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Rapunzel x Jack | ¿ENEMIGOS?

Rapunzel

- ¿Es en serio?... ¡Son las 2:00 de la mañana! -

Grité desde mi cuarto, pero el golpeteo en la puerta no paró, seguían insistiendo. Salí de la cama, me puse una sudadera de oversite y no me molesté en ponerme zapatos.

Los golpes en la puerta de mi casa seguían.

- ¡Ya voy! No puede ser... todavía que tocan a esta hora. Vecinos fastidiosos; seguro vienen a quejarse de otra tontería. -

Tomé mis llaves y quité el seguro, la cadena y el ultimo perno.

- Sr. DinGwall, si es sobre mi jardín... ya le dije que... -

Pero no era nadie del vecindario.

- No sabía a donde más acudir. -

Jack Frost estaba justo frente a mí. Tenía toda la playera manchada con rojo de su sangre, venía desde el abdomen; se veía cansado, en serio exhausto y en cualquier momento pudo desmayarse. Pero yo lo conocía bien y, aunque estaba en ese estado, no debía fiarme de él.

Detrás de la puerta tenía una pequeña mesa. Ahí estaban mis artículos de trabajo. Mi cinturón con mis armas y placa.

Pestañeamos una vez y corrí a tomar mi arma, pero el también corrió. Entró a mi casa, cerró la puerta y sujetó mi mano con una de mis armas.

- No quiero hacerte daño. No vengo a pelear. -

- Entonces ¿Por qué estás aquí? ¿Buscas mi ayuda?... No lo creo. -

- Sol, por favor. Yo... -

Pero se quejó más. Me soltó y cayó de rodillas.

- ¿Qué te pasó? -

Le apunté con el arma.

- Tss... ¿En serio? -

- No confió en ti. Dime que te pasó o no te ayudo. -

- ¿Te he dicho lo bien que te ves con un arma en las manos? -

Quité el seguro del arma y mi semblante no cambió. Él sonrió y se arrastró por el suelo hasta recargar su espalda en el muro.

- Hay... hay unos traidores en Sombras. Y me hicieron parecer a mí, el traidor. Ahora... todos ahí quieren matarme. -

En serio se veía mal y no parecía estar mintiendo. Le puse el seguro al arma y la guardé en la parte de atrás de mi pantalón. Me agaché para tomar su brazo y pasarlo por mis hombros. Lo gramos que se levantara y lo lleve al baño.

- ¿Con que te hirieron? -

- Una flecha. -

Lo vi sorprendida.

- Si. Hasta Merida piensa que soy un traidor. -

Continuamos caminando.

- Bueno... en un lugar como "Sombras" no debería ser raro. -

- Por favor, Sol. Como si en Guardianes nadie desconfiara de alguien. -

Torcí los ojos y entramos al baño. Se sentó en un banco y comencé a llenar la tina de agua tibia. Volví con él y le quité la chaqueta, luego levanté su camisa y vi la herida. No era profunda y no había dado ningún lugar vital. Observé con curiosidad "¿En serio esa pelirroja falló?"

- ¿Tan mal estoy? -

- ¿Qué? No... no, de hecho, no es nada grave. Lo que me hace pensar que tu condición es porque te dieron una buena paliza. -

Sonrió y yo con una toalla comencé a limpiar la herida. La tina se llenó y cerré la llave. Me acerqué a Jack de nuevo para quitarle la playera, quité también sus collares y pulseras.

- Estar así me trae recuerdos, Sol. -

Me detuve. Estaba muy cerca de su rostro, sacudí mi cabeza y reuní todo lo sucio de su sangre.

- No me llames así. No es mi nombre. -

- Así te conocí. -

Toqué el agua.

- Ya está. Puedes darte un baño, luego suturaré tu herida. -

Tomé la ropa y salí.

- ¿No me vas a ayudar con el pantalón? -

Cerré el baño con un portazo, aunque logré escuchar su risa burlona.

Fui al cuarto de lavado y metí toda la ropa a lavar. No debía quedar rastro de su sangre en mi casa. Tomé el trapeador y agua con cloro; limpié todo el rastro de sangre desde la entrada hasta el baño. Vi el reloj, eran las 4: 00 de la mañana.

