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Octava parte

De alguna forma, aunque no lo establecieron de manera verbal, terminaron en una relación. Por lo general pasaban los fines de semana juntos, se había vuelto una costumbre salir solos los sábados y pasar los domingos con los niños, como una familia. Kyungsoo se había encariñado incluso más con Jeonghwan y era evidente que Youngsoo también había atrapado el corazón de Jongin. Estaba feliz, aunque aún muy en el fondo estaba el miedo de que algo malo sucediera.

Había ocasiones en las que Jongin estaba demasiado ocupado por el trabajo y no podían verse a diario; en esos días les bastaba con verse unos pocos minutos fuera del jardín de niños, o si podía, Kyungsoo iba de visita a su oficina para comer con él.

Ambos eran un gran apoyo mutuo. Cuando alguno de los dos, por alguna razón, no podía pasar por su hijo o asistir a las juntas de padres, el otro lo hacía. Cada vez su relación se hacía más estrecha, llegando al punto en que se quedaban a dormir en la casa del otro y habían comenzado a planear un viaje para ir los cuatro. Kyungsoo creía que, si alguna vez iba a vivir con Jongin, era mejor conocerlo a fondo desde antes y, a pesar de que en ocasiones tenían desacuerdos, eran perfectamente capaces de llevar una convivencia sana.

Así pasaron casi seis meses, y Kyungsoo al fin se estaba comenzando a relajar.

Una tarde, durante un maratón de películas animadas en casa de Jongin, Jeonhgwan se puso a llorar porque le habían dado un paquete de galletas que estaba ya abierto. No era un llanto fuerte ni escandaloso, sino uno muy sentimental. Jongin estaba tratando de resolver la situación, pero nada funcionaba.

—No quiero estas —decía en medio del río de lágrimas. Jongin suspiró.

—Jeonghwan, ya es tarde para ir a comprar más y les di los últimos paquetes. Si no te las quieres comer aún, te las puedo guardar.

—Las quiero comer ya —musitó con la cara roja—. Papi, yo las quiero abrir.

—Pero ya están abiertas, Jeonghwan. Es lo mismo, son galletas.

Kyungsoo, que tenía a Youngsoo en las piernas comiendo galletas tranquilamente, lo colocó con cuidado en el sofá y se levantó. Jongin se veía un poco miserable, sin saber qué más hacer o decir. Él se inclinó frente a Jeonghwan y le limpió las lágrimas.

—Dame un minuto —le dijo con gentileza—. Te traeré tus galletas.

Jongin le miró curioso, pero cuando le extendió la mano, simplemente le dio el paquete. Entonces se dirigió a la cocina, busco un encendedor y calentó los extremos del paquete, lo suficiente para que se pudiera pegar. Presionó un poco con los dedos y volvió a la sala con el paquete de galletas cerrado.

—Ya quedó, ¿ves? —Jeonghwan dejó de llorar de un segundo a otro. Pestañeó, despejando sus ojos de lágrimas y tomó las galletas.

—Gracias —expresó con una voz queda antes de irse a sentar junto a Youngsoo.

Jongin lo miraba como si hubiera hecho la hazaña más difícil del mundo.

—¿Cómo no se me ocurrió?

—Youngsoo hacía lo mismo todo el tiempo —dijo encogiéndose de hombros—. Lloraba mucho cuando le cortaba su comida, así que fingía ir a la cocina y servirle más, aunque era la misma.

Jongin se acercó a él y lo besó rápidamente en los labios.

—Gracias, no sé qué haría sin ti.

—No exageres —dijo riendo—. Por cierto, ¿Jeonghwan se va mañana?

—Ah, es verdad. Debo preparar su maleta. Su madre vendrá a recogerlo mañana temprano.

—Vamos, te ayudo.

Antes de que pudieran dirigirse a la habitación del niño, alguien tocó el timbre. A ambos les pareció extraño que alguien llamara a la puerta tan tarde, así que se acercaron a una de las ventanas y levantaron la cortina para observar. Del otro lado del cancel estaba una mujer muy guapa, alta y delgada. A pesar de que estaba oscuro, su rostro se veía lo suficientemente claro como para notar su expresión nada contenta. Kyungsoo no conocía a la exesposa de Jongin en persona, pero la había visto en fotografías y era capaz de reconocerla.

Se preguntó mentalmente qué hacía ahí y por qué parecía enojada, y al girarse para mirar a Jongin, él tenía la misma cara de confusión.

Como no abrían, la mujer tocó el timbre repetidas veces. Los niños miraron curiosos, así que Jongin les sonrió, quizá para no preocuparlos.

—Iré a ver quién es, vuelvo en un momento.

También le estaba avisando a Kyungsoo, él lo notó. Antes de ir, Jongin le acarició el hombro y le susurró que no se preocupara. Pero era demasiado tarde.

*

No era habitual que Janri realizara visitas sin un aviso previo, así que naturalmente estaba sorprendido. Era evidente que no estaba ahí por Jeonghwan, así que evitó decirle que era su padre quien tocaba el timbre y antes de hacer cualquier otra cosa, decidió resolver la situación por sí mismo.

Desde luego, notó la duda y la preocupación de Kyungsoo, así que planeaba darse prisa.

—Hola, Janri. ¿Qué haces a...

—¿De quién es ese auto? —preguntó la mujer, interrumpiéndolo de manera tajante. Jongin suspiró, se apretó la parte superior de la nariz y mantuvo la compostura.

—¿Quieres entrar?

—Sí, debemos hablar y no pienso hacerlo desde aquí.

—Bueno... —Jongin abrió el cancel y le permitió pasar. Le señaló la banca de herrería que tenía en el jardín y ella se sentó con confianza, aún molesta. Él permaneció de pie.

—¿Entonces?

—¿Entonces qué?

—¿Cuándo pensabas decirme que te estás viendo con alguien? Tuve que enterarme por Jeonghwan.

Él estaba perplejo por su reclamo. Contuvo las ganas de bufar y de burlarse. Se limitó a observarla con una expresión seria. Por un momento no supo qué responder, la situación era demasiado hilarante.

—Creí que sería como tus otras relaciones, pero por lo que Jeonghwan me ha contado, ya casi viven juntos y hasta dejas que cuide de mi hijo.

Jongin, cansado de su tono acusador, se cruzó de brazos. Comenzaba a molestarse.

—¿Quieres tranquilizarte? Jeonghwan podría asustarse si te escucha así de enojada —le pidió—. Y por favor, no es correcto que vengas a mi casa a hacer una escena y a despotricar contra mí y mi pareja.

La mujer respiró hondo, luego asintió.

—Bien, Jongin. Sabes que no me interesa con quién salgas, esos son tus asuntos. Pero ahora mi hijo está implicado, no dejaré que andes por ahí jugando a la casita con un hombre. ¿Qué pasará cuando te aburras?

Jongin bufó. Ella siempre había sabido acerca de su bisexualidad, pretendía ser de mente abierta y aceptarlo, aunque siempre asumió que solo se trataba de diversión y jamás se tomó en serio su atracción por los hombres.

—Por favor, no permitiré que me insultes ni que insultes a mi relación. No estoy jugando. Lo mío con Kyungsoo es serio.

Ella al principio pareció sorprendida, aunque finalmente se calmó.

—Solo estaba preocupada. No sé qué clase de persona es ese hombre con el que mi hijo pasa tanto tiempo. Habría preferido que me lo comentaras antes —Eso era lo más cercano a una disculpa que obtendría de ella, Jongin estaba seguro. Aun así, lo aceptó y se sentó también en la banca.

—No lo pensé, la verdad.

—¿Y qué clase de persona es ese tal Kyungsoo? ¿Es un buen hombre?

Jongin recordó los tiempos en los que tenía una buena relación con Janri, aunque desde eso ya habían transcurrido años. Asintió, sin poder contener su sonrisa al pensar en su respuesta.

—Es el mejor. Es increíble —le dijo—. Nos quiere a mí y a Jeonhgwan, jamás haría algo para dañarlo, puedes estar tranquila. Y Jeonghwan lo adora.

La mujer suspiró e hizo una mueca infantil.

—Eso también me preocupa —confesó—. Me da miedo que mi hijo se encariñe con otra persona.

—Tú eres la madre de Jeonghwan, no importa si se encariña con otra persona, eso no cambiará.

—Supongo que tienes razón —La mujer balanceó las piernas y lo miró—. Si dices que tienen algo serio y que es una buena persona, supongo que no puedo reclamarte nada, ¿cierto?

