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2. Jimin

La armoniosa familia, perteneciente a un cuadro ya no existía.

El té derramado y el helado derretido en la mesa ensuciaba el mantel.

Yoongi había explotado en una sarta de maldiciones contra Jungkook, en el momento en que Jimin intentaba aceptar el acontecimiento. Lo que había durado mucho tiempo más del que él había creído. Porque cuando volvió a la realidad. Lisa lloraba debajo de la mesa, tapando sus oídos.

"¡No tendré un hijo enfermo!" llegó a los oídos taponados de Jimin.

La silla en la que Jungkook estuvo sentado estaba en el suelo por el apuro que había tenido el chico en levantarse cuando Yoongi quiso agarrarlo del brazo.

El pobre adolescente de 15 años temblaba en su lugar, encogiendo el cuello y soportando los gritos de Yoongi. Sus ojos rojos por intentar retener las lágrimas.

"Yoongi, él no está- tu hijo no está enfermo" dijo casi como un susurro para intentar calmar a su esposo, quien tenía las manos hecha un puño por la furia. Y Jimin no creía que Yoongi realmente golpeara a los chicos. Pero aún así estuvo consciente de eso.

Yoongi giró su cuello a una velocidad anormal hacia Jimin, sus ojos descolocados. Tenía el cabello hecho un desastre y Jimin se preguntó cuántas veces se habría pasado las manos por allí en la pequeña ausencia de él.

"Eso de ahí no es nada mío" dijo apuntando a Jungkook. Jimin se quedó estupefacto en su lugar, observando una taza destrozada contra el suelo, el té manchando la alfombra.

Él jamás creyó que hubiera una posibilidad de escuchar esas palabras saliendo de la boca de Yoongi, sin nombrar con el asco que fueron dichas, como si Jungkook no fuera siquiera persona. Como si fuera algún perro callejero lleno de sarna. Y Jimin sintió marearse. "Vete de esta casa, Jungkook. ¡Ya!"

Jimin vio por la esquina de sus ojos como una pequeña personita salía de debajo de la mesa, corriendo, sus rizos rebotando y con la cara roja por la fuerza de sus lágrimas, aferrándose a las piernas de su hermano.

Los sollozos de ambos de sus hijos le martillaban en la cabeza, haciendo que su corazón repartiera dolor por todo su cuerpo con cada latido.

"¡Lalisa, aléjate de ese fenómeno!" demandó Yoongi. Su voz cambiando más y más, hasta transformarse en alguien que Jimin ya no conocía.

Jimin volvió a reaccionar por el sonido más horrible que alguna vez escuchó, nadie lastimaría a sus hijos, ni siquiera Yoongi. Él era devoto de la paciencia y odiaba levantar la voz y sobre todo las peleas pero no iba a quedarse callado.

Cuando escuchó el chillido de dolor de su hija por Yoongi estar tirando de su pequeño brazo para alejarla de su hermano, que se abrazaban como si fueran una misma persona, Jimin se abalanzó sobre Yoongi, empujándolo hasta que su espalda chocó la pared. Yoongi se quedó sin respiración por el golpe y por la sorpresa.

El puño de Jimin impactó en el hermoso pómulo que tanto amaba acariciar. "No vuelvas a tocar a mis hijos en tu vida" siseó entre dientes apretados.

Yoongi cayó al suelo con una mano en la zona afectada, sus ojos enormes por la sorpresa.

Jimin se colocó delante de sus hijos y sobre su hombro les dijo que fueran arriba a preparar bolsos para ir donde la abuela.

Ambos salieron corriendo por las escaleras y normalmente Jimin les hubiera regañado por miedo a que cayeran pero no era el momento adecuado.

"¿Quién mierda te crees que eres?" Yoongi comenzó a levantarse del piso, no había sangre en su cara, pero la mano de Jimin dolía como el jodido infierno. "Yo soy quien manda aquí. Yo trabajo y traigo dinero para que tú comas" hizo énfasis en ciertas palabras. "No eres nadie sin mí, así que tienes que cerrar tu linda boquita que para lo único que sirve es chupar pollas. A mis hijos los educo yo"

Cada palabra se clavó en el pecho de Jimin como un cuchillo expuesto al fuego por más de una hora. Creando cicatrices horribles que nunca sanarán.

Yoongi no era así, jamás fue así. ¿Por qué estaba actuando de esa forma? Era su hijo, Jimin daría su vida por Jungkook al igual que por Lisa, su orientación sexual era lo de menos. Él los amaba, siempre los amará. Pero Yoongi parecía no compartir ese pensamiento.

Qué iluso fue Jimin en creer que sí.

Y Jimin debió saberlo. Debió saber que Yoongi era heterofóbico. Con millones de comentarios que había dicho desde que se conocieron en la escuela secundaria. Sin embargo, nunca les prestó atención.

El amor de su vida, su alma gemela, la primera razón por la que seguía vivo, era un ser despreciable con sus propios hijos. Jimin sentía las lágrimas caer por sus mejillas, no sólo porque casi lastiman a sus hijos o por denigrarlo como persona, sino que Jimin estaba viendo en vivo y en directo como su mundo se caía a pedazos frente a sus ojos y no podía hacer nada para detenerlo.

Sin ninguna palabra más, empezó a caminar de espaldas. Sus ojos avellanos nunca dejando los de Yoongi. "¡Chicos, nos vamos!" gritó.

Jungkook bajó con Lisa en sus brazos y dos mochilas. Una rosa, de princesas, y una de fútbol; irónicamente la que Yoongi le había comprado la semana pasada.

Jimin agarró las llaves de su auto -de Yoongi, que lo compró a Jimin- que estaban en un tazón en la mesada al lado de la puerta principal. Jimin se lo devolvería, pero primero necesitaba irse de allí en ese mismo momento.

Jimin sabía de sobra que no podía manejar, pero aún así lo intentó. Sólo para quebrarse a medio camino a la casa de su madre. Lisa se había dormido y Jungkook de vez en cuando sorbía por la nariz, y por el espejo retrovisor, Jimin podía ver como las lágrimas caían de los ojos azules de su hijo. Como los ojos de Yoongi. Esos ojos que acababa de dejar atrás.

Su pecho se abrió de la más terrible forma, sus labios estaban en carne viva por mantener los sollozos dentro pero este fue inevitable, e hizo despertar a Lisa.

"Papi, no llores" la pequeña voz gangosa de su hija lo hizo cerrar los ojos fuertemente y no, él no podía conducir así.

Sus manos temblaban demasiado al igual que sus piernas. No pondría en riesgo la vida de ellos.

"Jungkook, dame tu teléfono para llamar a la abuela"

El chico secó sus ojos y limpió su nariz con el puño de su campera Adidas, también de Yoongi. Ellos a veces compartían ropa.

Faltaba poco para la puesta de sol, y había bastante gente en las calles. Más de una persona los había mirado por la forma demacrada en que sus rostros estaban.

Luego de tres tonos la voz de Sana llegó a sus oídos.

"Hola, hijo. ¡Qué sorpresa!" Jimin intentó hablar pero su llanto era incontrolable. Acababa de perder todo. No lo material, él no hablaba de la casa, la cocina, el auto y todo lo demás. Él lo decía por Yoongi, por su familia, el amor. Perdió todo eso.

"Jimin, que sucede. ¿Estás bien? ¿Los niños?"

"Mamá, ven a buscarme por favor" las gotas saladas ya le dejaban surcos en la piel, y quemaban, pero Jimin no podía parar.

"Dime dónde estás. Iré con Tzuyu, hijo"

Jimin recitó las calles entre sorbos de aire. Sentía que sus pulmones iban a explotar en cualquier momento. No le importaba si su madre venía con su nueva pareja a la cual a Jimin no terminaba de caerle bien, él no quería que nadie ocupara el lugar de su mamá Dahyun.

Intentó dejar el teléfono en el tablero pero se le cayó antes al temblar tanto. Lisa había empezado a llorar de nuevo. "Sh, bebé. Tranquila, todo está bien. Iremos a visitar a la abuela, ¿si?" Jimin hacía lo imposible por tragar sus llantos y verse fuerte por ella. Seguramente entendía poco y estaba asustada.

Minutos después un taxi se estacionó al lado de su auto, bajando de allí su madre y su novia de cabello colorado.

Sana corrió al auto, revisando los asientos traseros primero, y al ver que sus dos nietos estaban allí, se dirigió a Jimin, abriendo la puerta.

Abrió sus brazos enormemente y Jimin se arrastró fuera del asiento, cayendo en los brazos de su madre, que le acarició los rizos con la misma dulzura de cuando era un bebé y su cabello era rubio y lacio.

"¿Jimin, qué sucedió? ¿Dónde está Yoongi?" preguntó, asumiendo que la falta de él era la causa del llanto de los tres. Jimin negó ahogando sus sollozos en el cuello de su madre.

