
La tercera en discordia
No hubo salida grupal.
Ni oportunidad para que se renaciera el amor.
No hubo un carajo.
El fin de semana, fijado para la salida grupal, a Eric se le ocurrió contraer gripe.
O a Angela.
No lo sé.
Las parejas solían ser tan empalagosas que compartían pensamientos y síntomas como uno.
No sé quién cuidaría de quién. Tampoco es que me importara.
Por otra parte, Bella había desaparecido sin dejar rastro.
Jessica, siempre tan al día con los chismes, estaba intentando enterarse de su paradero, mediante su red de contactos que involucraban a la prima, de la amiga, de la sobrina, de la amiga, del tío que trabajaba haciendo el aseo en la comisaría en la que trabajaba el papá de Bella, de modo que, ampliaremos, en breve.
Finalmente, los asistentes a la función se reducían al melena y a Mike, los que luego de una rápida presentación se miraban con desdén, midiéndose el nivel de testosterona.
¿O tal vez era la tensión sexual que intentaban disimular con aquella actitud desafiante?
—Yo iré por las entradas. —Denotó Mike, mientras estábamos afuera del cine, rodeado de adolescentes con poleras alusivas a la adaptación del libro best seller de moda. — Tú eres menor —Dijo alzando la vista para mirar a Jacob. — Y tú pareces menor. —Bajó la mirada hasta donde me encontraba yo.
Fruncí el ceño, extrañada.
Cuál menor si ya tenía dieciocho.
Exudaba dieciocho por cada poro de mi cuerpo.
Sexo, drogas y rock and roll.
—¡Oye! —Cuando por fin capté su indirecta Mike ya estaba haciendo fila en la boletería.
—¿Entramos? —Preguntó innecesariamente Jacob, mientras me guiaba hasta la entrada de la antesala del cine, con su fornido brazo sobre mis hombros.
***
—¿Detrás de mi ventana? —Murmuré frunciendo el ceño, mientras proyectaban adelantos de películas prontas a estrenarse.
¿Sería una especie de adaptación biográfica de la Yuri? ¿Como Rocketman o Bohemian Rapsody? ¿O sería un musical?
—Not behid. Through. —Murmuró Mike.
—Ahhh... —Tardé un rato en asociar el sustantivo correspondiente a la traducción.
Seguramente la trama iba de una vieja visillo que se la pasaba espiando a los vecinos.
— Yo quería ver SAW... —Me quejé cruzándome de brazos.
—Esta tiene mejor puntaje en rotten tomatoes. —Se defendió Mike encogiéndose de hombros.
Asentí.
Definitivamente, era una película biográfica de la Yuri. ¿Por qué Mike había elegido esa película en lugar de SAW? ¿Era fan de la Yuri?
La película comenzaba con una voz en off, que enseguida me hizo apoyar la mejilla en la mano, preparándome para un filme de ensueño. Uno cuyo final y trama me iba a inventar porque era un somnífero.
Estaba por dar un bostezo, cuando la protagonista mencionó algo referido a un dios griego, ganándose mi atención.
Me enderecé en la butaca, esperando la aparición de Zeus o del Olimpo entre tanta escena mundana, sin embargo, la película continuaba con la típica introducción en la escuelita, un tópico común en los dramas adolescentes.
Iba por mi primera pestañeada, cuando nuevamente hicieron mención a Ares, el dios griego.
¿Ares como el dios del inframundo?
La película pintaba para buena.
Momento.
El dios del inframundo era Hades. No Ares.
Como el único Ares que conocía era el programa que había liquidado a mi primer computador con sus descargas de virus disfrazados de canciones, saqué el celular del bolsillo de mi chaqueta, para saber a cuál dios griego se referían.
Con mi acción me gané un par de silbidos molestos y palomitas voladoras que se alojaron en mi pelo.
Ares "dios de la guerra".
Bien ahí Mike.
A pesar de los lento de la introducción, seguro se sacaban un giro argumental de aquellos, con guerra, Zeus, Hades, espadazos...
Le eché un vistazo al rubio y esbocé una sonrisa.
Jacob emitió algo parecido a un gruñido.
—¿Qué pasa?
