Los Cuatro Grandes | Actos y Decisiones
Jack
Esperé que anocheciera. Me metería en problemas por hacer eso sin hablar con los guardianes, principalmente sin hablarlo con Elsa.
La luna estaba en su mayor esplendor; llegué volando a la orilla del enorme glaciar Atohallan. Entré con cautela y traté de recordar todo lo que Elsa me había contado del lugar, para no perderme. Necesitaba llegar a la cámara donde los recuerdos eran vistos, donde cobraban vida. Necesitaba las respuestas. Caminé y caminé hasta encontrar todo lo que Elsa me había descrito; me detuve cuando vi el símbolo del quinto elemento en el suelo.
- Soy un guardián... ¿Funcionará? –
No me atrevía a poner un pie sobre el símbolo; no me pertenecía, si algo salía mal no solo no podría arreglarlo, no conseguiría lo que estaba buscando.
- Tal vez con otro tipo de magia... -
Tomé mi cayado con fuerza y apunté a la voz.
- Pitch. –
- Frost. –
Entró sin problema al lugar, tocaba las paredes y admiraba los cristales.
- ¿Qué haces aquí? –
- Podría preguntarte a ti lo mismo, Frost... ¿Qué hace un guardián en Atohallan y sin el quinto elemento? –
Fruncí el ceño. Si estaba ahí para señalarme lo que hacía, sabía lo que necesitaba.
- Tú no eres bienvenido aquí y ningún asunto de los guardianes es de tu incumbencia. –
Sonrió cínicamente y se acercó un poco.
- Oh vamos, Jack... pero si vengo a ayudarte. –
- ¿De qué demonios hablas? –
- De las cosas que buscas, Jack... respuestas. –
Me sorprendí de eso y debo admitir que bajé el cayado.
- ¿Tú que sabes lo que busco? Solo estás aquí para causarme problemas, para... -
- Para ayudarte a obtener lo que tanto buscas. –
El lugar se volvió por completo oscuro, seguía en Atohallan; el frio era obvio, pero Pitch tenía el control.
- Pobre Jack... pobre y solitario Jack. Haz estado tan solo que has llegado a este punto... a la traición. –
- ¡No! No haría eso, no jugaras con mi mente. Yo... -
- Tú sabes lo que haces, Jack. Sabes lo que buscas y por eso lo haces. –
Empezaba a asustarme. Sabía que tenía una razón y logró meterse en mi cabeza.
- Dime, Jack... ¿Qué quieres saber primero? –
Sin darme cuenta Pitch ya estaba en el símbolo de del quinto elemento y todo nuestro alrededor empezó a llenarse de imágenes.
- Todo lo que quieres saber está en este lugar... en estas imágenes. –
Algunos cristales fueron absorbidos por arena negra y mostraban las imágenes en blanco y negro, como mis pesadillas. Había imágenes de cada uno de mis amigos.
- Entonces... ¿Qué quieres saber?... ¿Dónde está Hipo?... –
- Basta. –
- ... ¿Por qué Rapunzel tuvo que traicionarlos?... –
- No es cierto ¡Basta! –
Congelé el suelo y mi cayado igual. Pero Pitch solo me siguió sonriendo con burla.
- ¿Por qué Merida murió? –
- ¡Dije basta! –
Y lo ataqué, pero estaba asustado, desesperado. Solo bastó un par de movimientos para que Pitch lograra derribarme. Me empujó con su arena negra y caí directo en un hoyo sin fondo, al menos lo creí hasta que sentí el golpe en la espalda. Me sacó el aire, a penas si pude sostener mi cayado. Con cuidado me levanté vi como había recuerdos a mi alrededor, eran recuerdos vivientes del hielo escarchado ¿Cómo era posible? Y mientras más veía, más pensaba, más razonaba.
- ¿Cómo... cómo fue...? –
- Oh, Jack... ¿Hasta ahora lo cuestionas? –
Me levanté y lo vi directamente, tenía cristales de Atohallan con él y no parecía afectarle en lo mínimo la magia del lugar.
- ¿Cómo activaste los recuerdos? ¡¿Por qué la magia de Atohallan hace lo que le pides?! –
Después de toda esa pelea, la sonrisa que me dio fue la más escalofriante.
- ¿Quieres saberlo? –
Un remolino de arena negra apareció a su lado, hizo un enorme alboroto y poco a poco se disolvió.
- ¡No! –
Tenía a Elsa como prisionera; estaba atada con cuerdas negras, vi cómo tenía marcas que indicaban que tenía un buen tiempo en ese estado.
- ¡Pitch! –
- Un paso, Frost... y la Reina de Arendelle se muere. –
En ese momento mis poderes sí estaban fuera de control; congelé rápidamente el suelo y mi cayado se llenaba de espinas de hielo.
- Ustedes los jóvenes... no conocen nada la magia. Son tan tontos y vulnerables. –
- ¡Déjala ir! –
Tomó tres de los cristales que lo rodeaban y los convirtió en pequeñas esferas negras.
- Aquí tengo las respuestas a tus preguntas y... como yo conseguí esto... lo único que quiero a cambio, es tu cayado. –
Vi mi arma en mis manos ¿Para que la querría? Escuché un crujido y a Elsa; sus brazos comenzaban a congelarse.
- ¿Qué...? –
- Rápido, Jack... el quinto elemento no puede permanecer mucho en esta parte de Atohallan. –
La sujetó del mentón y la apretó.
- Después de todo... "sí lejos vas, será el final" ¿No es así, Elsa? –
Veo como el cuerpo de Elsa comienza a convertirse en hielo, se escarcha y luego es hielo solido azul.
- Solo déjala ir. –
- Dame lo que necesito. –
Soltó las esferas al suelo y Elsa parecía ya estar adherida al mismo.
- Déjala ir, por favor. –
Se esparcía el hielo por su cuerpo, llegó a su clavícula.
- ¡Déjala ir, por favor! –
- ¡Dame lo que necesito, Frost! –
- ¡Jack! ¡No lo hagas! ¡Te lo suplico! –
La vi directamente. Me dolía mucho, todo eso era por mi culpa.
- No puedo perderte a ti también, Elsa. Estoy listo para sacrificar lo sea por ti. –
Me acerqué a Pitch y le entregué mi cayado; al tomarlo su color cambió. De inmediato envolvió a Elsa en arena negra y desapareció.
- Te veré pronto, Jack. –
- ¡¿Dónde...?! –
- ¡Tu damisela...! Está arriba. Sube rápido... sin el quinto elemento aquí, cualquiera puede congelarse. –
El mismo se envolvió en arena negra y desapareció con una risa macabra.
- ¡Elsa! –
Corrí, tomé las esferas y volé lo más rápido posible para llegar al nivel de arriba.
- ¡¿Elsa?! ¡Elsa! –
- Aquí... aquí estoy. –
La vi acostada en el suelo, se veía más pálida de lo normal y, aunque fura raro, tenía frio.
- Elsa. –
Llegué a su lado y la envolví en mis brazos.
- Ya estoy aquí... lo siento, lo siento tanto. –
- Solo abrázame... abrázame, por favor. –
Temblaba de frio, así que solo la sostuve y me aferré a ella.
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Solo escuchaba como la leña tronaba en las brasas de la chimenea. Nadie me había dirigido la palabra, pero no sabía si era porque en serio no querían hablarme o solo pensaban de manera minuciosa el que me dirían.
- Dejé a Elsa en una de las habitaciones. Estará bien, ya regresó a su temperatura normal y al parecer ningún hielo quemó su piel. –
Thoot se unió a todos nosotros a lado de la chimenea. Solo asentí para darle las gracias. Podía sentir todo tenso a mi alrededor y principalmente la mirada asesina de Conejo.
