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six, j. pablo isaza

si no te tengo a ti, hombres g

A veces ser una de las productoras de Morat era divertido, pero en estos momentos solo sentía agonía.

Nos encontrábamos todos en la sala, la novia de Villa, Carolina, estaba hablando sobre la nueva revista de Vogue.

—¿Planes para esta noche? —preguntó Villa emocionado mientras Carolina sonreía abrazando sus brazos por su cuello

—Podríamos ir al cine —ofreció Martín

—Ayer fuimos, además no hay novedades en la cartelera —agregó Gia, su novia

—Podríamos ir a un bar, vi que había uno cerca con karaoke —comentó Nath mientras Simón se sentaba a su lado

—¡Me dijeron que era divertido! —dijo Lina

—¡Listo, ¿todos dentro?! —Marto cuestionó

—No puedo —respondí—, tengo... ehm, saldré con alguien

—¡¿KATYA TIENE UNA CITA?! —Gia saltó de su silla

—No, no es una cita. —negué

—¡Te lo dije! —dijo Lina apuntando a Villa y él rió—. ¡Katya conoció a su español! —exclamó antes de salir corriendo al pasillo de las habitaciones

—¿Dónde va? —pregunté

—Apostó sobre ti y el chico de la cafetería con Isaza.

En ese momento algo más que vergüenza había dentro de mi, quizás decepción, o un corazón roto que nunca había tenido la esperanza.

Me levanté sin decir nada más, dirigiéndome hacía mi cuarto pero me detuvo un cuerpo. Al mirar hacía arriba me encontré con aquella mirada profunda que por dentro me quemaba con aquellas cejas que me ponían a pensar mil cosas.

Juan Pablo Isaza, señoras y señores.

—¿Tiene una cita? —preguntó sin más, aún cuando nos conocimos por más de un año seguía sin tutearme

—No, saldré con un amigo de aquí de España con el que no me veo hace varios años y él —fui interrumpida por su voz rasposa

—A él le gusta usted, y es una cita.

—No le gusto, él y yo somos

—Entonces a usted le gusta...

—¿Qué? No, no, no me gusta.

Suspiró, con ¿alivio? No lo sé.

—¿Entonces? —cuestionó extrañado

—Solo saldremos con —fui interrumpida esta vez por Gia

—Debe ser una cita, tú no sales con nadie...

—¡Hey! Siempre salgo con ustedes, con Isaza también —me defendí

—Es completamente diferente —dijo Simón

No, no lo es. De hecho, lleva enamorada de Juan Pablo desde que lo vio.

—Yo si salgo con mis amigos.

—¡Admite que es una cita! —Lina volvió a hablar

—Caro —la detuvo Villa, era el único que sabía lo que realmente sentía por Isaza

—¡No es una cita, Eric es gay y me invitó a comer con su prometido! —grité, cansada de las suposiciones

Retomé el paso a mi habitación y me encerré, caminé al baño para bañarme antes de empezar a arreglarme. En la ducha pensaba en la expresión de alivio tan clara de Isaza.

—¡¿Cómo hace eso, perro?! —escuché desde el baño, recordé que la pared daba al pasillo, aquella era la voz de Villa

—¡No sabía qué hacer! —y ese era... Isaza

—¿No sabía qué hacer? Pues callarte, ella se debe sentir terrible.

—¿Cómo lo reparo? —parecía frustrado

—Ahí sí no me busque, que yo soy el menos indicado para hablar, Carolina es paciente.

Suspiré, disipé los pensamientos y seguí maquillándome. Terminé de colocarme el labial rojo para destacar mis labios y salí del baño para empezar a vestirme.

Al estar terminando de cerrarme el vestido me di cuenta que era imposible hacerlo sola, dos toques me distrajeron. Caminé a la puerta sosteniendo el vestido contra mi cuerpo.

—¿Sí? —saqué la cabeza, encontrándome con el gran cuerpo de Pablo—. Oh, eres tú... pasa.

Abrí la puerta y él entró, al ver mi estado habló.

—¿Deseas que te ayude? —asentí y me di vuelta, terminando de espaldas a él, empezó a abrochar los botones—. Perdón.

—¿Por qué? No deberías estar —me interrumpió

—Por ser un idiota cobarde —mi ceño se frunció—. Debí haberle dicho antes pero simplemente no podía, la lengua se me trababa, las palabras se estancaban en mi garganta y su sonrisa hacía todo más difícil

Mientras hablaba seguía con la tarea de abrochar el vestido en mi espalda.

—Y no podía, todo era tan difícil, simplemente verla era suficiente para encantarme más y más con usted... porque no me gusta, usted me fascina, me encanta.

Giré cuando terminó con sus palabras, encontrándome al chico que había sido el sosiego de mis ojos muchas veces aunque no lo supiera pero su simple presencia era suficiente.

—Juan Pablo —musité mientras giraba

—Katya, me gustas y ocultarlo ya no está en mis manos, no puedo verte en el estudio sin pensar en cuanto adoraría besarte, o verte caminando por los pasillos sin dudar en cuanto me encantas, o simplemente verte leyendo porque sabría cuánto tiempo te quitaría si estuviéramos juntos.

Sentí mis mejillas calientes al ruborizarme, sonreí para mis adentros, y luego pensé: ¿qué acaba de pasar?

—¿Te gusto? Juan Pablo... realmente ¿te gusto? —el miedo y la tensión nos rodeaban

—Yo... la amo —sus palabras salieron sin dudar de su boca, me acerqué a él aún más, mis ojos viajaban de los suyos a sus labios, y antes de poder pensar bien en lo que estaba haciendo lo besé

Al separarme del corto beso sus comisuras se elevaron... ¡estaba sonriendo!

Mientras recapitulaba todas mis acciones del momento Isaza me tomó de la cintura para retomar el beso.

—¡Hombre, ve despacio! —la voz de Marto nos distrajo, y nos separamos inmediatamente

—¡Martín! —reclamé

—¿No haz visto a —la voz de Gia se detuvo al vernos a Juan Pablo y a mi tan juntos—. ¿Por fin se han liado?

—¡Espera! ¿Tú sabías? —fruncí el ceño

—Todo el mundo sabía... —dice el menor de los Vargas—. ¡Carolina, mis veinte dólares!

—¿Y apostaron? —está vez el perplejo era Isaza

—Claro que si, pero mira que yo no dude en tus encantos —se defendió Martín

—¡Juan Pablo Villamil, sal de donde sea que estás! —la voz de Carolina se escuchó en un estruendo

—Oh... y ellos apostaron que Katya iba a ser la que daba el primer beso — en la cara de Gia estaba formada una sonrisa malvada

—¡Sabía que se gustaban! —Villa apareció un microsegundo antes de salir corriendo de Carolina que estaba detrás suyo

—Hacen linda pareja, de hecho —Lina volvió a correr—. No sé correr, Juan Pablo, basta.

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