Chào các bạn! Vì nhiều lý do từ nay Truyen2U chính thức đổi tên là Truyen247.Pro. Mong các bạn tiếp tục ủng hộ truy cập tên miền mới này nhé! Mãi yêu... ♥

Interludio


Edward descargó su creciente ira con una joven rama del abeto, en el que descansaba su mano, en lugar de dirigirla a Tyler, o a su furgoneta.

Las efusivas muestras de cariño del chico, para con Julieta, habían despertado una ira casi asesina, por lo que había resuelto salir a tomar aire, para alejarse de su esencia y los pensamientos reverberantes que no podía acallar.

Entre las tantas trivialidades que pasaban por las cabezas de los chicos reunidos en la cafetería, descubrió a alguien casi tan molesto como él.

Lauren, en su mente derrochante de rencor dirigido a la chica Swan, —cuyo monólogo interno no era capaz de percibir, sin embargo, se podía inferir de sus ademanes y sus expresiones— tenía ciertos reparos con la chica de ojos somnolientos y andares distraídos.

Julieta.

No podía vivir con ella, ni sin ella.

Estar separados, había resultado casi en una tragedia Shakesperiana y verla en su día a día, desde la distancia, despertaba en él, sentimientos antes desconocidos y tan intensos como la atracción que tenía por la chica. Era desgastante pulular a su alrededor, sin intervenir, viéndola compartir con esos humanos de intenciones ocultas y pensamientos lascivos.

Una tortura merecida, pero no por eso más llevadera.

Con las manos en los bolsillos de su abrigo, se encaminó a paso humano, hasta el bosque que rodeaba el edificio, ante la mirada atenta de sus profesores, los que, fumándose un cigarrillo en el estacionamiento, se preguntaron si Cullen, asistiría a su próxima clase.

Para la mayoría era un alivio que no asistiera, destacándose la señora Goff, la maestra de español, quien envidiaba el perfecto dominio que tenía el joven, del idioma que ella enseñaba, corrigiéndola incluso en ocasiones.

Sin embargo, aquello era una décima parte de lo que detestaba a la chica nueva.

La latina que no desaprovechaba ocasión para demostrar su supremacía y comentar en cada clase que el inglés era aburrido, en comparación al idioma de su tierra natal; tan rico en modismos y acentos, jactándose incluso, de que hablaba tres idiomas. Inglés a duras penas, español y el español propio de su país.

Edward esbozó una sonrisa.

Aquel tercer idioma, le había acarreado bastantes dificultades, para comprender el hilo de sus pensamientos. Además, de encriptados, estaban repletos de palabras cuyo significado no sabía. Sin embargo, ella se había ofrecido amablemente, a explicarle cada palabra que él no terminaba de entender. Cuando pasaba las tardes en su casa, recordó.

Cuando era su chica.

A pesar de que no estaba dispuesto a darse por vencido, la distancia entre ambos era evidente, en las sutilezas.

Su mente se había vuelto más cerrada, captando incluso menos de lo que era capaz de descifrar en un principio, encontrando silencio, donde antes había murmullos entremezclados. Así también, la chica no parecía afectada en lo más mínimo ante su premeditado distanciamiento.

Siguiendo el consejo de Rosalie, Edward había decidido cesar de ir hasta su casa —a la vista de la chica, puesto que, las guardias nocturnas continuaban— dejando incluso de buscarla en el instituto.

No aprovechaba cada oportunidad de entablar una conversación, ni la acechaba a la distancia —no de manera tan obvia por lo menos. — En su lugar, aparentaba indiferencia.

Mas, contrario a lo que aseguraba Rosalie, la chica no había tenido la reacción deseada. Julieta continuaba su día a día, desinteresada de sus actitudes y movimientos cuidadosamente premeditados, distraída con sus compañeros y actividades académicas en el instituto.

Su biorritmo incluso había cambiado. Su corazón ya no palpitaba desenfrenado con tan solo verlo. Latía de forma regular, sin grandes variaciones. Como sus ojos, los que ya no destellaban con emoción al verlo.

¿Sería la hora de desaparecer y dejarla en paz?

Quizás era eso lo que debía hacer.

Sin embargo, lo que debía hacer, distaba mucho de que lo quería.

Quería arrancarles la cabeza a aquellos adolescentes hormonales y llevársela consigo hasta lo profundo del bosque.

Acunar su rostro entre sus manos desprovistas de calor, sentir la suavidad de su piel, contrastando con la dureza de su piel de granito. Probar sus labios, beber su esencia...

La tentación estaba siempre latente. El monstruo en su interior, esperaba pacientemente, el momento de debilidad de su inquebrantable fuerza de voluntad, preparado para regocijarse en el placer de beber su sangre.

Sin embargo, aquel deseo, palidecía, ante la abstinencia, que suponía no tenerla cerca. Necesitaba tocarla. Aunque fuese un ligero roce, para apaciguar la tormenta que se debatía en su interior.

En lo alto de la colina, con los débiles rayos de sol iluminando su piel con el brillo de mil diamantes, decidió que cambiaría de estrategia.

Ciertamente el "látigo de la indiferencia" no funcionaba con esa chica, sin embargo, ¿volver a acercarse a ella, traería resultados?

No podía consultarlo con Alice.

Las misteriosas desapariciones de Port Angeles, tenían puesta toda la concentración de su hermana, en busca del responsable de aquello.

Tal masacre, solo podía ser obra de uno de los de su especie.










Capítulo inspirado en un comentario del capítulo anterior, traído a ustedes por cerebro ansioso.

Amable recordatorio, de que sus comentarios, se sobreanalizan y resultan en capítulos algo cortos, ¿pero, contundentes?

No sé tú dime.

Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro