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Parte 21

Vigesimoprimer capítulo

Andrea Berroncille

Nos encontrábamos en uno de los restaurantes más privados de la ciudad de Ryunter, uno que especialmente no soportaba porque los camareros eran hombres no muy guapos que digamos, ¡no podía tolerar esa falta de respeto! Pero bueno, Adam había insistido en venir para tener una cena romántica luego de un día entero cuidando a Iver y yo no tenía nada mejor que hacer.

Le eché un vistazo a mi alrededor, nos hallábamos en la mesa junto a la ventana, en una habitación privada con decoración excesiva, el lugar de lujo parecía dorado en su totalidad debido a la misma, pero eso no podía importarme menos, me estaba aburriendo.

—Andrea, no has probado bocado, ¿qué sucede?

—No me gusta esta comida, no puedo creer que la hayas pedido por mí.

—Ese es tu plato preferido, cariño, por eso lo ordené.

Miré la langosta en mi plato, me daban ganas de vomitar de solo pensar en probarla.

—Pues gracias a ti ya no lo es, metiste a un pequeño diablo en mi interior que no le gusta nada de lo que me gusta a mí.

Adam resopló para seguidamente alzar su copa y tomar un poco de agua, como yo no podía tomar alcohol, él decidió acompañarme, pero mi nivel de aburrimiento era enorme para ese momento, debía divertirme... y se me ocurría cómo hacerlo.

Por debajo de la mesa conseguí quitarme el zapato de tacón de mi pie derecho y rápidamente lo estiré hasta la pierna de mi marido, él casi se ahoga cuando sintió lo que estaba haciendo, pero no me detuve, fui subiendo hasta llegar a mi objetivo.

—Andrea. —Tuvo que aclararse la garganta—. Estamos en un lugar público.

—¿No te parece eso emocionante? Nunca lo hemos hecho así, sería divertido.

Estiré más mi pierna hasta conseguir sentirlo perfectamente bajo los dedos de mis pies, presioné un poco y pude ver a Adam conteniendo la respiración. Él resultaba especialmente fácil de excitar. Iba a seguir, pero en ese momento un estúpido camarero abrió la puerta y apareció frente a nosotros, yo me volteé hacia él con una sonrisa en el rostro mientras Adam tomaba un poco de agua.

—¿Desean algo más, señores?

—No, estamos bien —respondió secamente Adam.

—De hecho, me gustaría probar los postres del chef, han sido muy recomendados últimamente.

El camarero miró a Adam como si necesitara su permiso para cumplir dicha orden, maldito machista.

—Dele a ella todo lo que pida.

Aquel hombre se fue y nos dejó finalmente solos, yo no dejé de jugar en ningún momento con el amiguito de Adam, al contrario, lo masajeé un poco más mientras llevaba una copa a mi boca para tomar agua, cuando terminé y la puse en la mesa me limpié los labios de la forma más sensual posible. Al mirar a Adam pude ver que se había aflojado el nudo de la corbata y en su rostro se notaba el deseo. Me encantaba ese rostro. Y me encantaba ver cómo podía atormentarlo.

—Estás jugando conmigo, ¿verdad?

—Me estoy divirtiendo un poco, así es, si tienes quejas al respecto ya sabes qué hacer.

Apretó en un puño la mano que estaba encima de la mesa cuando finalmente decidió hablar.

—Pago la cuenta y nos vamos.

—Soy una mujer impaciente, no puedo esperar tanto, puede que para el momento de llegar a casa ya me haya enfriado.

—Me estás matando... —susurró cuando sintió mi otra pierna acariciar la suya por dentro del pantalón.

El camarero apareció en ese momento con una bandeja llena de postres, los dejó sobre la mesa y se volteó para decirle algo a Adam, pero él meramente le sonrió. Mi marido estaba fuera de servicio, cuanto lo sentía. El hombre feo se fue y nos volvió a dejar a solas. Se me ocurrían unas cuantas ideas divertidas para hacer.

—Ven aquí, principito.

No tuve que decirlo dos veces, él se levantó rápidamente y caminó hasta rodear la mesa, estos sitios no tenían sillas, sino una especie de sofá grande para sentarse, lo cual era una tentación en ese momento. Yo me puse a un lado y Adam se sentó en el mueble, no demoré en subirme encima de él para rodearlo con las piernas, ese día había decido usar vestido, uno que tenía apertura en los laterales y en ese instante permitió al principito colocar sus manos en mis piernas desnudas.

Acerqué mi cabeza a sus labios y los acaricié con la punta de mi lengua sin llegar a saborearlos, eso estremeció a Adam que comenzó a respirar profundo mientras le abría la camisa. Él fue a quitarse la corbata, pero me gustaba demasiado esa prenda.

—Déjate la corbata puesta.

—Como quieras.

Adam Carver

Sentía en ese momento que haría todo lo que ella me pidiese, joder, esto era demasiado, ¿cuándo había terminado así? Y lo peor era que Andrea no me dejaba besarla, mi respiración ya era cosa de otro mundo cuando ella me quitó la camisa para dejarme con la corbata puesta en mi pecho desnudo, yo solo podía quedarme hechizado con sus movimientos a esperas de lo que iba a hacer.

Andrea se acercó hasta mi oreja y mordió son suavidad la misma, no se detuvo ahí, sino que fue bajando por mi cuello para besarme y morderme al mismo tiempo, no podía controlar mis manos que en ese momento recorrían su cuerpo con intenciones de hacerla sentir mínimamente cómo yo me sentía, un placer insano al parecer; que vi realizar solo a la mitad cuando ella se detuvo para suspirar contra mi piel.

Andrea se despegó de mi cuello para mirarme a los ojos, sus manos se pasaron por mi pecho a su antojo y luego subió hasta mi boca. Joder, la necesitaba ya.

—¿Me quieres?

—Sí, sí, Andrea, te quiero ahora mismo.

Ella sonrió pícaramente. Estaba rezando para que no me dejase desesperado como hacía muchas veces, aunque... desde que estábamos juntos en pocas ocasiones desistía de complacerme. Terminó por ordenarme que me acomodase mejor en el sofá cuando se bajó de encima de mí, como había bastante espacio desde este hasta la mesa, me fue fácil colocarme con la espalda contra el mismo mientras Andrea cogía los platos del postre. Se colocó en mis piernas y comenzó a pasar sus dedos cubiertos de miel por mi pecho desnudo, yo solo la miraba a la espera mientras el deseo iba aumentando.

—Eres mi dulce favorito —me dijo cuando terminó de llenar de pastel mi pecho.

Andrea se mordió el labio antes de tomar una fresa del plato y colocarla en mi boca, yo la mordí obedientemente.

—No la mastiques, ¿de acuerdo?

Le asentí con la cabeza.

—No, Adam, quiero escucharte decirlo.

Jugué con la fresa en mi interior para no morderla.

—Como tú digas.

El compás de su cuerpo al moverse junto al mío era desesperante, pero no tanto como su iniciativa de volverme un postre capaz de saborear sin tener la posibilidad de degustar más de lo que ella misma permitía. El calor fue aumentando, el deseo fue aumentando, todo en mí era una tormenta de emociones y deseos mientras ella iba cumpliendo sus fantasías. Sus labios que ya me habían recorrido entero, sus manos que hicieron hasta lo impensable... ya no podía reprimirme, mi cabeza cayó hacia atrás en el mueble en lo que sus movimientos conseguían enviar calor por todo mi cuerpo, necesitaba más inmediatamente, necesitaba entrar en ella.

—Andrea... Andrea... —solté en suspiros desenfrenados cuando ella volvió a subir hasta quedar con su boca cerca de la mía.

—Podríamos jugar todo el día así.

—No... no aguanto más, déjame tenerte.

Ella se mordió los labios, la notaba un poco alterada, pero ni remotamente estaba como yo.

—Vale, principito —se acercó a mis labios para besarme—, hazme tuya.

...

Lo hicimos en el restaurante, y joder, no me arrepentía de nada. Lo peor del caso es que no estaba satisfecho ni así, quería más de ella, ¿por qué no me dejaba tomar el control al menos por un minuto? Quería verla tan alterada como me ponía yo, que sintiera el mismo placer en su cuerpo, aunque en esta ocasión la sentí un poco distinta, no podía decir que fuese lo mismo.

En ese momento se encontraba tomando agua elegantemente mientras se arreglaba el vestido, mi caso era distinto. Mi pantalón estaba lleno de pastel y la camisa estrujada, era muy notorio lo que había sucedido.

Por supuesto, la cara del camarero cuando entró a recoger los platos fue algo que me avergonzó a mí y la alegró a ella, casi no quería ni mirar el desastre que habíamos hechos, pagué la cuenta, dejé propina y tomé a Andrea por la cintura para salir de ahí.

—Admítelo, fue divertido.

—Hasta que salga en una revista, entonces no será tan divertido.

Nos encontrábamos en el carro, iba conduciendo mientras mi mirada se dirigía a Andrea cada cinco segundos. No podía dejar de mirarla.

—Adam, si tienes algo que decirme, hazlo.

¿Cuándo había comenzado a conocerme tanto?

—No tengo nada que decir.

—Quieres preguntarme algo y no sabes cómo hacerlo.

Suspiré profundo, pero no comenté nada hasta que llegamos al apartamento, detuve el carro y estuve unos segundos repiqueteando los dedos en el volante del mismo, Andrea no salió, esperaba mi respuesta todavía.

—Es que... bueno... cuando lo hicimos...

—Aquí vamos de nuevo, ¿cuántas veces vas a hacerme la misma pregunta? Llevamos dos semanas juntos, Adam, mi respuesta no va a cambiar.

—Me gustaría que lo hiciera, a veces pienso que realmente no sientes nada por mí.

Ella se volteó a mirarme finalmente, pero no parecía alterada con mi comentario, se acercó eventualmente hasta llegar a mis labios y me besó por unos segundos, su mano terminó bajando hasta mi pantalón y la metió por dentro del mismo, tomé una bocanada de aire ante eso, no quería caer, pero no me lo ponía fácil.

—¿Qué tiene de malo la forma en la cual lo hacemos? A ti te gusta.

—Quiero que lo disfrutes de igual forma, me gustaría más así.

—Mmm... yo lo disfruto —maldición—, disfruto ponerte así, es algo que me enciende.

Agarré con fuerza el volante cuando el calor de mi cuerpo comenzó a subir, Andrea se acercó a mi boca y volvió a besarme, yo cerré los ojos, me sentía indefenso con esta mujer.

—Y... sí siento algo por ti, Adam —dijo al separarse de mí—, no podría explicarlo, solo dame un poco de tiempo.

—De acuerdo —suspiré profundo—, si eso es lo que quieres... lo haré.

Ella volvió a besarme, pero esta vez la agarré por las piernas para subirla encima de mí, necesitaba más de ella ahora mismo.

...

Una semana después

Estaba seguro de haber tenido más sexo con Andrea en tres semanas de relación que en toda mi vida con otras mujeres, esa mujer no se cansaba nunca, salíamos de la habitación pocas veces, no dormíamos en la noche, ¿esto era bueno para su embarazo?

—Adam... me aburro —me dijo ella cuando entré a mi camerino.

—Tú siempre te aburres, no creo que haya algo capaz de satisfacerte.

—Lo hay, pero mi marido es un aburrido sobreprotector y no quiere dármelo.

—Andrea, no creo que tu obsesión con el sexo sea normal, deberíamos ir a un médico.

—Si fuéramos a un médico por cada ocasión que hago algo fuera de lo normal, estaría viviendo en un manicomio.

Andrea Berroncille

¡Me aburría a muerte! Adam entró al camerino por unos minutos para buscar un libreto y luego salió para seguir filmando, yo me quedé allí sentada en la silla del tocador mientras daba vueltas en la misma como niña de cinco años, estuve así hasta que entró un hombre diciendo que debía recoger unos trajes.

Era un tipo alto con cabello rubio y músculos que sobresalían en su camiseta ajustada, puede que lo hubiese mirado más de la cuenta en lo que él se paseaba por el camerino, qué hermoso sujeto para complacer mis necesidades básicas, pero claro, no podía hacerlo porque estaba con Adam, ¡qué injusticia de vida! Un segundo, ¿acababa de decir que no podía hacerlo? ¿Cuándo a mí me habían importado las leyes?

—Ejem... —un carraspeó de garganta me sacó de mis pensamientos—. ¿Se puede saber qué haces?

Miré hacia la entrada del camerino y vi a la idiota de Harley mirándome amenazadoramente. ¿Qué? No iba a domar al hombre, lo había pensado, pero no iba a hacerlo.

—Hola, Harley, ¿qué haces por aquí?

El guapo individuo salió del cuarto y la mejor amiga de mi marido entró al mismo luego de cerrar con furia la puerta.

—Cuando Adam me contó que ustedes dos habían empezado a ir en serio, no esperaba que realmente tú lo estuvieses usando por completo.

—Puede que no me conozcas, bonita, pero no estoy con alguien si no lo disfruto.

—No se trata de diversión, para eso podrías acostarte con cualquier otro, se trata de realmente sentir algo por él, ¿ese es el caso?

Pensé por un segundo en el hombre que se había ido, me gustaba mucho, lo suficiente para acostarme con él, pero... de alguna forma... no pensaba ni remotamente que él pudiese satisfacerme como lo hacía Adam, y solo sería una aventura de una vez, con mi principito tenía aventuras todos los días, espera un segundo, ¿qué demonios acababa de decir?

—¡Andrea!

—Qué obstinante eres, mujer, no te metas donde no te llaman, es la relación de Adam, no la tuya.

—Me meto porque quiero muchísimo a Adam, y él es demasiado bueno para darse cuenta del tipo de persona que tú eres. Lo de ustedes empezó por algo falso y debería quedarse así, de otra forma solo vas a hacerle daño.

—No es como si él no me conociera, lo que probablemente te molesta es que Adam prefiere a otra mujer por encima de ti por primera vez en mucho tiempo. He escuchado sobre los celos de amigos, son los peores.

—No, créeme que no es eso —bufó—, si tú lo amases yo me sentiría segura porque entonces significaría que es feliz, pero ese no es el caso y contigo no creo que pueda serlo.

Me levanté de la silla hasta llegar a donde estaba ella. Terminamos una frente a la otra mientras nos mirábamos recriminatoriamente.

—¿Quieres que me separe de él? ¿Es eso?

—Quiero que le digas la verdad, deja de mentirle con respecto a que sientes algo por él, deja de engañarle de esta forma, solo empeorará todo cuando sepa que contigo nunca podrá tener un futuro.

—Tú nos pusiste en el mismo camino, Harley, primero por decirle a Sandra que él iba a casarse y luego por la estúpida bebida esa que terminamos tomándonos. Así que, si yo le hago daño solo quiero dejar claro que será tu culpa, no la mía.

El rostro de la mujer se arrugó, ella tenía la misma nobleza de Adam en su interior, aunque su carácter era mucho más fuerte. Sin embargo, no hubo tiempo a decir nada más porque Adam apareció por la puerta, su sonrisa aumentó al vernos juntas, posiblemente pensaba que estábamos llevando una hermosa conversación de amigas, nada más estúpidamente lejos de la realidad.

—Así que estabas aquí, te andaba buscando hace unos minutos.

Harley tenía rastros de lágrimas en los ojos que quería ocultar. Eso podía verlo.

—¿Qué pasa? ¿Discutieron?

—No, pero hoy deberé irme más temprano, te veo mañana, Adam.

Harley me miró con desprecio en el rostro antes de ir hacia el principito para darle un beso en la mejilla a forma de despedida.

Adam Carver

Algo le pasaba a Harley, podía intuirlo, pero en cuanto quise ir a por ella, Andrea me tomó por el brazo para decirme que ya quería irse a casa, respiré profundo, no podía ignorar el hecho de que mi mejor amiga estaba mal, sin embargo, ella me convenció de que solo se puso sentimental al estar hablando y que se le pasaría. Conocía a Andrea, le había dicho algo hiriente, estaba seguro. Ya vería cómo arreglar eso, de todas formas, estaba convencido de que no sería muy grave, Andrea no podría ser tan cruel.

—No —le respondió secamente al vestido.

—Venga, cariño, escoge uno al menos.

Ese día terminé más rápido de grabar y me propuse llevar a Andrea a comprar ropa, quería que usara vestidos más a menudo, me encantaba cómo le quedaban, pero ella era testaruda hasta la médula y no quería ropa nueva.

—¿Por qué tengo que comprar la ropa que tú quieres?

—Porque tú no quieres ninguna.

—¿Entonces por qué debo comprar ropa?

Ya habíamos tenido esta conversación en múltiples ocasiones, nunca había ganado y seguía insistiendo en conseguirlo. Estuvimos recorriendo tres tiendas, Andrea intentó tener sexo conmigo en cada una de ellas, yo me resistí porque en serio quería parecer decente ante la sociedad todavía.

Nos hallábamos en ese momento en una de las boutiques más famosas donde mi madre siempre compraba ropa, Andrea se había paseado por la misma sin emoción en el rostro hasta que llegamos a la parte de lencería fina.

—Me gusta este, ¿y a ti?

Si ella se ponía ese conjunto no íbamos a salir de la habitación nunca.

—Me parece bien.

Era un conjunto negro y rojo con muchos encajes y muy poca tela. Estaba deseando vérselo. ¡Vamos, Adam, tu misión es otra!

—Deberíamos ir a por los vestidos.

—De acuerdo, hagamos un trato, yo me compro el vestido que tú quieras si tú me compras este conjunto.

—¿Por qué este?

—Porque te has excitado de solo verlo de reojo, incluso te pusiste rojo.

Tuve que carraspear mi garganta, en serio que alejara esa ropa de mí y mi mente donde ella la estaba usando.

—¿Quieres que me lo pruebe?

CALOR.

—No, prefiero que te pruebes el vestido.

Si en la última película no había ganado el Oscar, debían dármelo por esa mentira.

Al final terminé cediendo ante Andrea y ella se compró el maldito conjunto y yo le compré el vestido que quería, no lo había visto, por lo tanto, esperaba que le gustase. Nos encontrábamos en el ascensor para llegar al piso inferior más rápido, había sido un día largo y solo quería llegar a casa para descansar.

Sin embargo, de pronto sentí cómo el elevador se detenía en seco.

Íbamos a quedar atrapados cuando ambos teníamos trauma con los espacios cerrados. Esto era genial.









Hola! Si, me quedó un poco largo el capítulo. De hecho, tuve que dividirlo.

Dato curioso. Esta parte y la próxima las escribí en la reedición del libro porque se veía vacío al no narrar el mes de ambos juntos.

🌟 Voto si adoran ver el poco control de Adam con Andrea. Jeje. Yo sí.

🌟 Voto si quieren ver a Andrea perdiendo el control por él. (Puede que en el próximo)

Compartan en sus redes si son fans de la pareja. Y díganme qué nombre le pondrían al capítulo. Los leo.

Nos vemos😘

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