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14

—por favor promete que volverás pronto.-Kitty le pidió en un suave susurro, sosteniendo a su amado lobo del mentón mientras unía su frente con la de él.

—creo que ambos sabemos perfectamente de que eso no va a pasar, amor mio...-inclinado para estar a la estatura de la gata. La Muerte respondió de la misma forma, su cola se sacudía con rapidez y una de sus enormes manos cayeron sobre su vientre.

Kitty rio, soltando un ronroneo.

—Ni siquiera lo intentas ¿eh?.

El shinigami beso los labios de su esposa una última vez antes de apartarse, atar sus guadañas en su pantalón y salir disparado tal cual el viento por aquella puerta de entrada. Dejando a Kitty, recostandose contra el marco al verlo partir. Enseguida sintió una pata sobre su hombro llamando su atención y ahí vio a Gato, dándole una cálida sonrisa. Afortunadamente no estaba sola en lo que llegaba su esposo a casa.

Kitty estaba en sus últimos días de embarazo, según los libros que la Muerte leyó, ya pronto se culminaron los dos meses y ella daría a luz. Por lo que él permaneció atento a lo que pasara y lo que ella necesitara. Sin embargo, no podía estar ausente en su trabajo y por más que le doliera tenía que dejarla. El gato español saltó sobre sus cuatro patas ese día que al querer entrar a su cocina por un buen gazpacho, lo primero con lo que se topó fue con la silueta de aquel intimidante canino.

Sorprendido quedó al saber que este venía a pedirle un favor y alegre explotó cuando escucho que se trataba de cuidar por su ex amada mientras él no estaba. No hubo negación.

A pesar de que su cariño por él solo cabía en la palabra amistad, Kitty nunca dejó de ser feliz estando cerca de Gato, gustaba de hablar y convivir junto al pequeño can de terapia, por que para ella, seguían siendo su amada familia. Y Gato, aún lleno de melancolía al no ser ella con quien tendría su última vida, se mantuvo fiel a su juramento de resistir a su lado. Desde su embarazo Kitty no salía con él a buscar aventuras, pero él por ella robó y consintió con un sin fin de regalos, desde joyas, prendas caras y toda clase de caramelos. Además de pequeños gestos para sus futuros retoños.

—y entonces los cocineros me atraparon y me metieron a un jacuzzi, el agua estaba muy tibia pero por alguna razón empezaron a ponerle verduras y especies pero fue ahí donde Gato llego y peleó contra todos con su espada y me saco de ahi y escapamos juntos con el cucharón de cobre.-Perrito contaba con entusiasmo, gentilmente acunado al costado de Kitty, quien estaba recostada sobre su almohada en aquel gran sofá.

Gato se encontraba en la cocina, había traído una tarta de moras para Kitty y ahora buscaba calentarla en el horno. Pero sonreía mientras escuchaba la conversación. Ese día lo recordaba perfectamente, fue increíble

—si tan solo hubieras estado ahí...-se dijo para sí con melancolía.

—¿en serio?-Kitty preguntó fingiendo sorpresa, dándose cariñitos al chihuahua sobre su cabeza.-pues, no creo que eso fuera un jacuzzi, Perrito. A mi me suena que estaban tratando de cocinarte para el Primer Ministro.

—ah,orale ¿al primer Ministro le gusta comer perros?.-pregunto este en inocente sorpresa.-bueno, no importa, Gato me salvo después de eso y llegamos a casa con un nuevo cucharón a nuestra guarida, aunque realmente no sirve para comer porque cuando quise comer mi avena, me supo a cobre viejo, bleh.

—¿Entonces ahora tienen un cucharón inutil de cobre colgando en la pared de la cocina?.-Kitty pregunto otra vez entre risas.

—pues como tal inutil no ¡ahora nos sirve como adorno!...-aseguro Gato desde la cocina.

Kitty rodó los ojos.

—Ay esto es increíble, ustedes dos son unos idiot- ay...auh...-la gata se detuvo abruptamente,llevando una de sus patitas hacia donde provenía el dolor que la callo.

Su pancita está embarazada.

Gato levantó sus orejas y se asomo, viéndose precavido.

—¿Estás bien Kitty?...

—s-si...e-es solo que, ay-...a-ah ay!.-Kitty se levantó del sillón con dificultad, no parecía detenerse.-m-me duele...

(...)

Mientras una joven partera ahora había llegado a la casa del matrimonio entre la felina y el shinigami. Perrito se había adentrado al bosque, donde en una "inofensiva" cabaña transcurrían espantoso encuentros que pronto acabaría en tragedia y claro, si había tragedia, ahí estaba él sin dudas.

—¡MUERTE, MUERTE!.-El pequeño can de terapia llamaba sobre sus cuatro patas, corriendo por aquel terreno pedregoso, parecía estar muy apurado, su olfato perruno le indicaba que estaba por ahí.

Gato le había indicado entre desesperados gritos que corriera y buscará al shinigami y lo trajera a casa otra vez. Aunque había tardado más de lo normal, ya que había parado a comprarse un sándwich de jalea con crema de maní en un pequeño puesto que se había encontrado en el camino.

En la entrada de aquella cabaña se encontraban cuerpos inertes tirados sobre el suelo, empapados sobre piscinas rojas y una vez cruzó por esa puerta, lo encontró a él, sacando sus guadañas de del pecho de una de sus víctimas, sus manos estaban empapadas en sangre, al igual que el pelaje en su rostro y la tela negra de su pocho.

—¡Muerte, menos mal estás aquí!.-Perrito se fue con él, hablando ahora con la boca llena.-Me dijeron que viniera a buscarte.

—Ugh.-La Muerte al inicio se sorprendió, pero enseguida se mostró irritado, detestaba que lo interrumpieron cuando tenía comida pendiente.-¿Ahora qué? ¿El idiota de Gato no sabe dónde está la almohada que tanto adora mi querida esposa para recargar su cabeza?

—Eh, n-no... De hecho...el chihuahua seguía tratando de hablar con su boca llena de pan y jalea, tratando de quitarse la crema de Maní atascada en su paladar.

—No me digas ¿Kitty se ha vuelto a desmayar por las patadas que le dan nuestros hijos?... -Interrumpió él, viendo atento al filo en sus dos armas,enseguida agitándolas para quitarles ese líquido carmesí.

—No,no, de hecho.-Perrito trago.-Kitty ya entró en labor-

La Muerte sintió su inexistente corazón tocar fondo y sus ojos rojizos se dilataron.

—¡¿QUÉ?!.-Grito el lobo con histeria.-¡¿Y POR QUÉ DIABLOS NO ME LO DIJISTE ANTES?!.

—E-es que tú no me dejaste termina-

—YA SUELTA ESE PINCHE SANDWICH, HIJO DE-

Y con un manotazo, La Muerte le arrebató a Perrito ese cobadillo de sus patas, lo agarró del cuello de su suéter y salió disparado junto a él.





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