Chào các bạn! Vì nhiều lý do từ nay Truyen2U chính thức đổi tên là Truyen247.Pro. Mong các bạn tiếp tục ủng hộ truy cập tên miền mới này nhé! Mãi yêu... ♥

4. Valentino.

VALENTINO:

No extraño a papá.

Mi psiquiatra y de Lucrezia, un anciano llamado Edward, me dice que debería permitirme a mí mismo hacerlo, pero no lo hago. Nuestro hogar está mejor sin él. Más silencioso. Más ordenado. Sin el rastro de sangre que deja a diario en los suelos, hay espacio para el mío.

Soy el hombre de la casa ahora.

Termino de deslizar la hoja de mi navaja por el cubo de madera que me dio mi terapeuta y contemplo la figura que hice con la forma de la pieza de un rey de ajedrez. Tiene que ser perfecta. Una vez me aseguro de que no tenga ningún detalle, la dejo a los pies de mi cama con las otras y tomo otro cubo para hacer a la reina. Pronto será el cumpleaños de mamá y a ella le gusta el ajedrez. Soy un niño. Todavía no tengo dinero para comprarle un regalo y demostrarle cuán importante es para mí, así que decidí hacerlo con mis propias manos.

La sensación del cuchillo en mi mano me relaja.

El hundirlo en la madera, deslizar un trozo hacia afuera y seguir apuñalando el pequeño trozo inútil, como los prisioneros en las mazmorras o los miembros débiles del Outfit.

Mi hermano Santino es mayor que yo, debería ser quién se quede al mando después de mi padre y del tío Flavio, pero lo único que ha hecho desde que nuestro padre se fue es investigar sobre la amnesia y aliarse con Chiara para creer que el imbécil regresará. No ha estado cuidando de mis hermanas y de mamá como se supone que un hombre debería.

Yo soy quién ha ocupado ese lugar.

Mi puerta está entreabierta, por lo que puedo ver la sombra de una figura transitar por el pasillo antes de escuchar el sonido tintineante de los cascabeles que arrastra consigo. No tenemos permitido usar armas fuera del recinto, así que guardo mi navaja suiza, un regalo de mamá que antes perteneció a su padre, en un compartimiento en la madera de mi armario antes de ponerme de pie y perseguirla, pero es rápida. Todo a nuestro alrededor está oscuro y los hombres en el interior de la casa duermen porque prefieren ignorar el poder de nuestra sangre a enfrentar sus constantes muestras, cobardes, por lo que nadie a parte de mí tiene la valentía necesaria para dirigirse al salón y contemplarla fijamente.

Una tenue melodía, porque incluso en ese estado es lista y no quiere despertar a los demás, inunda el salón principal de nuestro hogar. Ella da vueltas sobre sí misma, sin parar, y gira. La tela de su bata blanca se desliza por el suelo con cada paso que da. Su cabello blanco se balancea de un lado a otro como un columpio. Son demasiadas hebras para su cabeza.

―Lucrezia ―la llamo, pero no responde o se detiene como usualmente haría ante la mención de su nombre incluso estando dormida―. ¡Lucrezia!

Es inútil. No se detiene.

Su cuerpo a veces no es consciente de los objetos que la rodean cuando está sonámbula, así que a veces se tropieza con ellos, generalmente los que por alguna razón han movido de su lugar, y se lastima, llegando en ocasiones a sangrar. No es como Chiara, no es una guerrera, sino una bailarina, así que no puedo dejar que se lastime porque eso enojaría a mamá. Todos tenemos un propósito en la vida, en especial alguien de nuestra familia.

El suyo es bailar y ser hermosa, lo cual no involucra cicatrices en su cara o en su cuerpo.

El mío matar.

―Lucrezia ―continúo llamándola, aproximándome a ella cuando me doy cuenta de que se está acercando a una lámpara que alguien del servicio puso allí. Esta es metálica y mucho más grande que ella. Mañana descubriré quién fue el responsable de alterar la decoración cuando está prohibido porque no es la primera vez que mi hermana hace esto―. ¡Caos! ―grito cuando gira tan rápido en su dirección, saltando sobre las puntas de sus pies desnudos, que a pesar de cuán rápido voy no logro alcanzarla, pero eso no es necesario.

Ella se detiene abruptamente, su mirada clavada en el fuego de la chimenea, de espaldas a mí. Mi andar se vuelve lento porque cualquier movimiento brusco que haga podría hacerla entrar en estado de pánico y convertir esto en algo que perturbe a nuestra madre. Dejo de moverme por completo cuando se gira hacia mí, sus ojos azules llenos de lágrimas.

