Quinto Capítulo

Andrea Berroncille

-¿Qué aceptaste hacer qué?

-Será como en los viejos tiempos, Keala, molestar a una familia, causar dramas familiares, arruinar decenas de vidas...nada puede salir mal, esto es prácticamente mi mejor oficio.

Terminaba de colocar el martillo sobre el suelo del césped verde para seguidamente comenzar a escalar por la enredadera de la enorme pared de rocas, me las arreglé para subir por las lianas gruesas mientras mantenía mi teléfono entre mi oreja y mi hombro, así no caía.

-Y... ¿le has contado sobre tu pequeño secreto?

-No hay razones para ello, el requisito número uno es no contar sobre la vida al otro, nada de meterse en asuntos personales, nada de interacciones amorosas, a menos que sea necesario para el plan, claro.

No tenía planeado contarle a Adam más de lo necesario. Mi triste vida no era la mejor para ser narrada, vamos que lo sabía mi mejor amiga solo por el hecho de que éramos prácticamente gemelas.

-Ahora te debo dejar, Keala, he llegado a su habitación.

-Por favor, prométeme que esto no va quedar como lo de hace dos años cuando ocurrió el incidente. ¡Y me debes decir cómo se llama tu chico! Sabes que un nombre dice demasiado.

Llegué a la ventana y conseguí abrirla sin problemas porque no tenía puesto el cerrojo, luego de abierta alcancé mi teléfono para colgarlo y guardarlo en el bolsillo de mi pantalón, no le respondería a mi amiga con una promesa de la cual no estaba segura si podía cumplir, y por supuesto que ella se interesaría en su nombre, aquí teníamos esta creencia sobre descifrar un nombre para decir cómo es una persona. Me agarré con ambas manos en la madera y me impulsé rápidamente hasta conseguir entrar por la ventana a la habitación.

Cuando mis dos pies tocaron el suelo de mármol todo mi cuerpo reaccionó con alergia al lugar donde me encontraba. Me levanté rápidamente para luego cerrar la ventana detrás de mí, observé mejor el sitio. Una cama imperial a mi derecha, un escritorio de princesa a mi izquierda, este sitio parecía un cuarto de Disney. Incluso tenía el color rosado.

Casi vomito ante la decoración, odiaba a la gente rica con gustos tan poco lógicos como querer parecer su casa totalmente bella cuando por dentro estaban todos podridos. Me acerqué hacia la cama imperial hasta dejarme caer sobre esta, la verdad es que estaba muy suave, demasiado, consideré la opción de quedarme dormida cuando escuché el ruido de la puerta al ser abierta.

Cualquier persona normal que hubiese entrado por la ventana de una habitación desconocida estaría nerviosa, pero yo no lo estaba en lo absoluto, me acomodé mejor en la cama con la espalda contra el espaldar de la misma mientras esperaba a mi víctima. Ella no tardó mucho en llegar hasta el centro del cuarto donde, de solo ver a alguien sobre su cama dio un salto y gritó por el susto.

-¡Seguridad! ¡Seguridad!

-Guarda oxígeno, princesita, tus guardias no van a ayudarte.

-¡Oh, por mis reyes! ¿Los mataste? Mira, si lo que quieres es mi dinero, hay mucho que puedes sacar de mis joyas, puedo dártela y no diré nada.

Comencé a reír, si necesitase dinero podría simplemente hacer una llamada y ya lo tendría, la gente no aprende en estos días a juzgar más allá de las apariencias. Descendí de la cama para seguidamente caminar hacia ella, la princesita estaba asustada, podía verlo. Era solo una chiquilla de veintiocho años vestida y tratada como una Barbie, sospechaba que su rostro perfecto no era más que la buena mano de un cirujano, eso se notaba.

-Estoy aquí para advertirte que te alejes de mi novio, sé que lo estás acosando con ese asunto de la boda, pero no va a suceder, se va a casar conmigo.

-¿Qué?, ¿de quién me hablas?, ¿qué novio?

Me acerqué más a ella y esta vez comenzó a retroceder con cada paso que yo daba.

-Hablo de Adam, no te hagas la inocente, sé que quieres casarte con él, pero aquí estoy para decirte que eso no va a suceder.

Ahora ella comenzó a reír, ¿qué le podía ocasionar tanta gracia?

-¡Adam Carver! ¿Salir contigo? Por favor, Adam Carver jamás saldría contigo, solo eres otra fan loca de él -miró por encima de mis hombros-. ¡Seguridad!

¿No entendía el español? Sus preciados guardias no iban a aparecer. Adam ya me había dicho que probablemente no me iba a creer, pero yo tenía mis métodos. Esta vez estaba ya demasiado cerca, la princesita terminó por chocar contra la pared y yo coloqué mis brazos alrededor de su cabeza para impedirle salida, la mujer estaba algo aterrada por lo que podía ver en sus ojos.

-Mi nombre es Andrea Berroncille, y a partir de hoy estaré presente en cada preciado momento de ustedes, me tendrán presente en la próxima celebración y apareceré en cada cuadro familiar por el resto de sus días, te aconsejo romper ese compromiso antes de los dos meses porque puedo ser muy molesta cuando me lo propongo.

La rubia no dijo nada, simplemente permaneció allí, sin poder siquiera abrir la boca, yo me di la vuelta para salir de la habitación, ya había cumplido con Adam en asustar a su prometida lo suficiente para crear una discusión, ahora tocaba mi parte.

