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Epílogo

Epílogo

Cinco años después...

Narrador Especial: Francis C. Berroncille

Me encantaba estar aquí arriba, sabía que mis padres no montaban un avión desde hacía muchísimo tiempo por un accidente que tuvieron juntos, pero yo no podía sentir mayor seguridad aquí en el cielo, un día conseguiría volar y sentir el viento en mi rostro como hacían todos los jinetes de dragones de las películas.

—¿Ya llegamos? —preguntó mi hermano.

—No, y no vamos a llegar más rápido por preguntar varias veces.

Viajábamos en avión secreto, o privado, como le decían los adultos aburridamente. Yo estaba sentado al lado de papá que tenía a mi hermana pequeña en brazos mientras frente a mí quedaban mi madre y mi hermano de cuatro años, él era muy fastidioso.

—¿Por qué el avión se mueve?

—Es normal, son turbulencias.

—¿Y qué es toribencias?

—Turbulencias, y es común cuando estás muy arriba y el aire golpea el avión.

—Oh, genial, nos vamos a caer.

—¡No digas eso, Corey! No nos vamos a...

Pero hubo una sacudida basta fuerte que nos hizo movernos a todos, mi papá aguantó con fuerza a la pequeña Adri mientras mi mamá le colocaba un brazo en el pecho a Corey para no caerse del asiento, yo me sujeté con fuerza cuando volvió a repetirse el movimiento, no quería ser negativo, pero sí estábamos cayendo.

—Andrea, toma a la niña, yo iré a la cabina a ver qué sucede.

—No, Adam...

—Voy a volver, no te preocupes —le dio un beso a mamá en la frente y se fue.

Ella sujetaba a mi hermana mientras trataba de mantener tranquilo a Corey, yo aproveché eso para salir de mi asiento y correr hacia la cabina detrás de mi padre.

—¡Francis! ¡Vuelve aquí! ¡Francis! —escuché de fondo cuando ya había conseguido alejarme.

Abrí la puerta de cabina y pude ver que mi padre estaba conversando con los pilotos.

—¡... y se ha detenido!

—Debe arreglarlo.

—Estamos trabajando en eso, señor.

Todos estaban de espalda, así que no podían verme, yo traté de echarle un vistazo a los controles del avión, pero cuando di un paso más, papá me notó y se volteó hacia mí bastante molesto.

—¡Francis, sal de aquí y vuelve a tu asiento!

—No, espera, yo puedo ayudar.

—Niño, hazle caso a tu padre y vuelve a tu asiento.

Vi que el piloto estaba teniendo problemas para descifrar en dónde estábamos. Supe de inmediato lo que sucedía.

—Cuando estábamos preparándonos para el despegue conté el tiempo que se demoró y usted despegó más rápido de lo normal porque se saltó un paso, encender el GPS.

El copiloto miró a papá y rápidamente cambió su visión hacia el aparato que estaba entre él y el piloto, pudo ver que yo tenía razón y encendió el GPS sin perder tiempo, Ja, ¿cómo está eso para un niño? Sin embargo, eso no fue todo porque volvimos a tener una turbulencia, esta vez provocada por una mala maniobra del piloto.

Vi a papá caer al suelo debido al impacto, yo era más pequeño, así que conseguí recomponerme más rápido, pero mis ojos se abrieron bien grande cuando vi que el piloto soltaba la palanca blanca, corrí hacia él y lo quité del asiento en pocos segundos, el copiloto no dejaba de gritarme mientras mi padre posiblemente estaba tratando de sujetarse a algo.

—Muy bien, queridos pasajeros —dije por el micrófono—, prepárense para un aterrizaje forzoso en aerolíneas Francis C. Berroncille.

...

Lo único que se veía en los periódicos era que un niño de once años había conseguido pilotar un avión hasta aterrizarlo con éxito cuando el piloto en un ataque de pánico perdió el control total de la nave. ¡Qué aburridos eran los del periódico ese! ¿Por qué no mencionaban las maniobras que hice para aterrizar? ¿O mi sueño de ser jinete? Pues nada, quedaría así para la historia.