Sus manos apretadas en puños, se sacudían con violencia al igual que el resto de su cuerpo.
—No es nada. —Masculló entre dientes volviendo la vista a la pantalla.
¿Por qué se había molestado?
¿Porque coqueteaba con Mike?
Vaya, vaya.
Al melena le gustaban los rubios de mejillas regordetas.
Eso iba a ser un duro golpe para Willy. Y un nuevo triángulo amoroso para explotar.
El tercero en discordia. El rival de amor. ¿Podrían el melena y el motoquero al pedo superar aquel obstáculo? ¿Pelearían dramáticamente? ¿O en su lugar aplicarían la de Maluma y serían felices los cuatro?
Eso sí sería un buen giro argumental. De novela boys love. A polilove. O como se llame.
Volví la atención a la película, en busca de inspiración para la siguiente subtrama de la novela que se desarrollaba en mi cabeza y me daba flojera escribir.
El dios de la guerra demoraba mucho en debutar. En su lugar un motón de personajes caucásicos y hetero-normados se miraban con deseo, mientras intercambiaban diálogos forzados.
—¿A qué hora empieza los...? Vaya... vaya...
Tal parece que habían confundido al tal Ares con Zeus, porque en lugar de dios de la guerra, el tipo ese, parecía dios del sexo. No llevaba ni media hora de película y ya se estaba garchando a la tipa de la voz en off.
No era para nominarla al Oscar, pero, tampoco era una tremenda bazofia, como para que Mike saliera corriendo de la sala.
***
Jacob salió del baño de varones arrugando la nariz.
—¿Fueron las palomitas? —Consulté de inmediato, temerosa de una indigestión a causa de ellas. En el breve instante que estuvimos en la sala me había devorado el pote completo.
—Creo que es gripe estomacal. Tu amigo está vomitando hasta la primera papilla.
—Gripe... —Expulsé el aire retenido en mis pulmones. — Que alivio... entonces no fueron las palomitas...
Jacob extendió la mano hasta entrelazar sus dedos con los míos. Bajó la mirada hasta nuestras manos cuando un sonrojo tenue le coloreó las mejillas.
—¿Qué pasa? ¿Quieres que te revise? ¿Tienes fiebre también? —Pregunté a propósito de su silencio y lo rojo de su cara.
Deshice el ademán y extendí la palma hasta su frente, sin llegar a ella, por mucho que me estiré y paré de puntitas.
Jacob puso los ojos en blanco y dio un bufido.
—No Julieta.
—Ven, que no te alcanzo.
Ignorando su contestación lo tomé de la mano y lo arrastré hasta las escaleras de emergencia. Sumándole dos escalones a mi altura logré tomar su temperatura. Me sobresalté cuando el calor quemó el dorso de mi mano.
—¡Estás que ardes!
—Vaya. Que atrevida. —Dijo Jacob enarcando una ceja. — Ya sabía que estabas loca por mí, pero deberías ser más sutil. —Sin dejar de sonreír acortó la escasa distancia entre nosotros.
—¡No! Digo... También. O sea ¡No! ¡Estás muy caliente! —Fruncí los labios. Eso no se escuchaba mucho mejor. — ¡Tienes fiebre! ¿Estás bien?
Una pregunta estúpida. Obviamente no estaba bien. Estaba caliente como tetera de campo y tenía la respiración agitada. Sus labios temblaban también.
"Por favor que no se desmaye" rogaba en mi fuero interno. Estaba casi encima de mí, lo que iba a dar como resultado papilla de Julieta si perdía la conciencia.
—Julieta... —Su aliento cálido sonrojó mis mejillas. — ¿Crees que algún día puedas olvidarlo? Y darme una oportunid...
—Ah... no... No puede ser... ¡maldición! ¿Tú también? ¡Es en serio! —Interrumpí furibunda, poniendo las manos sobre su pecho para que se alejara. No se movió ni un centímetro a pesar de que puse todas mis fuerzas en ello. —¿También vas a mirarme con lástima? Uy, pobrecita la dejó su novio... ¡Ya lo olvidé! ¡Estoy perfectamente! Que se joda.
—Entonces, ¿saldrías conmigo?
