar de los spoilers.

—Lo de damiselas resérvatelo, guapo —Caterin fue la primera en subir.

Erik descendió del vehículo y se acercó a Vanesa.

—¿Me permite llevarla en brazos, señorita? —se ofreció él con su sonrisa de galán.

—... Claro… un placer —respondió Vanesa con una tímida sonrisa. 

  En un movimiento muy sutil, Erik la tomó en sus brazos como si fuera una princesa y la condujo hasta el interior del autobús. Melisa y yo nos encargamos de la silla de ruedas, pero me detuve cuando noté que Nora se quedaba rezagada.

—Oye, ¿qué estás esperando?

—Yo no quiero ver esos spoliers —insistió ella.

—Si no quieres, no los veas, pero vas a tener que venir con nosotras. Además, hoy es nuestro último día aquí.

  Mi argumento tuvo su efecto porque Nora se dejó llevar a regañadientes hasta el interior del autobús.

  Una vez dentro, a Caterin se le ocurrió una idea.

—¡Oigan! ¿Y si invitamos a todos los que estaban en Gremiio el día de la conferencia?

—¡Sí! ¡Buena idea! —apoyamos Vanesa y yo.

—Por lo que más quieran, sean selectivas —nos advirtió Erik desde la parte delantera del autobús, abandonando su faceta de príncipe—. No quiero que esta cosa colapse por un montón de gente desquiciada por un poco de Internet.

—Tú tranquilo. Solo van a ser unos pocos —dijo Caterin disponiéndose a avisar a la gente por el chat del campamento.

  Unos minutos después subían Alex, Lauren, Constantin y otras caras conocidas de nuestro primer encuentro en Gremiio.

—La comunidad fujoshi/fudanshi está en deuda contigo, Erik —Le guiñó un ojo la youtuber pelirroja.

—Solo unos verdaderos fans recorrerían kilómetros en un autobús en el medio de la noche para ver unos spoilers. —Alex chocó palmas conmigo y buscó sitio detrás de mí.

—Juro que si Shungiku Nakamura no nos da la confesión de Onodera hoy, dejo de leer el manga —Caterin resopló y se repantigó en su asiento.

—Eso mismitico dijiste hace cuatro años —le rebatió Melisa.

—Sí, bueno… supongo que todos los años tengo una recaída masoquista.

—¡¡Erik, ¿qué coño estás haciendo?!! —La voz inconfundible de Carla nos llegó desde fuera del autobús.

Casi todos nos pegamos a la ventanilla para chismear. En efecto, Carla estaba cerca de la puerta, con el pelo rubio platino, acompañada de uno de los del personal de aseguramiento.

—Una sexcapada —bromeó Erik.

—¡Déjate de chistes, Erik! Va contra las normas que saques un autobús del campamento.

—Hoy es el último día. Déjame divertirme un poco.

—Sí, Carla, esos spoilers son de vida o muerte —intentó persuadirla Melisa.

—Solo lo voy a decir una vez. —Carla trató de aplacarse—. No voy a tirar por el piso la victoria que tuvimos contra los antifandoms por una locura como esta. Bajen por las buenas o...

—Muy tarde. —Erik presionó el botón para cerrar la puerta y puso en marcha el motor en medio de nuestros festejos.

  El ruido silenció los chillidos de Carla y las ruedas se movieron tan rápido que dejaron atrás al guardia de seguridad.

  Cuando estuvimos fuera del campamento, Erik detuvo el vehículo para levantarse del asiento. Se giró hacia nosotros y apoyó las manos en los asientos vacíos del frente en una pose imponente.

—Atiendan para acá. Carla tiene un poco de razón. Esto es bastante arriesgado, pero es por una buena causa. Así que si no quieren provocar un escándalo que llegue a oídos de quien no debe, pórtense bien. Y no se preocupen, yo respondo por esto ante la directora.

  Todos asentimos como escolares disciplinados y mantuvimos la calma durante el trayecto, aunque no faltaron las bromas y las apuestas.

  Cuando hubimos recorrido un largo trayecto, los teléfonos de todos comenzaron a vibrar con cientos de notificaciones. Volvíamos a tener Internet.

  Caterin aprovechó para realizar una corta trasmisión en YouTube, haciéndole saber a sus fans que pronto les compensaría los dos meses de ausencia con varios videos especiales, y Melisa revisó sus historias de Wattpad.

—¡¿Ya lo vieron?! —dijo Lauren—. ¡Los hashtags del campamento son tendencia en twitter!

  El autobús se llenó de exclamaciones de celebración.

—Es que el bien siempre triunfa —se vanaglorió Caterin—. Y, Clau, ¿sabes que tu discurso aparece en YouTube?

  Todos se acercaron a la pantalla del móvil de Caterin.

—No quiero verlo. —Me cubrí la cara con las manos.

—¡Y ya llega al millón! —se sorprendió Lauren.

—¡Wao, eres famosa, Claudia! —dijo Alex dándome palmaditas en el hombro.

—Esa es mi chica —alardeó Nora.

  El resto del grupo también me colmó de halagos, y cuando miré hacia el espejo retrovisor, los ojos risueños de Erik me miraban a través del cristal.

  Al final de la noche, comenzaron a llegar los tan esperados spoilers al servidor. Nora corrió hacia la parte trasera del autobús en modo negación.

—¿En serio vas a perderte la oportunidad de celebrar por todo lo alto la confesión de Onodera? —la provocó Caterin.

—No se ha confesado en 15 años —dijo encerrada en sí misma—. Dudo que lo haga precisamente hoy.

—Yo sí tengo fe de que lo haga hoy —dijo una chica con espejuelos.

—¡Dios mío pero qué lindo está Takano! —comentó una chica de cabello corto al ver una imagen.

—Él siempre lo está —acotó Alex.

Nora se removía incómoda en el asiento trasero.

—¡Onodera se ve tan kawaii! —chilló Vanesa.

Mi amiga se mordía el labio con frustración. Y para provocarla más agregué:

—¡Ay dios mío, ¿qué le está haciendo Takano a Onodera?!

—¡Déjame ver! —Nora había saltado como un muelle de su asiento y trataba de ver la imagen en la pantalla de mi celular.

—Caíste en la trampa —Le saqué la lengua.

  Nora me dio un golpecito en el muslo pero aun así siguió mirando.

  La noche avanzó y los gritos tras la salida de alguna imagen amenazaban cada vez más con hacer estallar los cristales del autobús, sobre todo cuando mostraban alguna escena “spicy”.
Lamentablemente no hubo confesión.  Eso significaba que yo tendría que continuar en el fandom por un poco más de tiempo. Pero ya no tenía tanta urgencia por dejar de ser una fangirl.

  Colmadas nuestras ansias, Erik nos llevó de vuelta al fancamp y todos nos escabullimos en nuestras habitaciones para evadir la reprimenda de Carla y la directora.

  No miré el cielo esa noche, pero sabía que había una luna nueva allá arriba.

                                 🌑                        

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