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Dos

Ocho meses después de la maravillosa noticia, la vida de Hansi y Bojan estaba en plena revolución.

Bojan, ya con una barriga prominente, caminaba con una lentitud forzada y una paciencia que a veces estaba al borde de la desesperación, porque Hansi, su querido esposo, se había convertido en el Alfa más sobreprotector del mundo.

Cada paso que daba Bojan era seguido de cerca por los ojos atentos y nerviosos de Hansi, quien estaba decidido a cuidarlo a cada segundo del día.

Aquella mañana, Bojan intentaba levantarse del sofá mientras Hansi salía de sabrá Dios dónde, para sujetarle el brazo.

—Cuidado, Butesi.—Dijo Hansi, con el entrecejo fruncido.

—No te levantes tan rápido, puedes marearte.

Bojan suspiró y, sonriendo pacientemente, se dejó ayudar.

—Hansi, solo estaba tratando de ir al baño. Lo hago al menos veinte veces al día, ¿Recuerdas?

—Sí, sí, pero uno nunca sabe. ¿Y si resbalas o si te da un tirón o…? —Hansi enumeraba posibilidades... Un Alfa más dramática imposible.

Bojan soltó una carcajada y le acarició la mejilla.

—Cariño, creo que estaré bien.—Dijo, intentando tranquilizarlo.

Pero Hansi no estaba convencido.

—Voy contigo. No puedo dejarte solo ni un segundo, Butesi. Y menos después de la última vez que te mareaste un poco.

—Fue un segundo de nada…—Intentó decir Bojan, aunque sabía que cualquier argumento era inútil.

Hansi tenía un umbral de tolerancia muy bajo cuando se trataba de su bienestar.

Una vez que Hansi estuvo seguro de que Bojan estaba cómodo y no corría ningún “riesgo”, volvió a su lado en el sofá, mirándolo con una expresión de amor y una pizca de estrés.

—¿Quieres que te traiga algo? ¿Agua? ¿Un cojín extra? ¿Quizá otro masaje?

Bojan sonrió, enternecido y divertido a la vez.

—No, Hansi, estoy bien. Solo necesito descansar un poco… Aunque creo que nuestro pequeño terremoto no está muy de acuerdo.—Dijo, mirando su vientre, donde el pequeño Pablo daba patadas con una energía incansable.

Hansi colocó una mano sobre el vientre de Bojan, notando las constantes pataditas de su hijo.

—No puede ser… Es incansable, ni siquiera ha nacido y ya parece un futbolista en miniatura.—Bromeó, aunque sus ojos brillaban de orgullo.

Bojan rió.

—Lo sé, siento que este niño va a ser de los que no están quietos ni un segundo. ¿Te imaginas cuando empiece a caminar? Vamos a tener que ponerle un GPS.—Bromeó, y Hansi asintió, aunque en su mente ya se imaginaba persiguiendo a su pequeño Pablo por toda la casa.

—Pues claro que sí.—Dijo Hansi.

—Y además, le pondremos esos protectores en las esquinas de todos los muebles, y cámaras, necesitamos cámaras por toda la casa.

Bojan estalló en risas.

—¡Dios mío, Hansi! El niño ni siquiera ha nacido y ya estás haciendo una lista de vigilancia.

—Es solo para estar seguros, Butesi. Además, mira esas patadas.—Dijo, mientras el pequeño Pablo daba otra sacudida.

—Ya me imagino a este niño corriendo de un lado al otro de la casa y trepándose a los muebles.

—Será un terremoto, sin duda, pero uno muy querido.—Dijo Bojan, acariciando su vientre con cariño.

—Aunque tú, pequeño Pablo, podrías darnos un poco de descanso de vez en cuando.—Añadió en tono suave, como si el bebé pudiera escucharlo.

A pesar de sus palabras, el pequeño Pablo parecía tener ideas distintas, pues justo en ese momento dio una serie de movimientos que hicieron a Bojan soltar un quejido.

—¿Te lastimó? —Preguntó Hansi, alarmado, acercándose de inmediato.

—Ese niño ya es un Alfa antes de nacer.

Bojan rio y negó con la cabeza.

—No, solo que parece que tiene mucha energía. Si esto es así ahora… no quiero imaginar cuando esté por aquí corriendo.

A pesar de la cantidad de veces que Hansi revisaba cada detalle, él siempre encontraba algo nuevo de qué preocuparse.

De hecho, la noche anterior, Bojan se había quedado despierto hasta tarde leyendo, cuando Hansi entró en la habitación mirándolo con reproche.

—¿Por qué estás despierto? ¿Y la luz? No puedes quedarte despierto hasta tan tarde, Butesi, necesitas descansar.—Le regañó, mientras le quitaba suavemente el libro de las manos y apagaba la lámpara.

Bojan sonrió en la oscuridad.

—Sabes, cuando pensé en tener una familia contigo, imaginé que serías cariñoso… pero no esperaba que fueras tan protector.

Hansi le rodeó con sus brazos, acariciándole la espalda.

—Y yo no sabía que te iba a querer tanto. Es que… no puedo evitarlo, Bojan. Quiero asegurarme de que estés bien, y de que Pablo llegue sin problemas.

Bojan suspiró y se dejó abrazar, aunque aún sintiera las pataditas de su hijo dentro de él.

—Sé que tienes razón. Pero también confío en que todo saldrá bien. Y cuando llegue el momento, seremos dos los que estemos corriendo detrás de él.

Hansi besó su frente.

—¿Sabes? He estado pensando que, tal vez, podríamos convertir el cuarto de huéspedes en su habitación… Oh Y poner una cuna de esas que tienen monitores de respiración y toda la tecnología posible.—Dijo entusiasmado, como si acabara de tener una de las mejores ideas del mundo.

—Eso suena genial, pero primero me prometes que lo dejarás correr y explorar cuando llegue el momento.—Respondió Bojan, divertido.

—Bueno… —Hansi suspiró, pensándolo un momento, y luego asintió.

—De acuerdo, pero te advierto que no voy a sacarlo de mi vista ni un segundo.

Bojan sonrió y se abrazó a él, sintiendo la calidez de su amor y la tranquilidad de saber que estaba en buenas manos.

Aunque a veces Hansi fuera dramático, él sabía que detrás de esa sobreprotección solo había un profundo amor.

En ese momento, el pequeño Pablo dio otra patada, como si ya estuviera ansioso por unirse a su papá Hansi y su papi Butesi.



Holaaaa perras, ¿Cómo están? Valiendo verg supongo, me alegro.

¿Tendré que sacar mi paraguas hoy también?

Y para mis amores, holiiis 💖💋 espero que estén bien bebés.

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