Grupo sanguíneo... Indeterminado
- ¡Hermano mío! ¡Veo la luuuz!
Desperté muy animada esa mañana, a diferencia de Willy, que amaneció con cara de pocos amigos.
- Julieta, no grites -musitó llevándose una mano a la frente, mientras rebuscaba en los estantes ingredientes para el desayuno.
- ¿Mala noche? -pregunté, arrastrando la silla. A mis espaldas, un sujeto que no era el ACAB, se rascaba con pereza la piojera, al tiempo que daba un bostezo.
- Nada de eso... -contestó malicioso Willy, extendiendo al desconocido una taza humeante de café.
Con ojos desmesuradamente abiertos por la sorpresa contemplé la escena. Abrí la boca para agregar algo más, pero nada coherente se me vino a la mente.
- ¿Es tu hermana? -preguntó el desconocido barbudo, tomando asiento a mi lado. Asentí, cerrando la boca, pero con una cara de asombro que no podía disimular.
- Espero, no hayamos sido muy ruidosos anoche -el barbudo lanzó una carcajada. Willy, lo acompañó con forzadas risas que denotaban su incomodidad.
- Ah, no hay fijón... -hice un ademán despreocupado con la mano y entrecerré los ojos con desconfianza.
Desde tiempos inmemoriales, habíamos vivido en casas pequeñas con paredes de cartón. En mi barrio de infancia, las calles se habían vuelto mi patio de juegos, hasta bien entrada la noche. Y actualmente, contaba con mis audífonos y mi Spotyfi pirata para capear momentos incómodos...
Además, gracias a Alá, Buda y Jebús, mi hermano no era una actriz porno asiática, ni una tortuga, de modo que no había nada que tuviera que ocultar con urgencia. Salvo el crujido de la cama, que anoche parecía a punto de colapsar...
Willy me dio granola y leche de almendras al desayuno, mientras charlaba animadamente con el desconocido. Era el baterista de una banda de new metal, que había tocado en un bar de mala muerte al que mi hermano había ido a parar -luego de una discusión con el ACAB- agregué para mis adentros.
Me zampé, mi nada llenador desayuno, que luego compensaría con un hot dog al almuerzo y me despedí del agradable desconocido.
Los radiantes y escasos rayos de sol, se colaban por la ventana, haciendo que mi mente viajara a esos felices días en los que me rostizaba como un pollo a las brasas, en mi ciudad natal.
Entonces, una idea cruzó mi mente. Al fondo del armario, al acecho de las polillas, estaba mi bonito vestido con mangas. Enarqué una ceja, mientras una sonrisa me estiraba las mejillas.
Hoy me sentía diosa, poderosa, potra y Edward iba a saberlo.
Cerré con un ruidoso portazo, mi destartalado Suzi-chan, cuando no vi el flamante Volvo del muchacho ojos color miel. - Me lleva... -mascullé entre dientes.
Hoy que tanto me había esforzado en disimular mis ojeras y mi cara de zombi, no venía. Luego, recordé el implícito tratado de paz, que consistía en no molestarlo y me desanimé. El esfuerzo que habíamos puesto Willy y yo, se veía desperdiciado en atraer la atención de simples mortales... y personas de escaso nivel cognitivo...
- ¡Hola Julieta! -saludó Tyler acercándose por un costado y caminando a mi ritmo para dirigirse al edificio principal.
Me saqué los audífonos interrumpiendo la obra de arte que estaba escuchando, para prestarle atención. Esperaba que fuera algo importante y no me entretuviera con una charla trivial. No estaba de ánimos para una conversación sobre el clima o el baile.
- ¡Tyler! -su nombre me había quedado grabado en caso de tener que declarar en el caso puré Swan. Alguien más tenía que caer conmigo.
- ¿Qué tal?
- Bien, bien -hizo una pausa y fijó la vista en sus manos. Palpé los bolsillos de mi abrigo color crema, entallado, como ninguno en mi armario y busqué mi móvil. Iba a atender las notificaciones de la pantalla, cuando Tyler se dignó a hablar.
- Me preguntaba... si sabes con quién irá Bella al baile... -puse los ojos en blanco y apreté los labios en una línea recta.
- No sé y no me interesa ¿Por qué no vas tú y le preguntas directamente pedazo de caca insensible? -lo último se lo solté en español, por lo que no logró captarlo del todo. Se quedó pasmado un momento que yo aproveché para acelerar el paso y salir huyendo de allí.
Por primera vez iba a llegar puntual a una clase de trigonometría.
El muy hijo de su santa madre, me alcanzó de inmediato, porque en ese lugar y en todas partes tenían piernas más largas que las mías... No digo que sea una enana, pero... supongo que la altura promedio de un norteamericano es mayor a la de un latino... y... como dato inútil, soy más baja que una mujer latina promedio.
- Si, bueno, supongo que irá con Cullen -agregó más para sí mismo, sin embargo, su superflua frase, fue una estocada en el orgullo... y en mi estrujado corazón de mandril.
- Bueno... tú tampoco estás nada mal... ¿Quieres ir al baile conmigo?
Me giré para mirarlo fijo a los ojos e incinerarlo con la mirada. Tenía muchas ganas de cometer un crimen de odio y el estúpido no cooperaba. Luego, de instantes que se me hicieron eternos, soltó una carcajada.
- Hoy te ves bastante bonita... pareces una chica. -Entrecerré los ojos. - Vale... que tampoco se me ha olvidado que eres una chica...
- Voy a hacer como que no hemos tenido esta conversación ¿sí? -espeté con toda la paciencia que me fue posible reunir. Definitivamente el clima me tenía de muy buen humor. - De otra forma te cago a trompadas y tú no quieres eso... ¿o sí? -lo tomé del cuello de la chaqueta y acerqué mi cara a la suya, de manera amenazante, escasos segundos, porque me tenía que parar de puntitas y era bastante incómodo... y humillante.
Tyler se limitó a asentir y yo seguí mi camino hasta la clase de literatura.
No obstante, cuando estaba por llegar recordé que me correspondía trigonometría de modo que tuve que dar media vuelta y correr hasta el salón, para que el profesor Barney -un viejo dinosaurio, que vive bajo un puente, fuma mariguana y... -no me dejara puertas afuera.
Durante el almuerzo, fuimos hasta las roñosas bancas del exterior, que, de milagro, no habían colapsado entre tanta nieve y lluvia. Enfurruñada con un hot dog en las manos, me senté entre Jessica y Angela, quienes cuchicheaban acerca de su panorama para esa semana. Escuché la palabra baile y fruncí el ceño, dándole un exagerado mordisco a mi almuerzo.
Minutos después, se sumó Bella, que se dejó caer a mi lado, con la mirada perdida.
- Edward... -musitó con un tono de decepción en la voz.
- ¡No vino! -la interrumpí indignada. <<Hice toro este esfuerzo por nara...>>
Me acabé el hot dog, en tiempo récord y miré la servilleta vacía con desencanto. Uno no era suficiente para suplir la dieta vegana a la que me sometía Willy. Tal vez, era tiempo de aprender a cocinar...
Apoyé la mejilla en la mano y observé con apetito las papas fritas de Mike.
- ¿Edward falta mucho a clases?
Cesé de robarle patatas fritas a Mike y miré en dirección a Bella.
- Cuando el tiempo es bueno, el doctor y su familia salen a acampar. Nunca se les ve en la escuela los días soleados -respondió Jessica, entrecerrando los ojos, de manera cómplice.
- Camping... -rememoré las veces que nos habíamos ido a acampar Nancy, Diego y yo, para las vacaciones de verano... Cuando éramos un intento de familia y no me habían venido a tirar con mi misericordioso hermano.
Recuerdos felices acudieron a mi memoria.
Como la vez que me picaron los mosquitos y se me hincharon las piernas como salchichas. O cuando los molestos zancudos no me dejaron dormir... O la vez que compartimos carpa con Nancy y ella no paraba de quejarse porque mis ronquidos, parecían el motor de una motocicleta. Sumado a eso, con el pasar de los días empecé a apestar, porque las duchas del recinto no estaban nunca disponibles o simplemente estaban fuera de servicio...
Ah, que buenos tiempos. Extrañaba los asados a orillas del río, disfrutando del sol abrazador y la vertiente congelada...
- Camping... -seguía murmurando cuando, Jessica chasqueó los dedos frente a mi cara para sacarme de mi ensoñación.
- Qué, qué, qué carajo te pasa...
- ¿Irás con nosotras o no?
- ¿A dónde? -puso los ojos en blanco y suspiró.
- A Port Angeles...
- ¿Los Angeles? -me brillaron los ojitos con emoción, ahí te voy Hollywood. Ahí te voy Chris Evans, Jason Momoa, John Wick...
- No. Port Angeles.
- Ah. -¿Sería la versión pirata de L.A?
- Sí, sí voy... ¿Cuándo?
Jessica se palmeó la frente y repitió los detalles. Vestidos, zapatos y no sé qué más cosas necesitaban para el baile. Esbocé una sonrisa. El dineral que me iba a ahorrar al no ir al dichoso evento. Comentó, que era de media etiqueta y quizás qué otra boludez. En caso de que quisiera ir -que no era el caso... pero... solo por si acaso, aún estoy disponible- se me habría ido todo el sueldo que había ahorrado con mucho esfuerzo.
Destaco mi esfuerzo porque soy muy buena para comprar cosas innecesarias. Y estaba ahorrando para una play. Hasta el momento me alcanzaba para un juego.
El asunto, es que acompañaría a las chicas y les daría mi opinión, respecto a vestidos y esas cosas.
Como no sé un carajo de moda, la clave estaba en que hicieran exactamente lo contrario de lo que les dijera. Inteligente jugada ¿no?
Luego de planificar nuestra salida, los chicos se adelantaron para ir a clases, mientras que con Jessica, nos rezagamos para conversar acerca de Mike.
Acusando que éramos cercanos -cosa que niego y negué rotundamente- empezó a aburrirme con preguntas referentes al susodicho.
- Qué quieres que te diga mi reina... tiene un pésimo gusto musical y es team alianza, qué quieres que te diga...
Me miró con gesto confundido y puso los ojos en blanco.
- ¿Team alianza?
- Ah, sí mira te cuento... - Interrumpió en mi magistral cátedra respecto al anime en emisión para preguntar nimiedades. Dí un bufido.
- Si te invitó al baile, es obvio que le gustas tú boba. Sino, ¿Por qué te iba a invitar? ¿Por qué Bella lo rechazó?
Jessica frunció el ceño y las comisuras de sus labios se contrajeron en una mueca de payaso triste.
- ¡Cómo se te ocuuurre! -repuse de inmediato. Su expresión, volvía a ser la de un payaso alegre.
Estábamos por llegar al salón, cuando el señor Molina nos encontró en la entrada. Llevaba dos cajas plásticas de considerable tamaño y se veía incómodo. Lo ayudé con una -como la buena samaritana, próxima santa que soy -y entramos al aula.
La caja transparente, a pesar de ser voluminosa era liviana y estaba llena de pequeñas cajitas cuadradas rectangulares.
¿Nos enseñarían a poner un condón en clase de biología? Riquísimo... Sin tan solo mi compañero hubiera venido...
Seguí con mis pensamientos impuros, hasta que puse la caja de plástico sobre el escritorio del maestro y este hizo un ademán para que me acercara.
- ¿Te gustaría oficiar de modelo? -Me encogí de hombros asintiendo.
Ohhh, wait.
¿Modelo? ¿Eran condones femeninos o íbamos a usar un plátano? Ohhh, shit. ¿En qué me metí?
Dio una explicación con los objetos que estaban dentro de las cajitas blancas y caí en cuenta que no eran preservativos. Eran test rápidos de VIH.
- De esta forma -Tomo mi mano izquierda, ofrecida para el sacrificio y punzó una aguja en el dedo índice.
- Toman una pequeña muestra -estranguló mi dedo para que saliera más sangre, porque el maldito carnicero quería que me desangrara ahí mismo.
Miré para otro lado, disimulando una mueca de asco.
- Y luego dejan la muestra en el test... - y si la muestra dice Eeeooo, son positivos -agregué para mis adentros.
- Julieta, estás pálida -denotó el señor Molina en tono preocupado. Miré mi mano sudorosa y fría y la falange con restos del pegajoso líquido carmesí. Parpadeé frenéticamente para enfocar mejor.
- Mike te acompañará a la enfermería -alcancé a escuchar antes de que un molesto pitido hiciera eco en mis oídos.
El aludido, puso mi brazo sobre sus hombros y me levantó unos cuantos centímetros. Quité su mano con brusquedad cuando la sentí en mi cintura. Me enerva que me toquen las lonjas, que tanto intento disimular, de modo que me apoyé en su brazo, mientras me arrastraba por el pasillo desierto.
- ¿Dónde carajos queda la mugrosa enfermería? -mi voz se oía pastosa y los puntitos de colores, volvían a empañarme la visión.
- Ya casi llegamos, doblando la esquina.
- Oh mierda...
Según yo, habíamos caminado una eternidad y ya me estaban flaqueando las rodillas. Solté su brazo y pegué la espalda a un muro, para luego sentarme en el suelo con lentitud, palpando la fría superficie. No es que me sirviera de mucho si me iba de hocico, pero el tener la sensación de estar sosteniendo algo sólido me calmaba.
- Déjame acá nomas guachín - murmuré con voz débil. Llené mis pulmones de forma pausada, sintiendo aminorar el pitido.
- Vamos, un par de metros más... -lloriqueaba el rubio frente a mí.
Entrecerré los ojos ante los demasiado luminosos rayos de sol, que se proyectaban, como si estuvieran bajo el efecto de un espejo o una bola de disco. Demasiado brillante para mis pupilas.
- ¿Por qué mejor no me traes una coquita? -musité, antes de que el mundo se inclinara en un ángulo extraño.
Una mano fría, impidió que mi cabeza impactará contra el duro cemento. Abrí los ojos con sorpresa.
Edward estaba a mi lado, recriminándole a Mike por drogarme.
Mentira.
Le preguntó por qué mi cara de drogadicta con sobredosis. O algo así.
No les puse atención porque me esforzaba en recordar como se respira.
- Hermanito mío llévame pa' la casa -le supliqué a Edward, cuando me levantó estilo princesa.
Seguro planeaba internarse en el bosque, robarse mis órganos y dejar mi cadáver colgando en un árbol.
Edward, sacudió la cabeza y dio una breve y siniestra carcajada. Cerré los ojos con fuerza para despertar de ese mal sueño.
***
- Te desmayas al ver sangre...
Estábamos solos en la diminuta sala de enfermería. La enfermera, una amable viejecita, me había dejado descansar en la dura camilla de plástico, mientras iba por una compresa.
- Hasta Superman tiene su kriptonita -arremetí.
La sala ya no daba vueltas y el techo no estaba salpicado de puntos de colores. Suspiré aliviada.
- Me asustaste... -murmuró luego de un breve silencio. - Pensé que te habías hecho daño... -desvió la mirada hasta el suelo y se llevó una perfecta mano hasta el rostro. Parecía ocultar un hecho vergonzoso. Carraspeó para agregar. - Creí que Newton arrastraba tu cadáver.
Solté una risa despreocupada.- Soy indestructible, como un Nokia. -Frunció el ceño. - Excepto por la sangre -agregué sintiéndome más compuesta.
- Irónico -murmuró, dando un suspiro, mirándome con sus ojos oscuros e inexpresivos.
La amable viejecita, regresó con la compresa entre sus manos arrugadas y temblorosas.
-Toma cielo -dijo extendiéndome el artículo. Iba a cogerlo, cuando Mike irrumpió en la sala con otra desmayada. El cabello largo y espeso le cubría la cara.
- Uy, mejor me voy -dije incorporándome de un salto. Me agarró un leve mareo que ignoré y me dirigí a la entrada, con Edward pisándome los talones.
- ¿Lista para volver a clases? -preguntó la mujer de la recepción, cuyo nombre había olvidado. Sus ojos pequeños e incisivos me estudiaban con rencor.
- ¿No? -respondí inclinando la cabeza.
La bruja frunció el ceño.
Iba a agregar algo más, pero Edward se acercó con paso felino hasta el mostrador.
- Señora Cope... -denotó con voz profunda.
Ensanché los ojos con sorpresa, ante el encanto natural de ese hombre. La aludida sonrió con cara de asalta cunas.
- ¿Sí, Edward? -hice una mueca al escuchar la voz melosa de la doña. Sus mejillas estaban encendidas con deseo. Me debatía internamente entre salir disparada de allí o seguir mirando la vergonzosa escena, pero mi voyerista interior pudo más.
- ¿Podría dispensar a Julieta? Le corresponde gimnasia y dudo que esté en condiciones de asistir -mi ritmo cardíaco se aceleró al escucharle decir mi nombre... y ante su petición.
Edward me caía cada vez mejor. Demasiado bien. Excelente. De las mil maravillas.
- Yo la veo, perfectamente - repuso la señora con tono severo.
- Por favor...
La bruja se quedó inmóvil breves segundos. Parecía haber dejado de respirar.
Me acerqué hasta el mostrador, hasta que reaccionó y con ademanes bruscos me pasó un arrugado papel.
Edward le sonrió a modo de despedida y salimos de la estancia.
***
Afuera, el sol se había escondido entre oscuras nubes que pronosticaban un aguacero.
Me dirigía hasta mi Suzi-chan, cuando sentí que me jalaban del abrigo.
- ¿A dónde vas? -inquirió molesto.
- A mi casa.
- Iremos en mi auto.
- ¿En serio?
- ¿Parece que bromeo?
- Pues... no sé. No vienes a clases, apareces de la nada y ahora me quieres ir a dejar... ¿Cómo sé que no es un secuestro?
- ¿Te parezco peligroso?
Me miró con intensidad. Sus ojos oscuros exigiendo una respuesta.
Estábamos en medio del estacionamiento, solos él y yo.
Su tono de voz, tenía un deje de urgencia, como si hubiera preguntado si era alérgica al maní, mientras me extendía un Snicker.
Di una breve carcajada.
- Por supuesto que no. ¿Peligroso tú? Por favor... yo soy el peligro aquí.
Soltó el aire de sus pulmones de forma pausada y apretó el puente de su nariz, para luego dedicarme una sonrisa torcida.
- Entonces... te iré a dejar... - concluyó más para sí mismo.
- ¿Qué hay de mi cacharro?
- Alice lo dejará en la puerta de tu casa.
Me encogí de hombros caminando despreocupada hacia el Volvo. Edward a mi lado parecía ansioso.
Como un caballero anticuado, abrió la puerta del copiloto. Agradecí el gesto nerviosa.
- Hombre que atento y decían que eras un estirado -denoté buscando el cinturón de seguridad.
- ¿Qué?
Abrí los ojos desmesuradamente y tragué saliva. - Nada, nada -hice un ademán con la mano para restarle importancia.
Arrancó el motor y una suave melodía comenzó a sonar. Disminuyó el volumen para dejarlo como música de fondo y maniobró para salir del aparcamiento.
- ¿En serio conduces escuchando a Debussy?
Enarcó una ceja, mirando en mi dirección.
- ¿Conoces "Claro de luna"?
- Sí y no sé cómo no te duermes mientras conduces.
Esbozó una sonrisa torcida y apretó las manos contra el volante.
- No pareces ser el tipo de persona que le guste la música clásica.
Puse los ojos en blanco y solté un bufido.
- No es mi predilecta, Willy la escuchaba mucho cuando era un universitario pretencioso, todavía lo hace la verdad. Creo que la gente que se obsesiona con un solo género musical, como la clásica, lo hace solo para dárselas de intelectual. -Giré en el asiento para mirarlo directo a la cara. -Sobre todo si son estudiantes de preparatoria... esos son los más pretenciosos.
Me dio una breve mirada y volvió su atención a la carretera. Sus mejillas estaban estiradas.
- Interesante conclusión.
Me encogí de hombros.
- Solo es mi apreciación.
- ¿Y qué tipo de género musical disfrutas?
- El que no da sueño... digo Debussy está bien... pero no para conducir. Te creo Mozart... las voces de Requiem, te mantienen alerta.
- Con que Mozart...
- O Vivaldi... no sé... sus violines se me hacen más agudos que el piano de Claro de Luna y más apropiado para estar enfocado.
Paramos en un semáforo y me miró con renovado interés.
Di un suspiro satisfecha.
Siguió con la vista fija en la carretera, sumido en sus pensamientos.
- Apuesto que no lo venías venir.
- ¿Qué cosa?
- Que supiera de música clásica.
- Supongo que es una cualidad interesante... -lo miré inquisitiva. - Que no asocié a tu personalidad en una primera instancia.
- ¡Admítelo! sigues pensando que soy un cerdo inculto que no sabe nada...
- Jamás pensaría algo como eso -interrumpió ofendido.
Me crucé de brazos. El ofendido debía ser yo.
- Es solo que... con cada cosa que descubro de ti, me sorprendo más.
- Ah... entonces soy como uno de esos juguetes, cajas sorpresa, a los que les das cuerda y sale disparado un payaso.
- Nada más alejado de la realidad. Es una muy mala comparación -replicó con severidad.
- Ah, entonces... no se me ocurre...
Apoyé los brazos en la ventana y me concentré en el paisaje, que pasaba a nuestro lado a velocidad vertiginosa.
- Mmm... qué tal... soy como un libro en español.
- No tengo problemas con el idioma, señorita -aquella última palabra la pronunció con un tono profundo, que hizo que mi corazón se acelerara y me ardieran las mejillas.
Carajo.
¿Hay algo que ese hombre no haga bien?
Cesé de mirar en su dirección y volví mi atención al verde que cubría cada superficie de pueblo Tenedor.
Estábamos a pocos minutos de llegar a mi choza, cuando volví a posar mi atención en su semblante. Parecía ensimismado en sus pensamientos, mientras mantenía la vista fija en la carretera. Sus dedos pasaban con agilidad y elegancia por el volante y la palanca de cambio. A pocos metros de mi casa, posó la mano derecha sobre el freno de mano y me entretuve observándola. Tenía las uñas cortas y bien cuidadas. Sus falanges eran largas y pálidas y la piel perfectamente lisa, sin rastro de imperfecciones. Desvié la mirada avergonzada cuando me pilló mirándolo.
- Ésta es mi casa -señalé lo evidente, mientras el calor me subía a las mejillas.
Sonrió de lado.
Aparcó en la entrada, apagó el motor y desabrochó el cinturón. Sentí su mirada penetrante sobre mí mientras imitaba su acción.
- ¿Quieres pasar? -pregunté viéndolo directo a los ojos. Eran tan negros como mi conciencia. No alcanzaba a distinguir el iris.
- No. No debería.
- Estoy sola. Willy tiene turno.
- Por ese mismo motivo no debería...
En ese momento mi corazón latió con tal violencia que se detuvo ante el esfuerzo y como consecuencia me dio un infarto y me morí ahí mismo.
***Fin.
No me morí, afortunadamente, pero tal como si hubiera sido el caso, vi la vida pasar frente a mis ojos, bueno... no exactamente, pero la sensación fue la misma supongo.
En lugar de ver pasar mi vida, vi una infinidad de escenarios poco apropiados con el muchacho frente a mí, provocando que el calor invadiera mi cara.
En esos momentos, era un maldito tomate.
Un pervertido y mal pensado tomate.
- Ay, que gracioso que sos Edward. -denoté dando un manotazo en el aire.
Frunció el ceño con gesto confundido y volvió a escrutarme. Desvié la mirada al parabrisas, esperando que se abriera un socavón y la tierra me tragara.
- ¿Lo soy? -preguntó inocente, acercándose, quedando a escasos centímetros de mi cara. Su aliento frío cosquilleó mi rostro, pero en lugar de disminuir el calor de mis mejillas, lo incrementó. El sonrojo no se iba de mi cara y no sabía como disimularlo. Joder ¿Cuál era la idea de alterar mi biorritmo así?
- No realmente -torció los labios en una mueca de decepción. - Pero cualquiera de estos días me matas de un infarto.
Abrió la boca para replicar pero lo interrumpí. Tenía muchas dudas, ninguna certeza y una cara de tomate perverso.
- ¿Me dirás como fue que llegaste hasta la enfermería? Digo, no fuiste a clases, estabas de camping ¿te teletransportas? ¿o eres un... stalker...? Nah. No eres un acosador. -Concluí encogiéndome de hombros.
- Pareces muy segura...
Asentí. Su cara tenía un deje de tristeza.
- ¿Y si fuera malo?
- ¿Malo? ¿Tú? Pfff... tonterías -me reí de buena gana.
Cerró la mano en un puño y la dejó caer sobre el salpicadero, deteniendo el movimiento, para hacerlo con delicadeza.
