♫| CAPÍTULO 29 |♫ - PARTE I
SIENNA
EL DILEMA
Despedirme de los padres de Conway me costó más de lo que me hubiera imaginado. Ambos nos llevaron al aeropuerto para despedirnos en la puerta y pasar la mayor cantidad de tiempo posible con su hijo.
—Adiós, Connie — le dijo Emily mientras envolvía sus brazos en el cuello de Conway y plantaba un beso en su mejilla—. Deberías venir a visitarnos más seguido, ¿eh? Si no un día de estos voy a ir y te voy a obligar a regresar jalado de la oreja —amenazó.
Conway levantó sus manos al cielo en señal de rendición.
—Cómo tú digas, mamá —terminó accediendo, pero estaba segura de que solo lo decía porque el abrazo de su madre estaba comenzando a asfixiarlo.
Siguió con su papá, se dieron un par de palmadas en la espalda y entre ellos se dijeron algo que no pude llegar a escuchar. No le presté demasiada atención y procedí a despedirme de la madre de Conway.
El cariño que demostró el abrazo que me dio me tomó por sorpresa, pero no dudé ni un segundo en devolvérselo con la misma intensidad.
—Que sepas que eres bienvenida siempre que quieras, Sienna —dijo—. Así como están las cosas, puede que tú nos termines visitando más que nuestro propio hijo —bufó mientras miraba a Conway con los ojos entrecerrados.
Él se llevó una mano al pecho, falsamente ofendido.
—Hago lo que puedo, mamá.
Ella negó con la cabeza y con un movimiento de su mano le hizo saber que no le creía. Sonreí y me acerqué al padre de Conway.
No había tenido oportunidad de pasar mucho tiempo con él porque siempre estaba haciendo o arreglando algo, pero a partir de lo que había llegado a ver de todas las comidas que compartimos, era una persona bastante agradable.
Harold me dio un abrazo igual de fuerte que el de Emily, por lo que mis pulmones estaban un poco resentidos cuando nos separamos. Él me sonrió y yo le devolví el gesto.
—¿Estás seguro de que el avión ya los está esperando, Connie? —preguntó su madre otra vez.
Conway asintió con la cabeza con pesar.
—Sí, mamá —respondió como en todas las ocasiones anteriores—. Me acaba de llegar un mensaje confirmándolo, y si no queremos que el piloto haga que nos estrellemos por hacer esperar a toda la tripulación, lo mejor sería si nos fuéramos de una vez.
Asentí con la cabeza y tomé mi maleta. Mi novio y yo caminamos hacia el aeropuerto. Él se volteó una última vez para despedirse de sus padres con un movimiento de su mano y entramos al lugar. A pesar de que había un par de personas, Conway había decidido que no era necesario que usáramos nuestros ya predilectos disfraces.
No pensaba volver a ponerme esa peluca rosa chillón en un largo rato. Y la boa mucho menos, esa cosa picaba demasiado.
Conway tomó mi mano y ambos tratamos de movernos rápidamente por el aeropuerto sin llamar mucho la atención. Unos minutos después estábamos parados afuera del avión.
Parecía que la tripulación ya estaba más que acostumbrada al hecho de que Conway era una celebridad, porque solo se limitaron a saludarlo con un asentimiento de su cabeza que él no dudó en devolver y a mí con un movimiento de sus manos.
Me resultó rara la facilidad con la que me estaba acostumbrando a todas estas cosas. Me descolocó incluso por un momento.
Me obligué a mí misma a no tomarle mucha importancia y tomé asiento en el que se había convertido ya en mi lugar.
Conway no tardó en tomar asiento en el lugar frente a mí y comenzó hablarme de todas las cosas que podríamos hacer cuando fuéramos a Italia ahora que había aceptado ir a su gira con él.
Tragué saliva y traté de no mostrarme tan incómoda con el tema como me sentía.
Había pensado en la decisión que había tomado más tiempo del que creía era ideal y cada vez que cruzaba por mi mente me sentía menos segura de si lo que había decidido era o no la opción acertada.
Suponía que el hecho de que su mamá hubiera estado ahí en ese momento había puesto alguna clase de presión invisible sobre mis hombros, pero no podía culparla a ella por eso. O a Conway si íbamos al caso.
Sacudí mi cabeza, tratando de ahuyentar esos pensamientos y me obligué a mi misma a concentrarme en lo que fuera que Conway estuviera diciendo de momento.
—Nunca he ido a Italia en esta época del año, pero supongo que las fotos que tomemos serán hermosas de cualquier forma —habló—. En Roma hay muchas plazas muy bonitas donde podemos tomar un gelatto o tomarnos una foto en la Fontana di Trevi.
Sonreí cuando alzó una mano y fingió un acento italiano solo para decir esas cuatro palabras.
