Parte 25
Vigesimoquinto capítulo
Andrea Berroncille
Así que aquí íbamos de nuevo, secuestrada otra vez, ya debía ser un récord. Me encontraba tomada del brazo por Harley mientras caminábamos por la calle Ryum que rodeaba al parque central en forma espiral, era lo único hermoso de esta pobre ciudad. Llevábamos una hora entera caminando en silencio agonizante, casi quería que me secuestraran porque ya comenzaba a sentirlo así. Y, por si fuera poco, Harley no quería soltarme el brazo porque temía que escapara.
Qué ridículo. Yo no haría eso...
—¿Por qué estamos tomando este camino? —le pregunté unos minutos después cuando vi que salíamos de la espiral para cruzar la calle, por ese camino solo quedaba bosque y un hospital.
—Realmente no fue idea mía, pero Adam me hizo prometer que te traería luego de despejar un poco.
Intenté soltármele, pero no tenía mi fuerza de siempre.
—Harley, si no me sueltas ahora mismo voy a voltearte ese brazo para dejarlo detrás de tu espalda y luego vas a gritar de dolor en el suelo, y ni por un segundo voy a retractarme.
La mujer se detuvo para mirarme de frente. Nos encontrábamos a la entrada del sendero del bosque por donde solo había una calle muy pequeña para llegar al Hospital Central de Ryunter.
—Mira, Andrea, tienes tres meses de embarazo y acabas de pasar por una semana entera con mala alimentación y rompiendo todo lo que veías a tu alrededor, no soy tu mayor fan, pero soy humana, necesitamos ver que todo esté bien con el bebé.
—Ni siquiera he tenido dolores en el estómago, el mocoso está bien. No es necesario ir al hospital, además, ¿desde cuándo yo te preocupo un poco?
Vi en la mirada de Harley que algo cambiaba al desviarla de mis ojos. Así que ya le habían contado mi triste autobiografía, la gente es tan estúpida cuando se entera de las desgracias de otros, comienzan a sentir lástima y luego se llaman humanos, ¿no pueden sentir consideración desde antes de saberlo? Eso sí sería un logro.
—Diego me contó algunas cosas, de que sufres de estrés postraumático y esa es la razón para que seas tan... bueno... tan insoportable.
Diego era una vieja chismosa. Ya de paso que se abriera un noticiero.
—Así que no puedo dejarte ir a casa sin antes pasar por el hospital, son órdenes de Adam, si vas a golpear a alguien, que sea a él.
Y Adam se había vuelto un sargento obstinante. La gente andaba cambiando demasiado.
El resumen es que luego de media hora discutiendo y un brazo roto de Harley, yo me hallaba en el estúpido hospital. Odiaba las batas blancas, el olor a medicina, el sonido de los carritos con comida horrorosa. Había estado en suficientes hospitales en mi vida para saber que no quería volver nunca más, y en ese momento me encontraba de brazos cruzados en la sala de espera de uno.
—¿Cuánto más vamos a estar aquí?
—Hasta que consiga verte un doctor, tardaremos un poco porque no tienes cita, pero nada que un poco de dinero no pueda resolver. Solo necesito...
—Tú vas a demorar más que yo. Solo ve con la recepcionista y dile que Andrea Berroncille necesita ver a un ginecólogo.
—¿Y por qué nos darían así más rápido el pase? Si nunca has venido siquiera porque siempre te has negado a que te vea un médico.
—Solo hazlo, Harley.
Ella se levantó con cara de molestia mientras yo permanecía de brazos cruzados viendo toda la situación con rabia en la mirada, bueno, la sorpresa de ella sería grande cuando supiera la verdad, así que sería un buen espectáculo. Harley se acercó hacia la recepcionista, pero ella estaba ocupada en el teléfono, tuvo que hablar con la enfermera que había a su lado.
Lo que vi fue a una enfermera que comenzaba a temblar de la cabeza a los pies en cuanto Harley dijo mi nombre, ella llamó a la recepcionista para darle mi mensaje y las dos comenzaron a correr en busca de un doctor. En apenas diez minutos yo ya me encontraba sentada en una camilla blanca dentro de una habitación con aparatos para torturar el pobre útero de una mujer. Harley no salía del asombro.
—¿Cómo sabías...? Es que... ¿Por qué reaccionaron así? ¿Tienes capturado a uno de sus familiares?
—No, Harley, no digas tonterías, yo nunca dejo sobrevivientes. —Y ella comenzó a asustarse—. Realmente eres muy mensa, soy una de las principales accionistas del hospital, creo que me pertenece más del 50% o algo así, no estoy segura.
—¡¿Qué?! Pero si tú trabajas en una cafetería de mala muerte.
—Me gusta mantener bajo perfil. Puedes contarle a Adam si quieres, no te sientas como que vas a traicionarme por eso. Ustedes los mortales sois demasiado buenos.
Ella tenía expresión de no saber si reír o gritar. Como fuese no tuvo tiempo porque la puerta se abrió de repente. Sin embargo, por esta no pasó el doctor como cabría esperar, no, quien entraba era Keala.
¡¿Qué demonios hacía Keala ahí?!
—¿Keala? —exclamamos las dos.
—Sí, escuchen, no tenemos mucho tiempo —dijo y cerró la puerta para acercarse hacia nosotras.
Tenía varias preguntas sobre cómo o qué hacía mi mejor amiga delante de nosotras en aquella habitación de hospital, pero no pude decir ninguna cuando ella empezó a hablar.
—Andrea, ¿recuerdas sobre las fotos y documentos de la fábrica textil de los Karrioca? —asentí con la cabeza y me sorprendió más ver que Harley parecía estar al tanto—. Bueno, ya no existe, la fábrica fue destruida hace dos días.
—¿Qué? —Mi boca había quedado abierta.
—Lo que quiere decir que el Karrioca sabe sobre lo que ambas sabemos y está comenzando a cubrir sus huellas, ahora mismo todo lo que tenemos sobre él es inutilizable, pero que no cunda el pánico que ya lo he resuelto todo.
—¿Esta es la parte de la conversación donde nos dices por qué entraste aquí corriendo para decirnos todo esto? —preguntó Harley, casi me robó las palabras.
—Ya llegaremos a eso. El caso es que estuve investigando sobre los últimos intentos de asesinato de Andrea y sobre la misteriosa desaparición de la Condesa, los negocios del señor Karrioca, y al unir todas las piezas el resultado es sensacional.
Keala se acercó hacia la camilla y yo me di la vuelta para quedar sentada en la esquina de esta mientras mi amiga iba sacando fotos que colocaba sobre el colchón, como si quisiera hacer una ruta.
—Hace diez años descubriste un secreto bien gordo sobre el señor Karrioca, uno que olvidaste —colocó las fotos del señor Karrioca en un lado y junto a este estaban las de sus segunda esposa y su hija—, el accidente fue planeado por el señor Karrioca, pero el secuestro donde solo te golpearon hasta borrar tu memoria fue obra de alguien más.
—¿La señora Karrioca?
—Sospecho que, lo que sea que descubriste también la atrapa a ella, piénsalo, si destruyes a su familia vuelve a la ruina y esa mujer tiene una razón muy grande para no querer ver la pobreza.
—Su hija, Sandra —dijo Harley—, pero, ¿qué tiene esto en común con el presente?
—Voy a eso —dijo y comenzó a colocar las fotos de Adam y la Condesa luego de las otras—. Sabemos que la Condesa te conoce de antes y que le hiciste algo que le dolió bastante, sin embargo, ella no parece saber sobre tu pérdida de memoria, así que, también debe estar asustada de lo que descubriste. Igual que la señora Karrioca tiene algo que proteger: su reputación.
—¿Y por eso planificó mi accidente?
—A principio sospeché que planificó el accidente en el avión, porque afrontémoslo, no es casualidad que se haya caído, pero no tiene mucho sentido porque habría matado a su hijo también, lo que nos deja de nuevo al culpable del accidente anterior: el señor Karrioca, esto no es sorpresa, pero sí que es novedad el hecho de que la Condesa no se dignó siquiera a ver a su hijo cuando estuvo en el hospital, solo fue dos veces, ¿no?
—Lo que estás diciendo es que ya lo sabía.
—Puede, tal vez está trabajando junto al señor Karrioca para sacarte del juego, pero se les fue de las manos y casi se llevan a Adam en el proceso, quizás la Condesa se enteró y jugó en contra de su propio socio y solo tal vez esa es la razón para que el avión no tuviese una explosión catastrófica.
Tenía sentido en algún punto.
—Y por ende ella planificó mi tercer accidente. Solo que en este sí fue estúpida por completo porque no consiguió matarme.
—Exacto, lo que nos lleva a la última parte de la teoría —dijo y colocó unas fotos de la fábrica—. De alguna forma, el señor Karrioca se las arregló para darse cuenta que íbamos detrás de él, y, de alguna forma, desapareció todas sus huellas, pero hay un inconveniente en todo esto, tú sigues viva y nadie sabe que perdiste la memoria de hace diez años. Así que...
—Sus negocios ilícitos son solo un señuelo, sabe que quiero destruirlo, así que quiere atraerme para acabar conmigo, claro, así es cómo han sucedido todos los accidentes.
—Y al fallar en cada uno de ellos debe pensar sus próximos pasos, razón de sobra para haber desaparecido del plano por completo, y, queridas mías, la parte cenit de mi teoría es...
Separó las fotos del señor Karrioca y la Condesa.
—Estos dos, los une algo más que algunos negocios ilícitos, los une el asesinato de la primera esposa del señor Karrioca, quien murió unos años después de dar a luz a Diego, su primer hijo.
—¿Crees que ellos la mataron? ¿Por qué?
—Eso, mi querida amiga amnésica, es lo que debemos descubrir antes de que intenten asesinarte de nuevo.
—¿Quieren matarme ahora?
—Yeah, ¿o te crees que vine por turismo? Recibí una alerta de Sergio diciendo que vio a hombres vestidos de negro y amarillo en el edificio.
—¿Y ahora quien es Sergio? —preguntó Harley.
—Es el capitán de las fuerzas especiales que protegen a Andrea desde hace unos años.
—¡¿Tienes a las fuerzas especiales protegiéndote?! —Harley tenía los ojos y la boca abierta.
—No, el imbécil de Diego me obligó a tener guardaespaldas hace unos años y con el tiempo terminé entrenando varios equipos hasta que formé a mis propias fuerzas especiales, son como los Seals de Norteamérica, pero los míos se llaman Agentes Berroncilles, con clase, ¿verdad?
—Estás demente.
Irónico, fue lo mismo que dijo Adam la primera vez que nos vimos.
—Vale, ahora sí tenemos que irnos, luego pensaremos en un plan.
El plan era simple, descubrir el secreto de los Karrioca, acabar de una vez con la Condesa y hacer todo eso mientras supero mi crisis existencial debido a mi estúpido pasado.
Nada podía salir mal.
...
Unas horas después.
Narradora recurrente: Keala Pionelli
Todo salió mal, ¡esto era un desastre total! Diego tenía en sus brazos a un niño que no dejaba de gritar, creo que se llamaba Francis, mientras, Andrea estaba siendo sostenida por Adam debido a las ganas que tenía de matar a esa mujer, yo no la culpaba, también quería volarle la cabeza. Sin embargo, la atención se la llevaría Mara que estaba en medio de la sala con una pistola en la mano mientras apuntaba a Harley.
—¡Eres una maldita puta traidora! —le gritó Andrea antes de conseguirte soltarse del agarre de Adam para arrebatarle la pistola a Mara.
¿Les va gustando la historia? ¿Qué título le pondrían a este capítulo? Los leo.
🌟 Voto si quieren ver a Andrea de madre.
🌟 Voto si les sorprendió que Mara tenga una pistola😱😨
Compartan la historia en sus redes si les gusta la pareja.
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