Parte 33
Trigésimo tercer capítulo
Andrea Berroncille
Nuestra propia historia nos representaba, dos grandes naciones europeas habían intentado colonizarnos siglos atrás y debido a ello surgió una guerra civil que pronto se convirtió en una guerra contra la corona española, pero en medio de todo esto nosotros habíamos mantenido nuestra cultura y creado nuestras propias casas reales. ¿Testarudos? Definitivamente, ¿ingeniosos? Eso sin dudarlo.
Sin embargo, más allá de la adoración a los reyes y nuestra avanzada tecnología que se mezclaba siempre con una antigüedad mantenida, lo que más nos distinguía eran nuestras tradiciones. Hubo siempre una en especial que no soportaba, y ya ni recordaba la historia detrás de la misma, solo que al llegar ese día me encerraba en un rincón sin ganas ni de querer ver el sol.
Era el día de la reunión familiar. El nombre lo dejaba claro, todas las familias se reunían y de acuerdo a la costumbre debían realizar una tradición especial que los diferenciaba. En el orfanato era un día donde te consentían bastante para tratar de hacerte olvidar dónde estabas, con los Karrioca siempre consistió en tener una gran cena y luego hablar de negocios, nunca lo sentí como un día familiar.
Hasta ahora donde Adam me proponía una locura capaz de igualar a muchas que había hecho en el pasado.
—¿Visitar a tu madrina? Es decir, la reina.
Nos hallábamos acostados en la cama, él acariciaba mi cicatriz cerca de la oreja mientras yo lo miraba con cara de espanto.
—Es lo que solía hacer cada año, mi madre no es que fuese fan de esta fecha, así que mi abuela me llevaba de pequeño con Dheyra y pasaba el día en el palacio. Podemos decir que esa era mi tradición familiar, así como el único día del año donde ella dejaba de ser tan protocolaria, me gustaría que te conociera a ti y a Francis.
Yo no podía digerir ese tipo de conversación en ese momento, eso era lo único que pensaba entonces. Aceptar pasar el día con Adam era como aceptar que él era mi familia... y... y no se sentía tan aterrador como había imaginado.
—¿Entonces qué dices?
—Digo que... Ruchellneth no queda exactamente en la esquina, si queremos llegar a tiempo a la ciudad, debemos salir pronto.
Cada miedo que me estaba tragando desapareció cuando vi la sonrisa de Adam más radiante que de costumbre antes de acercarse a besar mis labios. Sí, pasar un día en el palacio e intentar caerle bien a una persona por primera vez en mi vida, no podía ser tan difícil.
Adam Carver
«Feliz día de la reunión familiar» esa sería la frase más escuchada en ese día, pero para mí lo más especial sería pasarlo con mi verdadera familia en mucho tiempo. Andrea se encontraba dulcemente dormida en mi hombro mientras yo leía las noticias en el Tablet, era un largo vuelo desde Ryunter hasta Ruchellneth, y disfrutaba de ver lo mucho que Francis se entusiasmaba solo con estar aquí arriba.
Ese niño había nacido para estar dentro de un avión. No dejaba de mirar el paisaje por la ventanilla y decirme lo genial que sería estar volando entre las nubes.
—¡Mira, papá, mamá!, ¡es el castillo!
Andrea despertó de pronto para mirar por la ventanilla del avión aquello que Francis mencionaba, realmente el palacio de Ruchellneth se veía hermoso sin importar cómo fuese visto. Arquitectura de una época gloriosa, escaleras que brillaban con el sol... supongo que era normal ver a mi hijo quedarse boquiabierta mirándolo.
—Llegamos —le susurré a mi mujer que parecía estar sufriendo un ataque de pánico solo por su expresión—, relájate, todo va a salir bien.
—Solo lo dices porque nunca vas a tener que presentarte ante un familiar mío. Me dijiste que ella es como tu tía, imagina que yo no lo agrade... encima es la reina, así que podría fácilmente intentar matarme, y aunque dudo que lo consiga no quisiera llegar ahí.
No pude evitar reír.
—Andrea, solo sé tú misma y verás cómo le agradarás.
—Mi "yo misma" se desnudó delante de ti cuando te conoció la primera vez —me dijo bien bajo.
—Sí, porque esa es una parte de ti, Andrea, pero no lo es todo.
Ella quedó mirándome sin llegar a entenderme por completo, tal vez porque ni ella misma se daba cuenta de lo mucho que había cambiado desde que nos conocimos. Aun así, la conversación terminó ahí porque pronto comenzamos a aterrizar.
...
El palacio de Ruchellneth fue construido durante la era Nicholeca por iniciativa de la casa real Hewlder en honor a la familia real que fue completamente asesinada, se dice que sus escaleras reflejan la luz del sol en la hora exacta que los antiguos reyes perdieron la vida. Si era verdad o no lo desconocía, pero la magia que se respiraba desde el segundo que entrabas al castillo conseguía impresionar hasta a la mismísima Andrea.
—Feliz día de la reunión familiar, señores. La reina ya está en camino, ¿algo que pueda traerles?
—Estamos bien, John, pero gracias —le respondí al hombre que no tardó en retirarse, tan cascarrabias como lo recordaba.
Estuvimos esperando alrededor de unos pocos minutos en un salón grande con vistas al jardín, Andrea dedicó ese tiempo para decirle a Francis cómo debía comportarse una vez la reina llegase, creo que lo hacía para despejar un poco, si le resultó o no, lo desconocía, pero estaba al verse dado que pronto anunciaron la entrada de Dheyra a la habitación.
—¡Wow! Qué bonita es —dijo Francis y por ello se ganó un regaño de su madre.
Como era normal en ella, desde que puso un pie en la sala se sintió como si la iluminara por completo. La reina ese día se encontraba acompañada por una mujer, ambas no tardaron en acercarse a nosotros y de solo hacerlo las saludamos como era debido.
—¡Adam! ¡Feliz día de la reunión familiar!
—Su Majestad, feliz día a usted también, es un honor poder verla hoy —le dije luego de hacer la reverencia—, déjeme presentarle a mi esposa, Andrea Berroncille, y mi hijo, Francis.
—¡Hola! Soy Francis, ¿abrazo?
—¡Francis!
Ella ignoró el regaño de Andrea y se carcajeó ante las intenciones del pequeño, por supuesto, se acercó a él para corresponderle ese abrazo que pronto nos hizo reír a todos.
—Pero qué pequeño más mono eres —le dijo al tomarlo en brazos—, y qué liviano, creo que tus padres no te dan suficiente comida.
—Nana Mara prepara siempre pasteles de uva, son mis favoritos.
—¿En serio?, pues no se diga más —Dheyra nos miró a nosotros al darse cuenta que nos debía una presentación—. Oh, por cierto, me gustaría que conociesen a una persona que pasará el día con nosotros, Adam, Andrea, ella es Cassandra Dowell.
¿Dowell?, ¿de la antigua casa real Dowell?, no tenía mucho contacto con esa familia porque pertenecían a Ansgerd, una ciudad que siempre fue muy antigua para mi gusto, pero sabía sobre la influencia del difunto marqués de Herronce, exjefe de la casa Dowell.
—Un gusto conocerlos, Su Majestad me ha hablado muy bien de ustedes. Si la reina está de acuerdo, podríamos pasar al jardín para comentarles unas inquietudes.
Dheyra no dejó en el suelo a Francis en ningún momento, solo dio la orden de dirigirnos todos al jardín para tomar unos aperitivos, yo no solté la mano de Andrea ni un segundo porque sabía que si bien esa mujer tenía buena capacidad de adaptación, ahora mismo se encontraba muy lejos de su ambiente, no quería dejarla sola.
—¿Todo bien, princesa? —le pregunté cuando quedamos atrás camino al jardín—. Te siento nerviosa.
—Sí sabes que ese apodo tuyo tiene significado aquí dentro, ¿no? —me dijo bien bajo y yo solo le sonreí.
Pese a que intentaba aparentar normalidad, sabía que le sucedía algo solo por la forma en que miraba a mi madrina, pero decidí no comentar al respecto ni mencionar palabra hasta que llegamos al jardín, por supuesto, era tan colorido como lo recordaba.
Este era uno de los jardines del ala privada del castillo, lo que significaba que solo personas de alta confianza podían entrar. De alguna forma, siempre fue mi lugar seguro durante mi infancia, y cuando vi los ojos de mi hijo mirando las mariposas monarcas supe que sería el suyo también.
—Amábamos jugar en este lugar cuando éramos niños, ¿lo recuerdas, Adam?
—Es como si no hubiese pasado ni un día.
La reina colocó a Francis en el suelo y de solo tocarlo, él no tardó en comenzar a "explorar" el sitio que se completaba con unas flores naranjas llamadas Asclepios, eran las preferidas de las mariposas monarcas. Aquí tendían a sembrarlas por todos lados para atraerlas, lo cual daba como resultado una vista hermosa.
