Parte 3
Tercer capítulo
Andrea Berroncille
Había nacido y crecido en Las Monarcas, una isla lo suficientemente cerca del triángulo de las Bermudas para preguntarse cómo éramos una de las naciones tecnológicas más avanzadas que al mismo tiempo mantenía adoración a sus tradiciones, ni idea, yo tampoco lo entendía.
Aquí la familia era algo que se respetaba demasiado, los más viejos solían lanzar expresiones como: "Si abandonas a tu familia, la diosa Khandrha, nieta de Ryoko, la Creadora del amor vendrá a por tu alma, si no tienes, será ella quien envíe a sus ángeles a acompañarte", nuestras supersticiones siempre me parecieron hilarantes, tal vez porque yo no tenía familia y ninguna entidad se atrevía a importunarme.
Para mí los padres eran personas que ni se dignaron a ponerme un nombre antes del abandono. Aunque, ¿para qué hacerlo si me van a dejar recién nacida a la entrada de un orfanato? Pero claro, el tiempo siempre da las mejores respuestas.
Solo que en ocasiones se demoraba más que tu mejor amiga cuando se acaba de acostar con tu exnovio y no quiere contarte nada para "no lastimarte" como si eso me importase.
—Y puede que hayamos pasado la noche juntos, pero no sucedió nada, Andrea, lo juro.
—¿Usaron protección al menos?
—¡Que no pasó nada dije!
Le seguiría la corriente solo para no verla rabiosa en medio del parque. Nos hallábamos sentadas en uno de los bancos mientras el viento despeinaba mi cabellera azabache con iluminaciones doradas, suspiré profundo el odioso aire natural del mismo mientras miraba de reojo a Keala, habíamos sido amigas desde el orfanato, no podía simplemente ignorar ese hecho, tampoco era tan fría. Sin embargo, la mayor parte del tiempo sabía que no la merecía.
Sin importar que me hubiese robado el novio la noche de mi cumpleaños, para ser honestas, sabía que ambos estaban enamorados cuando me metí en el medio y nunca llegué a tener sentimientos por él. Sonreí ante el pensamiento, nunca había llegado a tener sentimientos por nadie, ni siquiera por mí misma, me preguntaba si eso algún día podría cambiar.
—Andrea... estamos bien, ¿cierto? Sabes que nunca podré perdonarme lo que sucedió, te juro que no lo teníamos planeado, simplemente pasó, nos dejamos llevar por las bebidas y tú estabas siendo molesta y...
—¡Keala! Por centésima vez en el último año, estoy bien con todo esto, en serio. Nunca me llegó a importar Duncan de todas formas.
Y en ese momento se abalanzó sobre mí para darme un abrazo, le correspondí el mismo sin sentir nada. Todo esto comenzaba a estresarme, me separé de ella para seguidamente decirle que iría a por unos helados, ya se estaba terminando mi descanso y deseaba volver a mi rutina diaria antes de que más emociones se interpusieran en mi día.
Me levanté del banco para caminar por las verdes colinas del parque central de Ryunter, era enorme y bastante atractivo para los amantes de la naturaleza, claro que yo no me incluía, pero mi amiga Keala sí. Llegué hasta el puesto del helado demasiado rápido, necesitaba saborear el azúcar en mi paladar lo más pronto posible. Levanté la mirada para ver que el hombre frente a mí ya terminaba de ordenar y pronto sería mi turno.
Me motivé como una niña pequeña cuando un brusco agarre por mi brazo derecho me hizo voltear en menos de un segundo, estaba a punto de dejar en el suelo a mi atacante cuando a mis ojos llegó su imagen.
Era aquel desconocido de la cafetería, el mismo con el que me había desnudado solo para molestarle, por un segundo no supe qué responder, ¿me estaba acosando? Sin embargo, lo noté algo nervioso antes de hablar. Lo dicho me dejó en una pieza.
—Cásate conmigo.
Un momento, tiempo muerto, ¿qué me acababa de decir este desconocido? ¿Casarme con él? Esto no podía ser más que una cámara oculta, ¿verdad?
—Digo... —suspiró profundo—, déjame explicarte.
—¿Esto lleva explicación? Que lo de la cafetería solo fue una broma, imbécil, ni siquiera eres mi tipo.
—Hey, hey, un poco más suave, cariño, que si te pido esto es porque creo que estás lo suficientemente loca como para aceptarlo.
—Tú sí que sabes conquistar a una mujer, ¿ya te lo dijeron?
No iba a desistir de mi afán de comer helado solo por culpa de este loco busca mujeres, ordené dos al hombre que ahora nos miraba algo extrañado, posiblemente por haber escuchado parte de la conversación. A los minutos ya tenía ambos helados servidos, fui a buscar dinero para pagarle cuando la mano de aquel desconocido se extendió con un billete de cincuenta, ¡los helados solo costaban diez dólares! Le dijo que se quedara con el cambio y yo tuve ganas de asaltar al heladero que ahora nos dedicaba una sonrisa seguido de un: "vuelvan pronto".
Ni en sus sueños más dulces volvía yo con este tipo. Lo miré sin realmente estar molesta y agarré mis dos helados para salir de ahí. Sin embargo, el desconocido no estaba muy de acuerdo con el hecho de darme la tarde libre.
—Lo que tengo para ofrecerte es mucho, ¿acaso no sabes quién soy?
—¿Un tipo molesto que me pidió matrimonio en medio del parque?
—No, soy mucho más que eso.
El hombre adelantó el paso hasta colocarse frente a mí, me cubría mi campo de visión por completo, ya estaba comenzando a incomodarme. Lo vi suspirar profundo para luego dar un paso hacia mí, de forma que quedábamos más cerca.
—Mi nombre es Adam Carver.
Permanecí mirándolo con una ceja levantada mientras me preguntaba si ese nombre debía sonarme de algún lado, para nada, carecía de importancia para mí.
—¿Es en serio? ¿Has escuchado hablar de Leonardo Di Caprio? ¿La reina Isabel?
Me llevé las manos a la boca.
—No me digas que la reina Isabel fue infiel con ese Leonardo Di Caprio, ¡vaya, esto debe ser la noticia del siglo!
"Imbécil", era lo que decían mis ojos, rodé ambos para luego intentar pasar y salir de ahí, pero el muy idiota me cortó el paso al tomarme por el brazo. Ya está, él lo había pedido, le lancé el helado de caramelo a la cara y cuando lo vi quitándose el mismo de los ojos, me acerqué a él lo suficiente para llevar mi mano a sus labios y coger un poco, me chupé los dedos sin dejar de mirar su expresión.
—Estás demen...
No lo dejé terminar de hablar, me puse de puntillas en lo que el helado de Keala caía al suelo y atrapé sus labios, sabían muy bien con el sabor del caramelo, cuando me despegué unos centímetro pasé mi lengua por su boca y vi que el extraño comenzaba a suspirar.
—Mmm... no sabes mal, pero sigues sin ser mi tipo, y como arruinaste mis helados ya no me caes bien, adiós.
¿Irascible? ¿Loca? ¿Por qué hay que ponerle un nombre? Yo prefería no ponerles nombre a las cosas, dejar todo simplemente en lo que significaban o representan ser, cuando le pones nombre a algo usualmente termina perdiendo su valor.
Me di la vuelta para seguir con mi vida, pero a los pocos segundos lo volví a tener delante de mí, parecía haberse limpiado el rostro.
—Voy a olvidar lo que acabas de hacer porque realmente me hace falta tu ayuda y estoy dispuesto a pagarte por ello. Necesito que arruines mi boda, que te hagas pasar por mi amante y le hagas creer al mundo entero que engañé a mi prometida contigo. Puedo pagarte, ¿te parecen bien mil dólares por una semana?
—¿Mil qué? —Ahora este desconocido se ganaba mi atención—, espera, espera, espera, ¿me estás diciendo que solo por arruinar tu boda y molestar a personas que no conozco me vas a dar mil dólares?
Dioses queridos, no sé qué bien les hice, pero gracias.
—Sí, eso es exactamente lo que digo. No puedo conseguir otra novia porque me metería en incluso más problemas de los que ya tengo, básicamente eres mi única esperanza.
—¿Pagarme para que arruine tu reputación? Ojalá fuese un trabajo estable. Sin embargo, lamento defraudarte, amigo, no estoy tan loca como doy a entender, ni siquiera te conozco, puedes ser fácilmente un asesino a sueldo o un violador en potencia que planea secuestrarme, las posibilidades perversas de este mundo son infinitas, así que consíguete otra víctima.
Quise seguir mi camino, pero nuevamente me fue imposible porque volvió a colocarse delante de mí. Esta vez enredé mis pies con los suyos para hacerlo caer al suelo, tampoco funcionó porque a los segundos se levantó para volver a hablarme. Ya estaba bien, iba a matarlo.
—Vamos, puede que no me reconozcas, pero no soy de...
Su vista se fue elevando desde mis ojos hasta más allá de mis hombros, parecía haber reconocido a alguien. Pues poco me importaba, pensé en aprovechar el desconcierto para largarme de ahí y volver con mi amiga, el inconveniente de mi plan fue que el tipo llamado Adam me cogió del brazo para luego comenzar a correr, y sí que era fuerte.
Mi teoría del secuestrador ahora no parecía tan loca.
¿Y bien? ¿Comentarios? Jeje, sí, la historia adopta otro giro. Y eso que no llegan a la mejor parte... no digo nada más....
Les pido únicamente un voto o que etiquetan a personas capaces de leer esta hermosa trama. Es una forma de saber que les gusta mi trabajo.
mir4nd Hola! Quiero mandarte un saludo muy grande y dedicarte esta mención especial por ser una de mis primeras lectoras, así como una de las que más comentarios creativos dejó 😘🤗
No olviden seguir mi cuenta si les gusta la historia, pronto estaré publicando más libros: LadyLennette
Nos vemos en el próximo episodio😘
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