Chào các bạn! Vì nhiều lý do từ nay Truyen2U chính thức đổi tên là Truyen247.Pro. Mong các bạn tiếp tục ủng hộ truy cập tên miền mới này nhé! Mãi yêu... ♥

Cuestión de perspectiva

Podía dejarme hasta la dignidad en la casa, pero no el celular.

El maldito teléfono móvil, mandó la atmósfera de intimidad al demonio, sobresaltándome, al tiempo que <<Moskau>> notificaba una llamada entrante.

—¡Quién molesta a esta hora! —Contesté al desafortunado interlocutor al otro lado de la línea.

Edward a mi lado, abrió la puerta, con una mano, mientras la otra se iba hasta mi cintura.

Entré a grandes zancadas a la mansión, maldiciendo para mis adentros, hasta que reconocí la voz que llamaba a la madrugada.

Carlito querido, cómo estás, oye...

Deleitado por mi histrionismo, Edward se detuvo, frunciendo el ceño.

Caminamos hasta la sala de la mansión, mientras yo sostenía una conversación en español, repitiendo palabras, como, <<Salvaje>>, <<Atroh>> y <<Trshemendo>> al final de cada frase, que pronunciaba como si tuviese una papa en la boca.

En la sala, nos esperaba toda la familia Cullen reunida. Esme, se levantó para saludarme, sin embargo, se detuvo, al percatarse de que seguía hablando por teléfono.

—No me digas, que estos gringos picante, siguen con esa orden de extradición oye, atroh. —El interpelado me respondió con tono bajo, algo molesto por la respuesta que me tuvo que dar. —Trshemeeeeeendo.

Finalmente, dejó de entretenerme con trivialidades y trajo a colación el tema que nos convocaba y que había aniquilado mis últimos ahorros, y el dinero que no le devolví a Edward, por venderle su propia pintura.

—Mañana, estaría perfecto. —Conteste entusiasmada por el paquete que estaba a punto de recibir.

Me mordí el interior de la mejilla, cuando el interlocutor, preguntó acerca del restante pago, por la encomienda. Un nuevo integrante, se añadía a las personas a las que les prometía cosas, con la convicción de que no las iba a cumplir.

La lista era encabezada los Vulturi y ahora le seguía Cardoen.

Aunque, si me volvía vampira, tal vez, lograría juntar todo lo que le iba a quedar debiendo. En cien años, cualquiera salda una deuda. De otra manera, estaría en su lista de deudores morosos, junto a Sadam Hussein.

Saludos a todos por allá. Adio. —Concluí la llamada con un suspiro y una sonrisa esperanzada. Las posibilidades de ganarle la batalla a la pelirroja se incrementaban, volviéndose más reales.

—¡Julieta! —Esme corrió para rodearme en un abrazo maternal, de genuino afecto y preocupación.

—¿Estabas hablando con el inventor de las bombas de racimo? —Edward parecía incrédulo de sus propias palabras.

—Pero... ¿Cómo...? —Inquirió Carlisle, con el reproche de un padre que se entera que le han dejado la tarjeta de crédito sin fondos. La que sería mi próxima movida, probablemente.

—Conozco a alguien, que conoce a alguien... Allá en mi rancho, nos conocemos todos... —Respondí orgullosa de mi propia astucia.

—¿Para qué quieres...? —Jasper dejó la pregunta en el aire. La expresión de su hermano fue respuesta suficiente. —Piensa enfrentarse a Victoria con bombas...

Edward se llevó las manos al puente de la nariz, ocultando parcialmente su rostro.

—No olvides a Pochita... Y la AK-47... Y...

—Cariño. ¿No te ha dicho Edward, que los vampiros somos imposibles de matar? —Esme no había cambiado su tono conciliador y amable. —Nuestra piel, es impenetrable. No hay arma en el mundo que nos pueda hacer daño...

Las comisuras de mis labios se curvaron hacia abajo.

—¡Bueno! Supongo, que cualquier cosa, es de ayuda contra los neófitos. —Alentó Emmett, ganándose un codazo, de parte de Rosalie.

—Lo sé. Por eso, hay que atacar el problema de adentro hacia afuera. —Respondí, mirando a Esme y Carlisle, de manera intermitente. —¡Voy a rescatar al camarada Elmo y voy a meterle una bomba por el culo al canalla que se lo llevó! ¡Nadie se mete con Julieta González y se las lleva pelás!

La pelirroja era la mente maestra, detrás de la operación Elmo y por ende era lógico que uno de sus subordinados había ejecutado su macabro plan. Si bien, el principal objetivo era ella, me iba a encargar de conseguir suficiente munición para convertir a Forks en el epicentro del meteorito que extinguió a los dinosaurios. O en ese paraje rocoso que los gringos suelen promocionar. El cañón colorado o algo así.

—Disculpen, está...

—¿Loca? Sí, lo sabemos hermanito. —Interrumpió Rosalie.

—En shock.

—Ven siéntate, cariño. —Esme, puso un brazo sobre mis hombros y me guio hasta un sofá. —Te prepararé un chocolate caliente.

La vampira se había incorporado recién, cuando una figura conocida, apareció a su espalda, con una humeante taza de brebaje.

—¡Katherine! —Saludé, extendiendo las manos, para alcanzar el chocolate.

—¿Por qué estabas hablando con la papa en la boca?

—Porque estaba hablando con un cuico, po' gringa.

Katherine alzó las cejas, denotando su curiosidad.

—Dejémosla descansar. —Sugirió Edward, tomando asiento a mi lado.

Me bebí el chocolate caliente con rapidez. Sucumbiendo al cansancio, que había acumulado a lo largo de ese día y en los dieciocho años de mi corta, pero acontecida existencia, apoyé la cabeza sobre el hombro del vampiro, que me arropó con una bonita y calentita manta beige que hacía juego con el sofá.

Me ovillé junto a él, con la vista en el mashmellow que se deshacía al calor del segundo chocolate caliente entre mis manos, para desviar la atención, de la agradable y familiar sensación de saberme a su lado. Su brazo pasó sobre mis hombros y se amoldó de forma automática a mi contorno, como piezas de un rompecabezas, que nunca se había desarmado, ni terminado con las piezas perdidas, rotas y tiradas en algún rincón del universo.

Debía ser responsable, digna y racional. Tomar el poco orgullo que me quedaba, las llaves de mi cacharro e irme. Pero, también quería quedarme a su lado, en el lugar donde alguna vez fui feliz.

Los Cullen abandonaron la casa, poco después, aprovechando la instancia para cazar. Debían prepararse para la batalla, que se aproximaba, y no habían cazado hace días, en su afán por vigilar mi casa.

No habían dejado de ir, ningún día, salvo hoy, reafirmando mi tesis de que no eran necesarias, medidas tan extremas. Si bien, hubo situaciones de incómodo peligro, no fueron obra de la pelirroja. Bueno sí. El camarada comandante estaba desaparecido, y ahora iban a asaltarme las pesadillas.

Además, había arruinado la navidad, atropellando un reno.

Las tácticas de la pelirroja, eran macabras y astutas, pero, yo era mejor estratega e iba a vencerla.







Capítulo, con extra de mensajes subliminales, para su disfrute, camarada lector ajksdhsjkdfshj.

Siéntase libre de opinar, dejar su crítica, reseña, estrellita, reporte del tiempo, recuerde que sus interacciones son mi serotonina.

Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro