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El tiempo fue pasando, y ese amor permaneció unido y La Muerte velaba por su bienestar, la cuidaba con devoción y esmero, cazaba en el bosque para ella y juntos preparaban todo para la llegada de sus hijitos.
Y Gato finalmente tenia un pretexto para burlarse de su rival...¿Quién podría imaginar que a la mismísima Muerte aparte de ser un perfecto asesino, también era un perfecto tejedor?.
Fue una tarde de verano que Gato fue a visitar a Kitty y lo primero que encontró en la entrada de esa casa fue a ese aterrador lobo ojicarmin, entrelazando lana de colores con dos agujas y a sus pies habían diferentes pares de guantes gatunos y un vestidito...parecía que el shinigami había encontrado pasión en las actividades humanas, usándola para crear regalos para sus retoños.
De no ser por su ultima vida...y con quien estaba lidiando...Gato de seguro se habría ahogado de tanto reírse.
Ahora era de noche.
En la cama del matrimonio de la gata y el Shinigami, Ambos amores dormían acurrucados los las frías brisas. Kitty hecha una bolita y abrazando su pancita permanecía refugiada entre el pecho de la Muerte, quien dejaba ir un grueso ronquido.
Hasta que de pronto sus orejas se levantaron y él despertó de golpe levantando su cabeza hacia la ventana, donde se colaba el bosque...otro mortal dejaría de tener los pies sobre esa tierra y le tocaba derramar sangre con sus dos guadañas otra vez.
Sin embargo, La Muerte no hizo mas que levantar sus hombros acostó su cuerpo junto al de Kitty otra vez, regresando con ella al mundo de los sueños.
Ellos podían esperar. No había mejor lugar que con su amada felina. Todo estaba bien cuando su corazón descansaba junto al suyo.
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