Vendetta
El vacío en mi pecho era cada vez, más insoportable.
El dolor de su abandono, me hacía aullar su nombre en medio de las pesadillas que me recordaban que ya no lo volvería a ver.
Su ausencia me tenía al borde de la locura, buscando por todos los medios alguna evidencia de que su existencia no era producto de mi imaginación.
Necesitaba una prueba física de que él era real...
"Y por eso entré a robar a su casa".
Tenía la respuesta perfecta en caso de que la policía me encontrara allanando la casa de los Cullen.
Conmovedora.
Nadie se resistiría al discurso de un corazón roto.
Una hace locuras cuando está enamorada.
Como robarse las cosas de valor de la casa del ex.
La pobreza me había obligado a desviarme del camino que dirigía al local de doña Chepa, para ir hasta la casa de los Cullen, en busca de objetos que pudiera vender en el mercado negro de la web profunda.
Orillándome a un costado del camino, me detuve para verificar, la ruta. Celular en mano, sin quitarme el casco rosa de orejitas de gato, busqué en la aplicación móvil, las rutas que tenía etiquetadas como preferidas.
En primer lugar, asomaba el camino serpenteante oculto entre el verde bosque, que llevaba hasta la mansión.
La ventaja de salir con un vampiro octogenario es que había omitido las aplicaciones que guardaban los datos asociados a él.
Podía borrar sus fotos, su contacto y todo lo que me recordara que había sido parte de mi vida.
Sin embargo, seguía conservando la ruta que conducía a su casa.
***
—¿Hola? —Grité en las afueras de la estancia, con la convicción de que nadie contestaría.
En lugar de atormentarme imaginando el mobiliario cubierto de sábanas blancas o el vacío de aquel lugar que alguna vez, había sido un hogar, visualicé mentalmente las habitaciones y lo que podía servirme de motín.
Trotando, subí los escalones hasta la puerta principal y giré la manilla. Estaba con seguro, mas, yo ya estaba preparada para ello.
Volví hasta la motocicleta y tomé el casco de orejitas de gato con ambas manos, para golpearlo contra el ventanal adyacente a la puerta.
Con un sonoro estruendo, los vidrios rotos se desprendieron en todas direcciones.
Aguardé unos segundos estática, con los ojos fuertemente cerrados, a que sonara alguna especie de alarma.
El silencio que sucedió, me animó a seguir con mi cometido.
Introduje la mano por el agujero que acababa de hacer, quité el seguro y penetré por la puerta principal la casa de Edward Cullen.
***
—¡Oh, Edward! Me robaste el corazón... y ¡te robé los cuadros! Oh, Edward... me besas y me vuelvo esclava...
Canturreaba mientras caminaba por los pasillos desolados de la casa de los Cullen, con unos cuantos lujosos cuadros a mi haber, que había quitado del despacho de Carlisle.
En los bolsillos de mi abrigo, resonaban los brillantes utensilios que había sacado de la cocina. Por su brillo particular y el lugar donde los tenían guardados, asumí que eran de plata. Hubiera traído la maleta completa, de no ser porque no cabía en la moto y no quería levantar sospechas.
Otro día volvería por más.
—¡Oh Ed...! ¡Ah!
Uno de los cuadros resbaló de mis manos a causa de la impresión. Acomodé los restantes entre mis manos y abrí los ojos con asombro.
Mientras alzaba la rodilla y estiraba la mano para alcanzar el pomo de la puerta principal, esta se abrió de golpe, dejando a la vista a un visitante inesperado.
—Hola Julieta. —Saludó con tono profundo.
Los ojos rojos del vampiro me observaban con curiosidad, al tiempo que una sonrisa ladina se extendía por su pálido rostro.
***
—Ho... ¡Hola! —Mi voz temblorosa evidencio el miedo del que era presa.
El sujeto era el compañero del rubio que casi me había matado hace unos meses. ¿Venía para vengar a su amigo?
Tragué duro y maldije mi suerte.
Hubiera preferido que me descubriera la policía.
...
Nah.
No es cierto.
El vampiro inclinó su cara hasta casi rozar mi nariz. Aspiró con fuerza y cerró los ojos.
—Magnifique. —Denotó en un marcado acento.
Aproveché su breve distracción para retroceder unos pasos y salir por una estrecha abertura entre la puerta y su cuerpo.
Procurando ser silenciosa y rápida me encaminé hasta la motocicleta, sin dejar de apretar los cuadros contra mi pecho.
—¿A dónde vas con tanta prisa?
Una ligera brisa me despeinó el pelo.
Un parpadeo después, vi al vampiro reclinado contra la motocicleta.
—A... —Me mordí el interior de las mejillas y detuve mis pasos.
Estaba a la misma distancia de la casa y de la motocicleta. ¿Corría a refugiarme a la mansión o huía en moto? Ninguna opción era factible con un vampiro al acecho.
— ¿Qué haces aquí? —Inquirí como una forma de ganar tiempo.
Se supone que debía estar en Alaska, junto a otro grupo de vampiros vegetarianos, los cuales le habían ofrecido asilo, al disolverse su clan.
—Victoria me pidió que viniera a verificar si seguías bajo la protección de los Cullen.
—¿Quién?
—Vaya... No mentía cuando dijo que eras idiota.
—¡Oye!
—O tal vez te haces la desentendida, para evitar que te mate.
Retrocedí de espaldas, con los músculos tensos, preparada para escapar.
Percibiendo mis intenciones el vampiro corrió en mi dirección y coartó toda posibilidad de huida.
Alzando las manos a la altura de mi cara, rozó los mechones de mi pelo.
—No... ¡No me mates! —Chillé en un desesperado intento por preservar mi vida. — ¡Tengo el colesterol alto! ¡Y el azúcar! Y muchas... eh... ¡drogas venéreas! —Con los nervios no hacía más que balbucear incoherencias. El vampiro frente a mí sonreía divertido, relamiéndose los labios. — Mi sangre está muy mala...
—Los Cullen se han ido. ¿No eras una especie de mascota o algo así para Edward?
"Miente" Susurró una voz ronca en mi cabeza.
—¡No! Edward... —Obedecí al recuerdo de su voz e improvisé una mentira que fuera capaz de disuadir al cazador. — ¡Bebió mi sangre y se murió!
La risa socarrona del vampiro resonó en el silencio.
Apreté los labios en una línea y retrocedí un paso. Las hojas secas crujieron bajo el peso de mis pies, provocando que el vampiro entrecerrara los ojos con sospecha.
—Eres divertida Julieta. Lástima que deba matarte...
—¡No tienes por qué hacerlo! —Rebatí a los gritos, desafiando la liviandad con la que decidía sobre mi vida.
—Shhh... —Llevó ambas manos hasta mi cara y sostuvo mis mejillas. El frío de su contacto me hizo estremecer. Alzó mi rostro y sin dejar de mirarme a los ojos murmuró: — Será rápido. Lo prometo. —Esbozó una sonrisa y retrocedió unos pasos. — Deberías estar agradecida. Ni te imaginas lo que Victoria pretendía hacerte.
—¡Y eso qué! —Escupí furibunda. — ¿Te aplaudo? —Apreté los dientes y lo miré desafiante. — ¡Gracias por matarme! ¡Vampiro mangoneado!
Cerré los ojos con fuerza y esperé que cumpliera su palabra y fuera una muerte rápida e indolora.
Sin embargo, con mis últimas palabras tal vez, me había condenado a una lenta y horrible.
***
La morbosa curiosidad de saber cómo iban a ser mis últimos momentos, hizo que abriera los ojos de inmediato. El vampiro alzaba la mano a la altura de mi cara, con una sonrisa de brillantes y afilados colmillos.
Giró el rostro mirando hacia su derecha y masculló algo entre dientes que sonó como "merde".
Iba a reclamarle por su demora, cuando una manada de animales de aspecto feroz se abalanzó sobre él.
Apenas volteó, con la intención de internarse en el bosque, cuando una de las enormes criaturas lo alcanzó por los tobillos y con dientes afilados separó sus pies del resto de su cuerpo.
El sonido de aquello, se asemejaba al de las uñas sobre un pizarrón, sin embargo, fue rápidamente silenciado por los alaridos del vampiro y los gruñidos de las criaturas que lo atacaban.
Paralizada, observé con la boca abierta, la ligereza con que desprendían el resto de los miembros del vampiro, hasta que una de las criaturas se acercó hasta donde me encontraba.
Mis piernas no respondieron a mi orden de huida. En su lugar, amenazaban con ceder bajo el peso de mi miedo, el que se manifestaba en el temblor de los que mis extremidades eran víctimas.
Estática, concentrándome en no desplomarme, me limité a observar con detalle, la semejanza que tenía la criatura, con los lobos.
Sus ojos castaños, me escrutaron largo rato, hasta que finalmente decidió unirse a la manada.
Emitiendo un gruñido, que me sobresaltó y sacó del momentáneo trance, se internó en el bosque alejándose con trotes rápidos y ligeros.
Con manos trémulas, apreté los cuadros contra mi pecho, corrí hasta la motocicleta y hui con los cuadros bajo mi trasero, como alma que lleva el diablo.
***
—¡Willy! —Chillé aporreando la puerta con una mano cerrada en un puño, mientras acomodaba los cuadros bajo el brazo. — ¡Willy!
El aludido, abrió después de varios minutos. Frotándose los ojos con parsimonia, reprendió mi actitud.
Lo empujé hacia un lado, corriendo hasta mi habitación, para esconder los cuadros bajo la cama y verificar que las ventanas siguieran cerradas.
Después de mi rápida inspección volví a la sala, donde Willy me esperaba con los brazos cruzados.
—¿Qué escondiste? —Frunciendo el ceño, miró hacia mi habitación con desconfianza. — ¿Y por qué tanto escándalo?
Inspiré hondo y me recargué contra el sofá, sacudiendo la cabeza.
—Nada... o sea sí...
—¿Te persiguen? ¿La policía?
—¿Qué? ¡No! ¿Por qué me perseguiría la policía?
—No sé... Tú dime. No fuiste a trabajar y llegas a toda prisa para encerrarte en tu habitación. Además... ¿Qué es eso que traías envuelto en bolsas de basura?
—Eh... —En lugar de demorarme inventando una buena mentira, opté por decirle la verdad. — Los animales del bosque ¡Los vi! —La otra verdad. Antes presa que muerta de aburrimiento con el sermón que me iba a dar Willy por entrar a la casa de los Cullen. — Los animales estos... ¡eran mutantes! ¡Perros callejeros mutantes! Iban en manada a... —Recordé los ojos rojos del vampiro que iba a matarme y tragué duro. — ¡Eran enormes! ¡Tenías razón! Pero no eran osos. Ni perros. Eran más parecidos a lobos.
—Julieta... —Willy seguía mirándome con los brazos en cruzados. — ¿Qué te fumaste?
—¿Qué? ¡Nada! Los lobos mutantes que viste en el bosque...
—Tienes los ojos rojos y estás... rara.
—Ah... Es que... —No iba a admitirle que mientras recorría los pasillos de la mansión Cullen, había hecho una breve pausa, para tirarme al suelo en posición fetal y llorar a moco tendido.
Seguí balbuceando hasta que di un suspiro, el que Willy interpretó como una afirmación a su hipótesis.
—No me fumé nada... Me fui a echar una lloradita al bosque. —Enarcó las cejas escéptico ante mi explicación. — Y pues... estaba caminando, para... eh... ¡llegar al prado! Sí eso. —Asentí enérgicamente. — Para llegar al prado, ese. Bonito, circular, donde Edward... —Un nudo se formó en mi garganta al pronunciar su nombre. — Donde... íbamos de vez en cuando a... da igual. La cosa es que aparecieron estos lobos enormes y...
El inconsistente relato se vio interrumpido por el hipo que me dio. Mi vista se nubló con las lágrimas que se agolparon en mis ojos, presurosas por derramarse.
Willy palmeó mi cabeza y dejó de presionar con el tema.
Di un respingo y bajé la vista hasta mis manos salpicadas de humedad.
***
Aquella noche, no pegué ojo.
Si bien el amigo del rubio psicópata, seguramente había ido a hacerle compañía al infierno, y ahora ambos hacían asados con satán, su advertencia era suficiente para mantenerme despierta toda la noche, sentada en el borde de la cama, con un bate de béisbol entre las manos.
Mientras Willy dormía plácidamente en su habitación, yo vigilaba que la famosa Victoria no viniera a cobrar venganza y de paso a cargarse a mi hermano.
—Debo vigilar. Vampira me come... —Balbuceaba de cuando en cuando para no quedarme dormida.
El litro de café no estaba surtiendo el efecto esperado. En lugar de mantenerme despierta, no hacía más que hacerme ir al baño.
¿Y si la tipa esa aparecía justo cuando estaba relajando la vejiga?
Ya ni al baño iba tranquila.
Reaccionaba al más mínimo ruido alzando el bate, como había visto hacer a los Cullen cuando jugaban, con la diferencia que, en lugar de batear una pelota, batearía la cabeza de la tipa vengativa.
¿Discursos evangelizadores que la hicieran recapacitar de su venganza, transformándola con el poder del amor y los nakama power?
Nah.
La violencia era la solución.
Estaba muy optimista, omitiendo el hecho de que no tenía ni la más mínima oportunidad con la criatura sobrenatural, que según el que no debe ser nombrado, no tenía ninguna debilidad.
Cesé de dar vueltas por la habitación y me senté, con el bate de béisbol en mi regazo, siempre alerta a mi entorno.
***
El ruido en la ventana me sobresaltó a tal grado, que el bate de béisbol terminó en el suelo, rebotando con un molesto ruido.
Me incorporé con rapidez, limpiando la comisura de mi boca, cubierta de baba y cerré los ojos con fuerza, para que al volver a abrirlos estos se hubieran adaptado mejor a la oscuridad.
Finalmente, había sucumbido al agotamiento y me había dormido sin tener la más remota idea del cómo y cuándo.
Recogí el bate del suelo y me acerqué con pasos sigilosos a la ventana.
Aguantando la respiración, aparté la cortina para enfrentar a la viuda negra que venía por su venganza.
Apartado para recordar que ya llegó Julio -inserte meme de Julio Iglesias.
Nah. Toda interacción se agradece.
Me avisas si perdí el toque, o si mi vieja mula, ya no es lo que era, ya no es lo que era.
Si quedó con ganas de más capítulos y la historia es de su agrado, marque 1.
Si la historia está meh y la piensa abandonar, marque 2.
Si le aburren estos apartados marque 3.
Si es un lector fantasma, solo cuelgue.
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