Don't you love her madly?
Otra tarde previa a los exámenes finales.
El almuerzo había culminado, dejándoles tiempo adicional a los estudiantes de último año para realizar un repaso de último momento.
Bella, se había demorado un poco más en terminar su almuerzo, priorizando el leer sus apuntes, antes que distraerse con las conversaciones que se desarrollaban durante la comida.
—Trae acá, si total no te lo vas a comer.
Julieta, se disputaba el trozo de pie de limón de Edward, mientras Bella, dejaba sus apuntes a un lado, para prestarle atención a Jessica, quién había comenzado a preguntarle los pormenores de su estadía en Phoenix.
Poniendo un mechón de cabello tras de su oreja, intentó disimular que estaba mirando de reojo en dirección a Julieta. A pesar de que no alcanzaba a entender, lo que decía en español, captó a lo que se refería.
Edward Cullen, no había tocado la comida de su bandeja.
Cómo tantas otras veces, no había comido, ni bebido nada, en todo el transcurso del almuerzo.
Alzó levemente las cejas, al reparar en aquel detalle y lo apuntó, a la lista de las actitudes extrañas que había notado en el cobrizo.
No obstante, como si le hubiese leído el pensamiento, Edward refutó su teoría y le dio un gran mordisco al trozo de pie, recién robado, ante la mirada atónita de Julieta.
—¡Oye! ¡Te lo comiste casi todo! ¡Y estaba rico!
En venganza, ella se llevó la porción restante a la boca, devorándose el trozo de pie de considerable tamaño de una sola vez.
—Julieta... —Le recriminó el cobrizo a la chica de mejillas llenas. -No vuelvas a hacer eso. Podrías atragantarte.
—Nomporta...
Imitando a los presentes, que encontraron cómica, la escena, Lauren y Jessica, se carcajearon, con un deje de envidia, ante la despreocupación, por las cientos de calorías que podría tener aquella porción de dulce.
Asimismo, con cierto rencor, repararon en la falta de recato y decoro que Julieta ostentaba.
Estaban literalmente, junto al soltero más guapo del instituto. Un privilegio, que pocas afortunadas tenían. Y ella, no hacía más que comportarse como una auténtica troglodita.
Era casi ofensivo para ellas, que se habían puesto su labial más rojo y pasado más tiempo del necesario, rizándose las pestañas.
—Tienes migajas alrededor de la boca. —Pronunció una voz profunda, con tono autoritario.
Bella volvió la vista al cobrizo, entreabriendo la boca y atrapando su labio inferior entre los dientes.
Jessica, hizo un aspaviento con sus manos, entablando una conversación con Lauren, para distraer sus pensamientos de la estatua griega a un par de sillas de distancia.
La chica de cabello rojo fuego, acomodó su melena hacia un lado, para capear el calor acumulado en su nuca, mandando una ráfaga de aire cargada con su esencia en dirección a Jasper, quién en un acto reflejo, se tensó en la silla, sintiendo sus músculos, contraerse, preparado para atacar.
Sin palabras, Alice lo tranquilizó, posando su pequeña mano sobre su rodilla y mandando una oleada de paz, al mirarlo con sus ojos cargados de amor.
Jasper soltó el aire de sus pulmones lentamente, volviendo a retomar la postura de un humano despreocupado.
Nadie, notó el cambio, salvo los vampiros presentes en la pequeña cafetería. Aquello había transcurrido en cosa de segundos, siendo un cambio imperceptible para los humanos.
—No tengo espejo... —Se quejó Julieta, limpiándose las comisuras de la boca con brusquedad. - ¡Quítamelas!
De improvisto, cerró la distancia con el cobrizo, acercando su cara a la de él.
—¡Rápido, que van a tocar el timbre!
Con delicadeza, Edward alzó la mano y deslizó sus dedos por su piel, deshaciéndose de los restos de comida alrededor de su boca. Con un ligero roce, revoloteó sobre sus labios, demorándose un poco más de lo necesario, en la tarea encomendada.
—Listo...
Con renuencia, quitó los dedos del rostro de la chica, que con un despreocupado "gracias" retomó la charla con Bella.
Reprimiendo los estruendosos alaridos de envidia a su alrededor, Edward se inmiscuyó en sus pensamientos, solo para encontrar una escueta apreciación.
"Me muero si llego con el hocico lleno de comida a clase."
Eso era todo lo que Julieta le había dedicado a su acercamiento. Eso, y una reafirmación a lo bueno que estaba el pie.
Aquello, no hacía sino mantenerlo en una incertidumbre, gobernada por una tensa calma, que lo exasperaba.
Si cualquier otro, hubiese hecho la acotación respecto a las migas en su boca, ¿hubiese dejado a cualquiera que la tocara? ¿Qué pretendía aquella chica? ¿Su corazón se había acelerado con emoción, con miedo o repulsión ante su frío tacto? ¿Cómo sabría cómo proceder si no le daba indicios de que estaba avanzando en la dirección correcta?
Tal vez, estaba dando una lucha inútil. Quizás la chica, lo había degradado, a ser uno más de su grupo de amigos de preparatoria.
Si Newton, hubiese aprovechado aquella oportunidad para flirtear, quizás ella le hubiese dado la misma importancia...
Edward tensó la mandíbula, dedicándole una mirada furiosa al blandengue de Newton, quien se rascaba la nuca a intervalos para disimular lo nervioso que lo tenía la presencia del intruso Cullen, en su mesa.
Sus banales pensamientos, reverberaban como un eco en su cabeza.
¿Por qué se sentaba con ellos si no estaba saliendo con Julieta?
¿O es que acaso venía a conquistar a Bella ahora?
¿Por qué tenía la impresión de que le desagradaba, mas, no lo admitía abiertamente?
¿Porque era más guapo y popular que él?
Mike, continúo regodeándose en los muchos atributos que le serían atractivos para las chicas, en una burda competencia, comparándose con él.
Edward, se apresuró a salir de su cabeza. Con cada segundo allí, su desagrado aumentaba de manera exponencial. No se sentiría culpable si terminaba estampando su cabeza "accidentalmente" contra la mesa.
A pesar, de que había sido un desagrado y el rubio no hacía más que repetir tonterías y fantasear con la chica Swan, -de formas poco apropiadas- algo en lo que pensó le dio vueltas.
Swan.
La tímida chica que no paraba de ser interpelada por la cotilla Stanley y Julieta, lo miraba fijamente, cuando creía que él no se percataba de ello. Cuando la pillaba mirándole, desviaba la mirada avergonzada, mientras sus mejillas se coloreaban deliciosamente sobre la piel de sus pómulos.
Sin duda una imagen encantadora...
—Quiero comer curanto, quiero comer curanto, tenga caliente el hoyo comadre pa' prepararlo.
Julieta se carcajeó de su propia canción y miró al frente con aire ausente. -Tengo antojo de curanto...
—¿Qué? —Interpeló Jessica, notablemente irritada por el brusco desvío del tema.
¿Qué tenía que ver eso con los novios que había dejado Bella en Phoenix en su última visita?
Bella por su parte suspiró de alivio, agradeciendo internamente su interrupción y las ocurrencias de la chica.
—¿Qué es un curanto? —Preguntó Eric, curioso por la tonada.
Julieta esbozó una sonrisa, que iluminó sus ojos chispeantes de emoción.
—The Curanto... —Dijo con tono de presentadora. Unas risas se hicieron escuchar de parte de los reunidos en la mesa. -Es una ambrosía mi estimado amigo. Un manjar de los dioses, hecho con los más exquisitos ingredientes.
Edward se cruzó de brazos, apoyándose sobre el respaldar de la silla y dejando que sus ojos se deleitaran con el espectáculo que era verla explicar aquello.
Hacía pausas dramáticas, gesticulaba con las manos, daba breves y agudos chillidos de emoción.
—Cosa má' wena del mundo... Un manjar...
Olvidándose de no mezclar los idiomas e incluso incorporando modismos que solo ella entendía, la emoción se desbordaba en sus palabras.
—Oooh, y el caldito. El levanta muertos le dicen.
—¿El qué? —Interrumpió Jessica, con una mueca de confusión.
—El caldito. —Repitió Julieta, sin caer en cuenta del cambio de idioma. —O sea, la sopita. —Comenzó a chasquear los dedos, como si con eso pudiera agilizar su cerebro, en busca del sustantivo en inglés. —¡Edward! —El interpelado alzó una ceja, ladeando levemente la cabeza en su dirección, con desinterés. Sin embargo, el ojo atento de Bella, había notado como no le había quitado la mirada de encima. — ¿Cómo se traduce sopita?
El aludido esbozó una sonrisa.
—Soup. —Masculló en tono seco.
—No, sopa no. Sopita.
—Es lo mismo para efectos prácticos.
—Bu... ¡Gringos aburridos!
Julieta se cruzó de brazos y miró a Jessica con evidente decepción. —Soup. —Masculló. —¡La mejor del universo!
Jessica, pronunció un escueto,"ok" dando por concluido el tema, que desde un principio no había sido de su interés.
Bella, dejó pasar la hora, comiendo en silencio.
—Si paso de curso, le diré a Willy que me prepare un curanto. —Anunció de improviso Julieta, chocando el puño contra la palma de su mano, provocando un leve sobresalto en Bella.
—Vas a pasar de curso...
Bella notó que Edward, no lo decía a modo de consuelo, como todos los que le habían repetido aquella frase. Él lo decía como si estuviese seguro de ello. Como si no escatimara en medios para cumplir su palabra.
—Mmm... pero a Willy no le gustan los mariscos. —Continuó Julieta. Las comisuras de su boca, descendieron en una mueca de tristeza. —¡Maldición! Cierto que es veganazi. —Concluyó para sí misma, en voz alta, ajena a como Edward escuchaba con interés sus tonterías.
Bella dio un suspiro.
Frotando sus sienes con expresión abatida, apoyó los codos sobre la mesa.
La chica que mezclaba idiomas y hablaba de comida, como si fuese una nueva forma de vida, en extremo interesante, acaparaba toda la atención del cobrizo.
¿Bajo qué clase de embrujo lo tenía aquella chica?
Una punzada de culpabilidad se instaló en su pecho, haciéndole bajar la vista hasta sus manos, avergonzada por tener ciertos reparos con la actitud del cobrizo con su compañera peliteñida. Sin embargo, le era inevitable cuestionarse el repentino interés de aquel hombre misterioso, por esa chica que no suponía ningún misterio.
Era simple y mundana hasta el cansancio, no obstante, él la contemplaba, como si fuese el ser más fascinante del universo.
¿Su interés se explicaba porque era extranjera?
Bella lo descartó enseguida.
Había muchas chicas extranjeras en la preparatoria, más carismáticas y amables e incluso más bonitas. Con esa belleza propia de las Miss Universo.
¿Entonces qué le atraía?
¿Algo más allá de su entendimiento?
—Se me echó la yegua. —Anunció Julieta, acunando la cabeza, entre sus brazos entrelazados sobre la mesa, con la intención de tomar una pequeña siesta.
—Tenemos examen de Biología. —Le recordó Bella, quién ya había sacado sus apuntes para dar nuevamente un último repaso.
Jessica y Lauren se pusieron al corriente, interrogándose la una a la otra y Mike, anotaba palabras clave en la palma de su mano a modo de recordatorio.
Bella dio, un breve asentimiento de conformidad, cuando vio a Julieta sacar un cuaderno con apuntes. Debía estudiar para sacar buenas notas. No quería ser su tutora de Biología también. Suficiente había tenido con ayudarla con Literatura.
—No hay problema. —Julieta, puso su libreta de apuntes sobre la mesa, la abrió en una página al azar y luego pegó la frente en los apuntes de letra irregular. —Estudio por osmosis.
Todos los presentes emitieron una carcajada. Bella frunció el ceño, ocultando su rostro crispado tras sus apuntes. Incluso Edward había esbozado una tímida sonrisa.
—-Julieta... Eso no tiene sentido. —Reprochó el cobrizo, quien tampoco estaba haciendo repasos de última hora.
Sin embargo, él, no los necesitaba. El perfecto señor Cullen, tenía las más altas calificaciones y no arriesgaba perder un año, o una materia, a diferencia de la chica que no se esforzaba lo suficiente.
—Claro que sí. Somos noventa por ciento agua. —Se defendió Julieta. Alzando levemente la cabeza, enfocó a Edward con ojos somnolientos y pronunció: "Mitocondria" agitando las manos y emulando el "de chill" popular en internet.
Edward apretó el puente de su nariz entre sus dedos pulgar e índice y sacudió la cabeza, resignado.
Julieta lo ignoró y volvió a dormitar sobre el cuaderno abierto, sin ninguna preocupación por su aspecto o lo que pensaran de su particular método de estudio.
Bella volvió la atención a sus apuntes, mirando cada tanto a Edward.
El cobrizo reclinado en la silla, observaba distraído la sala de estudio. De reojo, podía apreciar el dorado intenso de sus ojos, oscuros hace un par de días.
¿Lentillas? ¿Cosplay?
Edward, no era la clase de persona que se prestaría para aquel tipo de cosas, concluyó Bella.
Era demasiado culto y maduro, para tener ese tipo de aficiones.
No importaba cuanto se esforzaran en convencerla, simplemente no le inspiraba ese tipo de perfil.
El cobrizo, estaba rodeado de un aura de misterio, como su ocultase un secreto.
Era una especie de justiciero oscuro, que protegía a los desamparados desde las sombras. ¿O tal vez era un villano?
No... imposible.
Él, la había salvado aquella vez, de esa imprudente chica que casi la mata, aplastándola con su furgoneta.
En esa ocasión, le había pedido explicaciones, en el breve instante que estuvieron a solas en la sala de urgencias, sin embargo, él había actuado frío y cortante, atribuyéndole su rápida reacción a un simple ataque de adrenalina.
No conforme con su escueta explicación, planificó interceptarlo a la salida, luego de su alta médica.
Sin embargo, los gritos estridentes de una chica la detuvieron.
Julieta corría a toda velocidad, con sus ruidosas botas, retumbando contra el linóleo, mientras hacía señas por sobre su cabeza vendada.
Resignada, Bella, dio un suspiro, volviendo sobre sus pasos para reunirse con Charlie.
Aquella chica de marcado acento, le había arrebatado la oportunidad de hablar con Edward...
Y para su desdicha, aquel patrón se repetía constantemente.
Cada vez que quería hablar a solas con él, ella estaba rondándolo; hablándole de manera casual, comentando alguna trivialidad y acaparando su atención.
Sin percatarse de ello, Bella dejó escapar un suspiro ofuscado, mientras pasaba la página de su apunte.
La presencia intimidante del cobrizo, no parecía afectarle a Julieta, concluyó. Tal vez, su falta de sensibilidad, era magnética para él. De otro modo, no se explicaba qué le había cautivado.
Bella acomodó un mechón tras de su oreja y dejó sobresalir su labio inferior en un puchero.
Ella era demasiado tímida, para hablarle con tanta desenvoltura al cobrizo.
Sus breves conversaciones y largos silencios se habían desarrollado en una atmósfera de nerviosa incomodidad.
Ella sabía que él era extraño y él quería poner distancia de ella, porque estaba al tanto de sus sospechas. Era un peligro latente para su secreto.
—Ya. Si no sé es la C y siempre la D, de Diosito. O la C de Cristo.
Julieta había despegado la cara de sus apuntes despertando de su ligero sueño, con una violenta sacudida.
—Listo. Estamos dados pal' éxito. —Decretó al tiempo que alzaba los brazos, desperezándose. —¿Sí o no?
Julieta cerró la mano en un puño, dirigido a Bella, para que lo chocase. Sin ánimo de ser parte de un gesto tan banal, pero demasiado incómoda para negarse, la imitó, en una muestra de distante camaradería.
Finalmente, Julieta se incorporó, y con prisa enfiló hasta el salón de Biología, en busca de la mejor posición estratégica.
—Vamo a morir... Vamo a morir, vamo a morir... —Canturreó como lo hacía previo a cada examen.
Bella puso los ojos en blanco y arregló su mochila con premura, al notar que casi todos se habían incorporado.
Sus ojos se clavaron de manera automática en la silueta de Cullen, que con aire distraído, se disponía a salir de la cafetería.
—¡Edward! —Su exclamación, rompió el apacible silencio.
Bajó la vista, acomodando la mochila sobre su hombro, antes de volver a hablar.
Con los labios entreabiertos, se sumergió en los ojos dorados que la miraban con suspicacia.
—¿Vamos? —Le alentó la voz aterciopelada.
Evitando hiperventilar, Bella apresuró sus pasos para seguir a Edward hasta el salón.
Capítulo regalo para la señora Cullen KyVelasquez
Con esta economía no alcanza para el envío de tu regalo de bodas.
1 disculpa bb.
Recuerde que toda interacción me sube la serotonina (y me recuerda que tengo que actualizar, porque puro que me ando correteando).
Amable recordatorio de que toda opinión es bienvenida, comente con confianza nomás mi reina.
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