Dabriah caminaba torpemente por el claro del bosque, entre paralelos árboles que en su centro dejaban un camino. Sus patitas manchadas de gris pisaban el frío pavimento, tratando de buscar con su olfato a su manada, respirando con pesadez por el esfuerzo que hacía. Así mismo, su cabecita levantada estaba atenta hacia los pequeños copos de nieve que caían en su cara y que trataba de atrapar al tirarse sobre la blanca nieve. Algunos meses habían pasado y ella y sus dos hermanos tenían más libertad explorando su mundo ahora que ya podían caminar. Había empezado con una mañana investigando el patio de la casa y ahora Kitty se los llevaba con ella a donde fuera.

No obstante,la Muerte decidió llevarse a uno de ellos con él,en lo que sería su primera presa del día y la que se ganó esa oportunidad fue su adorada Dabriah. El lobo la guiaría y ocultos entre los matorrales encontraron a un joven deprimido y llorón amarrando una cuerda a un árbol. Él le habló a su hija,siendo ese maestro de vida que él tanto quería ser y una vez fuera su turno, la dejó en la copa de un árbol y le pidió atención para que viera como se hacía.

No obstante, aquella pequeña felina saltó y con curiosidad empezó a buscar su camita para dormir todo el día. En su camino allí se dirigía hacia aquella gata bicolor a la que podía reconocer como su madre y sus dos hermanos.

—Miau...-llamó ella su atención.

Kitty levantó sus orejas con confusión, dándose la vuelta.

—¿Dabriah? ¿Qué haces aquí corazón?.-preguntó Kitty,levantándose en el aire para enseguida cargarla.

Enseguida, de la nada saltó su esposo, alterado y mirando por todos lados para ver si podía encontrarla. Al bajar la cabeza, vio a su pequeña sana y salva en los brazos de su madre.

—Ay, estás bien.-suspiro el lobo encapuchado con alivio.-Estaba tan asustado, la había dejado en la copa de un árbol, me distraje un momento y de pronto vi que ya no estaba.

—Muerte ¿cómo se te ocurre dejarla ahí?─ le regañó su esposa, acariciando la cabeza de la pequeña ─¿y se hubiera caído? ¿o qué tal si no la hubieras encontrado?.

Esté bajo su cabeza con vergüenza y un ademán de tristeza, Kitty tenía razón.

—Sí querida. Perdóname, se que hice mal al descuidarla..-Se lamentó la Muerte con una voz baja.-Solo quería que ella viera cómo trabaja su padre.

—es una bebé todavia, grandulón.-Kitty suspiro y la dejó sobre el suelo dejándola reunirse con sus hermanos, enseguida fue con él y así tomar su enorme pata.-creo que seria mejor si esperas a que crezca y podrás no solo llevarla a ella,sino a Luna y a Eris también ¿de acuerdo?

—soy un pésimo padre.-dijo el shinigami, desviando su mirada.

—no digas eso. Jamás has sido mal padre.-Kitty replicó.

—pero pude poner en peligro a uno de mis gatitos.-respondió él.

—no existe padre perfecto, a veces las cosas se ponen difíciles y a veces metemos la pata decepcionando a quienes menos queremos.-de reojo Kitty miró a sus pequeños jugando en el suelo entre ellos.-pero al final tienes que saber que haces lo mejor que puedas y recordar que eso es lo mejor que puedes hacer.

La Muerte entonces sonrió.

—te amo,princesa mia...-La beso su amado. Enseguida arrodillados frente a sus hijos.-perdoname por lo de hoy chiquitina ¿crees que puedes perdonar a su papi?.

Dabriah entonces se acercó a él y le dio una pequeña lamida en su mejilla.

—supongo que eso es un si.-sonrió la Muerte.