—Si queremos comer afuera lo mejor sería que fuéramos o muy temprano o en la noche para no parecer turistas a pesar de que lo seamos —recomendó entusiasmado. Era más que notorio que había estado esperando a alguien con quien compartir todo su conocimiento.
La verdad era que no era ninguna ignorante en cuanto a Italia se refería y la mitad de las cosas que Conway decía ya las sabía. Después de todo, había estado obsesionada con el país europeo desde que tenía memoria. Pero sus ojos brillaban con tanta emoción que no me sentía capaz de romper su pequeña burbuja.
—Y sería bueno si evitáramos pedir pizza y pasta y pidiéramos paninis de vez en cuando en los restaurantes a pesar de que no son nada del otro mundo si queremos hacernos pasar por locales. Aunque ninguno de los dos sabe italiano, así que eso podría ser un problema —observó. Entonces alzó una de sus cejas con curiosidad y volteó a verme—. ¿O si lo hablas?
Sonreí y negué con la cabeza.
—Solo sé un par de palabras —confesé.
—¿Qué tipo de palabras?
—Groserías —respondí como si fuera poca cosa.
Conway suspiró y negó con la cabeza.
—La verdad es que no tengo idea de por qué me sorprende tratándose de ti —habló como si fuera un caso pérdido, pero el tono que usó me hizo que las comisuras de mis labios se estiraran.
El viaje no se me hizo para nada largo teniéndolo a mi lado y cuando menos me di cuenta, ya habíamos aterrizado en mi ciudad.
Conway me había dicho desde antes que no iba a ser capaz de acompañarme hasta mi casa porque tenía que ocuparse de un par de cosas antes de la gira. Según Jonah, por mi culpa él no había asistido a varios de los ensayos y todavía tenía que checar varias cosas de su escenografía, vestuario y coreografía.
Ya le había dicho varias veces que no importaba, pero a él no parecía terminar de convencerle la idea de dejarme ahí sola mientras él tomaba otro vuelo.
No volvería verlo hasta dentro de unos días, cuando nos reuniéramos en el aeropuerto para salir.
Sonreí, tratando de hacer sentir a Conway un poco mejor y me quité el cinturón de seguridad. Me acerqué a él para plantar un beso de despedida en su mejilla, pero él no pareció estar conforme con eso, por lo que en el último segundo volteó su rostro y mis labios dieron con los suyos.
No era como si me quejase de cualquier forma.
Sonreí y le seguí el beso.
Sus dedos fueron a parar a mi cintura casi al instante, pero no hice ningún intento por detenerlo. Mis manos buscaron sus hombros y se deslizaron de un lado a otro mientras me sentaba a horcajadas sobre él.
No teníamos el tiempo para hacer esto y estaba casi segura de que alguna sobrecargo me esperaba abajo del avión con mi maleta ya lista, pero me permití seguir con esto aunque fuera por unos pocos segundos más.
Decidí que era un buen momento para cortarlo cuando vi a Conway con intenciones de meter su mano por debajo de mi camiseta. Impedí su movimiento agarrándolo por la muñeca y le regalé mi mejor sonrisa burlona.
La frustración desfiló por sus ojos.
—Al parecer alguien está un poco calenturiento hoy —no pude evitar mofarme.
Conway bufó y desvió la mirada, negándose a verme directamente.
Empujé levemente su mentón para que me encarara y me sorprendí un poco al darme cuenta de que tenía las mejillas sonrojadas.
Mordí mi labio sin poder evitarlo.
—No sabía que podías sonrojarte como una persona normal —bromeé a la vez que me acomodaba mejor sobre su regazo, tratando de ver si sus orejas estaban rojas también—. ¿Significa esto un nuevo nivel de vergüenza? ¿El siguiente hace que se te sonroje la nariz? —le di un pequeño toque con mi dedo.
Él arrugó su cara y me miró con el ceño ligeramente fruncido.
—Oh, cállate.
Tuve que hacer mi mayor esfuerzo por no soltarme a reír en ese momento.
—Creo que es algo bastante tierno —me sinceré.
Trató de disimularlo, pero en el momento en el que esas palabras salieron de mi boca lo noté un poco más seguro. Sus hombros se desencorvaron y se sentó un poco más derecho en su asiento.
Estiró su mano para poner un par de mechones de mi cabello detrás de mi oreja. Cerré mis ojos instintivamente, disfrutando del suave contacto de las yemas de sus dedos contra mi piel.
—Debería ir yéndome —declaré, pero no hice ningún ademán de moverme.
—Sí, creo que tal vez eso sería bueno —concordó Conway, pero tampoco hizo ningún intento para quitarme de sus piernas.
Mis dedos comenzaron a acariciar su frente antes de perderse en su cabello, gesto que pareció hacer que se relajara notablemente.
Él cerró los ojos y por un momento no pude hacer otra cosa más que mirarlo. Sus labios estaban entreabiertos, creando una tentación casi irresistible. Me seguía sorprendiendo que no hubiera ningún rastro de acné en su cara, pero había visto la cantidad de productos para el rostro que Conway tenía en su baño, así que eso lo explicaba. Me di cuenta de que debajo de su nariz tenía una raya que nunca había notado.
Y de repente, me encontré con dos palabras atascadas en el fondo de mi garganta.
Piensa en Italia, me dije a mí misma mientras cerraba los ojos con fuerza.
Eso pareció hacerme salir de mi estupor. De un momento a otro estaba demasiado tensa, pero era mejor así. Me obligué a crear una distancia entre él y yo y me puse de pie.
Traté de sonreírle cuando abrió los ojos, un poco desconcertado por mi repentino cambio de humor.
No pareció surtir mucho efecto ya que Conway se me quedó viendo durante unos largos segundos con las cejas fruncidas, pero después de ver que mi sonrisa no flanqueaba, pareció tragárselo todo.
—Tengo que irme —me excusé de forma vaga—. Grace me, mhm, espera en mi apartamento —mentí.
Él asintió con la cabeza y sus labios formaron una fina línea.
Me incliné para depositar un corto beso en su mejilla y en esa ocasión él no hizo ningún intento por ir por más, cosa que no supe cómo tomar.
—Nos vemos pronto —le prometí antes de darle una sonrisa fugaz.
Conway asintió con la cabeza, con la moral un poco más alta después de escucharme decir eso.
Hice el intento de salir de ahí de una vez por todas, pero él me detuvo tomándome de la muñeca.
—Te quiero, ¿vale? —dijo viéndome a los ojos—. Que no se te olvide.
Asentí con la cabeza, sintiendo que de un momento a otro solo tenía una neurona y al parecer no podía hacer que funcionara de forma correcta, porque me sentía incapaz de formular una sola palabra.
Terminé decantándome por solo sonreír al dame cuenta de que no iba a ser capaz de decir nada. Me obligué a dar la vuelta en ese momento y salir del avión. Las escaleras ya estaban puestas, por lo que no me tomó mucho tiempo bajarlas y agradecerle a la aeromoza por mi maleta y salir corriendo de ahí.
Estaba tan enfocada en mis pensamientos, que me había olvidado de ponerme el estúpido disfraz que Conway me había dado.
Yo no lo veía del todo necesario ya que no era como si yo fuera una celebridad o algo así, pero él había insistido. Me acordé de ese pequeño detalle después de cruzar las puertas del aeropuerto.
Durante un par de segundos consideré la idea de dar media vuelta y regresar por donde había llegado, pero solo había una central de taxis en el lugar y para llegar a ella tenía que cruzar el aeropuerto, por lo que tenía que entrar sí o sí.
Solté un suspiro y envolví con fuerza mis nudillos alrededor de la manija de mi maleta.
Conway había mencionado ya en un par de ocasiones que la gente iba a comenzar a reconocerme con más y más frecuencia mientras pasara más tiempo con él, pero nunca lo había tomado realmente en serio. No creía que sus fans se interesaran tanto en mí. Solo era su novia después de todo.
Subestimé a las fanáticas de Conway, como de costumbre.
Al principio sentí que era invisible para todos, lo que no era ninguna novedad. Fue después de dar el primer paso que sentí que las miradas comenzaban a posarse sobre mí.
Era particularmente incómodo porque podía sentir varios pares de ojos sobre mí pero nadie se acercaba a hablarme, por lo que por unos efímeros segundos llegué a pensar que tal vez había un poco de comida entre mis dientes o algo en mi cara.
Vi un baño por el rabillo del ojo y no dudé en meterme en él solo para asegurarme.
Me metí en un cubículo con mi maleta y bajé la tapa del retrete para poder sentarme. Saqué mi teléfono del bolsillo de mi pantalón y desbloqueé la cámara frontal para poder ver mi reflejo.
Tenía ojeras debajo de mis ojos, mi cabello estaba hecho un desastre y el cuello de mi camisa se había arrugado un poco, es decir, nada fuera de lo normal. Resultó un alivio darme cuenta de que no había ningún rastro de comida en mis dientes y comprobar que mi maquillaje no se había corrido después de mi pequeña sesión de besuqueo con Conway.
Suspiré, apagué el aparato y me quedé viendo fijamente la puerta durante unos cuantos segundos. No sabía si era del todo bueno que la gente no se acercara a mí, la verdad era que no tenía idea de qué haría si alguien de repente se parara a mi lado y comenzara a hacerme preguntas sobre mi relación con Conway.
Me estremecí de solo pensar en ello.
Comencé a mentalizarme de que, en el instante en el que saliera del baño, me echaría a correr para hacer del momento algo un poco menos incómodo.
Era una cosa enfrentarse a las fans de Conway con él a mi lado, pero era completamente diferente hacerlo sin su presencia. Y no era exactamente una experiencia que me hiciera mucha ilusión vivir.
Agudicé mi oído, tratando de identificar si había alguna otra persona en el baño antes de salir. No hice ningún ruido por varios segundos y le quité el seguro a la puerta cuando todo lo que oí fue silencio.
Dos pares de ojos curiosos me recibieron tan solo poner un pie afuera. Me tensé al notar la presencia de las otras dos chicas de no más de dieciséis años. La de la derecha no parecía muy entusiasmada de estar ahí y no paraba de mirarse las uñas, como si eso fuera la cosa más interesante del mundo.
La de la izquierda en cambio me miraba a mí como si fuera la mismísima Mona Lisa, lo cual resultaba un tanto inquietante. Le regalé una sonrisa tensa para no parecer maleducada y me acerqué al lavabo para lavar mis manos.
Un chillido salió de sus labios y comenzó a balancearse sobre sus pies antes de tomar el valor de avanzar hacia mí.
—¿Sienna, no es así? —preguntó, aunque estaba segura de que ella ya tenía la respuesta más que clara.
El hecho de que supiera mi nombre no debería haber sido una buena señal, pero aún así tragué saliva antes y asentí con la cabeza.
Se tapó la boca con sus manos, como si no pudiera creerlo.
—¡No puedo creer que te estoy viendo en persona! —gritó en un tono agudo—. He visto varias fotos de ti, pero ninguna te hace justicia, eres mucho más bonita en persona.
—Gracias —traté de responder con educación.
—No es nada —respondió casi al instante y me tomó del brazo, movimiento que me puso alerta al instante.
Para mi suerte, la otra chica intervino.
—Inés, bájale un poco a tu fanatismo, la estás asustando.
Inés levantó sus manos al instante, dio un paso atrás y trató de disculparse con una sonrisa.
—Lo siento, es solo que aún no proceso que se trate de ti —se quedó en silencio durante unos segundos, como si se acabara de dar cuenta de algo importante—. Espera. Si tú estás aquí, ¿significa que Taylor también lo está? —preguntó, poniéndose de puntitas y dándole una mirada rápida a todos los cubículos, como si esperara que en cualquier momento Conway saliera de uno de ellos para saludar.
—No, solo soy yo por esta ocasión —me disculpé.
—Oh —trató de disimularlo, pero la decepción fue más que notable en sus ojos—. ¿Entonces vienes de un vuelo? —el brillo pareció regresar a su mirada cuando asentí con la cabeza—. Taylor fue visto en su ciudad natal hace poco, y si tú estás aquí... ¡¿has ido a conocer a sus padres?!
—Mhm, yo... sí.
La chica se mordió el labio, tratando de no hacer un escándalo más grande del que ya estaba haciendo y comenzó a saltar en su lugar.
—Entonces las cosas van en serio entre ustedes dos —asumió mientras se abanicaba la cara.
No pude evitar ponerme un poco tensa.
—Inés, el abordaje empieza en unos minutos y no podemos perder el vuelo —le recordó su amiga. Le agradecí mentalmente por intervenir.
—Sí, sí, sí —Inés le restó importancia y me miró fijamente por un par de segundos—. ¿Puedo tomarme una foto contigo?
Su pedido me desconcertó por un momento. Era la primera vez que alguien me pedía una foto, y si las cosas seguían marchando por este rumbo, dudaba que fuera la última.
Sonreía cuando la otra chica sacó su teléfono e Inés se paró a mi lado. Le pregunté si quería que posara de alguna manera y no dudé en hacer el signo de amor y paz cuando vi que ella lo hacía.
—No sé por qué no le agradas a la gente, eres bastante genial —me halagó una vez que la foto fue tomada. O algo así—. Ten por seguro que, como Tayver, me voy a encargar de que toda la gente que conozco se vuelva Sielor shipper —prometió.
No supe qué responder ante eso, ni lo que significaba, así que le di las gracias y después Inés fue arrastrada por su amiga fuera del baño. No tardé en seguirlas y retomar mi camino para pedir un taxi y poder llegar a mi casa de una vez por todas.
─ ♫ ─
Los días siguientes pasaron igual que de costumbre, pero suponía que era mi cerebro haciendo que se sintieran más lentos de lo normal.
Decidí ir a la cafetería a hacer un par de turnos a pesar de que eran mis días libres solo para despejar mi mente y no quedarme en mi casa todo las veinticuatro horas sola con mis pensamientos. Todos sabíamos lo peligroso que podía llegar a ser eso.
Aparte, si iba a ir con Conway a Italia, tendría que pedir vacaciones en mi trabajo, así que suponía que sería bueno compensar esos días que faltaría.
Sabía que para distraerme siempre podía llamar a Grace, pero conociéndola, cualquiera de las ideas que tuviera me dejaría sin un centavo en mis bolsillos en cuestión de segundos, y de momento prefería ahorrar.
Entré por la puerta trasera del establecimiento y me quité mi chaqueta mientras me acercaba a la pequeña puerta que daba a las mesas para darle un repaso rápido al lugar con la mirada. El lugar estaba lleno, lo cual era toda una sorpresa considerando que era miércoles y apenas eran las dos de la tarde.
