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¿Dónde está el VAR?

Golpeé el control de la play enfurruñada por mi mala racha.

A mi lado Paul se jactaba de su victoria.

— Disfrútalo mientras puedes. — Mascullé irritada.

Su sonrisa se ensanchó más, mientras chocaba palmas con Sam.

— Ya era hora... —Espetó Embry, golpeando con un puño el brazo de su amigo.

Con premura, me incorporé y fui hasta la cocina por una cerveza.

— Wow, primera vez que veo a alguien ganarte jugando fifa. — La figura oculta tras la puerta del refrigerador, se vio descubierta cuando cerré el aparato. Seth y sus ojos achinados por una amplia sonrisa, me miraban en una mezcla de diversión y curiosidad.

— Lo dejé ganar para que ya no llore...

— O para que no salga a transformarse, cada vez que empiezas a bailar...

— Pues sí, la vez pasada casi destruye la casa.

Me carcajeé llevando una mano hasta mi estómago.

Seth, rio disimuladamente, ante la mirada atenta de su hermana.

— ¡Hola Leah! — Saludé haciendo caso omiso a su mirada fulminante y su cara de pocos amigos. — ¿Jugamos fifa?

La chica se limitó a dar un gruñido antes de salir dando un portazo.

— ¿No le gusta el fútbol?

— Ignórala. Cosas de chicas.

Enarqué las cejas ante la observación.


— Oh no perra. ¡Eso fue penal! — Me quejé ante la brutal goleada que me había dado Seth.

El menor de la manada celebraba su aplastante triunfo entre saltos de alegría y gritos de ánimo de sus compañeros.

— ¡Dónde está el VAR!

— Admítelo Julieta... Hoy no es tu noche.

Terminé la segunda cerveza de la noche y estampé la lata sobre la mesita frente al sofá en que estábamos sentados.

— ¡No! ¡Me niego! Eu voi a ir a su casa e vou apuñalar sua traquea... —Amenacé arrastrando las palabras en una pésima imitación del acento portugués

Los muchachos a mi lado se mofaron de mi desempeño entre risas y pasos de free fire. Con pasos tambaleantes, fui hasta la cocina en busca de otra cerveza. Un sonoro eructo se escapó de mis labios, mientras me inclinaba en el refrigerador para coger otra lata.

Las risas en la sala se hicieron más estridentes.

— ¿Oíste eso Jacob? — Dijo Seth lo suficientemente alto, para que yo fuera capaz de escucharlo.

— ¡Jacob! — Volví a la sala de una carrera.

Cerré la mano en un puño para que lo chocase, mas, el muchacho ignoró mi gesto. Decepcionada, dejé caer la mano flácida a mi costado.

— Los mocosos no paran de molestarme. — Acusé, sentándome en el reposabrazos del sillón. — Todo por un miserable partido...

— Fueron tres Julieta. — Intervino Seth.

Callao larva, los adultos están hablando. Más encima, este hombre de aquí — Continué, apuntando a Paul. — Olvidó pagar la suscripción del Just Dance y ahora vamos a tener que jugar a lo pobre...

— Tú lo contrastaste en primer lugar, Julieta. — Contraatacó Sam.

— Sí ¡Pero, estoy en banca rota!

— Eso es porque no vas a trabajar con doña Chepa, ¿qué excusa le inventaste hoy? ¿Mononucleosis?

— Licantropía cabrón. ¡Estoy estresada! — Giré el cuello en un exagerado movimiento que hizo tronar mis huesos, para luego beberme la cerveza a grandes tragos.

Los muchachos a mi lado seguían comentando mis vergüenzas riéndose a mis espaldas, mientras el gesto de Jacob, se endurecía con cada segundo que pasaba.

— Cullen está en los límites de la reserva.

Tosí frenética ante la mención, sin botar una gota del líquido ambarino. Todas las miradas se posaron en mí, de manera acusadora. De reojo, noté que el leve temblor de Paul, se volvía más evidente.

Me encogí de hombros y me acabé la cerveza con rapidez antes de hablar.

— ¿Tengo cara de que me importe?

Jacob tensó los labios en una línea.

— Si llega a romper el tratado...

— ¡Qué me importa a mí! — Enfaticé, chasqueando los dedos. — Problema de él si inicia la tercera guerra mundial. ¡Eh Seth! ponte un temazo voy por otra cerveza, ¿alguien quiere?

Todos tenían cara de pocos amigos, salvo Seth, que obedientemente, cogió el celular para sincronizarlo con la tele.

— Tienes que irte de aquí... — Ordenó Jacob, con tono demandante.

Destapé la cerveza y me giré para encontrarme con sus ojos furiosos, dispuesto a sacarme a rastras si era necesario. Sam y Paul lo secundaban asintiendo enérgicamente.

— Debemos prepararnos. Tú solo nos estorbarás en un enfrentamiento.

— Ah no. Yo me quedo a mirar cómo se agarran a putazos. Como la ONU.

— ¡Ya está! — Todos volvimos la atención a Seth.

¿En serio iban a enfrentarse por un tratado del año de su abuelo?

— La canción... — Agregó inmediatamente el muchacho, notablemente nervioso.

Varios chicos pusieron los ojos en blanco. Paul, salió a grandes zancadas, para calmar su ira.

— ¡Me encanta ese tema! Eres el mejor Seth. Toma te ganaste una cerveza. —Dije extendiéndole la bebida.

— Eh... no bebo, pero gracias.

— Cierto que eres un mocoso. ¡Más para mí!

Jacob se acercó hasta mí, con el ceño fruncido. Aparté la cerveza.

— ¿Qué?

— Debes irte.

— Tú no eres el dueño de casa. ¡Tú no me echas! Me iré cuando me eche Seth. O Leah... — Torcí el gesto. Tenía la impresión de que Leah, estaría muy entusiasmada con la idea de echarme. Probablemente, no lo hacía por consideración a Seth. — Ahora si me disculpas... ¿Te quedas al karaoke o te vas a la guerra?








Capítulo de medianoche, porque actualizar antes de dormir, es mi somnífero.

Me avisa si mi vieja mula, ya no es lo que era.

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