La pregunta me tomó por sorpresa. Abrí y cerré la boca repetidas veces, boqueando por una explicación coherente a su conducta, sin embargo, en lo único que podía pensar era "¿por qué lo dice tan brusco?"
—Jacob, la fiebre te tiene mal. Estás delirando. Ven, vamos al hospital. —Dije cuando recobré la postura.
—Ahí está. Otra vez. Esa coraza impenetrable, que no te deja ver más allá de tu dolor...
—¿Qué? —Continué batallando para poner distancia. — ¿De qué diablos hablas? —Fruncí el ceño. — ¿Te duele algo?
Jacob se llevó una mano a la cabeza, frotándose la sien.
— ¡Te estás poniendo peor! ¡Hay que ir a la urgencia!
Lo tomé de la mano y lo jalé para dirigirnos hasta la salida. Más tarde podía mandarle un mensaje a Mike y explicarle la situación.
Jacob tenía delirios que empeoraban en cosa de segundos.
En un rápido movimiento el chico, me arrastró de vuelta a las escaleras, cerrándome el paso con ambos brazos por sobre mi cabeza. Tragué duro cuando sus ojos oscuros me devolvieron la mirada con fiereza.
"A ver, cómo te salvas de ésta. A ver. ¿Vas a seguir haciéndote la mensa? A ver", recitaba la molesta voz de mi conciencia en mi cabeza. Como tantas otras veces la ignoré, firme en mi postura de que la que hablaba era la fiebre. No Jacob.
—Necesitas atención médica... —Sentencié cruzándome de brazos.
Jacob se inclinó, invadiendo con descaro mi espacio personal. Nuestras narices se rozaban y su aliento cálido me golpeaba el rostro como una cachetada despertándome del letargo en el cual estaba cómodamente confinada.
—Necesito que dejes de interrumpirme y me escuches.
—¿Cuándo te he interrumpido yo? ¡Falacias! Tú acabas de interrumpirme. Ahora. En este preciso instante.
Desvié la mirada hasta el pasamanos de la escalera, observando como si estuviera frente a la octava maravilla del mundo y no un objeto tan frío e inerte como yo.
—Julieta... yo puedo ayudarte a sanar...
—¿Sanar qué?
—Tu corazón.
Esbocé una sonrisa irónica y enarqué las cejas, en una perfecta expresión de escepticismo.
—¿Qué? ¿Te crees cardiólogo ahora? —Alcé la mano, apuntándolo con el índice. — No, no... Te crees chamán. ¡Ven vamos a sanar tus chakras con el poder del cuarzo...!
—A veces eres insoportable.
—Me lo dicen seguido. —Lo miré desafiante esperando por su contraataque.
Jacob dejó caer los brazos flácidos a su costado.
Finalmente lo hice a un lado, encontrándome con un pálido Mike, que llevaba parado espiando, desde sabe uno cuando.
—¿Nos vamos? No me siento nada bien...
—Sí. Obvio. Yo conduzco.
Le pedí las llaves a Jacob, quién me las entregó a regañadientes y me dirigí hasta la salida.
Los pasillos desiertos indicaban que aún no terminaban las funciones.
—¿Qué me ves imbécil? ¿Te crees mejor que yo? —Vocifero Jacob.
Volví sobre mis pasos para ver como mi amigo era víctima de corrientes eléctricas que sacudían su cuerpo con violencia.
—No yo solo... —Mike retrocedía de espaldas con las manos alzadas en ademán de redención.
Jacob no dejó de acercarse a grandes zancadas, tensando la mandíbula en un tenso silencio que amenazaba con estallar a la menor provocación.
—¡Es la calentura! —Expliqué. — Digo... la fiebre...
Sin premeditarlo, la historia daba un giro argumental, para volverse un omegaverse. El Alpha Jacob, reclamaba marcar a su Omega, el inocente y debilucho chico Newton. "Nya, nya, yamette kudasai" exclamaba el rubio Omega, cada vez que el forajido Alpha le chantaba el paté...
Digo...
Le daba todo su amor en forma de vergazos.
Sacudí la cabeza y volví la atención hasta los chicos.
Ambos se veían débiles, sudorosos y temblorosos.
Como recién salidos de una película romántica con contenido erótico.
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