—Buenas tardes, Silas —lo saludé mientras pasaba por su lado para meter mis cosas en mi casillero y sacar mi delantal. Él se movía a toda velocidad por la cocina, dándole vuelta a la carne de hamburguesa y friendo papas.
—Ah, Verona. No esperaba que vinieras hoy, pero supongo que viene bien —dijo sin despegar sus ojos de lo que estaba haciendo—. Hay demasiados clientes y Sara está rindiendo exámenes esta semana, así que estoy seguro de que si alguien no le ayuda dentro de poco, le dará un ataque de ansiedad. Ponte tu delantal y échale una mano —ordenó.
Hacía un par de días que el dueño del restaurante había regresado de su viaje de negocios, pero Silas se había tomado tan en serio el papel de jefe sustituto, que estaba segura de que le iba a tomar al menos un par de semanas volver a la normalidad.
Asentí con la cabeza y recogí mi cabello en una coleta antes de salir. Los ojos de Sara brillaron en cuanto me vio cruzar la puerta con mi libreta en la mano, pero no estaba del todo segura de si era por la felicidad que le daba ver que la ayuda iba en camino o si era porque estaba a punto de llorar.
Sentí al instante varias miradas sobre mí, pero no le tomé mucha importancia y en su lugar saqué mi libreta junto con un bolígrafo para poder anotar las órdenes.
—Buenas tardes, bienvenidos. ¿Saben ya que van a ordenar o necesitan que les traiga la carta? —recité la línea que siempre decía y obligué a mis labios a curvarse en una sonrisa amigable.
Hubo un silencio que no me esperaba, por lo que despegué la vista de mi libreta para poder observar al pequeño grupo que me estaba observando como si en cualquier momento me fuera a desvanecer.
Las ocho chicas sentadas en la mesa no dijeron nada y por un momento dudé si siquiera estaban respirando porque no podía ver sus pechos moviéndose.
Una me ahorró el momento incómodo de preguntarles si estaban bien cuando habló.
—¿Eres Sienna, cierto? —preguntó.
Mi vista bajó a mi uniforme para ver si llevaba puesta la pequeña placa con mi nombre, pero no estaba ahí. Decidí tratar de no entrar en pánico y conservar la compostura.
—Sí, ese es mi nombre, y hoy seré su mesera —respondí, un poco escéptica.
Las chicas compartieron una mirada rápida entre sí con los labios apretados y en sus ojos brillaba lo que parecía ser... ¿emoción? Mis hombros se tensaron al instante.
—¿Eres tú la novia de Taylor? —escupió una sin poder dejar la pregunta en su boca por un rato más.
Mierda.
Ellas parecieron tomar mi silencio como un sí, porque de repente comenzaron a chillar al mismo tiempo, llamando la atención de todas las otras personas en el lugar.
No tardaron en calmarse, cosa que agradecí.
Hasta que comenzaron a hacer preguntas.
—¿Dónde está él?
—¿Van a ir juntos a la gira por Italia?
—¿Sabes si hará un concierto aquí pronto?
—¿Lo puedes llamar?
—¿Sabe él que trabajas aquí?
—¿Se van a casar en algún futuro cercano?
Cada palabra que decían no lograba hacer más que abrumarme. Di un par de pasos atrás, tratando de no entrar en un colapso nervioso. Choqué contra algo y al voltearme me di cuenta de que era una persona.
Las chicas no se habían molestado en mantener sus voces en un volumen bajo, por lo que suponía que todos los demás comensales habían escuchado de qué era lo que estaban hablando y no les había costado mucho deducir quién era.
La novia de Taylor.
Me estremecí de tan solo pensarlo. No tenía idea de por qué el título me disgustaba tanto cuando la gente lo decía de esa forma. «La novia de..» o «la chica de...» Vale, sabía que tal vez no era la gran cosa como Conway, pero no creía que eso fuera una excusa para reducirme a solo la pareja de alguien más. Era mucho más que solo eso.
No tenía idea de cuánto tiempo debía haber estado pensando en eso, pero debía haber sido mucho, porque cuando me volví a concentrar en las chicas a las que les estaba tomando la orden, me di cuenta de que de repente me encontraba rodeada de personas que no conocía.
Incluso Sara se había unido a mi pequeño grupo de espectadores, pero dudaba que ella estuviera ahí por la misma razón que todos los demás. Ella parecía a punto de hacerse bolita en el piso y ponerse a llorar.
Tragué saliva y traté de salir de ahí, pero la gente me obstruía el paso.
Sentí que alguien me tomaba del brazo y me tensé al instante. Me sacudí, tratando de deshacerme del agarre de la persona. Mis ojos se movieron con rapidez por la habitación hasta que dieron con un rostro familiar. Fue entonces que me di cuenta que quien me estaba jalando por el brazo no era ningún fan de Conway, era Silas.