- Que noche... -

Dejé las cosas de limpieza en su lugar y la ropa ya estaba en el ciclo de exprimir. Volví al baño y toqué la puerta.

- ¿Frost? ¿Estás bien?... ¿Frost? -

No contestaba.

- ¡Oye! ¡Frost! -

Abrí la puerta. Jack justo se estaba levantando de la tina para salir. Se asustó al verme y yo me cubrí el rostro.

- ¡¿Qué haces?! -

- Perdón. No contestabas y... -

Escuché un golpe. Volví a ver, se cayó en la tina. Se había resbalado. Hizo que algo de agua saliera de la tina y se quejó de dolor.

- ¿Estás bien? -

- No... creo, creo que me golpeé en el estómago. En la herida... ah... -

- Espera. -

Caminé hacia él.

- No toques nada. Deja que vea la herida. -

Pero cuando me acerqué lo suficiente, se levantó y me cargó rápido para meterme en la tina. Quedé sentada sobre él.

- Que ingenua, Sol. -

- ¡Oye! ¡¿Qué demonios?! -

Estaba empapada y el peliblanco me sujetaba de la cintura.

- Ahora si recuerdo mas cosas. -

- ¡Frost! Tengo toda la ropa mojada. -

- Puedes quitártela. -

Suspiré.

- Es obvio que estás mejor ahora. Déjame... -

Me apretó más contra él.

- Ya basta... por favor. -

- ¿Por qué evitas esto? ¿Por qué evitas nuestros recuerdos? -

- Jack... -

- Al fin dices mi nombre. -

Y me besó.

Él y yo nos habíamos conocido años atrás en una misión que había tenido fuera del país. Me hice pasar por una embajadora de la ONU y tenía unas semanas para hallar a mi objetivo y arrestarlo. Según yo, no tuve suerte en encontrarlo. En cambio, el encantador guardaespaldas de la embajadora de Escocia se acercó a mí. Con su sonrisa encantadora y sus ojos azules hermosos "Jackson Overland" se robó mi tiempo de trabajo y vaya que lo aprovechamos.

Los días pasaron y, honestamente, caía cada vez más en los encantos de Overland. Pero, el ultimo día de la embajada hubo un ataque terrorista del cual "Sombras" fue responsable. Entonces fue cuando se quitaron su fachada; la embajadora de Escocia era Merida DunBroch y el guardaespaldas era Jack Frost, agentes mortales de Sombras. Nunca los habíamos visto en persona o habíamos tenido un registro de ellos hasta ese día. Nadie reaccionó bien. Nadie estaba listo, ni yo. Y no pudimos atraparlos.

En los siguientes cinco años, Jack y yo nos cazábamos mutuamente. Y en los primeros años habíamos estado tan cerca de matarnos, nos habíamos besado, terminamos en hoteles juntos y luego peleábamos con armas de nuevo. Vaya relación que teníamos, no la entendía, de hecho ¿Quién lo haría?

Respondí el beso. Todo lo de mi cabeza lo ignoré, tenía derecho a hacerlo. Jack dejó mis labios y comenzó a besar mi cuello, no quería que se detuviera. Tomó mi playera y me la quitó, lo mismo con mi sostén. Continuó haciendo con su trabajo, volverme loca. Devolví su cabeza a mis labios mientras me quitaba el pantalón y el resto de mi ropa. Jack sonrió en mis labios, se burlaba porque notó que me costaba trabajo quitarme la ropa, ya que estaba mojada.

- Sigue burlándote y me dejaré puesto todo. -

- ¿Quieres apostar? -

Entonces me ayudó. Ambos estábamos desnudos en la tina, solo dejando que todo pasara. Entró en mi y el placer volvió a mis recuerdos, junto con mi cuerpo. Tenia su cabeza en mi pecho mientras nos movíamos juntos y yo no podía dejar de jalar su cabello.

- Jack... Jack. -

- Tranquila, Rapunzel. Te tengo. -

-----

Despertamos tarde, casi al medio día. Examiné su herida, estaba cerrando bien cuando lo suturé. Solo sería cuestión de un par de días para que empezara a cicatrizar. Gracias a sus poderes podía sanar muy rápido. Solo debían ayudarlo a iniciar el proceso de curación.

