8
Un día al caer la tarde mientras caminaba junto a su amada Kitty por ese verde bosque lleno de altos árboles, la Muerte se preguntó qué era mejor para su futura familia ahora que le tocaría ser padre. Muchas veces se reencontró con su rival y este le hizo la misma pregunta.
¿donde criaron a su pequeño? ¿sería adecuado dejarlo crecer en el mundo de los vivos?.
Era fruto del amor de la Muerte con una mortal, sería un niño muy especial...y al que muchos probablemente le desearían hacer daño con tal de tenerlo como trofeo(no tendría la misma inmortalidad que él, eso era seguro) y no estaba dispuesto a llevarse la vida que él tanto anhelar poder apreciar junto a su amada, incluso si era desde lo lejos.
Kitty ahora era más delicada, sensible y cariñosa, ocupaba protegerla a ella y a su bebé...tal vez...tenerlos en un lugar seguro. Donde nadie pudiera lastimar a su amada familia.
El limbo había estado en lo más profundo de su cabeza, ya que desde que se volvió parte de la vida de Kitty, había abandonado ese oscuro y muerto mundo donde se escondía junto a otros monstruos de la oscuridad...pero ahora que consideraba un lugar para su familia no dejaba de pensar ¿era realmente adecuado?.
—¿de verdad crees que sea buena idea llevarlos conmigo al limbo?.-preguntó la Muerte.
—¿tu crees que sea buena idea?.-preguntó Kitty, con su patita lo tomaba de uno de sus grandes dedos.
—Si crees que puedes acostumbrarte al olor a azufre y ceniza, supongo que sí puede ser.-Admitió el shinigami con una pequeña risa.-No lo sé...simplemente no quiero permitir que les hagan daño a ninguno de ustedes dos.
—si estamos juntos nada nos puede dañar, lobito.-Kitty respondió amorosamente, recostandose contra él para ser recibida con un abrazo.-Nuestro niño tendrá el valor para vivir sus vidas...desde sus patitas, verá crecer todos nuestros sueños, de eso estoy segura ...gracias por ser parte de mi vida.
La Muerte entonces llevó su mano a la mejilla de su esposa y se inclinó para así dejar un pequeño beso sobre su frente.
—y a ti gracias por dejarme ser parte de la tuya, princesa mia...
Caminaron juntos un rato más por el libre y vivo bosque, viendo como la luz del sol acariciaba los robles y las flores, acabaron sentados frente a un arroyo de cristal...era una vista tan perfecta. ¿Por qué dejar todo esto? La vida era una después de todo, cuando se iban nada se llevaban, sólo el amor.
—Tal vez podríamos encontrar otra casa, no tan lejos del pueblo, pero tampoco tan cerca.-comento la Muerte, sujeto entre su mano un pequeño lirio que crecía cerca del agua y acarició sus pétalos con cuidado.
—¿estás seguro?.-cuestionó la gata bicolor.
—Tendrá dos lugares los cuales llamaré un hogar. Con más espacio, para sus pequeñas aventuras...será perfecto para el bebé.-afirmó él.
—Bebés...-corrigió Kitty.
La Muerte trago en seco y al regresar a ver a Kitty, noto que esta tenía tres dedos levantados, mientras ella sonreía con suavidad.
así que...esa huérfana no estaba tan equivocada.
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