Dejé de luchar y permití que él hiciera todo el trabajo y se abriera paso entre la marea de cuerpos, siguiéndolo por detrás.
La gente trató de seguirnos, pero Silas les cerró la puerta de la cocina en la cara. Nadie luchó mucho por pasar, lo que no supe si tomar como una buena señal.
Me senté en una silla que encontré por ahí y apoyé mis codos sobre mis rodillas, deseando en ese momento no haber recogido mi cabello para al menos poder ser capaz de usarlo como una cortina y esconderme detrás de él.
Podía sentir los ojos de Silas sobre mí, pero no dijo nada, solo estaba dejándome procesarlo todo y esperando a que yo empezara la conversación. Lo veía como algo completamente inútil, pero agradecía el gesto.
—Bueno, eso fue inesperado —decidí decir cuando el silencio comenzó a ser demasiado.
—¿Quieres hablar de eso?
La verdad era que no, pero sabía que esta sería probablemente la única oportunidad que tendría de desahogarme sobre el tema; y había aprendido a las malas que no era bueno quedarse con las cosas colgando en la punta de la lengua.
—Empecé a salir con alguien famoso y la gente está comenzando a reconocerme a mí también —resumí a grandes rasgos.
Separé mis ojos del piso para darle un vistazo a la expresión de Silas. No parecía sorprendido. Simplemente arrugó un poco su cara y después se encogió de hombros.
—¿Así que toda esa gente ahí afuera está aquí por ti? —preguntó mientras señalaba la puerta con un movimiento de su cabeza.
Me sorbí la nariz y asentí con la cabeza.
—Vaya, y yo que estaba comenzando a pensar que la gente por fin se había dado cuenta de lo buenas que son mis hamburguesas.
Mis labios se curvaron en una leve sonrisa. Me mordí el interior de la mejilla y traté de darle las gracias a Silas con la mirada.
—Mira, Verona, sé que puede ser difícil vivir sintiendo que la gente está al pendiente de cada paso que das, pero tienes que pensar en la vida como una pasarela. Sí, habrá gente que no dudará en tomar una foto y burlarse de ti si te caes, pero también habrá quien se pare a ayudarte para que te puedas volver a poner a pie. Pero el punto no está en quién está mirando, sino en cómo te sientes tú mientras avanzas. Así que vístete como un payaso si así lo quieres, es tu caminata, y nadie te puede hacer sentir mal por la forma en la que la disfrutas.
Me relamí los labios y lo miré con una media sonrisa.
—¿Puedo vestirme también con una peluca rosa y una boa morada? —pregunté a pesar de que sabía que Silas no terminaría de entender la referencia que estaba haciendo.
Abrió sus brazos, se encogió de hombros y asintió con la cabeza.
—Puedes usar sandalias con calcetines si así te place.
—Esa es una analogía bastante mala sobre la vida, ¿sabes? —no pude evitar decir.
Él simplemente se encogió de hombros.
—Cuando era joven fui modelo, así que fue lo que me salió de la manga, tómalo o déjalo.
—Lo tomo —cedí.
—Así me gusta, Verona —me dio un par de palmadas en el hombro.
—Oye, Silas —lo llamé cuando lo vi con intención de darse la vuelta para seguir con sus cosas—, ¿puedo hacerte una pregunta? —él asintió con la cabeza—. ¿Por qué me llamas por nombres de otras ciudades de Italia y nunca por el mío?
Él lo dudó antes de contestarme.
—Es solo que tengo un par de recuerdos de Siena que a veces prefiero olvidar. Conocí una chica ahí una vez en un bar. No era difícil darse cuenta de que era una turista, así que me ofrecí a enseñarle la ciudad. Una cosa llevó a la otra y terminamos en su habitación de hotel. Me tuve que ir al día siguiente antes de que despertara porque me había llamado para una supuesta emergencia en mi trabajo, así que nunca pude llegar a despedirme de ella, y cuando fui al día siguiente de regreso a su hotel, me dijeron que ya se había ido, así que nunca volví a verla.
Hizo una mueca y se encogió de hombros.
—Pero supongo que así es la vida. —debió notar la expresión en mi rostro, porque no tardó en preguntar—: ¿Está todo bien?
Me apresuré a asentir con la cabeza.
—Sí, sí, todo bien. No te preocupes —me puse de pie y me apresuré a tomar todas mis cosas—. Tal vez sea mejor si me voy, no es como si pueda hacer mucho aquí de todas formas. Aparte de que tengo que empacar para ese viaje del que te hablé —hablé demasiado rápido.
Silas parecía desconcertado, pero en ese momento no estaba en la capacidad para preocuparme por eso.
Mi mente no podía dejar de pensar que esa historia ya la había oído antes, y tenía bastante claro de la boca de quien. Era la anécdota que mi madre siempre me había contado cuando le preguntaba por mi padre, solo que contada desde el punto de alguien más.
