Soltera, pero nunca sola
Con el regreso de Willy, mis niveles de serotonina se equilibraron y volví a retomar mi rutina con normalidad.
Comía a mis horas, no me acercaba por nada del mundo a la cocina —salvo para buscar algo ya preparado o calentar comida.
Puesto que, luego de una pequeña anécdota, mis idas a la cocina, fueron más restringidas incluso.
—¿Qué es ese olor? —Inquirió Willy, arrugando la nariz.
Salió con premura de la habitación y caminó hasta la cocina.
—No sé. Pero, por si acaso, ya eché desodorante ambiental.
Willy dio un breve vistazo a la cocina y abrió los ojos como huevo frito.
—Qué hiciste ¿qué?
—¿Estás sordo acaso?
—¿No se te ocurrió prender un fósforo también?
Despegué la vista del plato y fruncí el ceño.
—¡Dejaste el gas abierto!
—Ah... —Me encogí de hombros y seguí echándole kétchup a mi arroz con huevo. —Con razón olía tan mal.
—No vuelvas a entrar a mi cocina. Nunca.
—¿Y si tengo hambre?
—Te preparo algo yo.
—¿Y si quiero huevito a las tres de la mañana?
—¿Cómo ahora?
Asentí enérgicamente.
Willy puso los ojos en blanco.
—Limítate a sacar algo del refrigerador... Además ¿por qué estás comiendo a esta hora?
—Es la ansiedad previa al primer día de escuelita. —Expliqué.
—No es tu primer día. —Espetó Willy, alzando una ceja.
Apoyé el codo sobre la mesa, sosteniendo mi mejilla.
—Es y no es...
Willy, captó de inmediato el mensaje y tomó asiento frente a mí.
Era el primer día desde que el vampiro pecho frío había regresado.
¿Volvería a la escuelita?
¿Asistirían sus hermanos?
¿Se había largado definitivamente?
Sus visitas habían cesado de manera abrupta los últimos días, coincidiendo con los días soleados, lo que había compensado mi estado anímico. Los escasos rayos de sol que ofrecía pueblo Tenedor, eran suficientes para incrementar mi serotonina y aplacar la ola de bajón, porque ya no había flores en forma de disculpa esperándome en la puerta.
—¿Cuándo volverán?
Hice una mueca de confusión ante su pregunta.
¿Cuándo?
¿Por qué daba por sentado que lo perdonaría?
¿Por qué asumía que me había ofrecido una disculpa siquiera?
El pecho frío no hacía más que justificarse tras sus buenas acciones.
"Te abandoné por tu bien..."
"Iré en busca de mejores oportunidades de trabajo..."
"Carpe diem..."
"¿Quién chota sos?..."
Todos tenían una excusa amable, para encubrir sus verdaderos motivos.
Juan de Dios, se escudaba mediante su trabajo. La Nancy, no quería admitir que había desperdiciado años de su vida, criando hijos con un matrimonio más que fracasado, mi padre biológico, anda a saber quién chota era, y Edward estaba cansado de lidiar conmigo. Y ahora no podía con la culpa.
¿Culpa de qué?
Ah... cierto que los Vulcanos esos, me habían dado el beso de la muerte, por su episodio suicida.
—El día del...
—¡No seas ordinaria! ¡Te estoy hablando en serio!
— Yo también. —Dije con gesto serio. — No vamos a volver.
—Ay, no es cierto.
—Te estoy diciendo hombre.
—Juli. —Hice una mueca ante el diminutivo. —Es obvio que van a volver. Nadie se resiste a Edward Cullen. O sea, es Edward Cullen. —Su entonación era la de un presentador, mencionando a una estrella de Hollywood. Ubícate mundana, es un dios del Olimpo. ¿Cómo osas siquiera a rechazarlo? —Además, es un vampiro, que no bebe sangre humana. ¿Puedes existir algo mejor? Guapo, millonario...
—Filántropo, ambientalista, animalista... ¿Qué? ¿Te volviste presidente de su fan club?