—Francis tiene tu energía —comentó Dheyra cuando todo estuvimos sentados—, y tus mismas ganas de conocer el mundo, eso sí, espero que no herede tu falta de comunicación.
—¿Aún sigues molesta por eso?
Me encontraba sentado junto a Andrea con Dheyra y la señora Dowell delante de mí, por lo que pude notar perfectamente la expresión de enfado de mi madrina.
—Nos conocemos desde que ambos éramos bien pequeños, antes de tomar la corona me visitabas a menudo para contarme sobre cualquier cosa, ahora ni siquiera pudiste decirme que ibas a casarte.
—Asumo las culpas de eso —dijo Andrea—, realmente todo sucedió bastante rápido, Su Majestad.
—Oh, querida, aquí puedes llamarme Dheyra, después de todo, hoy es el día de la reunión familiar, no acostumbro a llevar la corona en esta fecha más de lo necesario —se acomodó mejor en el asiento cuando unos empleados vinieron con el tradicional café de miel—. Y díganme, ¿cómo ha sido para ustedes cuidar a Francis? Gracias a la poca comunicación de alguien aquí presente, sé muy poco del niño.
Ya estaba preparado para escuchar comentarios como ese, así que no hice más que sonreír mientras Andrea y yo le contábamos sobre cómo lo estábamos llevando con todo el proceso de adopción. En la escuela era donde más problemas tenía porque Francis estaba muy atrasado con respecto a sus compañeros, sin embargo, ninguno de los dos iba a permitir que lo menospreciaran por ello, sobre todo mi mujer que se encargaba de enseñarle en casa.
—Me recuerda a mi primer hijo —comentó la señora Dowell—, siempre fue muy mal estudiante, y ninguna amenaza funcionaba para hacerlo mejorar.
—Eso seguro lo heredó de su madre.
La señora rio ante lo expuesto por mi madrina.
—Por gracia de los dioses tiene la bondad del padre, o no habría sido posible educarlo —hizo una pausa para tomar un sorbo de café—, lo que intento decirle, es que con los hijos nunca es sencillo el camino, señora Carver.
—Es Berroncille... —respondió como por inercia—. Aunque entiendo su punto, esto... gracias.
—¿Sabes? Me recuerdas a mí cuando era igual de joven que tú —le respondió la señora con una sonrisa—. En mi caso, mi matrimonio fue arreglado y por ello pedí mantener mi apellido de soltera, era muy rebelde en aquel entonces.
—Debe haber sido difícil soportar casarse con un hombre que su familia escogió.
—No tuve opción, aunque el matrimonio lo arreglé yo misma con el difunto marqués de Herronce, oh, me la pasaba diciendo que estábamos falsamente casados y por eso nuestro inicio no fue sencillo.
Andrea y yo nos miramos de reojo, se podría decir que nuestra historia era parecida.
—¿Y qué sucedió?
—Bueno, sigue sin ser sencillo ahora, pero ya nada es como era antes. Dioses, han transcurrido más de veinte años desde entonces, aprovechen el tiempo, este no espera por nadie.
Su forma de hablar era genuinamente extraña, pero albergaba cierta sabiduría desconocida. Estuvimos en silencio por unos segundos hasta que los empleados volvieron a acercarse con pastel de uvas esta vez, Dheyra no tardó en llamar a Francis, quien vino corriendo muy emocionado al ver el aperitivo.
Tal vez fue la nueva compañía o tal vez fue el pastel, pero el ambiente me resultaba incluso más agradable que en años anteriores. Dheyra y Andrea terminaron por hablar sobre negocios como si se conocieran de toda una vida mientras la señora Dowell quedaba entusiasmada con la energía de Francis y me dio algunos consejos para no ser devorado por la misma.
Al final fue un rato muy agradable. Cuando terminamos el café, sugerí realizar el paseo en bote. Andrea no conocía del mismo, se trataba de un recorrido por el río Ryoko cercano al palacio, desde que éramos niños solíamos ir allí. La señora Dowell decidió acompañarnos y tuvimos un momento gracioso debido a ello, ¡no sabía que esa mujer pudiese ser tan competitiva!
Andrea Berroncille
Cassandra Dowell era una mujer que debía mantenerse vigilada, durante el paseo en bote realizamos una competencia a la que Dheyra llamaba "vuelta el barco", tal como indicaba, consistía en volcar el barco del adversario en agua helada. Evidentemente, no permití que Francis participara, pero el resto de nosotros sí que participó, ¡y sí que dieron pelea la señora y la reina!
El final fue dejado en empate por orden de mi hijo, no estaba feliz con el resultado, pero viviría con ello. El día sucedió antes de verlo venir entre tantas actividades, Adam estaba en lo cierto, la reina se quitaba la corona en esta fecha.
Ya estando al caer la noche nos arreglábamos para la gran cena cuando una extraña mujer arisnegra hizo llamar a Dheyra, la tipa se presentó sin que ninguno la notara y creo que le provocó cierto miedo a mi marido porque lo notaba en su mirada. Al parecer, la casa real se guardaba sus secretos, hecho que resaltaba mi curiosidad, pero poco me importaba.
—Lamento tener que irme así, pero es algo urgente.
—Eres la reina, entiendo que ahora tengas asuntos importantes.
Contrario a todo lo pensado, Dheyra se acercó hacia Adam y lo abrazó dejando a todos sorprendidos, no era un comportamiento adecuado y... ¡por eso esta mujer me encantaba!
—Tengan buen viaje de regreso. —Fue lo último que dijo antes de separarse de Adam para desaparecer junto a aquella mujer.
—Francis, ven aquí que ya nos vamos —lo llamé porque él se encontraba en el jardín tratando de cazar una mariposa.
—Dejen al niño jugar, me gustaría comentarles algo privado si están dispuestos a escucharme —nos dijo de imprevisto Cassandra.
Adam y yo nos miramos como buscando la aprobación del otro, pero mi instinto con esta mujer no me sugería que fuese peligrosa, así que acepté su invitación y dejé a mi hijo donde la vista me alcanzase. Ella nos guió al salón que conectaba con el jardín, allí se estaba tranquilo y los asientos eran bastante cómodos.
—Habría querido decirles esto de solo verles, pero tampoco deseaba arruinarles el día familiar. Como habrán notado, el castillo está bastante tranquilo para ser una fecha donde debe reunirse toda la familia real.
—Dheyra me dijo que se encontraban en el palacio de verano.
—Pero la causa es otra a la supuesta. —Cassandra se acercó más a nosotros para asegurarse de que nadie escuchase—. Desde hace unos años la familia real está bajo amenaza de muerte debido al crecimiento de poder de un grupo terrorista. Como es costumbre reunirse todos en este día, se tomaron precauciones, solo que Su Majestad es terca y no quiso dejar el castillo.
—¿Grupo terrorista? —notaba a Adam bastante preocupado—, ¿cómo no sabía de esto?
—Se está tratando de controlar la situación para no esparcir miedo, pero algo no anda bien, y puedo sentirlo. Esta gente se ha dedicado a asesinar a antiguos miembros de casas reales poderosas para amenazar a la corona, hasta el día de hoy solo han dado un comunicado, exigen la disolución de la casa Hewlder de forma inmediata.
—Es una locura, la casa Hewlder ha estado en el poder por más de dos siglos, ¿crees que tenga algo en común con la coronación de Dheyra?
—No lo creo, pero Adam —se aproximó para tomarnos de las manos—. Ellos ya fueron a por mi familia, por eso me encuentro aquí el día de hoy en vez de junto a mis hijos. Deberían tener cuidado porque me temo que podrían ir a por ustedes.
Si estos terroristas iban detrás de aquellos más débiles en el terreno de la nobleza... por supuesto, los Carpentier estuvieron cerca de la realeza cuando tuvieron títulos nobiliarios, solo que los mismos les fueron retirados antes del nacimiento de Adam, ¿por qué tanta importancia el matarnos?
Fue entonces como si una parte de mi cerebro quisiera darme una respuesta a la cual ya había llegado por mi cuenta hacía tantos años.
—¿Por qué la necesita muerta, señor?
—La necesito viva, pero si da problemas no quedará remedio más que matarla.
—Oh, ¡por los mil demonios! —al Cassandra escuchar la expresión se horrorizó—, lo lamento, pero debemos irnos ya mismo.
—Andrea, ¿qué pasa?
Pasaba que la razón por la cual el Karrioca me quería muerta con tanto entusiasmo era porque mi verdadera familia resultaba ser los Carpentier, por ende, yo sería la última descendiente de un linaje marchito. Eso solo probaba dos cosas.
El señor Karrioca formaba parte de esta misteriosa organización.
Mi adopción nunca fue una casualidad.
Hola! cuatro capítulos para terminar. Cuánta emoción, ahora van a ver el misterio del libro desarrollarse.
¿Cómo llamarían a este capítulo?
🌟 Estrellita si aman la pareja de Adam y Andrea.
🌟 Estrellita si quieren ver más de ellos.
Dato Curioso: Este capítulo fue reescrito en la última edición de la historia.
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