━━━Preparativos antes del celo
Jeon JungKook estaba sentado en su amplio escritorio, una mano sujetando un teléfono mientras revisaba un documento con la otra. Su voz baja y firme daba órdenes precisas sobre un nuevo pedido de armas y otros suministros ilegales. Como jefe de la mafia, su vida estaba repleta de decisiones peligrosas y estratégicas.
—Quiero que todo esté listo para mañana. No acepto errores —dijo JungKook, cortando la llamada y dejando el teléfono sobre el escritorio.
Desde la cocina, el sonido de utensilios y el aroma de la cena en preparación se filtraban hasta su despacho. La señora Kim, la niñera que lo había cuidado desde niño y ahora cuidaba a sus propios hijos, estaba preparando la cena. JungKook sintió una punzada de nostalgia al pensar en su niñera, quien siempre había sido una figura maternal en su vida.
En la sala de estar, Taejun, Gyeunhyo, y Daejun, junto con la pequeña Yoonyo, veían la televisión. Las risas y murmullos de los niños eran un contraste reconfortante al mundo oscuro en el que JungKook operaba.
El sonido de la puerta principal abriéndose y cerrándose suavemente anunció la llegada de Taesuk. JungKook se levantó y caminó hacia el vestíbulo para recibir a su esposo. Taesuk.se veía agotado y sensible. Sus ojos mostraban signos de fatiga y una sombra de tristeza.
—Taesuk, amor, ¿cómo estuvo tu día? —preguntó JungKook, abrazando a su esposo y besando su frente.
—Largo y difícil —respondió Taesuk, hundiéndose en el abrazo de JungKook. De repente, sus ojos se llenaron de lágrimas al ver a la señora Kim en la cocina—. ¿Qué hace ella aquí?
JungKook le sostuvo el rostro con ambas manos, acariciando sus mejillas con los pulgares para calmarlo.
—La llamé para que nos ayudara en la casa, sabiendo lo ocupados que estamos ambos. No te preocupes, amor.
Taesuk asintió lentamente, aunque la confusión y la sensibilidad aún estaban presentes en su expresión. Se dejó guiar hacia la sala, donde los niños se levantaron para saludar a su mamá con entusiasmo. A pesar de su cansancio, Taesuk sonrió y abrazó a cada uno de ellos.
JungKook observaba a su esposo con atención, notando los pequeños signos: la hipersensibilidad, la irritabilidad y el cansancio extremo. Sabía que los calores de Taesuk estaban próximos a llegar y eso significaba que debían prepararse.
—Taesuk, cariño —dijo JungKook en voz baja, tomando la mano de su esposo y guiándolo a un rincón tranquilo—, creo que es momento de llevarte a nuestra isla privada. Es el mejor lugar para que pases tus calores y no quiero que te preocupes por nada.
Taesuk asintió, aunque la ansiedad brillaba en sus ojos.
—Pero, JungKook, los niños...
—He pensado en eso. Pediré a Yoongi y a Keiran que se queden en el penthouse con ellos. Keiran es más que capaz de cuidar de los pequeños, y Yoongi, bueno... él podrá ayudar. ¿Te parece bien?
Taesuk respiró hondo, sintiendo un poco de alivio.
—Sí, eso suena bien. Gracias, JungKook.
JungKook sonrió y besó a su esposo, sus labios encontrando los de Taesuk en un gesto lleno de amor y promesa.
—No tienes que agradecerme. Siempre cuidaré de ti, Taesuk.
La señora Kim anunció que la cena estaba lista, y la familia se reunió en el comedor. Mientras compartían la comida, JungKook no dejaba de pensar en los días que se aproximaban. Su mente ya planeaba el viaje y las medidas necesarias para asegurarse de que todo estuviera perfecto para su esposo.
El estudio de JungKook estaba lleno de maletas abiertas y ropa meticulosamente doblada. El alfa movía con habilidad las prendas dentro de las valijas mientras Taesuk, su omega, intentaba persuadir a sus hijos para que se despegaran de él.
—Chicos, papá y yo solo nos vamos unos días. Estarán bien con Yoongi y Keiran —decía Taesuk con dulzura, acariciando las cabezas de Taejun, Gyeunhyo y Daejun, quienes se aferraban a él con determinación, mientras Yoonyo estaba aferrada a Jungkook.
—Pero, papá, no queremos que te vayas —protestó Daejun, el omega de la familia, con un puchero adorable.
—Papá, ¿nos traerás algo de vuelta? —preguntó Taejun con una sonrisa traviesa.
—Claro que sí, hijo. ¿Qué les gustaría?
Gyeunhyo y Daejun compartieron miradas emocionadas antes de pedir juntos: "¡Arena de la playa para hacer castillos!"
JungKook se acercó y levantó a Yoonyo en sus brazos, besando su mejilla con ternura.
—Vamos a extrañarlos mucho, pero ustedes se divertirán con Yoongi y Keiran. Prometo que volveremos pronto —dijo JungKook con una sonrisa tranquilizadora, tratando de no mostrar la ansiedad que sentía por separarse de sus hijos.
En ese momento, la puerta se abrió y entraron Yoongi y Keiran, trayendo consigo una sensación de calma y familiaridad. Yoongi, un alfa seguro de sí mismo, se adelantó para saludar a JungKook.
—Listos para la gran escapada, ¿eh? —dijo Yoongi con una sonrisa burlona mientras miraba las maletas.
Keiran, un omega de aspecto gentil pero con una mirada astuta en sus ojos, se dirigió directamente a Taesuk y los niños.
—Hola, pequeños Jeon. ¿Están listos para una fiesta de películas y juegos? —preguntó Keiran con entusiasmo, tratando de distraer a los niños de su aflicción por la partida de sus padres.
Mientras tanto, Yoongi se acercó a JungKook en voz baja, con una expresión preocupada en su rostro.
—JungKook, estoy en problemas —confesó Yoongi en tono urgente.
JungKook frunció el ceño, preocupado por su amigo alfa.
—¿Qué sucede, Yoongi? ¿Algún problema con un trabajo?
—No exactamente... Keiran está embarazado, JungKook. ¡Está esperando mellizos! —susurró Yoongi, con un gesto desesperado.
JungKook abrió los ojos sorprendido, luego soltó una carcajada corta pero llena de incredulidad.
—¡Mellizos! Oh, Yoongi, estás en un lío. Pero, bueno, siempre hay tiempo para prepararse. Practica con mis hijos mientras estás aquí, te ayudará a mejorar tus habilidades para la paternidad —bromeó JungKook, aunque sabía que las preocupaciones de Yoongi eran legítimas.
Yoongi sacudió la cabeza, resignado.
—Estoy jodido, JungKook. Completamente jodido.
Keiran se agachó frente a los trillizos, quienes seguían aferrándose a Taesuk.
—Bueno chicos, es hora de que papá y mamá vayan a relajarse. ¿Qué tal si les cuento una historia antes de que se vayan?
Los ojos de los trillizos se iluminaron emocionados, especialmente Daejun, quien siempre disfrutaba de las historias de Keiran.
—¡Sí! ¡Sí! ¿Es una historia de tortura? —preguntó Gyeunhyo con entusiasmo, mientras Taesuk daba un paso adelante, preocupado.
—Bueno, chicos, creo que mejor será cuando sean un poco más grandes para escuchar sobre eso. Keiran, tal vez podrías contarles una historia diferente, ¿no?
Keiran asintió con entendimiento, pero cuando Taesuk se volvió para llevar a los niños a otra habitación, Keiran guiñó un ojo a los trillizos con complicidad.
—Les contaré la historia cuando vayan a dormir, ¿de acuerdo? Pero es nuestro secreto, ¿vale?
Taejun, Gyeunhyo y Daejun asintieron emocionados, ya imaginando las hazañas de tortura que podrían escuchar. Yoongi, observando la escena con una sonrisa, levantó a Keiran sobre su hombro y se dirigió hacia las habitaciones de los niños.
—No te preocupes, JungKook, Taesuk. Yo me encargaré de mantener a este chico fuera de problemas —bromeó Yoongi mientras se alejaba con Keiran riendo suavemente.
JungKook y Taesuk se miraron, sintiéndose aliviados de saber que sus hijos estaban en buenas manos. Bueno, más o menos.
Taesuk se acercó a JungKook aunque estaba haciendo un recordatorio mental, y notó algo.
—Espera, ¿dónde está Yoonyo?—inquirió alarmado al no recordar que su hija menor hubiera salido.
JungKook y Taesuk intercambiaron miradas de alarma. Empezaron a buscar por todo el lugar cuando escucharon un estornudo.
Rápidamente, Taesuk abrió una de las maletas que ya estaba cerrada y vio a Yoonyo escondida entre la ropa.
—¡Oh, cariño! ¿Qué estás haciendo aquí? —exclamó Taesuk con suavidad mientras sacaba a Yoonyo de la maleta.
—¡Yo quiero ir contigo y papá! —respondió Yoonyo con voz inocente, sus ojitos llenos de travesura.
Taesuk suspiró con cariño y besó la frente de Yoonyo.
—Lo siento, pequeña. Pero esta vez no puedes venir con nosotros. Tienes que quedarte y divertirte con tío Yoongi y tío Keiran, ¿de acuerdo?
Yoonyo asintió, aunque con una pequeña mueca de decepción en su rostro.
Justo en ese momento, la señora Kim, entró en la habitación con una sonrisa tranquilizadora.
—Vamos, Yoonyo. ¿Por qué no vamos a buscar algo delicioso para merendar antes de que tus papás se vayan?
Yoonyo sonrió ante la sugerencia de la señora Kim y extendió sus brazos hacia ella. La niñera tomó a Yoonyo en sus brazos con facilidad y comenzó a llevarla fuera de la habitación.
—Cuida bien de ellos, por favor, señora Kim —dijo JungKook con gratitud mientras veía cómo la niñera se llevaba a Yoonyo.
Una vez que estuvieron solos de nuevo, Taesuk se acercó a JungKook y se abrazaron.
—¿Listos para nuestro tiempo juntos en la isla? —preguntó JungKook, acariciando suavemente la espalda de Taesuk.
Taesuk asintió con una sonrisa cálida.
—Sí, estoy ansioso por estar solo contigo.
JungKook sonrió, el deseo y la posesividad brillando en sus ojos alfa.
—Te mostraré cuánto te deseo, omega mío.
El rugido de los motores del helicóptero se desvaneció gradualmente mientras la aeronave descendía hacia la exuberante isla privada de Jeon JungKook. El sol del atardecer teñía el cielo de tonos cálidos y dorados, pintando un paisaje idílico que contrastaba con el peligro latente que acechaba bajo la superficie. JungKook, con su expresión imperturbable propia de un líder de la mafia, observaba el horizonte con ojos entrecerrados, su mente ya maquinando planes y estrategias.
A su lado, Taesuk miraba por la ventana del helicóptero, sus manos inquietas retorciéndose en su regazo. Su mente estaba en otra parte, plagada de preocupaciones que lo hacían sentirse vulnerable y expuesto.
Cuando el helicóptero tocó tierra, JungKook fue el primero en bajar, seguido de cerca por Taesuk, quien se sentía cada vez más consciente de su propia fragilidad. La brisa marina acariciaba sus rostros mientras caminaban hacia la imponente mansión que dominaba la isla. No habían pasado ni cinco minutos cuando Taesuk sintió el primer retorcijón en su vientre, un recordatorio dolorosamente dulce de que sus calores se acercaban peligrosamente.
—¿Estás bien, Taesuk? —JungKook preguntó, su tono aunque suave, estaba lleno de una preocupación que rara vez mostraba hacia otros.
—Sí, solo un poco mareado por el vuelo —mintió Taesuk, evitando el contacto visual directo. Sabía que no podía permitirse mostrar debilidad frente a JungKook, especialmente ahora que se acercaban los momentos más vulnerables para un omega.
El interior de la mansión era tan lujoso como Taesuk recordaba: muebles elegantes, alfombras mullidas y artefactos de arte que podrían financiar un país pequeño. JungKook guió a Taesuk hacia el dormitorio principal, un espacio que Taesuk conocía bien pero que en ese momento le parecía extrañamente desconocido.
—Descansa un momento, amor —dijo JungKook con una voz que, aunque suave, resonó en toda la habitación. Su mirada intensa nunca dejó a Taesuk mientras se acercaba, acariciando su mejilla con ternura.
Taesuk se sintió desgarrado entre el alivio de tener a JungKook cerca y el miedo creciente de lo que estaba por venir. Los celos y la sensibilidad emocional que los precedían eran tormentas internas que amenazaban con desbordarse en cualquier momento.
—JungKook... —susurró Taesuk, apenas audible, su voz temblorosa revelando la lucha interna que estaba librando.
—¿Qué sucede, Taesuk? —JungKook preguntó con una intensidad que hizo que Taesuk temblara.
—No me dejes solo... —murmuró Taesuk, finalmente dejando caer sus defensas. Sus ojos brillaban con lágrimas reprimidas mientras se aferraba desesperadamente a JungKook.
El alfa se estremeció ante la vulnerabilidad cruda de su esposo, una parte de él complacida de verlo tan dependiente y otra parte desgarrada por el dolor que él mismo le causaba.
—Nunca te dejaré solo, Taesuk —prometió JungKook, sus brazos envolviendo con fuerza al omega. Su tono era posesivo, casi feroz, una afirmación de su derecho sobre Taesuk—. Voy a cuidarte, Taesuk. Solo mío.
Taesuk se estremeció ante el tono posesivo de su esposo, su propio deseo respondiendo al llamado alfa de JungKook.
—Sí, JungKook... solo tuyo...
Los ojos de JungKook brillaron con satisfacción mientras se acercaba lentamente a Taesuk, su presencia dominante llenando la habitación.
—Voy a hacerte sentir bien, cariño. Vamos a pasar este calor juntos.
¡Salí del bloqueo!
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