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Parte 19

Decimonoveno Capítulo

Adam Carver

Harley había estado a mi lado todo este tiempo, era algo que le agradecía porque sabía cuánto odiaba a Andrea, sin embargo, por mí era capaz de poner eso a un lado. Mi mejor amiga me cedió el resto de su empanada y yo le negué con la cabeza. No tenía hambre, de hecho, no había comido nada en días.

—Ella está bien, Adam.

—Esa es la parte que me preocupa.

Cualquier otra persona normal luego de enfrentar un intento de asesinato, estuviese rabiosa, alterada, asustada, pero no Andrea, claro que no. Ella estaba... alegre, los doctores me decían que era una forma de combatir sus verdaderas emociones, pero estaba al pensar que esa mujer debía ser ingresada en un manicomio. Fantástico, mi esposa estaba loca.

—¿Quieres que vaya yo a verla?

—No, tú ve con Diego, será mejor así.

Me levanté para caminar los pasillos del hospital hasta llegar a la habitación de Andrea. Había visto pasar dos noches y tres días desde que me dijeron sobre el accidente, por fortuna, el bebé se salvó porque solamente pudieron encender la parte delantera del carro, cuando explotó por completo, Diego ya había sacado a Andrea del vehículo, ella cayó inconsciente desde la primera explosión.

—Hola, amor, ¿qué hay de comer? —me preguntó de solamente verme entrar.

—Las enfermeras te traerán algo. ¿Ya te bañaste?

—Nop, bañarme sola es aburrido.

Aquí íbamos de nuevo, me controlé todo lo que pude cuando me acerqué a su camilla para decirle que la ayudaría a bañarse, la mujer no tardó en levantarse de la cama con una sonrisa en el rostro antes de ir al cuarto de baño.

Suspiré profundo, el día que me dijeron sobre su accidente fue el peor día de mi vida, y eso que me había caído de un avión. El solo hecho de imaginar a Andrea y a mi hijo... no, no podía. De cierta forma ella se aprovechaba de eso porque ahora no podía negarle nada de lo que quisiera.

—¿Te duelen los golpes? —le pregunté al entrar al baño.

—Prefiero probar tu mano y eso sea lo que me duela, pero no hay suerte en esta vida.

Volteé los ojos con expresión de cansancio cuando ella se detuvo frente a mí, se mordió un labio de una forma sensual que debería estar prohibida y luego llevó sus manos a su cuello donde se amarraba la bata de hospital, la dejó caer en menos de un segundo. Yo seguía mirando hacia sus ojos, hacia la pequeña cicatriz que tenía cerca de su oreja, ya era la segunda vez que hacíamos esto y nada mejoraba, mi corazón se aceleraba como loco cuando Andrea estaba completamente desnuda frente a mí.

—¿No vas a quitarte tú la ropa?

—Metete en la ducha, Andrea.

Eso la hizo sonreír. Se acercó a mí y me dejó un beso en el cuello, toda la piel se me erizó para el momento que trataba de mantener mi mente fría.

—Sabía que eras de los que daba órdenes. Bajo esa capa de inocencia se oculta una buena cantidad de perversión, qué ganas dan de explorarla.

No dijo nada más, se volteó para darme una perfecta imagen de su cuerpo desnudo y se soltó el cabello negro a medida que entraba en la ducha, yo tuve que hacer acoplo de toda mi fuerza para no acercarme en ese momento y hacer lo que más deseaba.

«Mente fría, mantén la mente fría. Ya has hecho esto antes»

La primera vez no fue tan difícil, Andrea prácticamente estaba sonsa y no quería hablarme. Pero desde esta mañana se despertó la mujer obstinante de siempre.

Saqué las manos de mis bolsillos para acercarme hacia el baño, pero vi que ella se escondía al otro extremo, estos estúpidos baños de hospital no tenían cortinas, sino una pared construida hasta la mitad de la bañadera que me impedía dar la vuelta.

—Andrea, no puedo ayudarte si te comportas así.

—Sabes lo que debes hacer, de otra forma podemos olvidarnos de que yo quede limpia.

«Recuerda que es la madre de tu hijo, Adam. Demonios, a veces odio mi lado amable»

Respiré profundo y entré a la bañadera, me acerqué a ella que tenía una hermosa sonrisa en el rostro y abrí la pila de agua que había a su espalda. Por fortuna, ella no se acercó a tocarme, creo que no hubiese soportado eso.

—¿Por qué estás tan tranquila con todo esto? —le decía conforme iba masajeando su cabello negro mientras el agua de la ducha nos mojaba a los dos.

—No eres el primer hombre que me ve desnuda, principito.

—No me refiero a esto y lo sabes.

—De acuerdo, aburrido, sé que quieres saber lo mismo que el resto, ¿cómo es que estoy tan serena?, ¿por qué no me estoy derrumbando?, ¿cómo me siento en realidad?

—Sí, pero no quiero saberlo por las mismas razones que el resto. Me tienes preocupado desde que escuché del accidente, el primer día te la pasaste con los doctores, ellos consiguieron un milagro al impedir que perdieras al bebé, pero tú no reaccionabas, casi como si estuvieses en estado de trance.

Cerré la pila del agua para pasar a coger el champú y comenzar a lavarle el cabello, trataba de hablar para no pensar en lo que estaba haciendo con Andrea desnuda tan cerca de mí.

—El segundo día te volviste completamente loca, no querías que nadie te tocara, no querías hablar con nadie, estabas rabiosa y lo peor es que no parecía ser porque un carro explotó contigo dentro, parecías enojada con el mundo al mismo tiempo que reías como si no importara. Y luego hoy... pues hoy estás sorpresivamente alegre, quiero tratar de entenderte, Andrea, quiero ayudarte, pero no me cuentas nada.

Ella permaneció un segundo en las nubes, era algo que hacía a menudo, yo volví a abrir la pila de agua para terminar con su cabello y suspiré profundo ante lo que venía, cerré la ducha y tomé el jabón para llenarme las manos con este, tal vez hizo más espuma de la necesaria, tal vez casi lo gasto en lo que mi mente se iba acostumbrando a la idea de acariciar su cuerpo, cuando terminé puse el jabón a un lado y comencé a frotarle el cuello a Andrea.

—¿Realmente quieres saber cómo me siento?

No esperaba que me lo dijera en lo absoluto. Andrea era, extrañamente, una persona muy abierta, podía responderte cualquier cosa que le preguntaras, lo había visto con Diego, pero nunca funcionaba con extraños. Nunca lo había hecho conmigo. Mis manos en ese momento descendieron hasta sus brazos, tomé uno primero y luego el otro para limpiarlos, no podía hablar, así que le asentí con la cabeza.

—Te responderé todo lo que me preguntes... si me das un beso.

La miré fijamente a los ojos, ¿un beso? ¿Quería matarme? Mi pulso estaba por la estratósfera con el solo hecho de estar de esta forma con ella, si la besaba...

—Vamos, Adam, soy de las que cumple sus promesas, si realmente quieres saberlo entonces bésame en los labios. —Ella parecía ver mi indecisión en mis ojos—. Si de verdad te preocuparas tanto por mí como para querer saber cómo estoy, harías lo que fuera por conseguirlo.

Eso era manipulación de la mala, pero de alguna forma tenía un punto y sabía que esta era la manera en la cual Andrea me ponía a prueba. Dejé de limpiar su piel y mis manos cayeron a ambos lados de mi cuerpo, las apreté en puños por el deseo que me estaba llevando a querer hacer con esta mujer cualquier cosa menos lo permitido. Me acerqué un poco más hasta estar a centímetro de su rostro y cerré los ojos antes de tocar sus labios.

Andrea colocó sus manos en mi cintura rápidamente y antes de pensarlo ya me había quitado la camisa, recorrió entonces la piel de mi espalda mientras sus labios seguían moviéndose contra mi boca, me pedía más y yo quería dárselo. No pude controlarme, mi mano llegó a su cintura desnuda antes de poder procesarlo y la acerqué a mi cuerpo mientras la colocaba contra la pared del baño, mi otra mano llegó hasta sus mejillas mientras mi boca se separaba de sus labios para poder respirar. Mi pecho subía y bajaba, había partes de mi cuerpo que se quemaban del dolor de controlarme.

—Hazlo, Adam... —susurró en mis labios.

Mierda, si la volvía a besar era para levantarla en peso y cumplir todas las fantasía que tenía.

No supe nunca de dónde salió mi fortaleza en ese momento, pero me alejé de ella hasta llegar a la ducha y la abrí para dejar que el chorro de agua enfriase mi cuerpo. Recé innumerables veces para que Andrea no se me acercara, sabía que mi autocontrol no llegaba hasta ahí. Me dio un minuto y luego sentí que pasaba sus dedos por mi espalda, la recorrió hasta llegar a mi cintura y fue entonces cuando me volteé para quedar frente a ella, mis ojos bajaron a recorrer su cuerpo sin poder evitarlo, joder, maldecía el estúpido deseo que tenía de incumplir mis propias normas.

—¿Por qué no haces lo que tienes en mente?

Necesité más de tres segundos para salir de mis perversas imágenes.

—Porque el único que va a salir perdiendo soy yo —me obligué a mirarla a los ojos—. Teníamos un trato, Andrea.

—Yo diría que disfrutaste bastante el beso, ¿tus pantalones te aprietan? También puedes quitártelos.

—Andrea...

—De acuerdo, me rindo contigo —exclamó al poner los brazos arriba a forma de rendición y luego tomó el jabón para ella misma continuar limpiándose, gracias a los reyes, de ninguna forma podría soportar esa tortura. Ya bastante tenía con mirarla—. Mi accidente reciente no ha sido el único que he enfrentado, es, de hecho, el tercer intento de asesinato en el cual estoy involucrada.

Eso me hizo despertar por completo e ignorar la tentación de su cuerpo. ¿Intento de asesinato?

—¿Cómo dices? ¿El tercero?

—¿Por qué piensas que quiero destruir a los Karrioca, principito? Sé que suelo hacer cosas tontas cuando me aburro, pero esta vez mi locura tiene una explicación.

—¿Pero por qué ellos querrían...?

—Porque fui su hija.

Andrea Berroncille

Terminé de bañarme a medida que Adam intentaba salir del trance. No podía creerme que le estuviese contando esto a él, solo era sincera con gente que me importara, ¡noticias! El imbécil que me preñó ahora formaba parte del círculo, qué mierda, otro más a quien soportar. Cerré la ducha y tomé una toalla blanca que el susodicho me cedió, me envolví en ella para salir del baño y de solamente divisar la camilla de hospital me subí en esta. No tenía ganas de vestirme todavía.

—¿Cómo que fuiste su hija? Nunca me quisiste hablar de tus padres, pero no sabía que era porque ellos... es que... no tiene sentido.

Adam se encontraba sentado al borde de la cama mientras yo tenía la espalda contra el espaldar de la misma, la toalla no me cubría por completo, pero él quería hacer como si eso no existiera.

—Yo crecí en un orfanato porque mis verdaderos padres me abandonaron de bebé a la puerta de uno, ese mismo día dejaron de la misma forma a Keala, por eso es mi mejor amiga, crecimos juntas, pero a ella nunca la adoptaron, yo me fui cuando tenía siete años a la casa de los Karrioca, descubrí cosas que no debía y a los quince años Diego y yo tuvimos que huir.

—¿Diego? ¿De ahí lo conoces?

—Es por él que sus padres me adoptaron, en una visita al orfanato nos hicimos amigos, un año después yo estaba viviendo con él. Como sea, no salió muy bien la bonita historia porque mi padre intentó matarme cuando huí de casa a los quince, tuve... tuve un accidente que me dejó amnésica por varios años, al sol de hoy solo he podido recuperar el 75% de mis recuerdos.

—Así que... eso que descubriste.

—Lo olvidé, estuve huyendo de mi padre por muchos años porque quería una vida normal, por eso Diego y yo nos cambiamos los apellidos y vivimos bajo las sombras, pero ya es tarde porque lo enfrenté a los días de encontrarte. Supuse que ya era tiempo.

Adam parecía estar uniendo todas las piezas del rompecabezas porque tenía esta mirada pensativa mientras jugaba con los dedos de su mano, qué tierno, estaba nervioso. Un momento, ¿dije que era tierno? ¡Asco! ¿O no? Bah, ni yo me entendía.

—Bueno, esto explica por qué te falta un tornillo.

Le golpeé el hombro con mi pie que quedaba a su altura, él no pudo evitar reírse.

—Las personas actúan de forma cuerda cuando están vivas, yo dejé de estarlo hace mucho tiempo.

—¿Por qué dices eso? Has tenido a Diego y a Keala a tu lado desde que tienes uso de razón, son como dos hermanos extra por aquellos que puedes tener y no conoces.

—Adam, agradezco que quieras reconfortarme, pero no es la soledad lo que me mata, yo disfruto mi propia compañía, por eso no necesito un hombre a mi lado —me acomodé hasta quedar sentada frente a él, sus ojos se deslizaron hacia mi boca de inmediato—. Lo que me mata es no poder sentir afecto alguno.

Acorté más la distancia hasta llegar a sus labios y lo besé, mis manos llegaron a su pecho desnudo y el latido de su corazón al alterarse fue bastante agradable, pero en mi cuerpo nada se movía. Me separé de él sin dejar de mirarlo a los ojos.

—No siento nada.

—¿Y...? —tragó en seco—. ¿Y qué hay de nuestro hijo?

Irónicamente, era la primera vez que lo decía así.