- ¿Puedes... solo decirme lo que piensas, Aster? ¿O en serio estás averiguando si puedes matarme con la mirada? –
Guardó el boomerang con el que había estado jugando en sus manos y se fue, pero en todo momento continuó con su mirada sobre mí. Thoot también se fue y SandMan salió por la ventana. Solo se quedó Nicholas conmigo. Entonces supe que era bastante grave lo que había hecho.
- Esperaba que me gritaran... incluso tú. –
- Ya no es cómo antes, Jack. Y es obvio que lo sabes. –
- Esperaba... en serio y creí... -
- No, Jack. Tu deseabas respuestas, pero no las hay. –
- Soy un idiota. –
Escondí mi rostro entre mis manos y el llanto salió por si solo. Gracias al universo que Norte se sentó a mi lado y me abrazó. Me sostuvo cuando me derrumbé y se quedó a mi lado.
- No eres un idiota, Jack. Estás solo, perdiste mucho y a muchos. Es una etapa oscura la que estás viviendo y, puede que no lo pienses ahora, pero verás la luz de nuevo. Lo sé. –
- Perdóname, Norte. Lo lamento tanto. –
- No, muchacho... no hay nada que perdonar. –
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Pasé los siguientes días al pendiente de Elsa en el Polo Norte, pero también realizando mis deberes de Guardian y algunas misiones que los demás me daban. No cuestioné a ninguno, pues se que me entrenaban, me preparaban para lo que sea que se acercaba. Pitch planeaba algo y tenía mi cayado, nadie sabía nada de él, solo que había aprendido magia oscura muy poderosa y de repente no había señales de él.
Me encontraba en una isla que tenía un pueblo pequeño dentro del territorio de Alemania. El invierno llagaría pronto y yo seguía practicando usar mis poderes sin mi cayado. Así que practicaba en pueblos pequeños o lugares inhabitados donde no le haría daño a nadie; Elsa me dijo que cuando se sintiera mejor, me ayudaría con mis poderes.
Terminé de escarchar todo un bosque, pero no hubo un día nevado. Aun no podía hacerlo.
- Imagina si Hipo te viera en este estado... se decepcionaría tanto. –
Escuché una voz, vi a todas partes, pero nada; entre los árboles no había nadie, el pueblo estaba a kilómetros "¿Alguien me vio?"
- Que patético, Jack –
Una vez más volteé, hacia la playa y la boca, prácticamente, se me cayó al suelo.
- ¿Rapunzel...? –
- Hola, Jack. –
Era ella, pero al mismo tiempo no lo era. Su aspecto había cambiado; su piel era gris, pálida y parecía enferma, su cabello ya no brillaba, no parecía dorado ni siquiera rubio y lo peor, sus hermosos ojos verdes ya no brillaban, eran ámbar y solo reflejaban oscuridad.
- Pero... ¿Qué...? ¿Dónde... has estado? ¿Qué te pasó? –
- Bueno... por aquí, por allá. He repartido pesadillas al mundo, ya sabes... ahora es mi trabajo. –
Apreté los puños y fruncí el ceño.
- Un cuervito me dijo que buscabas respuestas. –
- Pitch. –
Y ella sonrió. Movió sus manos, un poco de arena negra apareció, se esparció y mi cayado estaba en sus manos.
- Entonces... es cierto. Merida dijo la verdad y Pitch no me mintió. –
Jugaba con mi cayado y tenía una expresión en su rostro que no le importaban mis palabras.
- Nos traicionaste... ¡Te uniste a Pitch! –
- Yo volví a casa... volví con mi madre. Ella me recibió con una familia. –
- ¡Gothel no es tu madre! ¡Ellos no son tu familia! ¡Nosotros lo éramos! –
Su mirada volvió a ser sombría y estaba sobre mí. Tomó mi cayado para señalarme con él.
