Capitulo 21
Taylor Jones
Sentí dos brazos apretarme con fuerza y abrí mis ojos asustada. En seguida la realidad me golpeó y divisé a Justin durmiendo casi por completo bajó mi cuerpo y abrazando mi cintura con fuerza. Bostecé y solté un suspiro al mismo tiempo.
La respiración de Justin era tranquila, su cara se veía angelical por lo que no pude evitar levantar mi mano y acariciar su suave mejilla; lo cual fue mala idea ya que se removió y luego abrió sus ojos lentamente. Una sonrisa se formó en su cara y mi estómago se estremeció de los nervios. Me mordí el labio y deposité un dulce beso en su mejilla. Él sonrió y dejó un cálido beso en mi cuello.
Solté otro suspiró dejándome caer a su lado y su agarré se hizo más fuerte en mi cintura, acarició mi trasero haciéndome sentir una sensación tibia en mi estómago y entrepierna, y luego subió sus manos hasta mi espalda. Recosté mi cara en el hueco de su cuello y cerré los ojos para descansar.
Recién ahí, cuando cerré los ojos, la realidad me golpeó con brusquedad. Me había entregado a Justin nuevamente a pesar de que estábamos separados, a pesar de que él se acostó con Sofia y a pesar de que yo besé a Neels, después de casi ocho meses estaba nuevamente en sus brazos. Mi estómago se estremeció. ¿Dónde está tu dignidad, Taylor?. Con Justin mi dignidad no importaba, mi amor por él era inmenso y él era el único que tenía derecho a tocarme, porque yo lo quería así, yo quería que fuera él quien me hiciera el amor, a pesar de todo yo aún quería ser suya, su chica, su mujer. Siempre caería ante él.
Mi tía diría; para amar a alguien primero debes amarte a ti misma, pero eso era mentira, porque en el momento en que te enamoras de quién crees que es el amor de tu vida, ya nada importa. Tu orgullo cae sin querer, das todo por esa persona sin importar si te ha hecho daño o si tú lo haz hecho. Eso sucedía con Justin y conmigo; cuando sus ojos chocaban con los míos muchos fuegos artificiales explotaban en mi interior, me mirase las veces que me mirase siempre sería así, siempre me entregaría a él, porque estaba perdidamente enamorada y ya no había vuelta atrás. Primero estoy yo, pero cuando el amor es fuerte y tienes una personalidad débil como la mía, nada importa.
—¿En qué piensas? —su voz ronca me sacó de mis pensamientos.
Levanté la vista y al chocar con sus brillantes ojos mieles miles de emociones se expandieron por mi estómago. ¿Ahora lo entienden?
—En todo esto.
Justin asintió sabiendo a que me refería y soltó un suspiro.
—¿Cuándo debes dejar Nueva York? —elevó una ceja.
—Debo arreglar algunos asuntos con Victoria's Secret y luego volveré a California —acaricié su pecho desnudo—, ¿y tú?
—No me iré de Nueva York en un largo tiempo —acarició mi mejilla y acercó su cara a la mía—. Estoy pensando en mudarme.
Fruncí el ceño con confusión y bajé la vista. ¿Por qué tenía que quedarse acá? No es que no me agradara la idea; pero él pasaba la mayor parte de su tiempo en California. ¿Además acá no hay nadie importante para él? ¿O sí?
—Oh.
Me sentía algo celosa. Me estaba odiando por imaginar cosas.
—¿Qué sucede? —elevó una ceja.
—Nada —desvíe mi mirada.
Escuché como resoplaba y luego se levantaba con brusquedad. Lo miré algo asustada por su rapidez y cuando iba a llamarlo se tumbó sobre mi, aplastando mi cuerpo con el suyo. Su erección mañanera chocaba en mi vientre y no pude evitar sonrojarme.
—¿Qué sucede? Estabas feliz, ahora pareces confundida y si no me equivoco...
—Deja de hacer eso.
—¿Qué cosa? —su entrecejo se arrugó.
—Analizarme y hacer como si conocieras cada cosa de mi.
—Te conozco completa. Completa, Taylor.
Ahí estaba nuevamente el rubor en mis mejillas. Sonrió con descaro y dejó un beso en la comisura de mis labios; un beso que me robó el aliento.
—Demuéstramelo.
—¿Qué cosa? —susurró, casi sin voz.
—Que me conoces completa. ¿Sabes lo que me gusta no?
Una sonrisa pícara se instaló en sus labios y se acercó a mi boca.
—Conozco cada emoción que tu cuerpo emite —me miró con tanta concentración que logró acelerar mi corazón—. Sé como hacerte sentir —dejó un leve beso en mis labios—. Eres mía desde siempre y yo te pertenezco desde siempre.
Así era como nuevamente nuestro alrededor dejaba de importar; estando juntos nos olvidábamos de la realidad, solo existíamos él y yo, y nos estábamos olvidando de nuestros problemas, de nuestra ruptura y de nuestros límites.
—Tuya —solté un jadeo mientras sus tibios labios besaban mi pecho.
Acaricié su cabello y tiré de este a medida que él mordía la piel de mis senos.
—Mía —su tibio aliento chocó contra mi piel haciéndome estremecer.
Entre jadeos me tomó nuevamente y me hizo el amor una vez más; y yo, yo no me pude quejar.
Justin Bieber
Se acercaba la hora. Se acercaba la hora de que ella se marchara y ambos hiciéramos como si nada hubiese pasado; y yo no quería que eso sucediera.
Me encontré a mi mismo mirando el techo de mi habitación de hotel en silencio. Llevaba treinta minutos en la misma posición, pensando en que debía hacer y cómo debería actuar cuando ella saliera por la puerta de ese baño.
Pasé mis manos por sobre mi cara con frustración y solté un suspiro ahogado. Miré su ropa botada en el suelo y sonreí melancólicamente; yo mismo le había quitado esa ropa en la madrugada, ella me había dejado hacerle el amor ¿entienden lo importante que es eso? No me refiero a que me siento orgulloso de corromperla, si no, a que me encanta saber que ella aún tiene confianza en mi, y me dejó amarla de esa forma tan intima. Me encantó ser suyo nuevamente y que ella fuera mía también. Eso no tiene precio, ella es perfecta.
La puerta del baño se abrió y la vi salir envuelta en una toalla. No pude evitar morderme los labios al verla de pies a cabeza; no me pueden culpar, soy hombre.
Me miró algo tímida y sonreí.
—Me puedes prestar algo de ropa.
Como imbécil asentí en seguida. Obviamente debía prestarle ropa, el atuendo que ella había usado en la noche de ayer era muy desabrigado, el clima de Nueva York era igual al de una Antártida y no había forma en que yo dejara que se fuera con aquellos shorts tan diminutos y esa chaqueta de cuero que no le cubría nada.
Saqué unos pantalones de chandal con cordones, unos bóxers limpios y una sudadera de mi maleta. Sabía que todo le quedarían bien. Se lo entregué y ella volvió a encerrarse en el baño para vestirse.
Luego de diez minutos salió con una toalla envuelta en su cabeza y caminó hacia mi. Se sentó a mi lado y pude sentir su característico olor a fresas. Le sonreí de lado y giré mi cabeza para mirarla.
—Mike te escoltará hasta tu hotel.
—Sabrán que estuve contigo si me ven bajar del brazo de tu guardaespaldas más conocido.
—Mike hace bien su trabajo, confía en mi.
—No lo dudo —sonrió levemente.
Levanté mi mano para correr un mechón de su castaño cabello que cubría sus preciosos ojos, la miré unos segundos perdiéndome en la profundidad y el brillo de sus ojos verdes y luego bajé mi vista hasta sus labios. Lamí los míos sintiendo mis piernas temblar y me acerqué para besarla. Necesitaba besarla.
Ella respondió mi beso en seguida y cerró sus ojos, sentí como se estremecía y aproveché de apretarla aún más hacia mi.
—Me encantan tus besos —susurró sobre mis labios cuando nos separamos en busca de aire—, lo sabes ¿cierto?
Asentí, ella me lo había repetido en más de alguna ocasión.
—Son suaves y calientes, me encantan —añadió sonrojándose.
—A mi me encantas tú.
Me enamoré aún más del brillo que transmitieron sus ojos cuando sonrió y me besó. Se dejó caer sobre la cama tirándome con ella y me apretó contra su cuerpo.
—Taylor —suspiré sin poder evitarlo.
La forma en que me apretaba contra su cuerpo y en que exigía mis labios me estaba matando, mis hormonas no tardarían el alborotarse.
Suspiré con pesadez cuando sentí mi entrepierna tensarse y me separé de ella. Me quedó mirando con una ceja alzada y solo pude reír tiernamente, tiré de su mano para que se levantara y así lo hizo.
—No eres tonta —acaricié la suave piel de su mejilla—, pero sabes que no podré bajarme esto si sigues apretándome contra ti de esa forma —miré rápidamente el bulto que comenzaba a crecer en mis pantalones.
Taylor asintió y por la forma en que apretó sus labios supe que no tardaría en sonrojarse. Se levantó de la cama y se posó frente a mi.
—Nadie puede saber de esto.
—Nadie —asentí.
Aún sentado en la cama, abrí mis piernas y tiré de ella posicionándola entre mis piernas para poder abrazarla. Recosté mi mentón en su vientre y me quedé mirándola hacia arriba un largo rato. Sonrió y comenzó a acariciar mi cuero cabelludo, haciendo que mi piel se erizara. Taylor me volvía loco literalmente.
Si las cosas fueran fáciles y simples, todo esto sería una genial reconciliación, pero las cosas no eran así de fáciles. Jamás lo serían, aún habían muchas heridas que no sanaban y aunque ninguno de los dos lo quisiera ambos necesitábamos tiempo, tiempo que me estaba volviendo loco, pero tenía que aprender a vivir con ello y disfrutar de estos pequeños y hermosos momentos que ella me regalaba.
—¿Aún sigue en pie nuestra promesa? —levanté su sudadera y dejé un pequeño beso en su vientre.
—¿La de esperarnos? —sonrió— Te lo prometí.
—Acompáñame a Canadá —murmuré cuando una loca idea se vino a mi mente.
Ella me conocía más que nadie, mis hermanos y mi familia la extrañaban, no sería mala idea llevarla a Canadá conmigo.
—Justin —se quejó—, sabes que nada me gustaría más, pero ¿no crees que es muy arriesgado?
—No me importan los medios, solo quiero estar bien contigo.
Sonrió y asintió levemente.
—Solo si tu me acompañas a El Colorado.
—Será un gusto visitar a mi ex suegra.
Negó con la cabeza divertidamente y se inclinó a besar mi frente.
—Debo irme.
—Dame un beso antes.
Sus mejillas tomaron color y se acercó lentamente hasta mi cara, sus labios suaves igual a un algodón se juntaron con los míos y mordí de ellos, saboreándola por completo.
—Te llamaré —susurré sobre sus labios.
—Hazlo —pidió y dejó un corto pico antes de alejarse por completo.
Me miró con una sonrisa y luego tomó sus cosas. Me levanté de la cama y la seguí hasta la puerta. La besé por última vez y luego de abrazarla, desapareció por completo.
Suspiré entrando a la habitación y cerré la puerta dejándome caer sobre el sofá. Desbloqueé mi teléfono y marqué el número de Mike.
—¿Todo bien? —preguntó al otro lado de la línea.
—Taylor va bajando por el elevador, llévenla a su hotel y encárgate de que ningún paparazzi la moleste —ordené.
—Será un placer.
—Gracias —murmuré y colgué la llamada.
Entré al Jacuzzi y solté un gemido de alivio cuando el agua tibia tocó mis músculos. Cerré los ojos recargándome en el borde del Jacuzzi y sonreí, reviví en mi mente cada suceso de la noche anterior y de esta mañana; sus sabrosos labios contra los míos, su cálida piel desnuda aferrándose a la mía y sus ojos brillando. Esa chica era mi perdición, Taylor Jones era mi perdición.
Instagram📸
justinbieber: Mía.
A 1.567.291 personas les ha gustado esto.
Ver los 23.678 comentarios.
martingarrix: ¿Quién habrá tomado la foto?😂
alfredoflores: @martingarrix. Yo, llegué a su habitación y me lo encontré cantando en la ducha.
justinbieber: imbéciles @alfredoflores @martingarrix.
-
-
-
taylorjones: Nueva York es la ciudad del amor para mi ❤
A 1.935.264 personas les ha gustado esto.
Comentarios Desactivados.
----
Déjame un voto si eres #TeamJustin.
Fame
Justbiebssg.
Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro