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Intenciones secretas

Historia basada en los personajes de la saga Control mental, de C_L_RoseImportante, puede tener spoilers del libro Rojo merlot, de la misma autora.

Escrito por: MLSandoval, con la participación de personajes de La entrega.

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Cuando ella llegó yo ya estaba en el lugar esperándola. No iba a hacerla aguardar. Entró dando pasos seguros, como un felino, con los caros stilettos negros de diseñador con suela roja.

Para cuando se sentó con la gracia de una dama noble, la joven ya había observado las vías de escape, a la gente en el lugar, y sospecho incluso que contaba mentalmente los pasos hacia la puerta y el número de mesas; calculó cada riesgo, cada posible situación antes de observarme a mí. Debió hacerlo primero. Yo sabía lo que había detrás de su altivez y de su oscuro cabello cual cortina de lustrosa tinta, que hizo hacia atrás en un gesto elegante con las manos enfundadas en los guantes del color del vino que pensaba ofrecerle.

—Buenas noches, Charlotte. Agradezco mucho que hayas hecho un espacio en tu agenda para que pudiéramos reunirnos —dije. Me miró con desdén.

—Espero que no me hagas perder el tiempo, Elec —respondió con determinación. Sus castaños ojos bajo las rizadas pestañas ahora estaban fijos en mí. Me leía como yo la leía a ella, pero por motivos distintos. Para mí es un modo de vida. Para ella una forma de supervivencia. Yo dejé ese motivo hace tiempo.

—Puedes llamarme Gabriel si lo deseas.

Parecía fastidiada. Entendí que trataba de mantener la pose a como diera lugar. Los directivos del grupo Alfa insistieron en que la entrevistara para hacerle la propuesta, pero yo estaba seguro de que no aceptaría. Al menos, no de la forma en la que ellos esperaban. Pero siempre tengo un truco bajo la manga.

—Iré al grano. Formo parte del grupo Alfa de la Organización de Asistencia Humanitaria —afirmé. Ella no pareció inmutarse. Sin duda investigó todo lo que pudo y dado que mi cargo en la inteligencia de la organización es público, no debió tener problemas en saber sobre mí. Cree que sabe por qué la he llamado. Pero no tiene ni idea.

El camarero trajo la botella que le pedí con anticipación, la abrió y sirvió una sola copa del líquido color rubí con reflejos purpúreos. La puso frente a ella.

—¿Tratas de embriagarme o esto tiene tiopenato de sodio? —preguntó.

—No debería beber, estoy en servicio. Es un merlot Chateau Pétrus bastante costoso. Pensé que sería de tu agrado —comenté con una ligera sonrisa y tomé la copa para darle un breve sorbo.

—Me pregunto cómo una organización humanitaria puede costear lujos como éstos —dijo cruzándose de brazos, lanzando una mirada fugaz a mi negro traje Tom Ford. Aquello era una acusación y una insinuación a la vez. Estábamos teniendo una conversación oculta sobre aquello sobre lo que ella pensaba que la había traído aquí. Y en efecto, por eso estaba Charlotte sentada frente a mí. Si ella no creyera que las secretas actividades ilícitas de la familia Pierre eran de algún interés para la inteligencia de la OINDAH, jamás se hubiera presentado por cuenta propia.

—Tenemos benefactores. Estoy seguro de que conoces a alguno de ellos. La familia Di Maggio ha sido muy generosa con nosotros —afirmé a sabiendas de que aquello sería de su interés. Me miró fijo un breve instante, antes de levantar la mano sin decir nada, a lo que el camarero respondió sirviéndole otra copa de merlot, que ella llevó delicadamente a sus rojos labios.

—¿Acaso los Alfa esperan que los Pierre apoyen de alguna manera sus... actividades, Gabriel? —preguntó. Era como una bella y letal rosa.

Desee sonreír, pero debía actuar con total seriedad.

—No, Cherry. No es la familia el motivo por el que te convoqué. Quisiera hacerte una propuesta a ti personalmente.

Ella levantó una ceja de forma interrogativa.

—El grupo directivo de los Alfa me instruyó para que te ofreciera una posición en la inteligencia de la OINDAH. Tenemos conocimiento de tus habilidades. Pero seamos honestos, no creo que te veas a ti misma colaborando para una organización humanitaria en una oficina, por muy interesante que pueda llegar a ser para ti la labor de análisis y obtención de datos, entre otras cosas. Iré al grano como me lo pediste, así que omitiremos la parte en la que te lo propongo y lo rechazas.

—¿Entonces...?

—La información para mí es de gran valor, así como la acción. Tal vez en alguna ocasión te pida algún favor. Eso sería todo.

—¿Y yo qué ganaría a cambio? —preguntó bajando apenas sus defensas, dejando entrever su innata curiosidad.

—Como te comentaba, la información es fundamental para mí. No solo la busco, también cuento con ella. Si hay algo en particular que desees saber sobre lo que has estado investigando, siempre puedes contar conmigo—. Tomé la negra tarjeta de mi bolsillo, la puse sobre la mesa y la deslicé hacia ella. La tomó con sus finos dedos y la observó.

Sé que ocultaba la pregunta que rondaba su mente. Cómo rayos sabía yo sobre eso. Ella hizo su trabajo y yo hice el mío con la ayuda de mis colegas. Siempre es un trabajo en equipo.

En el umbral del fino restaurante cuya vista ambos dominábamos desde la mesa que escogí con precisión, apareció aquel pálido y sombrío vástago de los Pierre, de azules ojos y rizada cabellera. Su negra y fina vestimenta estilizaba su silueta y le daba un porte aún más imponente. Nos observaba sin moverse, esperaba. Charlotte guardó mi tarjeta sin que él lo notara, se levantó sin despedirse y fue hacia él sin mirar atrás. De todas formas yo ya había logrado captar su atención de la forma en la que lo necesitaba. Es excepcional, sería una gran Alfa, pero no se dejará reclutar. Tiene sus propios objetivos.

Aquel atractivo joven apodado el Corvo me recordó un poco al hijo de otro conocido hombre. Quizá ambos jóvenes tengan padres ítalos, sean oscuros, sufrientes, criminales, cada uno a su manera, pero aquel al que mis colegas llaman el Lobo sin duda es más insufrible.

Le dirigí a Alessandro Pierre una mirada, una sonrisa obvia. Sé que notó mi intención.

En otras circunstancias, me habría encantado compartir información con él. Quizá algún día...

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