Parte 30
Trigésimo Capítulo
La noche anterior al accidente
Andrea Berroncille
Odiaba viajar en tren, podía soportar un avión, un cohete o un barco, pero odiaba los trenes, no tenía ningún recuerdo negativo o traumático en uno, simplemente los odiaba. Ja, tal vez había muerto en mi otra vida en uno de estos trastos.
—Si no querías venir, entonces solo habérmelo dicho.
—Estoy casada contigo, Adam, imagina lo que diría la prensa si se entera que viajaste a otra ciudad y yo no fui contigo.
—La prensa... claro, porque esa siempre ha estado en tu top de prioridades.
De ninguna forma y bajo ningún tipo de tortura iba a admitir que venía con él porque no quería ver a ninguna mujer a su alrededor. Yo llevaba casi una semana saliendo con otros hombres, él podía hacer lo mismo. Aunque la realidad era otra, llevaba una semana huyendo de Adam porque no quería estar a su lado a sabiendas de que no compartía mis sentimientos.
Sin embargo, su director tenía que llamar para decir que la escena final de la película debía filmarse a cientos de kilómetros de Ryunter, no dejaría a Adam solo en un lugar donde podía fácilmente acostarse con otras mujeres, ya era suficiente duro saber que un día estaría con otra, peor era dejar que se buscase a otra estando conmigo, no podía soportarlo.
—¿Llamaste a Mara? ¿Qué te dijo de Francis? Creo que no hicimos bien en dejarlo, debimos haberlo traído —le preguntaba conforme entrabamos a la habitación del hotel.
—Andrea, no podemos traer el niño al set y hacerlo viajar tanto solo porque tienes miedo de estar separada de él...
—No tengo miedo... es... nostalgia, no me gusta estar tan lejos de Francis, ¿y si le sucede algo? Imagina que se escapa o que destruye la casa de nuevo y se hace daño... ¿y si...?
—Cariño —me dijo tiernamente antes de tomarme por ambos brazos—, no puedo pensar en una persona mejor preparada para cuidar a Francis que Mara, fue tu nana y es la única mujer que puede alzarte la voz sin morir luego de esto, sabrá controlarlo.
—De acuerdo, tienes razón, solo... estoy preocupada por él, es todo.
—Lo sé, yo tampoco he dejado de sentirme así desde que lo despedimos en la casa.
En ese momento era muy difícil imaginar que un día iba a separarme de él porque ambos estábamos muy cerca el uno del otro, y no me refiero físicamente, al final tuve que excusarme para ir al baño, tenía casi seis meses de embarazo y ya comenzaban a notarse. Adam terminó por desempacar las cosas de ambos porque sabía cuánto odiaba hacer eso, luego se fue a bañar él también y yo aproveché para meterme en la cama y dormir.
Seis horas para el accidente
Adam Carver
Llegamos al lugar de grabación a las seis de la mañana, ahora eran las ocho y yo estaba completamente cansado, no había podido dormir bien en la noche porque Andrea no dejaba de moverse. En ese momento una mujer me estaba poniendo el maquillaje, era una nueva porque Corny finalmente había pedido licencia por maternidad.
—Listo, señor Carver, se ve estupendo.
—Gracias, y llámame Adam, no parece que tengamos edades muy distintas.
Ella comenzó a reír tímidamente a propósito, odiaba cuando las mujeres hacían eso, Andrea nunca lo hacía.
—Oh, Adam, me alaga mucho que digas eso —dijo y comenzó a colocar su mano sobre mi hombro para ir descendiendo.
Nos encontrábamos en mi camerino, yo sentado en la silla y ella de pie cuando quise decirle algo sobre lo inapropiado de la situación, sin embargo, alguien entró antes a la camioneta.
—¿Interrumpo algo? —dijo Andrea mientras asesinaba con la mirada a la mujer.
—Tú eres Andrea, ¿verdad?
Oh, no, Andrea sonrió como hacía cuando iba a matar a alguien.
—Soy la señora Berroncille para ti, y me parece muy poco profesional de tu parte encontrarte con las manos encima de mi marido cuando todos aquí pueden ver la barriga que traigo, mejor reza para que mi humor cambie y no termines sin empleo.
La maquillista se puso roja de la vergüenza y se fue corriendo rápidamente. La camioneta donde estábamos era pequeña, meramente tenía el espejo con el vestidor y un sofá detrás de mí donde Andrea se sentó, yo me volteé para examinarla, estaba de brazos cruzados y muy enojada.
—¿Qué hacías con esa mujer antes de que yo llegara?
—¿Qué haces tú todos los días cuando te vas a ver a otros?
—Aburrirme porque ninguno me gusta, ahora responde tú.
No esperaba esa respuesta y no sabía cómo tomarla, ¿si no le gustaban por qué los veía? Pero algo en su expresión me hizo sonreír.
—¿Estás celosa? Nunca pensé poder verte celosa.
—No estoy celosa, estoy curiosa sobre qué hace mi marido cuando no estoy cerca.
—Qué interesante, así que ahora sí estamos casados.
Ella debió enojarse más porque se levantó rápidamente con intención de abandonar el camerino, sin embargo, yo me levanté antes y la tomé por el brazo para detenerla, Andrea terminó por voltearse hacia mí.
—No debes estar celosa, son las otras las que deberían estar celosas de ti, te...
—¿Hay otras? —me dijo con lágrimas en los ojos.
Iba a decirle que la quería y poner fin a toda esta ridícula guerra, pero ella tuvo que interrumpirme. Y con que cosas me interrumpía, ¿será mensa?
—¿Otras? No, no hay nadie más, cuando digo "otras" me refiero a las millones de mujeres que desearían estar en tu lugar porque yo te...
—¿Así que ahora debo agradecer estar contigo? Escúchame bien, Adam Carver, si alguien se ganó la lotería aquí fuiste tú porque mujer como yo no vas a encontrar nunca.
Se volteó y se fue sin pestañar. Como si no supiera que era yo el afortunado, ya no sabía qué demonios hacer para arreglar esto.
...
Tres horas para el accidente
—¡Corten! ¡Corten! Esto no tiene el sentimiento que debe tener, se supone que es la escena donde tú la rescatas a ella, ¡no donde la miras como imbécil! Solo pido un poco más de emoción, ¿eso es mucho pedir? —gritó mi amada esposa.
Nos hallábamos en el bosque filmando la escena desde hacía una hora porque mi querida esposa se apoderó de la silla del director y en ese momento estaba controlando el rodaje, al parecer, tenía una licenciatura en dirección y había escrito unos cuantos libros sobre cómo dirigir una película antes del accidente donde perdió la memoria, sí, no me sorprendía, menos me sorprendía que el director estuviese de brazos cruzados a su lado mientras cumplía todas sus órdenes.
—¿Es necesario que se besen en esta escena? —le preguntó ella al guionista.
—Sí, es la escena final, debe haber un beso.
—Es la cosa más estúpida que he escuchado en mi vida, ahora lárgate y sigue con tu miserable vida.
El guionista miró al director en busca de ayuda, yo estaba a unos metros recibiendo el maquillaje de nuevo. Escuché que un hombre le susurraba al otro:
—¿Va a dejar que se apodere de su película?
El director miró a Andrea que en ese momento estaba sentada en su silla con un megáfono en mano.
—Ella sabe lo que hace.
—¡De acuerdo, niños, vamos a volver a grabar en cinco minutos! —gritó por el megáfono.
Cuarenta minutos para el accidente
Andrea Berroncille y Adam Carver.
Finalmente volvíamos a casa, ya había llamado a Mara como diez veces en el día de hoy para preguntarle sobre Francis, él parecía estar bien, pero todavía no podía esperar para verlo. Nos encontrábamos en el tren, Adam estaba a mi lado mirando el paisaje por la ventanilla mientras yo leía una revista poco interesante. Me estresaba el ruido que hacía el tren, así como el movimiento del mismo, no podía ver el momento para bajarme de esta cosa.
—¿Puedo sentarme aquí? —preguntó una mujer con respecto al asiento vacío frente a nosotros.
—Sí, no hay problema —le respondí y ella se sentó.
Fue entonces cuando Adam alzó la vista hacia ella.
—¿Tía?
—Hola, sobrino.
Adam sonrió incrédulo mientras yo soltaba la revista para ver de qué me había perdido.
—¿Qué... qué haces aquí?
—¿Tan poco te alegras de verme, querido sobrino?
—No, claro que no, tú sabes que eres mi tía favorita.
—Soy la única que tienes, es un mal chiste.