Tres años después

Narrador Especial: Corey A. C. Berroncille

Mamá estaba en el teléfono otra vez, papá decía que era porque tenía muchas empresas y la necesitaban, ¿por qué la necesitaban? ¿Mi mamá era una superheroína? ¡Debía descubrir eso!

—Francis, Francis —llamé a mi hermano.

—¿Qué quieres? Estoy ocupado.

—¿Mamá es una superheroína?

Él la miró fijamente, estábamos sentados al pie del árbol del jardín mientras ella caminaba frente a nosotros.

—No lo sé, pero sí que debe tener poderes mágicos porque siempre se las arregla para descubrirnos.

—Y siempre sabe dónde estamos.

—Y nunca la he visto enferma o triste.

—¡Siempre nos consigue poner feliz cuando habla, como los superhéroes hacen!

Nos miramos fijamente y llegamos a la misma conclusión: ¡Había que descubrirla! Francis dejó su libro tonto a un lado y nos levantamos para tratar de escuchar la conversación de mamá, él era como el doble de mi tamaño, así que sería malo para esconderse, pero igual no pudimos llegar muy lejos porque ella comenzó a alejarse, ¡sabía que la seguíamos! Nos miramos de nuevo, había que ser cuidadosos. Tratamos de caminar a escondidas entre las tumbonas de la piscina, pero alguien más nos sorprendió.

—¿Qué hacen?

Ambos gritamos del susto al voltearnos, era nuestra hermana Adriana.

—Silencio, Adri —le dije—, estamos siguiendo a mamá para descubrir si es una superheroína.

—¡Bien! ¡Bien! —comenzó a aplaudir, yo fui hacia ella para ponerle una mano en la boca mientras Francis miraba si habíamos sido descubiertos.

Todo estaba bien, por ahora.

—Debes ser silenciosa, Adri, estamos en una misión secreta.

Ella sonrió tontamente, normal que a los cinco años no entendiera, yo ya era un niño grande, ¡tenía siete años! Así que podía dirigir misiones secretas. Nos levantamos los tres para tratar de seguir a mamá cuando algo raro sucedió.

Escuchamos un sonido muy fuerte en la piscina a nuestra derecha, nos dimos la vuelta a la misma y los tres nos quedamos de piedra, ¡había un cocodrilo! ¡Un cocodrilo!

—¡Mamá!!! —gritamos los tres.

No pasaron ni tres segundos cuando nuestra madre llegó hacia nosotros, pudo ver de inmediato lo que veíamos.

—Oh, es un cocodrilo, no recuerdo haberlo pedido para nuestras vacaciones, no se preocupen, niños, todo está bien.

Me quedé mirando al animal y me di cuenta entonces, lo reconocí de mi libro con imágenes divertidas, era un caimán, su hocico era en forma de "U", en cambio el cocodrilo tiene forma de "V" es algo gracioso, la verdad, recordé lo que el libro decía que los caimanes no solían ser agresivos en lo absoluto, de hecho, eran muy perezosos para correr detrás de la gente.

¡El caimán salió de la piscina! ¡El caimán salió de la piscina!

—El cocodrilo está caminando.

—No es un cocodrilo, su especie se llama caimán.

—Corey, no le pongas nombre ¡nos quiere comer! —me gritó Adria.

Mamá había cogido a Adriana en brazos y nos dijo que debíamos marcharnos de ahí, sabía que quería ponernos a salvo, es lo que los superhéroes hacen incluso cuando saben cómo derrotar al malo, pero este caimán me llamaba mucho la atención, se veía muy bonito, lo miré mejor, sus escamas, su coloración, solo existían tres especies de caimanes, este era un caimán negro y medía como metro y medio, ¡era más alto que yo! Pero acostado.

Cuando mamá fue a sacar a mis hermanos de ahí, yo caminé lentamente hacia el caimán hasta que estuve bien cerca de él, estos animalitos eran muy vagos para correr, les gustaba esperar a sus presas y si me mordía sabía que debía golpear su hocico o la válvula palatina que quedaba a un lado de su gran cabeza, pero yo no quería hacerle daño, me gustaba mucho el animal.

