Crossover
Con el gentil auspicio de mi querida @KyVelasquez le traigo un capítulo con la participación especial de la protagonista de Piuchén, el fanfic de la talentosa @KyVelasquez.
¿Quién dice que no se pueden cruzar los canales?
PD. Si viene del capítulo Crossover de Piuchén, sepa que todo lo que dice ahí, es ley.
—¡Eeesooo, pariente....!
Mike y Emmett, sacudían las caderas emulando un movimiento sensual, que provocaba vítores entre las féminas presentes.
—¡Muere gusano, muere! —Los animaba Julieta, en la reciente competencia, por saber, quién tenía los mejores pasos del baile del gusano.
William, observaba con la boca abierta, cómo en tiempo récord, su hermana, había convertido la fiesta de graduación, en un encuentro costumbrista, típico de su país natal.
—Dios mío... No puede ser. —Se lamentaba, parado en medio del pasillo, con una mano en el pecho, embargado por la vergüenza ajena.
—Está obsesionado por ganarle al chico Newton. Parece un niño. No un vampiro de más de ochenta años. Y me encanta. —Reveló Rosalie.
Súbitamente la vampira se había situado a su lado, haciéndole compañía. William, intentó disimular lo nervioso que lo ponía su cercanía, enderezándose y sosteniendo el vaso entre sus manos con firmeza, mientras que la hermosa rubia, apoyaba la espalda en la pared, con un ademán despreocupado.
—Él, bueno... se ve encantador... —Comentó William, con voz trémula.
Rosalie, le dedicó una sonrisa deslumbrante —cuidando de no enseñar los dientes— antes de desaparecer entre los asistentes de la fiesta.
William, siguió reteniendo el aliento, hasta que vio desaparecer el último trazo de tela del vaporoso vestido color champagne, de la vampira.
—Hola... —Taylor, reclamaba su atención, ofreciéndole un vaso con helado de piña, mezclado con vino blanco.
—¿Qué?
—¿Debería preocuparme? —Vociferó Taylor, demasiado fuerte, incluso para el ruidoso ambiente. —Estabas babeando, mientras hablabas con la rubia Cullen.
—¿Qué? Ay, Taylor, por Dios...
William alzó una ceja, cuando su pareja le dio un sonoro sorbo a su cóctel.
—¿De dónde sacaste eso?
—Tu hermana, los está repartiendo, por allá... —Indicó Taylor, dando pasos torpes, para dejar el vaso sobre una de las mesas con aperitivos.
La voz de su hermana se hacía escuchar, por encima del coro de una clásica canción de reguetón, alentando a que sirvieran más alcohol. Con premura, William avanzó entre los adolescentes, que se movían tímidos, entre letras subidas de tonos y compases rítmicos.
—Póngale, póngale, póngale...
Concluida la canción, terminaron las grabaciones que iban a Insta, junto con el veredicto del público.
—Ese farol, no alumbra, no alumbra ese farol...
Cuando finalmente la encontró, estaba junto a un sujeto de mediana edad, vestido de traje, saltando, con las manos alzadas y cantando "eh, eh, eh, tenemos sed, tenemos sed, mucha sed, sed".
De forma automática, como si fuese un movimiento aprendido, la tomó del antebrazo, alejándola del jolgorio.
—¿Cuántos tragos llevas, Julieta González? —Inquirió serio.
—Con este recién uno. —Respondió alzando un vaso de líquido ambarino, mezclado con bebida cola.
—Di la verdad.
—Pregúntale a la Katy. —Señaló, como si conociera de toda la vida a la atractiva joven, que habían conocido durante la ceremonia de graduación.
—Es verdad... —Admitió la aludida con sinceridad.
—¡Ahhh! ¡Me encanta esa canción!
Tomando de la mano a Katherine, la arrastró a la improvisada pista de baile, envolviéndose ambas en una extraña danza para los asistentes, que las observaban con admiración.
—A mi esposo, lo obligué a que aprendiera a bailar reguetón. —Expresó la vampira, perdida en sus memorias, mientras esbozaba una sonrisa pícara. —Era tan tieso como.... —Una pausa le sucedió a su contestación, momento que Julieta aprovechó para darle un sorbo a su bebida. — Como tú Edward. —La humana casi tira el vaso y su contenido, al voltear y encontrarse de frente, con la figura imponente de Edward Cullen, quién no quitaba las manos de su cintura, intentando seguirle el ritmo.