- ¿Familia?... ¡¿Familia?! ¡Todos ustedes me dieron la espalda y no me apoyaron! –
- Rapunzel... -
- En especial tú... -
Debajo de ella se formó un círculo de arena negra.
- Tú y Elsa me apuñalaron por la espalda. Y cuando quise buscar el apoyo de mis amigos, me encontré con otra unión que igual fue a mis espaldas. –
- Eso no es lo que pasó y lo sabes. –
- ¡Me traicionaste! –
- ¡Yo nunca te amé! –
Silencio, solo el viento susurró.
Nosotros tuvimos tantas aventuras como nuevos Guardianes; éramos tan felices e inevitablemente, sentimientos diferentes surgieron en el grupo. Hipo y Merida se enamoraron y eran muy felices; luego Rapunzel me expresó su amor, pero no pude corresponderle. Le rompí el corazón y estaba consciente de eso. Aun así, seguimos siendo un buen equipo, pero eso cambió cuando llegó Elsa. Fue la nueva elegida como guardiana ya que es el Quinto elemento del Bosque Encantado y guardiana de Atohallan. Ella logró entrar en nuestro grupo sin ningún problema, pero con el tiempo ella y yo nos volvimos más cercanos hasta que nos enamoramos y eso, no lo tomó bien Rapunzel.
- Tú me amabas, solo lo negabas y... y cuando llegó Elsa... -
- No, Rapunzel. Yo nunca te amé. –
En la ultima misión que tuvimos todos juntos; Pitch y Gothel estaban juntos, además que supieron todos nuestros movimientos, acciones y hasta lugares donde estábamos. Pitch hizo un trato con hades y los espíritus de Mor'du y Drago se presentaron ante nosotros cómo pesadillas. Todo estaba perdido; Norte y los demás tardarían en llegar y debíamos seguir peleando, pero no teníamos nuestros poderes, no sabíamos por qué.
En un rápido movimiento, Merida rompió una punta de flecha y le arrebató una roca brillante a Rapunzel, corrió cerca de las pesadillas y clavó la punta de la flecha en la piedra.
- ¡Merida no! –
Gritó Hipo, pero fue tarde. Hubo una explosión; nos empujó a todos y un humo azul nos cubrió. No vi nada y me levanté con cuidado.
- Jack. –
- ¿Elsa estás bien? –
- Si. –
- ¿Y los demás? –
- No te duermas, Mer... quédate despierta. –
Con nuestros poderes quitamos el humo y pudimos ver a Hipo sosteniendo a Merida. Nos acercamos y habló.
- Fue... fue Rapunzel... hay que detenerla y salvarla. Prométanlo. Apóyenla y... sálvenla. –
- Mer, Mer no te duermas, por favor. –
Acarició el rostro Hipo.
- Te amo. –
Su cuerpo comenzó a brillar y se convirtió en una luz mágica.
Después de ese día no volví a ver a Hipo o a Rapunzel. Al menos hasta ese momento.
- Hice lo que tenía que hacer. –
- No. La furia de cegó, los celos... y nos traicionaste. Rapunzel, nos pusiste en peligro y por tu culpa, Merida murió. –
Sus ojos se abrieron de inmediato y unas lágrimas se juntaron en ellos; trataba de hablar, ero no lograba generar ninguna palabra.
- No lo sabías ¿Verdad?... Pitch y Gothel te han ocultado cosas, todo este tiempo. –
- ¡No! –
Apretó mi cayado y volvió a enojarse.
- Mi madre nunca me miente, ella sabe bien... y Pitch es bueno conmigo. Ellos no me mentirían y no me traicionarían como ustedes. –
- ¿A qué has venido, Raps? Es obvio que me odias y que no vas a volver con nosotros... aun que es lo correcto. –
Sonrió y sentí escalofríos "No puedo creer que sea Rapunzel"
- Quiero que sufras tanto como yo. –
- Rapunzel... dame mi cayado. Ahora. –
- ¿Por qué no vienes y lo buscas, Frost? -
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