- Se ve mejor y no creo que se infecte. -

- Aunque lo haga, la infección no me dañaría. -

- Presumido. -

Lo empujé y se sentó en la cama. Yo me cambié la ropa y le arrojé algo de ropa limpia que tenía, para que se pusiera. Pero al atraparla su semblante cambió. Se veía serio y algo enojado.

- ¿Qué? ¿No te gusta? -

Me vio enojado.

- Lo siento... pero es lo único que hay. -

Se levantó y me acorraló contra el closet.

- ¿Quién más ha estado aquí? -

- ¿Perdón? -

- Para que tengas esta ropa, alguien debió pasar la noche aquí... ¿Quién? -

Lo empujé con fuerza, lejos de mí.

- ¡No somos nada, Frost! Tuvimos sexo, claro. Pero eso no nos hace una pareja o me convierte en tu propiedad. -

Se veía sorprendido. Nunca le había hablado tan enojada.

- Sol, yo... -

- ¡No! Y aunque fuéramos algo... eso no te da derecho a saber o juzgar mi vida pasada. -

Terminé de cambiarme y salí de mi cuarto "¿Quién se cree?" Tenía unos días libres, por suerte, así que me quedaría en casa. Y aunque no hubiera sido así, con Jack no tendría otra alternativa que quedarme y vigilarlo.

Empecé a cocinar algo para almorzar; moría de hambre y el desayuno había pasado. Revisé que tenía de comida para poder preparar algo para los dos.

En unos minutos Jack apareció; tenía la ropa limpia que le di puesta y se sentó en uno de los banquitos altos de la mesa de la cocina. Solo me observaba, pero no de mala manera, al contrario. Parecía estar arrepentido y querer decirme algo, típico de él, no saber disculparse.

- La ropa es de Hipo. -

- ¿Qué? -

- La ropa... la ropa que te di es de Hipo. Mi compañero. -

- ¿Haddock? -

- Si. -

Continué moviéndome por la cocina agregando especias, picando, rallando frutas y verduras. Cuando vi disimuladamente por mi hombro me dio risa la expresión de Jack. Parecía tratar de entender que había entre Hipo y yo; claro que jamás lograría entenderlo, porque no había nada.

Me reí y volteé por completo, lo vi con los brazos cruzados y me prestó atención.

- Compartimos muchas misiones. Tengo ropa de él aquí y él tiene ropa mía en su casa. -

- Entiendo. -

- No somos nada, no en la idea de una pareja o algo así. Nunca ha pasado nada. -

Trato de no reírme al ver su cara de sorpresa, pero luego se relaja por la información que le di.

- Sol... yo... ah, lo siento mucho. -

- Jack. Fue una noche. -

- Fueron más. -

- Me refiero a ahora. Viniste por ayuda y te la ofrecí. Sí, esta bien, tuvimos sexo, pero no tenemos ninguna relación. Ni siquiera sé cual es nuestra relación. Te recuerdo que se supone que somos enemigos. -

Serví las homelets que estaba preparando, junto con un tazón de fruta. Tomé los platos y me acerqué a Jack en la mesa para darle el suyo.

- Esto... esto es complicado, Jack. Así que no me presiones. -

- Sí... si lo entiendo. Lo lamento, Sol. -

Torcí los ojos y le di la salsa.

- ¿Seguirás llamándome así? -

- Si. -

Respuesta clara y rápida. Me reí.

Así pasamos unos días en casa. Revisé su herida varias veces, estaba mucho mejor y solo tuve que salir una vez a la farmacia por un medicamento, nada grave, pastillas que le ayudarían para una infección y unas pastillas para mí.

En un día, regresando de comprar comida, me sorprendió. Toda mi casa estaba reluciente, impecable. No soy una persona sucia, solo no tengo el tiempo suficiente para limpiar cada rincón de mi casa y, honestamente, en mis días libres solo quiero descansar. Escuché ruido en el cuarto de lavado, dejé la comida en la mesa y fui a ver qué pasaba.

- ¿Qué haces? -

Jack estaba atrapado entre las escoas y trapeadores, como si lo estuvieran atacando.