Iba a vengarme de los Karrioca.

Salí de la habitación de la princesita y bajé al piso inferior. Como era de esperar, había un enorme hall para recibirlo y luego unos pasillos, el sitio era enorme y uno podía perderse en él, pero yo no lo hice porque me lo conocía demasiado bien. Vi la puerta de la habitación al final del pasillo y supe que era esa, corrí para llegar rápidamente a la misma, pero un ruido me detuvo en seco.

Me teléfono estaba sonando, ¡mil demonios, no podía creerlo de él! Maldije todo cuanto pude mientras sacaba el aparato del bolsillo, como supuse, era el mismo idiota de siempre.

-Sorry, carezco de interés para hablar. Llama luego.

-No, no me cuelgues, Andrea, necesitamos hablar de esto.

-Me aburres, Adam, ya estoy en el estudio, llama luego.

Abrí la puerta del estudio para pasar a cerrarla una vez estuve dentro, el ambiente allí era muy diferente, incluso más antiguo, aunque... todo estaba igual que el último día. Fui a colgarle a Adam para poder examinar sin problemas, pero la molesta voz del principito me interrumpió.

-Esto también te incumbe a ti, Andrea Berroncille -suspiré profundo antes de volverme el teléfono al oído mientras caminaba por el estudio-, le dije a mis padres como ordenaste y... no me creyeron, dicen que solo es otro intento para escaparme del casamiento.

-Debes ser el hombre más aburrido del planeta para que tus padres no te crean que engañaste a tu prometida.

Adam siguió explicándome toda la conversación con su familia, completamente aburrida para mí y a falta de interés coloqué el teléfono sobre el escritorio mientras buscaba en las gavetas del mismo algo que pudiese servirme para demostrar el nivel de corrupción de esta maldita familia. Por supuesto, el idiota parlanchín descubrió que no le atendía al cabo de unos minutos, suspiré profundo y algo irritada detuve mi labor de buscar en las gavetas, ahí no había nada.

-¡Andrea! No me estabas escuchando.

-No te escuchaba porque no me interesas. -Quiso hablar y lo interrumpí-. ¿Tienes realmente algo importante para mí, principito?

-Sí, mis padres quieren que te presente. Bueno... más bien me retaron a llevar a la "supuesta mujer" realmente no creen que sea capaz de engañar a Sandra.

-Fantástico, no solo eres aburrido, sino también mojigato.

Desistí de buscar en el escritorio y me dediqué a husmear en la librería, tal vez ahí podría haber algo, recordaba muy bien cuánto al señor de la casa le gustaba esconder los documentos importantes entre los libros más tediosos. Empecé a abrir libro por libro para ver si encontraba algo.

-Soy decente, Andrea, y muy caballeroso.

-Eres el ángel que falta en el cielo, debe ser por eso que estás tratando de arruinar la reputación de tu prometida.

-Pronto descubrirás, Andrea, que sin importar cuán bueno seas, algunas personas simplemente merecen arder en el infierno.

Sonreí. Fue algo inconsciente y que no pude evitar.

-Así que andas copiándome, pues te recomiendo no tomar malas decisiones, principito, o terminarás corrompido.

Eso fue lo que me sucedió, aunque gran parte se debía a las malas decisiones que otros habían tomado por mí, andaba con ese pensamiento en mente cuando cogí uno de los libros para ser revisado, estaba al perder las esperanzas, pero al abrirlo, descubrí aquella foto familiar dentro.

Estaban los señores Karrioca con una niña de cabello oscuro muy pequeña abrazada a la madre, observé detenidamente a la criatura, en aquel entonces solía ser inocente y gentil, nada comparado con la mujer que miraba la foto. Suspiré profundo y seguidamente apagué el teléfono sin siquiera despedirme. Guardé el aparato en el bolsillo de mi pantalón mientras no podía dejar de mirar la fotografía.

En aquel entonces pensé que los Karrioca serían mi familia, ahora resulta ser que la chica quien sería mi hermana era la prometida de mi falso novio.

-Contratada para arruinar a tu ex familia, realmente no hay mejor trabajo que este -susurré mientras guardaba la foto en mi chaqueta.

Me di la vuelta para salir de allí, probablemente utilizaría la ventana, pero de solo intentarlo algo inesperado ocurrió.

El sonido de la puerta al ser abierta y la figura masculina que se mostraba frente a mis ojos.

Quedé sin poder decir palabra, lo miré de arriba abajo y él hizo lo mismo, aquel hombre de cincuenta y tantos que no parecía poder entender lo que mostraban sus ojos. El mismo hombre del que había huido por mucho tiempo por convertirme en la persona que era ahora.

-Andrea... ¿hija?

-Hola... padre.

Padre adoptivo que ordenó ese accidente hace diez años para que muriese en él.

Díganme que les pareció!🐼 Espero mucho que les haya gustado. Dejen votos si les ha gustado la historia y no olviden que siempre pueden difundirla para que más personas la lean.

AlvaradoSharon Hola! Quería dedicarte un saludo en este capítulo y agradecerte por tus estrellitas 🤗 eres una de las personas que más ha apoyado la historia aun sin darse cuenta.

No olviden seguir mi cuenta si les gusta la historia, pronto estaré publicando más libros: LadyLennette

Besos y nos vemos pronto😘