Me acerqué más a él y no hizo nada, simplemente miraba como cansado, yo me dirigí a su cabeza por el costado y le puse una mano por la parte arriba de los ojos, eso tranquiliza a los caimanes y cocodrilos, estuve haciendo eso por unos minutos hasta que lo vi relajarse bastante.

Al poco rato una voz me molestó, fue el grito de papá.

—¡Corey! ¡¿Qué demonios estás haciendo?!

—Está bien, Adam, creo que hizo un nuevo amigo.

—Genial, nuestro hijo heredó tu locura.

Papá y mamá siguieron discutiendo como siempre hacían, me resultaba rara su forma de pelearse porque nunca veía que ninguno se enojara, al contrario, terminaban riéndose, ¿quién se pelea así?

—Mamá, papá, ¿puedo quedármelo? —les pregunté y ambos abrieron los ojos—. Prometo alimentarlo y sacarlo a nadar, ¿sí? ¿Sí? ¿Por fa?

¿Por qué papá me miraba tan raro?

—No puedo creer esto, primero Francis quiere un jet privado...

—Tengo catorce años y piloto aviones desde los once, me merezco ese jet.

—Vamos, Adam, es normal que los niños quieran tener mascotas y vehículos propios.

—Déjame ajustar la definición de "normal" porque no es normal que la mascota sea un cocodrilo ni el vehículo un avión.

Miré hacia mi nuevo amigo que estaba a mi lado como espectador.

—Creo que voy a llamarte...

—Corey Alexander Carver Berroncille, no vas a quedarte con ese animal.

Cuatro años después

Narradora Especial: Adriana C. Berroncille

Mi hermano mayor Corey estaba gustosamente acostado en el estómago de Ezree, su caimán mascota, realmente era un vago porque no hacía nada, no se movía de la piscina, incluso te podías sentar arriba de él que no hacía nada, no tenemos idea de cómo llegó a ese hotel cuando estábamos de vacaciones y realmente es un misterio de cómo demonios (ups, esa palabra no) de cómo mi hermano consiguió moverlo hasta la isla, pero bueno, ¿quién soy yo para comprender este mundo loco?

—Adria, Corey, vengan a la mesa.

—Ya vamos, nana Mara —dijimos los dos a coro.

Corrimos hacia el comedor grande de la casa, se podían ver algunas fotos de nuestros padres en las paredes del pasillo para llegar al mismo, eran de la antigua casa en la que vivieron antes cuando Francis tenía casi mi edad, luego de mamá salir embarazada se mudaron para esta y me alegraba porque según Francis nos contaba, aquella no era muy grande.

Yo terminé de colocar todos los platos como mis padres me habían enseñado, ese día vendría por primera vez a la casa la novia de mi hermano mayor Francis y todos queríamos conocer a esa señorita que lo traía loco, después de todo, era la primera chica con la que realmente estaba, y eso que tenía dieciocho años, yo a esa edad no tendré novio, no quiero tener a nadie volviéndome loca.

—¡Sonó el timbre, está aquí! —grité emocionada, quería conocerla porque llevaban unos meses juntos y excepto papá y mamá, nadie sabía quién era.

—Adri, no la trates mal, por favor —me dijo Francis con voz ronca—, siempre espantas a la gente.

—Yo no espanto a la gente —le peleé de brazos cruzados.

—Ajá, como digas, y luego tú, renacuajo —señaló a Corey—, que ya es bastante con que tengas once e impresiones a más chicas que yo, a esta ni la mires, y mucho menos le hables nada de tu cocodrilo mascota o pensará que estamos locos.

—Se dará cuenta que lo estamos —susurré.

—¡Que es un caimán!

—Ah, sí, se me olvidaba, tampoco grites, Dioses, qué tono más alto de voz tienes.

—Niños —nos llamó mamá que llegaba a la sala—, compórtense como bien los hemos educado, vuestro padre bajará en un minuto, ahora Francis, abre la puerta.

Francis era del mismo tamaño que nuestra madre, no se parecían mucho, no tanto como yo que era idéntica a mi padre, bueno, todos decían que me parecía a mi madre, pero yo no entendía eso, Corey era quien se quedaba como en el medio, ¿y ahora por qué pienso esto? Siempre me voy por las nubes, en fin, Francis abrió la puerta y todos asomamos la cabeza para ver a su novia, era una chica muy tímida, se notaba, debía ser tan nerd como él, bueno, hasta que se busca una de su tipo.

—Hola —le saludó—, hemm... ¿puedo pasar?

—S... sí... sí, claro.

Qué idiota, vamos, que yo con nueve años si un niño venía a verme no me quedaba así de boba. La chica se presentó ante todos, su nombre era Anastasia, no pude evitar reírme, era el mismo nombre que la hermana mala de Cenicienta, ¡Ella era la fea hermana de Cenicienta! Bueno, tuve que controlarme porque papá no dejaba de mirarme con cara seria, él siempre sabía cuándo estaba a punto de hacer una maldad.

—Entonces... Anastasia.

—Oh, por favor, llámeme Ana, señor Carver.

—Claro, Ana... —rectificó mientras comía—, Francis nos ha contado mucho sobre ti, prácticamente no deja de parlotear sobre todo lo que has logrado en la escuela.

—Papá —lo llamó él para que se detuviese, ja, el idiota comenzaba a avergonzarse.

—¿Qué pasa, Francis? —le pregunté yo que estaba sentada frente a él en la mesa—. Si se nota lo mucho que le gustas, incluso más que a esas otras feas que trajiste.

De pronto todos quedaron en silencio y, no sé por qué, mamá no dejaba de mirarme fijamente. Corey a mi lado me dio un codazo, como siempre hacía cuando quería que me callara.

—¿Qué? ¿Ahora qué hice? Las otras estaban bien feas, no es que esta sea especialmente bonita, pero me cae muy bien, ¿a qué sí, papá?

—Adria... —Oh, no, tono de amenaza.

Me callé, luego mamá dijo algo sobre que habían sido unas pocas chicas que vinieron por tareas de la escuela, pero si no era verdad, Francis las había invitado para besarlas, bueno, papá me silenció por completo, no me dejó hablar. ¡Eso fue censura! Fui una pobre víctima que no vio la justicia.

Cuando terminamos la cena todo iba muy aburrido, solo hablaban cosas de adultos y de la Universidad dado que Francis empezaba el próximo año, era todo lo que escuchaba, mi hermano iba a ser piloto, bueno, al menos eso era divertido.

Cuando terminamos de ayudar a nana Mara a acomodar los platos en la cocina, yo iba a protestar porque llegaba mi hora de dormir cuando tocaron la puerta fuertemente, ¿sería tía Keala con los primos? Pero era muy tarde, quien más venía a esta hora era tía Harley con su marido, pero reconocía su forma de golpear y no era esa.

De hecho, me sabía de memoria la forma en que todos golpeaban la puerta y esa no era ninguna conocida, corrí a esconderme detrás de un sofá cuando me perdieron de vista y pude ver que papá abría.

—Buenas noches, caballeros, ¿en qué puedo ayudarles? —les dijo a los señores de afuera.

—Señor Carver, es la policía nacional, mejor será que coopere en esta operación, no está en buenos términos con la ley —hizo una seña y unos hombres feos comenzaron a entrar.

¡¿Qué?! ¿Hombres feos en mi casita? No, claro que no. Salí de mi escondite rápidamente y me coloqué delante de los hombres que pasaban al interior de la casa, iban a manchar el perfecto suelo de mármol con esos zapatos grandes y horribles.

—¿Quiénes son ustedes?

—Somos la policía nacional, niña, ahora muévete.

—Esas no son formas de hablarle a una dama, caballero —le dije de brazos cruzados—, y ahora mismo están cometiendo varios delitos según el librito constitucional que leí los otros días.

Todos me miraban como si fuese rara.

—Como número uno, no han dicho su razón para entrar, como número dos, no tienen una orden para entrar, y como número tres, acaba de hablarme feo, eso puede dejarme daños psicológicos severos que pueden ser interpretados como abuso infantil. Artículos treinta, cincuenta y siete y setenta, ¿sabe cuántos años vestido de naranja son esos?

Cuando terminé de hablar, todos en la sala me miraban con los ojos abiertos.

—Mis hijos no son normales —dijo papá cuando se golpeó el rostro.

—Señor...

—¿No escuchó a mi hija? —preguntó mamá que llegaba al rescate—. Si no quiere ahora mismo que esto suba de nivel, entonces les aconsejo que se marche, o el nombre Berroncille lo verán hasta en sus sueños.

Yo seguía de brazos cruzados y mirada enojada cuando los hombres comenzaron a irse.

—Esto no quedará así, nos veremos en la corte si es necesario.

—Lo esperaré ahí —le dije yo.

Unos meses después la noticia que salió en todos los noticieros de la ciudad era la de una niña de nueve años que había ejecutado acciones de abogada en una corte y conseguido ganar el caso. Hecho insólito, decían. Que palabra tan elegante.

Un año más tarde

Andrea Berroncille

Nos encontrábamos en el auto de camino al aeropuerto Berroncilles Lines para despedir a Francis, ese día partía a la Universidad y lo haría de forma genial, en su propio jet privado, siendo él quien pilotaba, por supuesto. Suspiré profundo antes de mirar a Adam a mi lado, coloqué mi mano sobre la suya que descansaba en el cambio de dirección, él me miró con una sonrisa en el rostro, como tenía la camisa media abierta se le notaba el anillo de compromiso que guardaba en una cadena en el cuello, hacía juego con el mío.

Aún me parecía increíble que hubiésemos llegado hasta aquí, todos estos años fueron sorprendentes, locamente sorprendentes, miré hacia atrás y vi a Adriana durmiendo en el hombro de Corey mientras Francis escuchaba música con sus audífonos, criar a esos tres no fue tarea sencilla, pero creo que nos las estábamos apañando bien, y ahora Francis se nos iba.

—Despierten, niños, ya llegamos —les dije cuando Adam estacionó el carro.

Adria despertó rápidamente y se bajó del carro con la misma energía, sus clases de ballet estaban dando resultados porque tenía diez años, pero sería una chica muy hermosa de grande, hermosa y ruda como yo, porque con esa labia conquistaba el mundo.

—Cariño, ¿tomaste la cámara?

—Sí, a ti se te olvidó en la mesa.

—Eres la mejor, por eso te amo.

—Lo sé —le respondí y le di un pequeño beso en los labios.

—¡Ahg! Qué asco, no —se quejó Corey.

Corey era un caso perdido, tenía doce años, pero salía con una chica diferente todos los días, su padre debía hablar con él repetidas veces porque temía que las cosas se salieran de control, lo peor es que ni lo parecía. Tenía el cuerpo de un chico más grande, pero en el fondo era completamente inocente, vamos, que tenía un caimán de mascota. Y sí, todos lo sabíamos, sería biólogo marino cuando creciera, ya tenía una biblioteca privada sobre el tema y coleccionaba medallas de oro en competencias de natación.

—Vamos, no se queden atrás, ya es suficiente con que Iver nos ganó —nos decía Francis.

Adam y yo nos miramos antes de emprender tomados de las manos el camino hacia el aeropuerto mientras Adria corría a nuestro alrededor y Corey caminaba a paso lento. Francis iba delante.

Mi pequeño Francis que encontré con tan solo seis años, ahora era todo un jovencito de diecinueve, el tiempo había pasado tan rápido que casi ni lo vi venir, estos últimos años habían sido las mejores aventuras de toda mi vida. Porque ser madre, es, sin dudas, la mayor de mis locuras.

Llegamos a la pista de vuelo, allí ya estaba la familia Van Heet y la Condesa esperando, yo corrí a abrazar a Corny y luego a los dos mellizos de trece años, Francis e Iver se saludaron con bromas y chistes, ambos eran mejores amigos desde la infancia y ahora iban juntos a la Universidad, no podía sentirme mejor con eso.

—Tía, ¿le dijiste sobre la sorpresa?

—¿Qué sorpresa? —preguntó mi hijo.

—No, Iver, no le dije y tú tampoco vas a decirle —le amenacé con el dedo.

—Yo soy una tumba —exclamó a medida que subía los brazos como inocente—, y ahora debemos irnos si no queremos llegar tarde.

Luego vi a Francis abrazando a su abuela con afecto, señora que ni siquiera nos dirigió la palabra, solo se encargó de ir a saludar a sus otros nietos. Yo me acerqué a mi hijo mayor que era de mi tamaño y le di un beso en la frente, Francis se quejó al instante antes de despedirse de cada uno de sus hermanos y luego de su padre, Adam le dijo unas palabras antes de dejarlo ir. Yo corrí a abrazarme a él mientras veíamos a Francis y a Iver subirse al avión.

Volar para él era como caminar para una persona normal, lo mismo sucedía con Corey y el agua que nada como un pez, o Adria con el deporte, esa niña saltaba como una flor y luego golpeaba como una ninja, eso sin contar que sabía de leyes y desde ya entrenaba para participar en atletismo. Sí, mis hijos eran especiales, no podían haber sido mejores.

—¿Esto es todo? —le dije a Adam—, así se van a ir todos, ¿verdad?

—Es la ley de la vida, es así como funciona.

Corey estaba al lado de Adam mientras Adria no se movía de lado mío, los cuatro mirábamos al avión de Francis despegar rápidamente, todavía era ese niño que soñaba con volar un dragón para mí, ¿por qué no podía volver a ser pequeño?

—¡ESPEREN! ¡ESPEREN!

Los cuatro nos giramos hacia atrás junto a la familia Van Heet y la Condesa, Adria rió muchísimo con la escena, eran Harley con su marido, el tercer marido, para ser más exacta, creo que este sí era el definitivo, y detrás de ella corrían como locas Keala y Duncan con los dos niños que tenían once años. Al final estaba Mara que le faltaba el aire.

—Lle... llegamos, llegamos a tiempo, se los dije —exclamó Harley.

—Nunca más vuelvo a venir con ellos, tardan una eternidad en alistarse —dijo Mara al señalar a Keala y su familia.

Las discusiones terminaron cuando escuchamos el avión despegar por completo hasta coger altura, entonces todos permanecimos mirando en silencio el momento en que mi pequeño Francis alzaba el vuelo. A Diego le hubiese encantado estar aquí para verlo, me gustaba creer que podía hacerlo de alguna forma.

Vi a Keala abrazar a su marido mientras sus hijos tomaban de la mano a los míos para mirar hacia el cielo, vi a Mara llorar ese día mientras el avión cogía más altura hasta perderse poco a poco, vi a la Condesa esconder su mirada en un pañuelo, vi a Corny abrazar a sus gemelos, y vi a Harley apoyarse en el hombro de su esposo.

Sí, Adam tenía razón, era la ley de la vida, algún día nuestros hijos se irían, nosotros también lo haríamos físicamente y entonces quedarían solamente nuestros recuerdos, nuestras anécdotas y vivencias para marcar nuestro paso en este mundo, ese era el único y verdadero regalo de la vida.

—Princesa —me llamó Adam—. Te voy a hacer una pregunta, ahora que han pasado muchos años y que hemos pasado por tanto.

—Sí, dime.

—Prometo no enojarme, pero dime —se acercó a mi oído para susurrarme—. Tú eres más rica que yo, ¿cierto?

Comencé a reír sin poder evitarlo, sí, Adam siempre tendría el poder de sacarme una sonrisa en el momento más triste y a la vez alegre de mi vida, pero no le diría, mi fama, mi verdadera fama no era necesaria ser conocida, de hecho, creo que todos deberíamos aprender a mantener nuestra fama bajo cero en algún momento, así comenzaremos a ver aquello que antes fue invisible a nuestros ojos.

Cuando el avión alcanzó altura hasta que se perdió en el aire y todos estábamos hablando de volver, yo juraría haber visto, casi como una sombra, la silueta de un dragón volando a su lado, me limpié los ojos para agudizar la mirada, pero esta sombra negra desapareció entre las nubes, tal vez significaba que los sueños que teníamos de niño podían volverse realidad.










El Final siempre me trae nostalgia. ¡Francis tiene diecinueve años!! En fin. Pongan su estrellita para los niños de Andrea y compartan.

Esto no es un adiós, es un hasta pronto porque nos volveremos a encontrar ya sea en otro mundo ficticio. Nos vemos😘

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