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cuando menos lo esperaba, aquellos pequeños gatitos crecieron, aprendieron palabras y aprendieron a correr. De pronto tres pares de patitas ahora rondaban por toda la casa y con ello, se vino el desorden.
habían salido afuera con su madre, posiblemente de compras(o tal vez a hurtar algo). La Muerte en vez de ser recibido por su amada familia fue recibido por un desastre hecho y derecho en la sala de aquel hogar. Papel rasgado, juguetes, estambre y mantas estaban regadas por doquier. Kitty no estaba en casa, sus gatitos estaban con ella, así que no le quedaba de otra.
Cierto lobo hambriento de vidas ahora limpiaba casas tal cual empleada doméstica ¿quien lo viera, no?
Al dar pasos esquivaban los juguetes(no tenía ganas de volver a pisar un bloque de plástico), veía que cosa iba en su lugar y cuál debía de levantar. Dejaba los juguetes de los niños dentro de su caja y algunos los dejaba sentados contra los muebles, recogía mantas para doblarlas en cuadrados y dejarlas sobre el sofá.
Mas sin embargo, se acordó del origen de ese desorden. Él estuvo ahí en cada uno de ellos, en todo desastre que daba lugar en esa casa, jugando tal cual un cachorro con sus pequeños, siendo el monstruo en sus cuentos de princesas y dándole voz y vida a sus juguetes de quienes eran esos juguetes y jugando a los paseos en globo.
Osito de peluche, pelotita con campanita adentro, manta azul celeste. Todas las tomó y las dejó dentro de aquel cofre, sintiendo tanta nostalgia al sostenerlas, como si una parte de la inocencia de sus amados hijos hubiera quedado pegada tal cual perfume.
Eran sus favoritos, cada uno cuidaba de ellos tal cual oro y a veces lloraban cuando se los quitaban. Eran regalos que su "papá Lobo" les había regalado para su primer cumpleaños, robados por su madre y "mejorados" por él. Sus ojos carmesí se derretían de la ternura de ver esa pequeña conexión entre sus hijos y aquello que él entregó para ellos como muestra del amor que les tenía.
Sabía que algun dia eso cambiara y cosas que ahora los gatitos amaban pronto serán solo niñerías para ellos. La vida no se quedaba quieta y él mismo lo sabía, si su linda familia se iba, nada se llevaban, sólo el amor que él alguna vez les dio.
Sabía de quiénes eran esos rasguños y de quienes eran esos estambres tirados y de quienes eran esas huellas que quedaron marcadas por siempre en su hogar y pronto vivirán sólo como un recuerdo.
Luna, Dabriah y Eris.
Ow, por todo lo que era bueno. Como adoraba esos tres nombres, no podía evitar sonreír cuando los pensaba.
Ese inexistente corazón era de su familia y también de él...pero ahora aceptaba que ese desorden era de ellos, de sus preciosos hijos y ahora también era suyo.
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