—Ridícula. —Se incorporó, dedicándome una mirada desafiante. — Te apuesto, que, en una semana, regresan y le perdonas todo. Una semana y vas a andar: Edward esto, Edward aquello...
—Cuánto apostamos.
—Me vas a decir, de dónde sacaste plata para comprar las ollas.
—Y dale... ¡Ya te dije que doña Chepa me dio un bono! —Un bono por ausencia y por chamullera.
—Lo voy a averiguar. Y si andas en algo turbio, te las vas a ver conmigo.
Entorné los ojos, fijando nuevamente mi atención en la comida. Tal vez, debía considerar la posibilidad de irme de a Turquía antes de graduarme...
"Pero, entonces no sería una compensación por haberte graduado, genio." Recriminó una voz en mi cabeza.
Al diablo, la recompensa por el esfuerzo. Iba a autogratificarme, antes de conseguir mi objetivo, si eso me aseguraba seguir con los pelos intactos.
Como era de esperarse, nadie en la escuelita, reparó en el regreso de Cullen y en nuestro distanciamiento, porque todos tenían su propia vida y les importaba una chota con quien se metía el popular...
¿Cierto?
¿O estábamos en una especie de cliché gringo, dónde todo giraba en torno a lo que hicieran los protagonistas y la gente de relleno se daba vuelta a mirar como llegaban a la escuelita, tomados de la mano, el badboy misterioso y la nerd con cara de modelo de alta costura?
Ya olvidé a lo que iba...
Ah.
Cierto.
Muchos en la escuelita, compartían la postura de Willy. No puedes rechazar los cortejos de un dios griego.
Sin embargo, Edward no era un dios griego. Ni yo una nerd. Aunque gracias a las gafas que ocupaba para la miopía tenía es aspecto de una.
—¿Y tú que me ves? —Increpé a Jessica. —¿Nunca habías visto a una nerd ignorante acaso?
Jessica no dejó de mirarme con una mezcla de sorpresa e incredulidad en su rostro maquillado de cosméticos caros.
—¿Acabas de sentarte con nosotras? ¿En lugar de ir con Edward Cullen?
—Cullen, no está conmigo en Trigonometría y espero que tú sí hayas puesto atención, mira que no entendí un carajo.
—¿Acabas de rechazar la invitación de Edward Cullen de sentarte con él?
—Jess...
—Edward está mirando fijo a nuestra mesa... Y parece enojado. —Murmuró Bella, hundiendo los hombros y empequeñeciendo en su silla.
Fruncí el ceño.
Estiré los brazos, tras de mi espalda y giré el cuello.
Los ojos de Edward, se clavaron en los míos de manera instantánea.
—¡Eh Cullen! —Grité lo suficientemente fuerte, para que toda la cafetería escuchara. —¿Estás enojado?
Edward sentado al otro lado de la cafetería, alzó las cejas confundido y sacudió la cabeza en gesto negativo.
—¿Ves? No está enojado...
Bella, había desaparecido casi de la mesa, hundiéndose en la silla. Sus mejillas encendidas, ocultas tras su cabello, destacaban sobre su pálido semblante.
—¿Por qué has hecho eso? —Recriminó con un murmullo.
—Tú preguntaste. —Me encogí de hombros y volví la atención a mis apuntes de símbolos incomprensibles.
—Y Edward y tú... —Jessica dejó la frase en el aire, temerosa de concluirla. Esbocé una sonrisa, alentándola a continuar. — Edward y tú...
Éramos el comidillo de la preparatoria.
El regreso del hijo pródigo y la extraña metamorfosis de la extranjera. Una extravagante nerd, que no cumplía con los estándares impuestos por los clichés de películas y libros. En lugar de usar suéteres de cuello tortuga y vaqueros gastados, no me sacaba mi peludito color crema y mis botas altas rojas. Además, usaba shorts —con calzas de polar por dentro, porque cuando no llovía, hacía un frío del ártico.