- Es que no quieren acomodarse en el closet. -

Me burlé de él. Lo ayudé a levantarse y dejamos todo en orden.

- Gracias por limpiar. No era necesario. -

- Te lo debía. -

Volvimos a la cocina y cenamos. Le mandé un mensaje a Hipo que me había enfermado y que seguiría faltando unos días mas al cuartel, si había alguna misión importante que me informara.

Cenamos, levantamos todo y Jack parecía mucho más tranquilo después de varios días.

Decidí, como siempre, leer un poco en la sala con una película de fondo. Fue cuestión de inercia, lo hago cada noche. Prendí la televisión, puse una película, tomé mi libro y me senté a disfrutar la noche.

- ¿Puedo? -

Jack se acercó y me pidió sentarse junto a mí. Yo asentí. Se sentó y luego se acostó, puso su cabeza sobre mis piernas observándome con una sonrisa socarrona. Torcí los ojos, pero le devolví la sonrisa. Acaricié su cabello y pasamos la noche juntos.

-----

No me di cuenta a que hora nos quedamos dormidos. La televisión estaba prendida, mi libro en el suelo y Jack completamente dormido en mis piernas.

- Me dolerá la espalda en la mañana. -

Me estiré un poco y desperté a Jack.

- Oye... hola, Frost despierta. -

Moví su cabello y acaricié su rostro.

- ¿Ya es de mañana? -

- No, pero nos quedamos dormidos en el sillón. Vayamos a la cama. -

Jack se sentó y también se estiró un poco.

- Anda, vamos a la cama. -

- Si es para dormir, no gracias. -

Me tomó de la cintura e hizo que me sentara a horcadas de él.

- Jack, son las 3:00 de la mañana. -

- Y cuando llegué aquí hace días, eran las 2:00 am -

Empezó a besar mi cuello y tocar todas mis piernas.

- Jack... vamos, hay que... hay que ir a dormir. -

- Ya lo hicimos. -

Y nos besamos. No pude evitarlo. No sabía a donde nos llevaría lo que teníamos, no sabía si era correcto o no, pero la verdad no me importaba. Tal vez lo averiguaríamos después. Mientras, solo disfrutaría los momentos con él.

Lo besé de regreso y volví a aferrarme a su cabello. Jack tomó mi trenza y la deshizo, sentí como sus manos acariciaban mi cabello y me encantaba. Le quité la playera y acaricié todo su torso; estábamos tan bien, tan concentrados en nosotros.

Y luego tocaron la puerta.

- Ah... no puede ser... -

Me reí. Pero después pensé.

- ¿Quién toca a estás horas de la madrugada? -

Vi a Jack. Él levantó sus manos.

- No me veas a mí. Yo toqué la ultima vez, pero ahora estoy aquí. -

Me levanté y me acomodé la ropa.

- ¡¿Quién es?! -

Prendí las luces y me dirigí a la puerta.

- ¡Raps! -

Abrí la puerta rápido. Si Hipo estaba ahí a esa hora, algo estaba pasando. Había una situación.

- ¿Hipo? ¿Qué pasa? -

- Yo... creí que te peinabas para dormir. -

Se burló.

- Es que... yo... -

- ¿Quién es, Sol? -

Jack apareció, se estaba colocando la playera. Fue cuando ambos se vieron. Hubo un pequeño silencio incómodo, pero al menos percibí que no querían atacarse.

- Bueno... al menos no tendré que perder mi tiempo buscándote, Frost. -

- ¿Vas a arrestarme? -

- No, no lo hará ¿Cierto, Hipo? -

Mi compañero pareció pensar un poco.

- No... no lo hare. Solo te buscaba. -

- ¿Para que lo quieres, Hipo? -

Lo observamos esperando una respuesta. El solo sonrió y se agarró el cabello algo desesperado.

- Ay dioses... perdí la apuesta. -

Salió de nuevo e hizo una seña a alguien para que entrara. Era una mujer con una chaqueta y una capucha puesta.

- Ahí lo tienes. Tenías razón. -

La joven se paró frente a nosotros. Sus risos salvajes y rojos salieron a la luz cuando se quito la capucha. No espera verla y por la cara de Jack, creo que él tampoco.

- Merida. -

- Hola, Jack. -

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