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Merida x Hipo | Pesadillas

Inspirada en la historia "Golden Flower" de vane_haddock1 (Recomendada 100%) Además de un video de TikTok de una película desconocida para mí. Espero les guste.

*Advertencia de contenido sensible*

Merida

Llegué corriendo a la puerta de la casa. La verdad amé mudarme al campo con Hipo; fue algo necesario para su recuperación y a ambos nos gustaba mucho, pero era nuestra primera temporada de lluvia ahí y, la verdad, me estaba arrepintiendo un poco.

- ¿Hola?... ¡¿Hipo?! ¡Ya volví! -

Dejé mi chaqueta y botas mojadas en la entrada para entrar a la casa. Tomé las bolsas y llegué al comedor; vi a Hipo, estaba en la sala sentado viendo la lluvia cayendo en la cornisa. Definitivamente había tenido algún episodio de recuerdos. "No debo ser directa, no debo dejar que se aleje, debo ser cautelosa, ser amable y ser paciente" Repetí las palabras del psicólogo, para ayudar a Hipo.

- Hola... te traje comida. Aunque... también quedó algo de ayer ¿Qué quieres que te sirva? -

No me contestó. Di una respiración profunda y me senté a su lado.

- Hipo ¿Quieres comer? -

- No. -

- ¿Quieres hablar? -

- No. -

- ¿Estás seguro? -

- Merida... -

"Fui un poco entrometida"

- Lo siento... lo siento, creí que querrías decirme en que piensas. -

- ¿Para qué? -

- No lo sé, tal vez... desahogarte. Solo... solo creo que necesitas hablar. -

- ¿Ahora quieres ser mi psicóloga, Merida? -

Definitivamente no era un buen día. Hipo no trabajaba, en realidad no hacía nada; la recomendación de los doctores, principalmente del psicólogo, fue que nos alejáramos de la ciudad y que él descansara. Pero, a pesar de que yo misma estuve en contra de eso y dije que Hipo es alguien activo que debía estar ocupado y realizando actividades; los doctores me contestaron que era necesario un tiempo de ocio, de quietud y serenidad. A veces eso lo hacía tener momentos en verdad malos y, ese día, era uno de ellos.

- No trato de ser tu psicóloga, trato que puedas saber que puedo escucharte y... -

- ¡No! ¡Tú no entenderías nada de esto! Así que no lo digas. -

Volví a respirar hondo. Me levanté del sillón y tomé las cosas que traje de comida para guardarlas.

Solo se escuchaban mis movimientos en la cocina, la verdad es que yo había comido en el trabajo, todo eso lo había llevado para compartir con Hipo. Terminé de acomodar todo y coloqué agua en la tetera para calentar.

- Eso no me va a servir. No quiero. -

- No es para ti, Hipo. -

Se levantó del sillón y se acercó a la cocina. Hace mucho tiempo dejé de saber que significaban las expresiones de Hipo. Cuando toda la mala experiencia había acabado, creí que estaríamos bien; él y su hermana Rapunzel tenían ayuda, ella tenia a Jack como su apoyo, a su lado y amándola, yo debía ser lo mismo para Hipo y, en realidad si fue así, tuvimos un tiempo tranquilo y maravilloso, pero todo cambió e Hipo llegó a una etapa deprimida, de ira y a veces de odio.

- Ahora estás enojada. -

- No estoy enojada Hipo. Solo te dije que quería escucharte, tú no quisiste, está bien yo... -

- ¿Y para qué? ¿Por qué querer escuchar lo que sufrí? ¿Para qué harías eso? -

- ¡Para entender!... perdón, perdón. No quise gritar. Solo que sufro al verte así y que no me tengas confianza para... -

- ¡¿Sufrir?! ¡¿Tú que sabes de sufrir?! No conoces lo que es sufrir ¡No conoces mi sufrimiento! -

- ¡Porque tú no lo compartes! -

Perdí la paciencia. Empezó a gritar y yo ya estaba cansada; no quería forzarlo a hablar, pero lo haría. Una parte de mi sabía que no era correcto, pero otra parte de mi no le importó y también sabía que era necesario.

Caminé a la sala de nuevo, me siguió, pero no dijo nada. Había un silencio lleno de ruido, solo se me ocurre explicarlo así; yo gritaba en mi cabeza y pensaba miles de cosas a la vez, también Hipo, yo lo sabía.

- Merida, lamento... -

- Quiero saber. -

Volteé y lo vi fijamente. Su expresión cambió por completo; creí que estaba asustado, pero cuando habló supe que estaba enojado.

- ¡¿Por qué?! ¿De que sirve? ¡¿Y para que quieres saber?! -

- Quiero saber. -

Repetí.