Tampoco era bonita, como por arte de magia, si me quitaba las gafas, ni una alumna destacada.
Me había pasado por dónde no llega el sol, las normas de sus estereotipos, dejándolos confundidos y algo irritados.
Era como si hubiese refutado su creencia de que todos los latinos éramos color cartón o que no había más países al sur de México. O que existía un país en Europa que hablaba español y no era sólo un invento de las conspiracionistas.
Estaba desequilibrando el universo.
Sumado a eso, no había perdonado de manera instantánea al guapo chico, que me había dejado a principio de semestre.
—¿Edward y tú están juntos? —Preguntó finalmente Jessica.
Quería la primicia. No por nada era mi amiga. Sin embargo, antes de tener el privilegio del chisme de primera fuente, había tenido que aguantar, una charla trivial, una tortuosa clase de trigonometría y una silenciosa clase de Literatura, entre recesos demasiado cortos y conversaciones con más personas involucradas.
Me repantigué sobre la silla con movimientos exageradamente lentos, para crear una atmósfera de expectación.
Jessica tamborileaba impaciente los dedos contra la carpeta de sus apuntes sobre la mesa, mientras que Bella ocultaba su interés entre la cortina de cabello, que cubría su cara. Sin embargo, bastó un vistazo a sus grandes ojos, cargados de curiosidad, para notar que, todo lo que involucrara a Cullen, le interesaba.
—No.
"Somos solo amigos." Iba a agregar. Mas, no estaba segura de aquello.
No lo quería como a un amigo.
No lo quería de amigo, más concretamente.
Los amigos, son amigos. No comida. Y yo me lo quería puro comer.
—¡Wow! ¡Volviste!
Capitán obvio y el resto de la comitiva llegó con él.
Angela y Eric, tomaron asiento tomados de la mano. Lauren se sentó junto a Bella, con expresión resignada, mientras que Tyler, acercó una silla, hasta donde me encontraba.
—¿Julieta está soltera? — Preguntó a la pequeña multitud congregada en la mesa. Depositó un beso ligero en mi mejilla y acercó sus labios a mi oído. — Yo puedo ser tu Romeo...
Puse los ojos en blanco, al sentir su aliento cálido en mi oreja.
Todos en la mesa lanzaron exclamaciones sugerentes, uno que otro silbido y creo que escuché un jadeo, o algo parecido. Alguien se había quedado sin aire.
—Soltera, pero nunca sola, wachito. —Repliqué alzando las cejas y poniendo distancia, para recuperar mi espacio vital.
Una exclamación sucedió mi respuesta.
Los chicos presentes, se burlaron de las pobres estrategias de conquista de Tyler, invitándolo a sentarse con ellos.
Tyler rodeó la mesa y se sentó al otro extremo, separándonos por una línea invisible chicas y chicos.
Las chicas consultaron acerca de mi breve periodo de ausencia, asociándolo a una fantasía de adolescente soltera, que tiene mil y una aventuras en aplicaciones para citas. Porque obvio, ya había superado a mi ex.
Nadie, preguntó acerca de mi capacidad para tener una respuesta para todo, porque todo lo sé y lo que no, lo invento.
No.
Todas asumían la veracidad de una frase dicha al azar.
Incluso él.
Para cuando giré el cuello, dando un vistazo hasta la mesa donde se encontraba, ya no estaba.
Había desaparecido.
Igual, eso debía haberlo sabido viendo la cara de Bella. Su labio inferior sobresalía en un puchero de decepción.
***
Sepa disculpar las pifias. El capítulo se hizo y se publicó, en tiempo récord, dos horas y estaba listo.
Su recordatorio de siempre de que, toda migaja de aprecio, se agradece por los siglos de los siglos.
Siéntase libre de hacer sus apreciaciones y teorías, porque así como va la cosa, no sé cómo voy a continuar aksjdhasgdfds -bromita, sí sé pero, no le wa dezir.
Un abrazo y pórtese bien.
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