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Merida x Hipo | Rotos

Merida

Golpeaba el saco con fuerza, una parte de mi conciencia logró hacer que me pusiera las vendas en las manos, pero mi furia ganó en no ponerme los guantes; se empezaban a ver manchas rojas en mis puños, el sudor caía por mi frente y los músculos de mis brazos empezaban a acalambrarse. Escuché la puerta del gimnasio abrirse, pero yo seguí con el saco de boxeo.

- ¿Cuánto tiempo llevas en eso? -

No respondí. Rapunzel se puso del otro lado del saco para que yo la viera.

- No fuiste a la ceremonia. -

- ¿Para qué? No iba a darle mis respetos a un cofre vacío. -

- Sabes que no es por eso. -

Golpeé más fuerte el saco. Ella suspiró y frotó sus ojos con su mano.

- Ya en enserio ¿Cuánto tiempo llevas en eso? -

- ¿Importa? -

Caminó hacia mi y se interpuso entre mis puños y el saco, tomó mis manos y observó.

- Importa cuando te haces daño. -

Le arrebaté mis manos y le di la espalda para ir por mis cosas.

- ¿Por qué no te metes en tus asuntos Rapunzel? Seguramente Ryder te está buscando. -

- Es Eugene... y sabe que vine contigo, Merida. Escucha, tú debes... -

- No quieras hacer el papel de psicóloga conmigo, Rapunzel. -

Me quité las vendas de las manos y podía sentir más tensa la habitación. Sé que no había contestado bien, pero en serio quería estar sola y sacar mis penas a mi modo. Guardé mis cosas, me colgué la maleta al hombro y al dar la vuelta la rubia estaba frente a mí, muy molesta.

- Siéntate ahora. -

No podía verla a los ojos. Rapunzel en serio podía parecer tierna, pero es muy imponente y podía dar miedo si se lo proponía. Rodeé los ojos, pero obedecí, me senté. Ella trajo el botiquín del gimnasio y comenzó a curar mis manos. Solo me ardía un poco, el dolor no era nada con los golpes que había dado y menos con el dolor que sentía en el pecho.

- Él no querría que te hicieras daño. -

- Te dije que no hicieras el papel de psicóloga, Rapunzel. -

- No estoy haciendo ese papel, hago el de amiga... tanto tu amiga como la de él. -

Terminó con mis heridas.

- Yo lucho mi duelo como quiero. Perdóname si no quiero estar en una ceremonia donde no está su cuerpo. -

- No te culpo por eso. -

- Pues eso parece. -

- Merida, la única razón por la que estoy aquí es para saber como estás. -

- Pues estoy bien. -

Me levanté y tomé mis cosas para irme.

- Merida. -

- Ya basta, Rapunzel ¡No quiero sermones! -

- ¡No te daré ninguno! -

- ¡¿Entonces que quieres?! -

- ¡Quiero que estés bien! ¡Grita! ¡Dime lo que pasó! ¡Desahógate! -

Lancé mi maleta al suelo, le di la espalda y llevé mis manos a mi cabello desesperada. Esa noche llegó a mi mente, solo una semana desde que lo vi morir frente a mí, a mi mejor amigo, al amor de mi vida.

- No fue tu culpa. -

- ¿Cómo lo sabes? -

- No es tu culpa. -

- ¡No estuviste ahí! ¡No lo sabes! -

Recordé ese día, como toda la misión había salido mal. Nos habían ordenado dejar el lugar, una retirada, ya que Pitch había descubierto que nos infiltramos. Pero a pesar de que la voz de Norte sonaba en mi audífono, yo tenía toda mi atención en la escena frente a mí. Pitch nos descubrió, habíamos intentado huir, pero él nos tendió una trampa y caímos.

Lo tenía sujeto por el cuello y yo apuntaba con mi arco preparado.

- ¡Suéltalo! -

- No estás en posición de ordenar, niña. -

No quería entrar en pánico, no debía entrar en pánico.

- Un movimiento y le rompo el cuello... yo que tú, bajaría el arco. -

Pero la calma nunca llegó. Lo vi a los ojos, a diferencia de mí, él no tenía miedo, de hecho, parecía confiar en mí.

- Mer... Merida... hazlo... -

Apretó más su cuello y yo tensé más el arco.

- Niños estúpidos, ya perdieron... y ahora me servirán a mí. -

Tenia los brazos de Pitch en la mira. Un disparo, solo uno y podría liberarse para que huyéramos juntos. Respiré hondo, vi los brazos de Pitch y una última vez sus ojos.

- Te amo. -

Dijo y solté la flecha, pero él jaló a Pitch al suelo y mi flecha se clavó en la máquina de atrás haciendo que todo el lugar volara en pedazos. Vi rojo y naranja, sentí una ráfaga de calor que me empujó lejos y lo ultimo que recuerdo fue un golpe en la cabeza.

- Se cumplió la misión. Destruyeron el lugar y Pitch murió... sé que no es lo que esperabas escuchar, pero la misión se cumplió y con todo esto... quiero que entiendas que no fue tu culpa. -

Me dijo Rapunzel. Pero yo negué con la cabeza, nadie lo entendía.

- Yo no completé la misión. -

- ¿De qué hablas? -

- ¿Crees que le apunté a la maquina de atrás? ¿Crees que quise volar el lugar? -

- Merida... -

- ¡Yo le apunté a Pitch! ¡A alguna de sus manos! ¡O alguno de sus ojos! ¡Quería que lo soltara!... ¡No me importaba la misión! Me importaba que ambos saliéramos de ahí... pero no pasó. -

Silencio. No sabía que significaba la expresión de Rapunzel, se veía sorprendida, pero no sabia si estaba decepcionada o me tenía lastima.

- Pero ¿Sabes por qué no pasó, Rapunzel? -

Me vio directamente.

- Porque él le tenía tanta fe a esto... -

Abrí los brazos y señalé todo a mi alrededor.

- ... a Guardianes. A esta maldita corporación que crea soldados, que nos entrena y nos hace tener lealtad sin alma. -

Observé que mis palabras le dolieron, pero no me importó. La única razón por la que yo estaba ahí, en Guardianes, fue porque buscaba venganza por la muerte de mi padre; fue asesinado por Mor'du. Y cuando la obtuve, decidí quedarme porque creí que haría algo bueno, que sería una especia de heroína. Que equivocada estaba. Pero ya no había vuelta atrás, ya era una Guardiana, un soldado entrenado y así sería por siempre.

- Merida... -

Norte, el presidente de Guardianes, había llegado. No sé cuanto escuchó, pero se veía molesto. Agarré mi maleta, la colgué en mi hombro y caminé hacia él.

- Suspendida tres meses. -

- ¡¿Qué?! -

- Solo vendrás a los entrenamientos con Aster y tomarás terapia con Thoot. -

- ¡¿Estás jugando?!

- ¿Quieres que sean seis meses? -

Y me callé. Tomé la hoja de mi suspensión y caminé a la salida.

- Merida espera... en serio... -

- Ahórratelo, Rapunzel. Jack está muerto... ya no quiero escuchar mas condolencias. -

Y me fui.

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Tres meses después.

Tenia frio, intentaba dormir desde hace unas horas, pero solo logré dormitar un poco. Regresaría a mi trabajo en un día y a pesar de que Thoot me dio de alta en la terapia, yo aun no me sentía bien; la verdad había fingido avances para poder regresar sin problemas. No había visto a nadie en meses, me resguardé en casa, iba a terapia con Thoot y luego a los entrenamientos con Aster; fue toda mi rutina esos tres meses, cumplí con todo y Norte me dejó volver al tiempo que dijo.

Decidí ir por un vaso de agua, hacia más frio últimamente y era raro ya que a penas terminaba el verano, pero en las ultimas semanas mi departamento se sentía frio, no había mandado arreglar el aire acondicionado; claro que el caminar descalza por el departamento y usar solo una playera como pijama tampoco ayudaban. Llegué a la cocina y serví mi vaso con agua, lo bebí y lo dejé con fuerza en la mesa; quería dormir, descansar y estar fresca en la mañana para el trabajo, pero no lo lograría.

De pronto sentí mas frio, primero en las piernas, luego en los brazos; seguía recargada en la mesa con la cabeza agachada, sentí escalofríos, debía volver a la cama, seria lo mejor. Pero después sentí mucho frio en el cuello y algo húmedo, como si me besaran la nuca y luego el cuello; grité y de inmediato volteé, pero no había nadie; seguí sintiendo frio y vi algo de niebla "¿Niebla? En serio necesito dormir"

- Maldito aire acondicionado. -

Regresé a mi cuarto y seguí intentando dormir.

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Arrastraba los pies, un poco. Estaba en las oficinas de Guardianes, lista para volver; sentía algunas miradas sobre mi y escuchaba lo que decían.

- Ha vuelto. -

- ¿Estará lista? -

- Creí que la habían despedido. -

Traté de ignorar todo. Llegué a la oficina de Norte; no abrí la puerta, estaba ocupado, había voces dentro que reconocí, eran Rapunzel y Aster. Estuve a punto de tocar, pero la situación debía ser mala ya que empezaron a gritar.

- ¡Debemos decirle! -

- ¡No! No por ahora. Conforme avance el caso, Aster y yo decidiremos que hacer. ¿Entendido, Rapunzel? -

"Debe haber buenos casos" Toqué la puerta.

- Adelante. -

Abrí la puerta y los tres me vieron con algo de sorpresa, aunque Norte me sonrió.

- ¡Merida! -

- Hola. -

- ¡Bienvenida! -

Se acercó a mí y me abrazó. Vi a Rapunzel y me dio una amable sonrisa, después se fue. Yo empeoré nuestra relación en esos meses, así que no me sorprendió que mantuviera su distancia.

- Bueno... empecemos. -

Habló Norte.

- Aster seguirá a cargo de ti y tu entrenamiento. -

- Está bien. -

Aster rio.

- A mí también me alegra trabajar contigo, Mer. -

Rodeé los ojos.

- ¿Qué más? -

Pregunté. Norte hizo una señal a Aster y él me dio un enorme bonche de papeles.

- Son casos en los que trabajarás. Estúdialos y apréndelos. -

- Que mandón, Aster. -

- Habló en serio, todo esto es trabajo que sé que puedes hacer y lo vas a hacer. -

Asentí. Aster podía ser muchas cosas, pero siempre ha sido un buen mentor; él se esforzó mucho para que yo volviera a trabajar y no quería defraudarlo.

- Una cosa más. -

Norte buscó más papeles. Aster se acercó a mi y me susurró al oído.

- No te va a gustar lo siguiente... así que cállate y acéptalo, sino quieres problemas. -

El jefe se paró de su escritorio y me tendió un folder más, lo tomé y como pude lo abrí; era el perfil de alguien.

- Hipo Haddock III... ¿Quién es? ¿Un objetivo? -

Vi a Aster, pero el me ignoró.

- Es tu compañero. -

Me dijo Norte. Casi se me caen los papeles.

- ¡¿Qué?! ¿Qué dice? -

Agarré el brazo de Aster.

- ¡Oye! -

- Voy a dejar muy claro esto, Merida... -

Norte volvió a su escritorio y lo golpeó para que me callara.

- ... solo lo diré una vez. Todos aquí trabajan con un compañero o un equipo, es una orden. -

- Pero... -

- ¡Además! A penas vuelves de un retiro, por una situación grave, así que tendrás un compañero y... -

- Yo no... -

- ¡O aceptas a un compañero o estas fuera de Guardianes! -

Me quedé sorprendida, Norte jamás me había hablado así. No respondí, Aster me sacó de la oficina y nos dirigimos al gimnasio. Sabia que Aster no quería hablar, pero no me importó.

- ¡¿Compañero?! ¡¿En serio?! -

- Yo lo escogí. -

- ¿Crees que eso me hace sentir mejor? -

- O te escogía un compañero o te ibas de Guardianes. Eres uno de mis mejores elementos, no iba a perderte. -

Llegamos al gimnasio. Dejé los papeles en una silla y seguí discutiendo.

- Pudiste buscar otra forma y lo sabes. Eres la mano derecha de Norte. -

- Si, y tú eres su protegida, casi como su hija.... -

"Demonios"

- No está a discusión, Merida. Tienes un nuevo compañero así que... -

- No acepto un nuevo compañero, no arrastraré a un estúpido novato a mis misiones. -

- Por lo que me dijeron, yo seré quien te arrastré a ti en las misiones. Yo soy el de mayor rango. -

Volteé y vi a un joven, como de mi edad. Estaba sudado y no traía playera puesta, todo su rostro me sonreía con soberbia, burlándose de mí. Volteé de nuevo para ver a Aster, buscando una explicación.

- Merida, él es Hipo. Tu nuevo compañero. -

Lo vi de nuevo y se rio de mí.

- Estás jugando. -

- No compliques más esto, Merida. Hipo es tu compañero y si, él tiene un rango S, así que Haddock está a cargo. -

"¿Es en serio?" Ya no hablé más, me crucé de brazos y lo vi enojada.

- Hipo. -

- Si señor. -

- Esos papeles son sus misiones futuras, estúdienlos juntos y conózcanse. Los veo mañana a primera hora. -

Y se fue. Yo no me moví, no quería hacer nada con un compañero; después de lo que pasó no quería a nadie conmigo trabajando. Pero Hipo caminó a mi alrededor, rodeándome para quedar frente a mí y verlo. Extendió su mano y yo lo vi con una ceja levantada.

- Hipo Haddock. Un placer. -

Un año después.

Un golpe, me defiendo, otro golpe, dolor, un grito y regreso el golpe, pero lo esquivó.

- Estás enojada. -

- ¡¿Tú crees?! -

- No deberíamos estar entrenando. -

- Ya lo habías dicho y yo te dije que te fueras. -

- ¿Por qué siempre tratas de apartarme? Trato de ayudarte. -

Continué golpeando, pero Hipo tenia razón; estaba enojada. La ultima misión no salió bien, no la cumplimos. Estaba enojada, cansada y solo quería golpear algo, no a alguien. Pero en esos meses Hipo, mas que mi compañero, parecía mi guardaespaldas. Nunca se alejaba, invadía mi espacio y me hartaba su actitud buena, sonriente y positiva. Me distraje y logró golpearme fuerte que caí al suelo.

- Solo quiero apoyarte. Eres mi compañera. -

Me extendió la mano, pero yo la rechacé y me levanté.

- Merida. -

- Ya basta, Hipo. Yo no quiero esto. Yo no quiero crear un vínculo, no somos amigos, no lo seremos. Si, soy tu compañera y tu trabajo es preocuparte por mí en las misiones y ya... ¡Aléjate de mí! ¡Déjame en paz! -

Fui por mis cosas. Me cambié, me puse un pants y mi sudadera para poder irme, pero Hipo estaba detrás de mí, de nuevo invadiendo mi espacio.

- ¿No lo entendiste? -

- Merida. -

- Me voy. -

Me tomó del brazo, me quitó mi maleta y me acorraló.

- Habla conmigo. -

- Ya lo hice y no escuchas. Te dejé las cosas claras y no entiendes ¡Ahora déjame en paz! -

- ¡No! Habla conmigo ¿Por qué? ¿Qué pasa contigo... que no dejas acercarme? -

- ¡Suéltame Hipo! -

- ¡No hasta que me contestes! -

- ¡¿Nadie te lo dijo?! ¿Nadie te contó la historia? ¡Es de lo único que hablan aquí de mí! -

Respiró hondo y me habló más tranquilo.

- Me gustaría saber lo que te pasó, de ti misma. -

- Yo no quiero decir nada ¿No te queda claro? Aléjate de mí... No somos amigos. No seremos amigos. Nada de mi te incumbe. -

- ¿Y si yo tampoco quiero ser tu amigo? -

Eso si me sorprendió. Se acercó más a mi y por alguna razón yo no lo alejé, pensaba en tantas cosas y nada a la vez.

- Merida, yo también tuve problemas. Yo también fui herido, pero aquí estoy, peleando y defendiendo mi vida. Aunque, créeme, estoy tan roto como tú. -

Colocó su mano en mi mejilla y la acarició.

- Y no sé como explicarlo, pero hay algo en ti que se convirtió en una luz para mí. -

Podía sentir algunas lagrimas en mis ojos. "No puede estar pasando esto" Tomó mi rostro y me besó. Cerré los ojos, pero no me moví, no le correspondí el beso. No sabia que hacer, que pensar; jamás vi a Hipo así, jamás vi a nadie así después de Jack "Jack" Quité sus manos de mi rostro y lo empujé.

- ¡No! -

Grité. Se sorprendió y se veía dolido, pero para mi era mejor alejarlo y que estuviera a salvo.

- No vuelvas a acercarte a mí ¡¿Escuchaste?! -

Tomé mi maleta y me fui.


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