"Bien, bien. Tzuyu conducirá hasta casa, amor, ¿si? Los niños necesitan una cama donde dormir" Jimin asintió y se corrió a un lado, permitiéndole a Tzuyu subir al auto del lado del conductor.

Sana llevó a Jimin al asiento trasero, junto con sus hijos. Le puso el cinturón sólo por precaución y se sentó de copiloto.

Jungkook se aferró a él en cuanto el auto se puso en marcha, y Jimin envolvió sus brazos alrededor de su hijo como si su vida dependiera de ello. Y de alguna forma lo hacía. Sus hijos era todo lo que tenía de Yoongi.

Pero no más a Yoongi.

Luego de unos minutos el auto quedó en silencio, salvo por algunos espasmos que Jungkook soltaba de vez en cuando en sus sueños. Jimin pasó el viaje entero con la vosta pegada a la ventana observando absolutamente nada.

Sus hijos estaban dormidos pero aunque su cuerpo le gritaba que los siguiera en sus sueños, su mente no lo dejaba descansar.

Cuando llegaron, Jimin vio a Tzuyu tomar a Lisa en sus brazos y llevarla adentro, él no dijo nada. No tenía fuerzas de decirle que no actuara como su abuela cuando no lo era.

Jimin destrabó sus brazos de alrededor de Jungkook mientras Sana intentaba despertarlo.

Ella volvió a donde estaba Jimin luego de haberse fijado todo arriba. Y Jimin podía escuchar los susurros de su madre con Tzuyu desde donde estaba sentado en el sillón, mirando un punto fijo en la pared.

"Puedes quedarte, lo sabes"

"No, amor. No le agrado a Jimin y estoy segura que esto es algo grande. No quiero molestar. Ve y ocúpate de él. Yo estoy bien, ¿si? Te amo. Hablamos después"

Jimin escuchó el beso que se dieron y después el cerrar de la puerta.

"Haré té, hijo. Siempre te hace sentir mejor, ¿verdad?"

No. Esta vez no. Justo cuando tomaban té todo explotó, y el único té que le gustaba era el de Yoongi. Y no, Jimin no quería té. No iba a volver a tomar té nunca más en su vida.

Pero asintió de todas formas.

Cinco minutos después tenía una taza en sus manos, intentando calentar su cuerpo que estaba congelado como el de un muerto. Y no era una exageración, ya que Jimin así se sentía.

Cuando terminó de contarle a su madre, incluso si se sintió un poco mal por revelar el secreto de su hijo, la taza sin tocar ya fría en sus manos, se sintió ligeramente mejor, aunque no era así en realidad, pero tenía que ser fuerte por sus hijos. Tenían que superar esto de alguna forma y Jimin era el mayor, el responsable, él tenía que liderar todo.

Y era irónico que la persona que lo hacía fuerte no estuviera a su lado sino enfrentándolo.

"¿Qué voy a hacer, mamá?" dijo bajando la taza y colocándola en la mesita. "Jungkook, él- él no tiene la culpa de nada y sé que se debe estar sintiéndose mal por todo esto. ¿Por qué? ¿Por qué Yoongi no puede aceptarlo como yo?"

"Ay, cariño. No sé que consejo darte. Obviamente Yoongi fue criado diferente a ti. Yo les dije desde pequeño a ti y a tu hermana, que todo estaba bien,eligieras lo que eligieras y te expliqué que en el mundo hay más colores. Tú corazón es de oro, hijo, y eres tan fuerte al haberte impuesto al amor de tu vida por tus hijos" con una de sus manos acarició debajo del ojo de Jimin donde una lágrima solitaria corría hacia abajo. Sus ojos ya no era avellanos solamente, eran una mezcla de gris por lo opacos que estaban y rojos por las lágrimas derramadas. "Sabes que lo que necesiten pueden pedirlo. Esta es tu casa también, amor. El tiempo que necesiten. Si fuera por mi sería siempre. Pero a la larga tendrás que volver a hablar con Yoongi. Él te ama, los ama. Lo vi mil veces en sus ojos. Sólo necesita tiempo para aceptarlo. Pero sé que debe estar igual que tú, destrozado"

Eran casi las nueve de la noche cuando se acostó en su antigua habitación de la infancia, en ese lugar donde inundaba sus recuerdos con Yoongi. Y Jimin, antes de cerrar los ojos, se preguntó qué estaría haciendo Yoongi, en una casa tan grande y de repente tan solo.

***

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