- No lo quieres saber. No podrás... -

- ¡Si! Puedo soportarlo, quiero entender. -

Mi voz empezaba a quebrarse e Hipo se veía más alterado. "Ya no hay marcha atrás"

- ¿Y que quieres entender? -

Sentí que algunas lagrimas se juntaban en mis ojos. Supe que había cruzado la línea, que me había pasado, pero solo quería ayudarlo.

- ¿Quieres entender como me torturó? -

Se acercó de manera brusca a mí. Ya no pude contener las lágrimas, pero mi expresión no era triste, mantenía mi cara en alto y escuché sus gritos, todos sus gritos.

- ... ¿Cómo jugó sus juegos pervertidos conmigo?... ¡Tenia que aferrarme a la cama!... -

Movía todo su cuerpo de manera fuerte, los brazos, su torso; como queriendo sacar todo lo que tiene dentro.

- ... ¡Y no se me permitía moverme! ¡Tenia que aguantar todo!... -

Me volteé para tapar mi rostro con mis manos.

- ... y cuando no lo hacía, me golpeaba la espalda con un cinturón durante horas ¡Horas! Porque... para tu información ¡Esa es la parte que más disfrutaba!... -

No pude más y solté unos sollozos. Llanto y frustración salió de mí, mientras seguía gritándome.

- ¡¿Qué es lo que puedes entender de eso?! -

Continué llorando por unos segundos más y luego respiré hondo. Lo vi directamente, quería que observara que estaba entera y podía soportar lo que él hablara conmigo. Me acerqué y poco a poco tomé su rostro.

- ¿Cómo te sientes cuando ves a Rapunzel llorar? ¿Cuándo ves que está sufriendo por lo que pasó?... sus recuerdos, sus ataques de pánico, de ira o de ansiedad... ¿Cómo te sientes? ¿Qué es lo que sientes? -

Di un paso atrás. No me contestó, pero yo sabía la respuesta. Tenía una mirada neutra, la tetera sonó y fui a apagar la estufa. Ya no quise el té, el hambre se me había ido.

- Eso es lo que yo siento contigo... tienes razón, no puedo entender tu sufrimiento, pero al escucharte podría ayudar a sostenerlo contigo. -

Tomé mi bolso, quería ir al cuarto a descansar.

- Y antes de que lo pienses o lo digas... no, no me iré, no me alejaré de ti, ni te abandonaré, no te haré daño y no me rendiré... -

Me acerqué y le di un beso rápido.

- ... porque te amo. -

Y me fui a dormir.

-----

Hipo

Merida estaba sentada a horcajadas sobre mí, sostenía sus brazos detrás de ella; yo disfrutaba su aroma y los sonidos que emitía mientras besaba su cuello y pecho.

- Hipo... -

La solté un segundo y le quité su blusa, ella no se opuso y continué besándola. La acerqué más a mí, tomándola de la cadera y me volvía loco porque comenzaba con un vaivén que frotaba su cadera en mí, luego comenzó a acariciar mis brazos y subió hasta mis hombros, yo la tomé de sus muñecas y no dejé que se moviera. Continué besándola, pero ella se alejó un poco.

- Hipo... -

- Shh... no hables. -

Intenté seguir, pero se volvió a alejar.

- Quiero tocarte... por favor... -

Otro beso.

- No... quieta. -

Besé su cuello y seguí hasta sus labios.

- ¿Por qué no puedo tocarte? -

- Porque no quiero. -

Seguí besándola y de nuevo se alejó.

- Es... ¿Es por lo que te pasó? -

La vi fijamente. No pude creer que me haya dicho eso. Nos separamos, ella se sentó a lado y yo me alejé de la cama.

- Hipo, solo quiero... -

- No Merida, no quiero que me toques y no quiero discutir... demonios. -

- Hipo. -

Le di la espalda, no quería discutir, estábamos tan bien y de repente todo arruinado.

- Hipo. -

- No. No quiero hablar, yo... yo ya no quiero... -

- Pobre niña, lo único que quiere es tocarte... -

Sentí un escalofrió.

- ... ¿Por qué le niegas eso? -

Giré lentamente. De repente la habitación se sintió mas tensa, estaba más oscura y tuve miedo.

- O tal vez ¿Solo te gusta que yo te toque? Como siempre lo hice cuando eras niño. -

Estaba aterrado. Era él; se veía enorme, con sus horribles rastas y cicatrices logró hacerme temblar.

- Hi... Hipo... -

Merida estaba entre sus brazos; la tocaba de manera brusca y lascivia.