- ¿Cómo puedes estar tan segura?
- Tienes cara de buena gente -su expresión delataba su descontento ante mi respuesta, tomé aire para continuar. Sentí mi cara volver a su color -cartón- natural-. -Te adoptaron... eso quiere decir que te quieren y si creces con amor, te vuelves buena persona... Supongo.
Esbozó una sonrisa que pareció iluminar sus ojos oscuros. Sonreí satisfecha.
- Tienes razón, mis padres adoptivos son maravillosas personas -había genuino amor y devoción por ellos en su tono.
- ¿Y tus padres biológicos?
- Murieron hace mucho tiempo.
- Ay... lo siento. -¿Había metido la pata?
- No te preocupes. Pasó hace tanto tiempo, que ya no los recuerdo.
Asentí monitoreando su expresión. Los recordaba con cariño, pero sin dolor, concluí.
- ¿Qué hay de los tuyos?
- Están vivos.
Un breve silencio se interpuso entre nosotros hasta que volví a hablar.
- Bueno... ya sabes, Nancy está de vacaciones con Diego, mi padrastro. Nancy está loca y Diego también así que se llevan bien. -me miraba con inusitado interés. - Y pues... eso... Willy es el único que vale la pena de la familia.
- ¿Y tu padre?
- Se fue a comprar cigarros.
Su gesto se contorsionó en una mezcla de vergüenza y sorpresa.
Reí sonoramente ante su reacción.
- Nah, Juan, o sea John, vive en Hollywood. Hace un par de años no lo veo... pero de vez en cuando hablamos.
- ¿Hollywood?
- Sí. Es productor de películas porno.
Ensanchó los ojos, esperando un remate que nunca llegó. Dejé escapar una risita tonta.
- Ok, no es productor. Solo es un pobre diablo, cazador de talentos... supongo que productor sonaba más elegante... o tal vez no... la cara que has puesto -comencé a reír. - ¡Debí tomarte una foto! -reí más fuerte y me llevé la mano a la barriga.
Finalmente di un suspiro y miré su cara una última vez. No pude evitar el nudo en mi estómago.
- Lo siento, siempre se me va la lengua y la termino cagando. -Me sinceré. Total ya no me iba a hablar más después de toda esa basura. - Debes pensar que estoy chiflada -me encogí de hombros, sin mirarlo. - Bueno, gracias por el aventón. -me despedí fijando la vista en mis manos, sin moverme de mi sitio. - Te invitaría a pasar... pero supongo que quieres mandarme al demo...
- Me encantaría Julieta... Pero debo recoger a mis hermanos
Lo miré con ojos ensanchados de sorpresa. No había rastro de sarcasmo en su tono ni en su expresión. O tal vez yo estaba sorda y ciega y mi detector de sarcasmo había fallado. Sí, era eso.
- Claro -asentí y di un vistazo al reloj del salpicadero. Era tardísimo. El tiempo volaba junto a él.
Me apresuré a salir del auto, pero él ya estaba abriéndome la puerta. Sonreí agradecida.
Afuera, alzó la mano y acomodó un mechón de cabello detrás de mi oreja. Observé inmóvil la acción, como si fuera un espectador.
Sonrió de lado e hizo el ademán de sostener mi barbilla, deteniéndose a escasos centímetros.
Cerró la mano en un puño y la llevó hasta el puente de su nariz.
- Alice dejará tu auto aparcado, con las llaves puestas. -denotó con los ojos entrecerrados y una sonrisa triste.
- Ah, sí. Genial.
Mi cerebro no terminaba de procesar lo ocurrido aquel día. Cuando le exigía una explicación, no paraba de enviarme un 404 not found.
- Nos vemos, luego -se despidió antes de subir al vehículo.
- Claro... nos vemos... -articulé despidiéndome con un ademán.
Me quedé parada, como una pelotuda frente al porche de la casa, hasta que vi el Volvo desaparecer de mi vista y pequeñas gotas de lluvia salpicaron mi cara.
***
Holi...
Aki yo, jodiendo de nuevo.
Me avisan si el fanfic ya les aburrió o tienen alguna sugerencia, leo todo con mucha atención.
Todo es bien recibido, críticas, saludos a su mami, estrellas, copuchas...
Azta la proczimaaaa
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