―¿Papi?

No respondo al instante, mi ira hacia nuestro padre aumentando al ver a Lucrezia llorar.

Veo a Chiara y a Santino llorar algunas veces, incluso yo lo hacia al principio de nuestros entrenamientos en el complejo de Luciano, una reacción de mi cuerpo ante el dolor más que una emoción de pequeño marica, pero no importa si lo hacemos.

Ella no es como nosotros.

Mamá y papá nunca nos lo han dicho, pero Lucrezia es especial.

Pertenece al brillo, no a la oscuridad.

―Sí. Soy yo, papá ―respondo colocando mi voz grave y de adulto. Me estremezco ante lo familiar que sueno a nuestro padre y me pregunto si así me escucharé cuando crezca―. Vuelve a la cama, Caos. Necesitas dormir.

―¿Me llevas, papi?

Podría cargarla, pero entonces se daría cuenta de que soy yo y no él.

Extiendo mi mano.

―Toma mi mano.

Ella lo hace, sus ojos todavía en blanco a pesar de que se encuentran abiertos. Al momento en el que su mano se encuentra con la mía me apresuro a cerrar mis dedos en torno a ella y a tirar de su cuerpo hacia las escaleras tan rápido como sea posible porque temo que se dé cuenta de que no es lo suficientemente grande como para no ser de un adulto. Ya en el segundo piso la empujo hacia su habitación, la cual está decorada con tanto rosado que quiero sacarme los ojos, y la arropo con su manta de unicornios.

Le doy su oso de felpa tras recogerlo del piso, el cual aprieta.

Antes de irme ajusto el nudo de cinta con un cascabel que pongo todas las noches en su tobillo desde que papá se fue, el cual se encontraba flojo. Por lo general era él quién iba tras Lucrezia cada noche ya que instaló un sistema de seguridad con el cual detectar sus movimiento, pero no encontré la alarma que usaba para ello en su habitación.

Una vez me aseguro de que está en paz y ha regresado a soñar de manera normal, sus ojos cerrados por acción de mis dedos, me levanto y me dirijo a la salida de su habitación, pero su voz me detiene por unos segundos. Cuando me giro hacia ellos estos están aún cerrados.

―No vuelvas a decirme Caos. Solo papá puede hacerlo. ―Se hace bola con las sábanas―. Te quiero, Valentino. Mañana te daré mi ración de brownies para la escuela.

Se supone que un Capo no debe tener sentimientos, pero algo cálido se instala en mi pecho.

Lucrezia ama el chocolate, en especial los brownies de chocolate blanco que nos envían a la escuela todos los lunes. Que su subconsciente me los prometa, cosa que quizás no haga porque Lu siempre olvida lo que hace sonámbula, es dulce de su parte.

Toda la dulzura que me puedo permitir.

Cierro su puerta sin responder.

Paso por la habitación de Chiara, cuyo propósito en la vida es ser mi némesis, para comprobar que por desgracia nadie se la ha llevado. Al presionar mi oreja contra la madera de la puerta de la de Santino concluyo mi inspección al escuchar el característico sonido de las páginas de un libro deslizándose. Ya consciente de que todos mis hermanos están bien, me dirijo a mi habitación. Me detengo al ver una figura femenina sobre mi cama.

Mamá.

Estaba ayudando a Lucrezia ―explico rápidamente a mi mentora.

Lo sé ―responde mamá viéndome con ojos negros y amorosos, pero también cansados―. Sé todo sobre mis hijos. En especial sobre ti, príncipe. ―Abre sus brazos para mí y no dudo en sumergirme en ellos, aceptando su abrazo. Me acuesto con ella y cierro mis ojos cuando empieza a deslizar su mano por mi cabello, relajándome. Sé lo que dicen de ella. Sé que es un monstruo, pero yo también lo soy y ella me quiere de esa manera. Mi madre biológica no lo habría aguantado. No habría aguantado ser la madre de un Ambrosetti, así que está mejor muerta―. ¿Guardarías un secreto por mí?

Afirmo.

Sí.

Me aprieta más contra ella antes de responder.

Eres mi favorito.

¿Tu favorito?

Sí. Entre tus hermanos eres quién más entiende lo que la familia espera de ti.

Mi mandíbula se aprieta.

Pensé que se refería a que era su favorito entre papá y yo.

A que por fin se había dado cuenta de quién es mejor para ella.

Te amo, mamá ―murmuro cerrando mis ojos.

Y yo a ti, príncipe.

¿Entonces por qué lo necesitas?

Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro

Tags: #mafia