- ¿Qué pasa muchacho? ¿No te gusta el espectáculo? -

Jaló el cabello de Merida y lamió todo su cuello.

- No... no me gusta... ¡Hipo!... -

- ¡No! -

Iba a ayudarla, pero estaba amarrado a un poste detrás de mí, no noté cuando pasó.

- ¡Hipo! -

- ¡Suéltala! ¡No la toques! ¡Ya basta! -

- ¡Silencio!... no seas egoísta, muchacho... tu linda pelirroja es diferente a ti y tu hermana. -

Seguía tocándola, Merida lloraba y gritaba; yo no podía hacer nada. Jalé y jalé mis brazos, pero solo me lastimé inútilmente.

- ¡No! Merida!... ¡No! ¡No!... -

Salté de la cama.

- ¡No! -

Seguía gritando. Sentí el suelo frio y la cobija enredada en mis piernas.

- ¡No! ¡No la toques! -

De pronto había luz, estaba en mi cuarto.

- ¡Hipo! -

- ¡Merida!... ¡Mer! Mer, estás bien. -

- Si, estoy bien ¿Y tú? Escuché gritos ¿Qué...? -

La besé, no pude resistirme, necesitaba sentir que era real y que estaba conmigo. Terminando, la abracé y comencé a llorar.

- Hipo... -

- No me sueltes Mer, por favor, no me sueltes. -

-----

La tetera comenzó a sonar, Mer apagó la estufa y sirvió dos tasas; a pesar de que le rogué por café, ella se negó e hizo un té de hierbas, hierbas relajantes.

- Aquí tienes. -

Me dio mi taza y luego la azúcar.

- ¿Quieres contarme? -

- Siendo honesto... después de nuestra discusión de esta tarde, prometí que hablaría contigo de todo o al menos lo intentaría... -

Se sentó frente a mí al otro lado de la mesa con su propia taza de té.

- ... pero esto... eso fue, fue una pesadilla muy fuerte y lo peor es que se sintió tan real. -

- No habías tenido un ataque por una pesadilla desde hace tiempo. Sé que puede ser duro... pero yo creo que sí debes hablarlo, Hipo. Si quieres, no conmigo, pero prométeme que lo hablarás. -

Tomó mi mano y me perdí en sus ojos; esos hermosos ojos azules que por tanto tiempo me han tenido paciencia, que me ayudaron y todo porque están llenos de amor.

Rapunzel y yo en serio habíamos pasado por mucho y a pesar de que nuestros sufrimientos y traumas podrían ser diferentes, ninguno podía ser menos importante que otro; Raps había decidido seguir adelante, es más fuerte que yo, la terapia le ayudó mucho, es buena para expresarse, no teme hablar con Jack y hasta a llegado a perdonar a nuestra madre. Estaba celoso. Quería tener el mismo progreso, quería poder abrir mis pensamientos y palabras con Merida, poder tener relaciones con ella sin sentir que la lastimo o que ella me lastima a mí. Y poder vivir mi vida sin estar atado al recuerdo del maldito de Drago.

- Estabas tú... -

- ¿Qué? -

Intentaría hablar con ella.

- ... tú estabas en mi pesadilla, Mer. -

Su mano apretó más la mía y me escuchó con atención.

- Estábamos... estábamos juntos, pero no dejé que me tocaras, luego discutimos... -

Tomé algunos respiros y me aferré más a su mano.

- Tranquilo Hipo, aquí estoy y estoy bien... te escucho. -

Acarició mi mano con su pulgar, el movimiento dulce y continuo me ayudó.

- ... entonces todo se volvió más oscuro y sombrío... y... él estaba ahí... -

Volví a entrar en pánico. Respiré de manera agitada y las lagrimas salieron de mis ojos con unos sollozos. Merida no perdió el tiempo, se levantó y de inmediato me abrazó. Terminamos hincados en el suelo, ella me rodeó con sus brazos por un largo tiempo, hasta que me desahogué.

No quise volver a la habitación. Merida acomodó los sillones y se sentó con las piernas recargadas en una silla; me dejó acostarme en todo el sillón con mi cabeza en sus piernas. Acarició mi cabello y me habló del trabajo, como había hecho mal una masa de galletas y sus compañeros se rieron ya que no parecían de arcoíris, sino que, de chile, mole y pozole, reí unas cuantas veces, luego me habló de una película que vio hace unos días y poco a poco, me quedé dormido.

Este OneShoy siento que es una pequeña extensión de la historia "GoldenFlower" Es uno de mis fanfics favoritos, al principio les dejé el nombre y la autora. | Gracias por leer chic@s | No olviden votar y comentar. | Lucy fuera

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