Pero debía ser solo una coincidencia, ¿no? La vida no podía ser así de cruel.
Mas de alguna forma todo encajaba. La manera en la que había desaparecido a la mañana siguiente, el hecho que se habían conocido en un bar y que todo había pasado en Siena. Eran demasiados factores en común como para llamarlo una coincidencia.
Con todo lo que estaba sucediendo, no podía lidiar con esto también.
—Nos vemos después —fue lo último que dije antes de salir por la puerta trasera y dirigirme a mi coche. Necesitaba una bolsa grande de papas y alguna película de comedia con la cual distraerme urgentemente.
Caminé con la cabeza gacha para no alertar a las personas que aún estaban dentro del restaurante de mi presencia y busqué desesperadamente las llaves de mi coche en mi bolso. Suponía que eran los nervios jugándome una mala pasada, porque no podía dar con ellas; y una vez que las encontré, se me cayeron al piso.
Maldije entre dientes y me agaché a recogerlas.
Sentí mi teléfono sonar en el bolsillo trasero de mis pantalones, pero ni siquiera me molesté en sacarlo para ver de quién se trataba. No estaba con ánimos de lidiar con otras personas.
Prendí el motor de mi auto y sin mucha premura salí de ahí. No estaba poniendo demasiada atención, por lo que me sorprendí un poco al ver que había terminado en el parque al que siempre solía ir cuando era pequeña.
Me estacioné en una de las calles y me permití soltar un suspiro. Me pasé mis manos por toda mi cara y masajeé mis sienes.
Genial. Esto era simplemente genial.
Dejé caer mi cabeza contra el volante y me sobresalté un poco al escuchar el sonido del claxon. En mi mente sospesé durante unos segundos la idea de quedarme ahí permanentemente y evitar los problemas por el resto de mi vida.
Al menos el lado bueno de la situación era que no tenía que pensar más en la situación con Conway porque había encontrado una distracción.
El lado malo era que solo había complicado más mi existencia.
Volví a suspirar y alcé mi mentón para poder ver mi reflejo en el espejo retrovisor. Me arreglé lo que pude de mi maquillaje para no verme tan espantosa y decidí bajar del auto para sentarme en uno de los columpios.
Había demasiado silencio, pero eso no llegó a resultarme incómodo. Saqué mi teléfono y me di cuenta de que tenía tres llamadas pérdidas de Conway. Me mordí el labio mientras pensaba en si sería una buena idea llamarlo. Terminé haciéndolo por un impulso.
—Sé que hemos hablado recientemente, pero tengo noticias importantes —contestó al primer tono—. Logré convencer a Jonah de que viajáramos un poco antes a Italia para que podamos tener un poco más de tiempo para turistear y conocer algunas de las ciudades —habló con rapidez y un tono que delataba lo mucho que esto lo emocionaba.
Me quedé en silencio sin saber que responder ante eso; pero por suerte él no tardó en seguir hablando.
—¿Sabías que en Florencia hay una fuente de un puerco a la que puedes ir? Leí en internet que el agua sale de su boca y la gente va y pone una moneda en su lengua, y si esta cae al primer intento dentro de una rendija que hay debajo de ella, se supone que es una señal de que tendrás buena suerte.
Solo pude pensar en que eso último sería algo que no me caería para nada mal.
—Así que en vez de salir el lunes como habíamos quedado, vamos a salir mañana.
De repente fue como si no fuera capaz de formular ninguna palabra o sonido. Abrí mi boca, pero nada salió de ella. Honestamente no me veía capaz de llegar a procesar todo lo que acababa de descubrir en tan poco tiempo, pero tal vez esto era justo lo que necesitaba: un viaje al otro lado del mundo para desconectarme de todo.
Me dispuse a contestarle a Conway, pero él volvió a tomar las riendas de la conversación.
—Tengo que irme ahora. Están haciéndole los últimos ajustes a los vestuarios que voy a usar durante la gira y al parecer necesitan que esté concentrado —lo podía imaginar a la perfección haciendo una mueca y una ligera sonrisa se dibujó en mis labios.
Hubo un corto silencio.
—Te quiero, hablamos luego.
—Te quiero —le respondí, pero él ya había colgado.
Me quedé viendo la pantalla de mi celular con una mueca por varios segundos, hasta que escuché cómo alguien se aclaraba la garganta ruidosamente. Alcé la cabeza, un poco confundida y mi mirada se encontró con la de dos chicas que no parecían particularmente muy felices de verme.
—No deberías estar aquí —dijo una de ellas con un tono hostil
Tragué saliva y me puse de pie casi de inmediato, pensando que se refería al columpio en el que estaba sentada. La verdad es que todavía no había terminado de maldecir mi existencia, pero no tenía ánimos de añadir más problemas a mi lista.
—Sí, lo siento —me excusé—. Ya me iba.
Traté de regalarle una pequeña sonrisa e hice el ademán de caminar en dirección al coche, pero la otra chica me cortó el paso. Retrocedí sin saber qué más hacer y fruncí mi ceño en su dirección.
—No me refería a eso.
Avanzó en mi dirección y a juzgar por la mirada en sus ojos estaba segura de que no iba a parar, por lo que no me quedó más remedio que retroceder hasta que volví a estar sentada en el columpio.
Envolví mis manos en las cadenas de las que colgaba, esperando que de alguna forma eso me brindara alguna clase de fuerza.
En cualquier otro día no habría aguantado este tipo de mierda y hubiera salido de ahí dando un par de golpes de ser necesario, pero estaba emocionalmente agotada y no tenía la energía para siquiera pensar coherentemente.
—¿Ves? —le dijo una a la otra, mirándola por encima de su hombro y después señalándome con su mentón—. Te dije que no era suficiente para él.
No tenía idea de qué estaba hablando, pero estaba segura de que no me iba a gustar cuando lo descubriera.
—Debí haber sabido que tenías razón —le concedió la otra y me miró con lo que pareció ser asco—. Es mucho más fea en persona, no tengo idea de cómo logró hacer que Taylor se tragara su pequeño acto.
—Ya sabes cómo es; mientras haya dinero involucrado, las mujeres como ella no tienen límites. De seguro se abalanzó sobre él en cuanto tuvo la oportunidad y lo engatusó para colgarse de su fama. Aunque no tengo ni idea de cómo la ha conseguido, ¿le has echado un vistazo? Es más huesos que persona.
Apreté mis puños al darme cuenta de lo que estaban diciendo. Me molestaba más que hablaran de esa forma sobre mí frente a mí que todas las cosas hirientes que estaban diciendo. No era la primera vez que oía esas palabras; mi madre se había encargado de repetirlas más de una vez, por lo que me traían sin mucho cuidado. Pero el hecho de que me juzgaran de esa manera y tuvieran la osadía de llamarme caza fortunas a mi cara sin siquiera conocerme me llenaba de cólera.
—No tengo idea de qué es lo que ve Taylor en ti, y no sé si sabes, pero él es bastante conocido por hacer bastantes trabajos de caridad, así que no te sorprendas si tú terminas siendo uno más, cariño.
Sentí mis ojos picar, así que traté de no parpadear para ahuyentar las lágrimas y levanté la vista para que no pudieran ver el efecto que sus palabras estaban teniendo en mí.
—Oh, mira, Clara. ¡Está a punto de llorar! Pobrecita —la vi hacer un falso puchero y después soltó a reír—. Eres bastante patética, y te diría que no eres suficiente para alguien tan magnífico como Taylor, pero estoy segura de que en el fondo es algo que siempre has tenido más que claro.
Ambas se rieron y no pude soportarlo más.
Me levanté sin importarme si lastimaba a alguna de las dos, después de todo dudaba que cualquier cosa que yo hiciera pudiera compararse al daño que ellas me habían causado.
Caminé a toda prisa en dirección a mi auto.
Escuché sus pasos detrás de mí, pero no me volteé a ver si me seguían. Fue hasta que estuve dentro del coche que me sentí un poco segura. Salí de ahí antes de poder darle un segundo vistazo al lugar y comencé a manejar sin tener un rumbo claro.
No pasó mucho tiempo antes de que sintiera mis mejillas húmedas y la vista borrosa. Por suerte el paisaje a mi alrededor comenzó a volverse un poco familiar, por lo que no hubo ningún accidente involucrado.
Bajé del auto y caminé en dirección al gran edificio que se alzaba frente a mí. Mis manos temblaban cuando traté de sacar las llaves de mi bolso, pero después de un par de intentos logré abrir la puerta. Subí las escaleras a toda prisa y toqué el timbre.
La puerta no tardó en abrirse, y no me tomó mucho lanzarme a los brazos de Grace.
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Sé lo que están pensando. ¿Esperé casi dos meses a que actualizarás para que juegues de esta forma con mi estabilidad emocional, Ava?
Y la respuesta a esa pregunta es: zi
Oc no. Pero como pueden ver, en este capítulo suceden un montón de cosas y me bloqueé 🤠👍🏻 Pero la buena noticia es que ya tengo el inicio del próximo capítulo así que no debería tardar en volver a actualizar.
Este capítulo estaba quedando demasiado largo así que decidí dividirlo en dos partes. Supongo que algunos ya han de saber a dónde se está dirigiendo esta cosa y solo les diré una cosa: soy escritora brújula, este es el primer borrador de la historia y muchas cosas no van a cerrar a la primera, así que perdón de antemano.
Y pasando a asuntos un poco más relevantes: ¿cómo están? ¿Alguna cosa interesante les ha pasado en este tiempo? Espero esten bien <3
Pd: extrañaba demasiado usar esa cosa ⬆️
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