—No me hagas decir algo que sé, te va a doler. He aprendido con el tiempo a moderar mis palabras, es algo que solo hago cuando me importa una persona, y tú has estado conmigo incluso cuando he intentado alejarte, no quisiera hacerte daño.

Supe que entendería las líneas ocultas.

—¿Yo te importo?

—¿Esa es la línea con la que te vas a quedar?

—Es la única que me sorprende, además, me gusta esa línea, prefiero recordar eso que pensar en el hecho de que no quieres a mi hijo o por qué lo estás teniendo si ese es el caso.

—Puedo responderte eso si me preguntas.

—No, dejémoslo así, igual pienso hablarle bien de ti, tal vez se pregunte dónde esté su madre en varias ocasiones, pero asumo que tendrá tu fortaleza para entenderlo cuando crezca.

Me quedé con la boca abierta mirándolo mientras procesaba sus palabras. ¿Adam ya había pensado en criar a mi mocoso solo? Admito que hasta ese momento no había llegado tan lejos, solo tenía en mente usar al bebé para llegar a la Condesa y descubrir quién era ella que me conocía de antes, pero cuando él dijo las palabras... lo volvió todo tan real. No sabía ni qué estaba sintiendo, pero de pronto una debilidad desconocida inundó mi cuerpo, un sentimiento familiar al que tuve en el set me embriagó, ¿por qué me molestaba? Yo no quería al niño, iba a abortarlo en cuanto todo esto terminara.

—Andrea, ¿estás bien?

Levanté mi mirada hacia sus ojos cuando quise decirle algo, pero no pude en ese momento porque entraron los doctores para las revisiones. Adam se alejó de mí para decirles que debían esperar un momento a que me vistiera, no me acordaba que estaba en toalla todavía.

...

—¿Entonces Diego está en casa? —le preguntaba conforme miraba los botones del ascensor.

—Sí, como fue quien te sacó del carro y se hizo daño en una pierna, conversé con los médicos para que le dieran el alta bajo mi responsabilidad. Ellos aceptaron y ahora tu hermano está en uno de mis hoteles con todos los cuidados que pueda tener.

—No lo llames así.

—¿Hermano? Pero si, por lo que me contaste él es...

—No lo llamo así cuando me enojo con él, y ahora estoy muy cabreada con Diego.

—Tú tienes serios problemas con agradecerle a las personas que te salvan la vida.

No le respondí, solo lo seguí por el pasillo del edificio hasta que llegamos a la puerta de nuestro apartamento, me habían dado el alta hacía unas horas, de hecho, solo se tardaron más por petición de Adam que no estaba seguro de mantenerme lejos de un hospital por el bebé.

Entramos finalmente a la casa. Hogar, dulce hogar, tranquilo, pacifico, alejado del mundo. Solo podía pensar en meterme en mi bañera con espuma y...

—¡Señor Carver!

Estúpida empleada, sí, seguro era esa mujer que Adam me dijo, había contratado. Ya la odiaba. Se trataba de una señora de al menos cincuenta años, demasiado flaca para creer cierto, cabello peinado a la perfección y nariz puntiaguda. ¡Era una bruja!

—Bienvenidos, señor y señora Carver.

—Yo sigo siendo Berroncille... Amor —le dije a Adam a mi lado—, no me gusta.

—Pero si...

—Tranquilos, ya tenía advertido sobre el temperamento de la señora, no se preocupe, tendré más cuidado. ¿Desean comer algo? Preparé tamales.

Yo amaba los tamales. Casi podía sentir mi boca haciéndose agua de imaginarlos. Entré a la casa rápidamente y me dirigí hacia el comedor que quedaba detrás de la sala con televisor, este se encontraba en una habitación aparte, solo lo usábamos para la cena, por lo general comíamos cerca de la cocina. De solamente entrar, pude ver una mesa perfectamente servida con todos mis platos favoritos a un lado y los de Adam al otro.

—¿Le dijiste lo que me gustaba?

—No, no tuve tiempo a hablarle mucho con todo lo del accidente.

Me volteé y pude ver a la mujer con las manos a la espalda y una sonrisa en el rostro. Tenía la misma mirada de la Condesa cuando me vio la primera vez, la de alguien que me conocía.




Alerta Spoiler: El próximo capítulo es uno que han estado esperando porque finalmente sucede algo entre Adam y Andrea (estarán juntos, ¿habrá confesiones? Léanlo y descubranlo.

Una estrellita si piensan que Andrea ya comienza a enamorarse de Adam. Estrellita si creen que Adam ya está enamorado de ella. (Jejejejej)

Nos vemos en la próxima aventura😘

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