—¿Qué? ¿Cómo? —¿Cuánto tiempo llevaba el vampiro tras suyo? Y más importante... —¿Tienes esposo? —Giró sobre sus talones, dándole la espalda a Cullen y avanzando para alejarse de él. Su cerebro se había ralentizado con tanta información. Estaba sorprendida y desconcertada a partes iguales.
—Llevamos seis años casados. —Indico Katherine alzando el dedo anular. Julieta iba a responderle la grosería de igual forma, cuando se percató de que no era su dedo medio el que se alzaba.
"Casi la cago" Pensó con culpabilidad.
—Nos casamos unos meses después de que mi esposo me convirtió. —Continuó la vampira.
—Sólo tienes... ¿seis años cómo vampira? —Susurró a su oído Julieta, olvidando que era capaz de oírla por sobre la música estridente, y los murmullos de los adolescentes.
Katherine asintió.
—¿Tu esposo lo hizo? —Nunca había conocido un vampiro que se transformara por voluntad propia. Todos eran vampiros por desgracia o porque no les quedaba de otra.
—¿Se enamoraron cuando eras humana? —Julieta se mordió la lengua, inmediatamente después de hacer la pregunta.
¿Qué pretendía? ¿Proyectarse en aquella vampira con la que no tenía nada en común, salvo la nacionalidad?
Katherine era preciosa, madura, adulta, divina y exuberante.
Y ella...
A ella le quedaban las piscolas cabezonas...
De otra forma no se explicaba su comportamiento entrometido. Bueno sí. Era naturalmente entrometida. Pero, prefería excusarse, aludiendo a que el alcohol, había hecho estragos en su personalidad.
Katherine asintió con una sonrisa cómplice.
Julieta buscó con la mirada, a algún asistente pálido como pantruca y con los ojos dorados, pero lo único que encontró fue a adolescentes sudorosos, tratando de imitar sus pasos.
—Está en Alaska, junto a nuestro hijo.
Ensanchó los ojos con sorpresa, expectante por una explicación detallada.
—Lo tuve cuando era humana....
—Ahhhh. —Interrumpió, dándole otro sorbo a su trago.
—Con otro humano... —Enfatizó la vampira. —Mi esposo me dejó por un tiempo. Y de esa ruptura quedé embarazada.
Katherine, disimuló una risa, al ver como Julieta se atragantaba y sin dejar de sostener el vaso, alzaba los brazos sobre la cabeza, para facilitar el paso de aire.
Mientras que la guapa y sexy vampira, con la que bailaba, se había convertido en madre, durante el abandono de su vampiro amado, ella había perdido el tiempo, desvalijando la casa de su ex, despilfarrado sus ahorros hasta quedar en banca rota y vendiendo los opiáceos asignados para la fractura de su nariz, a los drogadictos de la escuelita.
Dios les da sus peores batallas, a sus guerreros más pendejos.
—¿Te dejó?
¿Cómo era posible tanta coincidencia? ¿Es que acaso era regla general para los vampiros abandonar a sus parejas? ¿Una etapa necesaria para fortalecer la relación?
Pues que pena, porque al colorado le salió mal, concluyó Julieta, cruzándose de brazos, sin ser consciente de que su labio inferior sobresalía en un puchero.
—Para ellos no es fácil. —Confesó Katherine, empatizando con el vampiro.
Julieta dio un bufido.
Desde las escaleras, a una considerable distancia. Edward escuchaba atento, mientras fingía tener una conversación con Alice. Sus sentidos y su habilidad para leer los pensamientos, estaban completamente volcados en Katherine, cuya ruidosa mente, lo sobreestimulaba, con detallados primeros planos del rostro de Julieta y sus propias apreciaciones, acerca de lo que podía estar pensando.