Ambos rieron y yo me carraspeé la garganta para mirar a Adam.
—Ah, sí, tía, ella es mi esposa Andrea, cariño, ella es mi tía Irene, por parte de mi madre.
—Un gusto —dijo Andrea y le estrechó la mano a lo que mi tía hizo lo mismo.
—Lo mismo digo, se escucha mucho sobre vosotros en casi todos los medios, sois la pareja del año.
Estuvimos hablando por buen tiempo, casi veinte minutos y parecerían pocos, mi tía tenía mucho qué contar, no sabía de ella desde hacía bastante tiempo por sus viajes, casi ni me sorprendía haberla encontrado en un tren, creo que si no es así, no la veo.
—Cariño, voy un momento al baño, ¿sí?
—Oh, recuerdo cuando mi hermana estaba embarazada y no dejaba de ir al baño todo el tiempo —rio—, casi parece que fue ayer, ¿quieres que te acompañe, bonita?
—Claro, no hay problema.
No escuchaba muy a menudo historias sobre cuando mi madre estuvo embarazada de mí, siempre supuse que era porque no había deseado tenerme, no es que fuese un secreto, pero en ese entonces se me hizo rara la forma en la cual mi tía lo dijo.
Diez minutos para el accidente
Andrea Berroncille
Había algo que no me gustaba en esa mujer, pero era la tía de Adam, así que no dije nada al respecto para no molestarlo. Me encontraba en el baño del tren en ese momento, terminé de hacer pis y me lavé las manos, me miré en el espejo, estaba genial, luego de eso salí rápidamente y lo primero que vi fue la imagen de esa mujer mirándome como si me juzgara.
—Cuando mi hermana dijo que habías aparecido en su vida, no esperé que fuese como la esposa de mi sobrino.
Curioso, su hermana dijo casi lo mismo, bueno, no había tiempo para sorpresas, creo que era obvio que ella sabía la verdad.
—Puedo ver que no le has contado nada a Adam.
—No, no lo he hecho, ya es bastante cruel con que sepa que su madre no lo quiere, su único consuelo es su abuela, no quiero arruinarle la ilusión al decirle que ella nunca fue su familia.
—Qué bonito, así que sí tienes sentimientos.
Ella estaba de brazos cruzados arregostada a una de las paredes del tren mientras me miraba fijamente.
—¿A qué ha venido eso?
—Nada, si yo estoy de tu parte, mi hermana no es más que una víbora sin emociones, yo siempre fui la buena de la familia, solo quería asegurarme de que todavía no le digas nada a Adam... verás... eso de que descubra que es adoptado y que pertenece a los Karrioca, todo ese drama, pues... no lo veo conveniente para su salud emocional.
Adam era muy fuerte, podría manejar la verdad y lo sabía, solo que... no sabía cómo decírselo, es decir, sí sabía, lo desconocido era cómo no darle un infarto en el proceso.
—Mientras guarde el secreto, yo no diré nada.
—Veo que nos llevaremos muy bien, después de todo, tú sí eres mi sobrina, sería una lástima que nos lleváramos mal, deberíamos pasar más tiempo juntas.
Luego de eso me pidió que la acompañara al otro vagón para ayudarla con una maleta, le dije que podía llamar a Adam porque en mi estado no serviría de mucha ayuda, pero ella me consoló diciendo que yo llevaría su cartera y ella el equipaje dado que no podía con ambas cosas, que llamar a Adam por esa tontería sería molestarlo en vano, así que acepté y decidí ayudarla. Era mi tía, ¿no?
Llegamos a una parte del tren que solo tenía asientos vacíos, ella caminaba detrás de mí mientras yo trataba de no hacerle caso a mi sexto sentido, probablemente su vagón era el próximo.
—¿Dónde queda su...?
No pude hablar porque un empujón bien fuerte me hizo caer al suelo, traté de amortiguar la caída con las manos para no golpearme en la barriga, y lo próximo que sentí fue un pinchazo en mi espalda, prácticamente de inmediato comencé a sentir mi cuerpo extremadamente pesado, no podía casi ni moverme, ¿qué estaba ocurriendo?
—No entiendo cómo has sido tan difícil de matar, debe ser porque quienes lo intentan son completos idiotas.
No podía moverme cuando sentí que me halaban por el cabello hasta levantarme, me colocó con mi espalda en su pecho mientras me hacía caminar a la fuerza, supe entonces que estábamos en el último vagón porque me llevó hacia una de las puertas del mismo.
—¿Qué estás...? ¿Qué estás haciendo?
—Deshacerme de ti, lo que mi hermana debió haber hecho bien hace tantos años.
Abrió la puerta y se apoderó de mi garganta en poco tiempo. El sonido del tren en marcha me aturdía los oídos debido a donde me encontraba. El vehículo iba a gran velocidad, no sabía si era demasiada o muy poca, pero la adrenalina en mi cuerpo era bastante.
La mujer me sujetaba por el cuello mientras yo me agarraba sin fuerza a las puertas del tren por lo que ella me había inyectado, detrás de mí quedaba el campo verde y debajo las líneas por donde pasaba este trasto.
—¡No es necesario que hagas esto! ¡No te lo va a agradecer! —le grité porque mi voz no podría escucharse de otra forma.
—Eso ya lo veremos, niña —susurró casi de forma inaudible antes de soltarme.
Caí del tren a gran velocidad y quedé inconsciente con el tercer golpe. Nunca debí confiar en ella.
Debí haberle creído a la Condesa cuando me advirtió que su hermana era la culpable.
Adam Carver
Los hombres de la seguridad de Andrea no dejaban de molestarme con que ella estaba tardando demasiado en volver, les dije que fuesen a buscarla y que no me responsabilizaba si los mataba en el camino. Para ese momento me encontraba sentado en el asiento del tren mientras mi mente daba vueltas sin poder detenerse en un tema en específico, sin embargo, todo se me detuvo cuando apareció el tal Walter con la corbata deshecha y el rostro pálido.
—¿Qué pasa?
—La señora no se encuentra en el tren y su tía está desaparecida.
—¡¿Qué?! —me paré de pronto mientras sentía el pánico en cada uno de mis músculos.
El hombre con traje sacó su teléfono y marcó un número bastante rápido.
—Sí, soy yo, la señora Berroncille está desaparecida, necesito que envíes dos helicópteros a la zona que voy a indicarte, contacta al hospital más cercano por si es necesario y espera mis órdenes.
No podía procesar lo que estaba sucediendo, hacía diez minutos todo estaba bien, ¿qué demonios pasaba?
...
—¡Andrea! ¡Andrea!! ¡Andrea, no cierres los ojos! ¡No cierres los ojos!
Empujaba la camilla junto al resto de los doctores mientras mi cuerpo se paralizaba al verla así.
—Señor, no puede pasar a partir de aquí —me dijo una enfermera cuando abrieron una puerta y me detuvieron.
—No, no, yo debo verla, debo estar con ella.
—Señor, haremos todo lo necesario para que su esposa sobreviva, pero debe permanecer en esta zona.
La enfermera no dijo nada más, rápidamente se fue por detrás de esa puerta y yo permanecí ahí como estatua mientras las lágrimas iban cayendo sin poder evitarlo. No quería perderla, no quería ni pensar en perderla, pero... la forma en la cual la había visto... tenía un brazo doblado por encima de la cabeza y su rostro... no, no, los doctores la salvarían.
Pasé una hora entera sin saber nada de ella, Diego llegó a los pocos minutos junto a Harley y Keala, ellos me acompañaban mientras trataban de tranquilizarme, estaba muy irascible, solo podía gritar, enojarme y llorar por la impotencia de no poder hacer nada. Por supuesto, Mara me llamó en cuanto Diego le comentó el porqué de la demora, me dijo que Francis estaba inquieto y parecía preocupado a pesar de que no sabía nada.
—Adam, ella estará bien —me decía Harley mientras me abrazaba—. Conoces a Andrea, es realmente difícil de vencer.
No solo me preocupaba Andrea, también el hecho de que perder a mi hijo era una posibilidad muy clara, había pasado por todo para que ella misma aprendiese a amarlo y no lo abortara, no sabía cómo me sentiría si le pasaba algo.
Otra hora más, y nada, comenzaba a impacientarme, la sala de espera estaba a unos metros de nosotros, pero los cuatro nos encontrábamos en el pasillo que inteligentemente tenía dos bancos a cada extremo, me hizo preguntarme... ¿Cuántas personas habían visto morir a sus familiares aquí?
Fue entonces cuando un doctor salió por la puerta, tanto Harley y Diego como Keala y yo nos levantamos rápidamente para correr hacia él, pero su mirada no me gustaba, tenía sudor en la frente y sangre en su ropa.
—¿Quién es familiar de la señora Berroncille?
—Yo soy su marido, dígame, ¿cómo está? ¿Puedo verla?
—Entiendo que la circunstancia que atraviesa ahora mismo no es la mejor y todos deben estar cansados, así que recomiendo a aquellos que no son familiares cercanos ir a casa porque la cirugía podría tardar mucho tiempo.
—¿Cirugía? —preguntó Keala alterada, ella también había estado llorando.
—Sí, y dado que usted es el marido, debo hablarle en privado.
—Está bien —dijo Diego—, aquí todos somos familia.
—En ese caso, seré claro, la señora Berroncille sufrió de una fractura en tres costillas distintas, un traumatismo craneoencefálico medio y una rotura en la rodilla derecha, lamentablemente, la caída fue demasiado y experimentó un aborto involuntario.
Mi corazón latía como loco para el momento que el mundo se me detuvo... había perdido a mi bebé, ni siquiera pude hablar, Harley me pasó una mano por el hombro para consolarme.
—¿Y ella cómo está, doctor? —preguntó Keala.
—Eso es lo que debía hablar, verán, hubo complicaciones debido a las heridas físicas e internas de la paciente, el aborto no sucedió en las mejores condiciones y lamento decirle que solo podemos tomar una forma de realizar la cirugía.
¿Por qué este doctor lo explicaba todo tan lento? ¿Quería torturarme?
—¿A qué se refiere?
—La paciente puede no sobrevivir, eso debe quedar claro, y existe una forma de incrementar el porcentaje a nuestro favor, el problema es el sitio donde se debe operar, me temo que solo tienen dos opciones, la primera dejaría a la señora sin posibilidades de tener hijos en un futuro, pero podría vivir, la segunda la dejaría con la oportunidad de volver a ser madre, pero es más complicado y podría no sobrevivir a la cirugía. Por supuesto, es el marido en este caso quien debe tomar la decisión.
Ni me lo pensé.
—Asegúrense de que viva, por favor, si eso implica que no puede volver a tener hijos, entonces háganlo. No podría soportar perderla a ella también.
—No, Adam, espera —me detuvo Diego—. Creo que deberías pensártelo.
—¿Qué hay para pensar? Es Andrea, no voy a permitir que muera solo por la pequeña posibilidad de volver a tener hijos, ya tenemos a Francis.
—Tú la conoces, sabes bien lo mucho que estaba adorando el hecho de que iba a ser madre de la forma tradicional, quería dar a luz a ese bebé, si eso ya no es posible, quitarle la opción de volver a hacerlo sería como matarla.
—Y la otra opción es literalmente matarla.
Estábamos uno frente al otro mientras cada uno examinaba las expresión del contrario, era una guerra que ninguno quería perder.
—Les puedo dar unos minutos para que hablen de esto, pero la decisión debe ser tomada por el marido dado que firmó como responsable de la paciente, volveré en un rato —dijo y desapareció del pasillo.
Harley mencionó algo de ir a comprar comida, probablemente para dejarnos a solas, y Diego en ningún momento despegó su mirada de mí. Ni siquiera cuando Keala habló.
—Adam, yo también quiero a Andrea de vuelta, ella es como mi hermana porque crecimos juntas, pero quitarle la posibilidad de tener hijos es casi un crimen.
—Solo queremos que lo pienses bien, Adam, vas a cambiarle la vida para siempre si haces esto, y ella va a reprochártelo, lo sabes.
—Prefiero que me odie estando viva a pasar por el tormento de verla muerta, y peor, a sabiendas de que fue una decisión mía la causa de eso.
Me alejé de ellos para ir a la sala de esperas a pensar un poco, era demasiada información la que tenía en mi cabeza, demasiadas cosas habían sucedido en muy poco tiempo. Llegué a la pequeña habitación privada con cafetería y me dejé caer en uno de los asientos largos, solté entonces todo el aire de mis pulmones, esto era demasiado.
—¿Un capuchino?
Levanté mi mirada hacia Harley que tenía dos vasos en la mano, le acepté el café y me lo apresuré bastante rápido, a todas estas, creo que no había comido. Ella solo se sentó a mi lado, pero era como si pudiese leerla sin siquiera verla porque ya escuchaba su voz reclamándome.
—¿También te vas a poner de parte de Diego y Keala?
—Yo no he dicho nada.
—Harley...
—Vale, Adam, sí, creo que ellos tienen razón, pero no voy a decírtelo porque tú lo sabes.
—¡Queréis que la mate!
Ella no dijo nada, se apresuró a tomar de su vaso sin siquiera mirarme, yo en ese momento solo me controlaba como nunca para no llorar, gritar o perder el control de alguna forma.
—La conoces mejor que yo, no tengo que decirte lo que ella te diría de estar parada frente a ti.
—Algo como: "¿y vas a llorar por mí ahora? no seas imbécil, principito" luego de eso me sacaría una teoría filosófica sobre lo que las personas hacen cuando tienen poco tiempo con los que aman.
Sonreí ante ese pensamiento y el dolor en mi pecho creció, no quería perder a Andrea el mismo día que perdí a mi hijo.
—Ni siquiera llegué a saber el sexo del bebé, Andrea y yo quisimos que fuese una sorpresa el día del parto.
—Era una niña.
—¿Qué? —la miré incrédulo—, ¿cómo lo sabes?
—Un día me llamó para ir al médico porque no aguantaba la curiosidad y porque estaba pensando en nombres y no quería perder el tiempo buscando uno del sexo equivocado, pero luego de hacerse la prueba dijo que no podía traicionarte, así que nunca llegó a verlo ni preguntarme.
Joder, si existía una muestra de amor era esa, Andrea era la persona más curiosa de toda la Tierra, no saber algo tan grande... solo por mí. No, definitivamente no podía hacerle esto, ella debía vivir.
—¿Qué hago, Harley? —dije conforme hundía mis manos en mi cabello para despeinarlo.
—Andrea solía decirme: "la idea que el corazón ha asimilado, la mente luchará en vano por matarla", creo que en este momento ya sabes qué hacer y solo temes hacerlo.
—Pero no puedo perderla... lo siento.
Ella me asintió con la cabeza para luego levantar la mirada hacia el doctor que se acercaba hacia nosotros, volvió a preguntarme si estaba seguro de mi decisión y yo le dije que sí. Me dolía con el alma ser quien decidiera esto por Andrea, pero realmente no tenía otra opción, esa era la realidad que veía.
...
Seis horas habían transcurrido y todavía no salía de operación, esta situación no podía ser más estresante. Me encontraba sentado en la misma silla desde hacía rato, ya Andrea tenía habitación a la cual sería trasladada si sobrevivía a la cirugía... no, no, cuando sobreviviera porque ella iba a vivir, lo haría, estaba seguro de eso.
Me hallaba con las manos en el rostro y la boca seca, no recordaba haber tomado agua, no recordaba haberme movido del mismo sitio en horas, tal vez por eso mi cabeza retumbó cuando escuché el golpe de la puerta al abrirse.
—Cielos, hombre, pensé que ya te habías ido a casa.
—No... no me he movido de aquí, llamé a Mara para avisarle y ella dice que todo está bien por allá, al menos Francis no sabe nada.
Era casi medianoche, Harley ya se había marchado y Diego recién regresaba de la casa, Keala creo que andaba por los pasillos. Al menos él había dormido un par de horas, estuvimos hablando en la habitación de Andrea por un rato, pero yo estaba muy agotado para mantener cualquier conversación normal, incluso la que realmente quería tener.
No podía estar en el mismo espacio que Diego, así que opté por salir afuera a tomar algo, ya iba por mi séptima taza de café cuando apareció un doctor frente a mí.
—Señor Carver... —Lo bueno de todo esto es que todos me conocían—... la operación de su esposa ha concluido.
Andrea Berroncille
Cuando conseguí abrir los ojos y salir del estado de trance, pude saber que una primera parte de todo lo peor había concluido, sentí mi cabeza como si chocara contra una pared de piedra y no entendía las imágenes que tenía frente a mí, todo eran voces, movimientos sin forma, sabía que tenía a un doctor a mi lado y que estaba acostada en una cama, intenté llevar mi mano a mi cabeza, pero esta no me respondió.
No sabía qué pasaba hasta que la puerta frente a mí se abrió de repente, la figura que apareció por ella fue una que reconocí al instante, la única persona en la cual no había podido dejar de pensar en todo este tiempo.
Adam.
—Estás bien... —dijo aliviado—, realmente estás bien.
Estaba cerca de mí, quiso abrazarme, pero escuché que el doctor lo detenía, así que se limitó a darme un beso en la frente.
—Adam... —No lo estaba llamando, su nombre salió de mis labios de forma inconsciente.
—Sí, dime, Andrea, ¿qué necesitas? ¿Cómo te sientes?
—Me siento... como si hubiera caído de un tren en movimiento.
Él rio y su risa le dio vida a mi cuerpo. Poco a poco comencé a sentir y ver mejor, noté que tenía un brazo enyesado hasta la parte del hombro, casi la mitad de mi pecho lo estaba, por eso no había podido moverlo, tenía vendas en casi todo mi cuerpo y mi pie derecho también tenía un yeso. Oh, no, fue entonces cuando me di cuenta y de solo pensarlo mi pulso se disparó.
—Adam... Adam, ¿y el bebé? No perdí al bebé, ¿verdad? ¡Adam, respóndeme!
—Andrea, tranquilízate, por favor, necesito que te tranquilices.
—¡No me pidas que me calme y acaba de decirme si mi hijo está bien!
Pude ver la verdad en su expresión, claro, yo estaba enyesada casi por completo, no podía haber sobrevivido.
—Voy a matarla, voy a matar a esa hija de puta, ¡voy a matarla! —Comencé a gritar mientras el pitido desquiciante de la máquina me empezaba a molestar—. Mi bebé, perdí a mi bebé por su culpa.
Grité sin poder contenerme mientras las lágrimas salían de mis pupilas, el dolor que tenía era indescriptible, no podía creer que después de todo lo que pasé por ese embarazo, lo había perdido.
—Cariño, mira, sé que es duro y sé que es difícil de aceptar, pero acabas de salir de una operación muy complicada, voy a necesitar que te calmes, ¿de acuerdo?
No me podía calmar, mi último recuerdo era sentir una criatura moviéndose en mi interior. Ahora está vacío, era un estómago aburrido que no albergaba vida.
—Su esposo tiene razón, señora Berroncille, no fue fácil salvarla, es casi un milagro que sobreviviera dado los hechos y la decisión que su marido tomó.
—¿Decisión?, ¿qué decisión?
—Bueno, como llegó con muy poco pulso, hubo falta estabilizarla primero para luego proceder a comenzar la operación...
Este tipo no se callaba nunca, me explicó con detalle todo lo sucedido paso por paso.
—... entonces solo quedaron dos opciones, la primera era priorizar su vida, pero dejarla sin la posibilidad de tener hijo, la segunda era permitirle tener hijos en un futuro, pero existía muy baja probabilidad de que sobreviviera, su esposo ni lo pensó, tomó la primera decisión cuando...
—¡¿Tú hiciste qué?!
—Andrea...
—No me vengas con "Andrea" ¿cómo pudiste? ¡¿Tan poco me conoces?! ¿Cómo se te ocurre...? No, no... esto no está pasando, no es cierto, yo voy a tener hijos en un futuro, ¿verdad?
—Señora, le pido que se calme y...
—¡El próximo que me pida calma voy a castrarlo! —miré hacia Adam—. A ti te odio, sabías que nunca estaría de acuerdo con eso, pero aun así tomaste esa estúpida decisión, ni pensar que eres el primer hombre por el cual siento algo, ¡pues adivina qué! ¡Ahora también siento algo, pero son ganas de matarte!
—Cariño, no es...
—¡No quiero verte!
Con toda la fuerza que pude reunir, cogí la almohada a la cual estaba arregostada y se la lancé al muy imbécil, él retrocedió varios pasos y pronto aparecieron Diego y Keala en la habitación.
—¡¿Ustedes también estaban de acuerdo con su decisión?!
—Bueno, es que pensamos que era...
—¡Si no tienen neuronas, hagan el favor a la humanidad de no pensar! No quiero verlos a ustedes tampoco.
Adam quiso decir algo, pero yo agarré un libro que había en mi mesita y se lo lancé, comencé a tirarle todo lo que podía encontrar a mi alrededor.
Adam Carver
—¿No va a hacer algo? —preguntó el doctor a Diego cuando estábamos casi afuera del cuarto y Andrea seguía lanzando cosas.
—Ella no es realmente mi hermana, ¿sabes? De hecho, ni siquiera somos tan cercanos.
—Qué privilegio tienes —le dije.
—Es que realmente no quisiera estar en tu lugar ahora mismo, se ve bastante enojada.
—Esto es ridículo.
Keala estaba fuera de la habitación tratando de contener la emoción de que Andrea finalmente estaba de vuelta, yo... no estaba tan divertido.
—¡No quiero verlo dije! ¡Los odio a todos! —Esta vez cogió la lámpara que había a su lado y estaba muy dispuesta a lanzármela, ya no sabría si podía esquivar eso.
—¡La segunda opción! Joder, dile que tomé la segunda opción.
Ante el grito, vi que Andrea se detenía con la lámpara en mano.
—¿Qué dijiste? —luego miró al doctor que estaba escondido en una de las esquinas de la habitación—, ¡habla, imbécil!
Él lo hacía a propósito, quería que Andrea me matase para así poder operarme luego y cobrar más dinero. ¡Acaba de hablar, imbécil!
—Sí... s... sí... su marido me dijo expresamente que hiciera todo lo posible por salvarla, pero sin dañar nada que le imposibilitara tener hijos, dijo que esa sería la decisión que usted tomaría.
Vi que el rostro de Andrea fue cambiando poco a poco hasta que dejó la lámpara en su sitio y comenzó a sonreír abiertamente.
—Cariño... mi amor, ¿realmente hiciste eso?
Loca, estaba loca y yo estaba más loco todavía al casarme con ella.
—¿Ahora me vuelves a querer?
—Nunca dejé de amarte —lo dijo en tono de broma, pero de alguna forma me debilitó—, ven, siéntate conmigo, necesito cariño.
Necesitaba un psiquiatra, pero no dije nada, me abstuve a caminar hasta su lado.
—Lo siento, perdí a nuestro bebé —me dijo de pronto con lágrimas en los ojos.
—Está bien, no fue tu culpa, pero ahora no es momento de pensar en eso, debes descansar, te traeré algo de comer.
—¡Menudo espectáculo, amiga! Es bueno tenerte de vuelta —dijo Keala entre gritos mientras pasaba junto a Diego al interior del cuarto.
Era bueno verla a ella riendo porque no había dejado de llorar ni un solo segundo desde el accidente. Bueno, le di un beso en la frente a Andrea y otro en los labios de forma rápida, después de eso salí de la habitación para dirigirme hacia la cafetería y comprar algo para ella, por primera vez en muchas horas podía respirar claramente, entre tanto caos había algo seguro, mi esposa estaba viva.
Cuando esperaba por el dependiente para llenar una bandeja de comida, apareció Diego a mi lado diciendo que había tenido que irse de la habitación porque Andrea había vuelto a perder el control.
—¿Y la dejaste sola? Se puede hacer daño.
—No, que va, la dejé con Harley, llegó cuando te fuiste.
—¿La dejaste con Harley? Le puede hacer daño.
¿Por qué el de la cafetería no se apresuraba?
—Tranquilo que Keala está allí para controlarla, y, bueno, a mí me alegra que esto haya salido bien después de todo.
—No sé a qué te refieres con eso porque yo casi muero hace unos minutos.
Y Diego rio ante el chiste, pero poco duró la emoción de felicidad en ambos porque algo más sorprendente ocurrió.
—No, no puede ser —dije al quedarme petrificado.
El señor Karrioca aparecía acompañado de unos doctores y se dirigía hacia la habitación de Andrea... mi... mi padre estaba aquí.
Hola... sí, es triste el hecho de que Andrea perdiera a su bebé por culpa de la tía. Quédense para ver cómo la Berroncille se venga.
🌟 Voto si se sorprendieron de que Adam supiese quién era su padre. (¿Cómo se habrá enterado?)
🌟 Voto si es triste lo del bebé de Andrea y quieren saber más de esto.
¿Qué título le pondrían a este capítulo? Los leo.
Compartan la historia si quieren saber más porque son fans de la trama y la pareja.
Dato Curioso: el aborto de Andrea lo tuve planeado desde el comienzo, fue duro escribirlo porque me fue gustando verla a ella de madre. El momento en que Andrea aborta coincide con el nacimiento de los gemelos de Corny (esto también fue a posta) Una de las pocas cosas que tenía planeada.
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