—Soy completamente serio. Los quiero en mi vida —al ver la confusión en la cara de Janri, añadió—. Kyungsoo tiene un hijo de la edad de Jeonghwan.

—Sí, lo escuché de Jeonghwan —dijo de manera casual—. Vaya, sí que vas en serio.

Justo en ese instante escucharon un carraspeo a sus espaldas. Los dos se giraron al mismo tiempo y a Jongin le sorprendió ver a Kyungsoo ahí parado. Llevaba a Youngsoo en brazos y tenía una mochila colgada del hombro.

—Lamento interrumpir —dijo con un tono afable, aunque se notaba incómodo. Su voz era baja, casi susurrando para no despertar al niño—. Ya me marcho. Hace frío aquí, deberían entrar. Dejé a Jeonghwan dormido en su cama.

—¿Por qué te vas? —Jongin se levantó de la banca y lo miró confuso, pues habían acordado que se quedarían a dormir. De inmediato se sintió tonto porque entendió que Kyungsoo solo estaba incómodo—. No te vayas, es tarde para que conduzcas a tu casa.

—No es necesario que te marches —se apresuró a decir Janri—. Yo ya me iba de todos modos, reservé una habitación y debo ir a dormir. Volveré mañana por Jeonghwan.

Kyungsoo miró a Jongin en busca de una respuesta.

—Quédate —le dijo, aunque fue más una petición que una orden. Kyungsoo asintió.

—¿Puedo hablar contigo? No te quitaré mucho tiempo —Janri le dijo a Kyungsoo. Él parecía confundido, pero accedió.

Jongin entendió que quería hablar con él a solas. Le dio una mirada de advertencia, aunque sabía que ella sería prudente y no diría nada fuera de lugar. Se acercó a Kyungsoo para quitar a Youngsoo de sus brazos. En cuanto sintió que cambiaba de brazos, Youngsoo se acerró a él y acomodó la mejilla sobre su hombro cómodamente. Le dio un fugaz beso a Kyungsoo y le quitó también la mochila.

—Llevaré a Youngsoo con Jeonghwan, te espero.

Dejó el jardín para dirigirse al interior de su casa, siendo cuidadoso con el niño. Youngsoo le babeó la camisa, pero no le importó. Subió las escaleras y entró a la habitación de su hijo, que ya estaba profundamente dormido. Quitó la cobija para colocar a Youngsoo y luego los cubrió. Antes de salir de la habitación, le dio a cada uno un beso en la frente.

Mientras se dirigía al baño para darse una ducha, pensó en su anterior conversación con Janri. Quizá era tiempo de que hiciera las cosas más formales. Definitivamente quería que Kyungsoo y Youngsoo fueran parte de su familia.

*

—Lamento haber interrumpido así tan de repente —le dijo la mujer—. Me preocupaba no saber con qué clase de persona convive Jeonghwan, pero luego de hablar con Jongin y de haberte visto, creo que puedo estar tranquila.

A Kyungsoo aún no le agradaba del todo la mujer, pero en realidad la comprendía.

—Entiendo. Soy padre y me sentiría de la misma forma.

—Por cierto, tu hijo es adorable.

—Gracias, lo es —respondió orgulloso—. Jeonghwan también es un niño adorable.

Ella sonrió, parecía avergonzada.

—Gracias por cuidarlo tanto. Supongo que debes creer que soy una horrible madre.

—No es así —dijo, siendo completamente honesto—. No necesitas verlo todos los días para ser una buena madre. Es muy obvio que te preocupas por él y que lo quieres.

Después de una breve conversación, ella se despidió y se marchó. Kyungsoo volvió a ingresar a la casa. Como no vio a Jongin en la sala, subió para buscarlo en su habitación, pero escuchó ruido en el baño y fue allí directamente. Golpeó la puerta con los dedos y Jongin le gritó que pasara. Cuando entró, lo vio desnudo mientras esperaba a que la bañera se llenara,

—Date un baño conmigo —le pidió. Kyungsoo le sonrió y se desvistió también.

Cuando ambos entraron al agua caliente, él sobre Jongin, Jongin lo abrazo por la espalda y le dio un beso en el cuello.

—Kyungsoo, cásate conmigo.

***

Ahora síi, nos leemos en un ratito con el epílogo  

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