—Enamorarse de una humana no es fácil. —Continuó Katherine. —No es fácil revelar su secreto y observar cómo nos afecta. —Julieta abrió la boca para replicar, pero se abstuvo. —Fuiste atacada por James y por... Jasper. —Katherine, bajó la voz, apenada por la poca adaptación que tenía el vampiro, a la dieta animal a la que se sometía su clan. —¿No crees que aquello era un motivo suficiente para que él te diera la oportunidad de tener una vida normal?
Julieta agrandó los ojos con sorpresa, y guardó silencio, meditando las palabras de la vampira.
A la distancia Edward reparó en ese detalle, mirando a través de los pensamientos de Katherine. Estaba sorprendido por sus habilidades. Nunca había visto a alguien dejarla callada. Era un suceso extraño, viniendo de Julieta, quien siempre tenía algo que decir. Con qué contraatacar.
Era increíble la interpretación que le había dado a las acciones del vampiro, pensó la humana, mientras pasaba la yema de los dedos por el borde del vaso que sostenía.
Oportunidad, le había llamado a lo que ella había percibido como abandono y desinterés.
¿Estaba mirándolo desde el ángulo errado?
Le dio otro sorbo a su trago, para despejar esos pensamientos.
La vampira era hermosa, madura e inteligente. Pero, no le iba a pasar gato por liebre. Era amiga de Edward. Obviamente iba a abogar por él. Lo malo, es que lo hacía demasiado bien, al punto de hacerle dudar.
—No lo voy a perdonar fácil. —Arremetió Julieta, limpiándose la comisura de los labios con el dorso de la mano. —Sufrí mucho en su ausencia. —Confesó en un murmullo, olvidando que Edward podía escucharla.
Las desgracias no habían venido solas.
No solo había sufrido su ausencia. También había sufrido hambre, porque se estaba acabando la plata para el delivery, y frío, porque no había plata para pagar las cuentas que se acumulaban. Había sido un periodo de mucha escasez, afectiva y monetaria.
—No pido que lo perdones, solo te pido que lo entiendas. —Katherine, no se percató, que pedirle a Julieta, que empatizara con un vampiro, era esperar un milagro. Ya le era difícil, ponerse en el lugar del otro, cuando se trataba de humanos. Ponerse en el lugar de un vampiro, que a su parecer lo tenía todo, era pedirle que empatizara con un poderoso multimillonario. Imposible. —No es fácil para él, ver el daño que has sufrido, por obedecer su inerte corazón. Has sido atacada dos veces, Julieta y ahora te buscan por una tercera. —Un estremecimiento sacudió a la humana, que bebió un último trago de su bebida, con una mueca. —Él quiere tu bienestar e imaginó que ese bien, llegaría en su ausencia.
—¡Pues imaginó mal!
Katherine, ignoró la interrupción de la humana y continuó:
—Quiso darte la oportunidad de vivir con normalidad. En ese momento el egoísmo de Edward desapareció y tú sabes que esa es su característica más sobresaliente.
—Lo conoces bastante... —Comentó Julieta, sorprendida, de que reconociera aquel defecto en el vampiro que solo parecía tener virtudes.
—Sí bueno... mi esposo es parecido a él. —Repuso Katherine, encogiéndose de hombros, para restarle importancia. Explicarle la existencia de los mutiversos a aquella humana de capacidad cerebral limitada, sería exigirle demasiado. —Bueno Julieta, piénsalo. Y disfruta de tu fiesta. —Despidiéndose con un tierno beso en la mejilla, la vampira se alejó de la pista de baile, para dirigirse hasta la escalera, donde la esperaba expectante Edward Cullen, quién agradeció su intervención con un susurro imperceptible a oídos humanos.
Katherine, le dedicó una sonrisa a modo de respuesta, esperanzada de que por medio de sus palabras Julieta, por fin entendería la decisión de Edward Cullen de dejarla en aquel bosque, con aquellas tristes y dolorosas palabras.
Quizás, con su intervención, la humana finalmente le daría una segunda oportunidad a aquel egoísta vampiro.
¿Será?
¿Será que por fin Julieta, entenderá los motivos de Edward y lo perdonará?
Yo, no sé. Tú dime.
Si usted quiere que lo perdone, sean felices y coman perdices, marque 1.
Si usted todavía le guarda rencor y quiere que sufraaa, marque 2.
Si le da lo mismo, solo cuelgue.
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