♫| CAPÍTULO 20 |♫
CONWAY
93.5, SOLO MÚSICA ROMÁNTICA 7U7
Entré en pánico en el momento en el que los labios de Sienna no se movieron con los míos. ¿Acaso me había precipitado? ¿Malentendido las señales? ¿Había habido siquiera señales o esas también me las había imaginado?
Me separé un poco avergonzado después de unos segundos.
No me atreví a mirarle la cara y clavé mis ojos en el suelo. Comencé a jugar con mis manos sobre mi regazo. Podía sentir su mirada fija en mí, pero no tenía el valor suficiente como para verla de regreso y descubrir qué era lo que sentía.
—¿Qué ha sido eso? —preguntó después de unos segundos en silencio.
Me rasqué la nuca.
—Un intento fallido de algo que esperaba saliera bien.
Solté un suspiro y me pasé una mano por el cabello mientras me maldecía por ser tan imbécil. De no ser porque Sienna estaba sentada a mi lado, ya estaría dándome golpes a mí mismo por ser tan ingenuo.
Sienna me tomó de la mandíbula con delicadeza y me obligó a levantar la mirada para que estas se volvieran a cruzar.
—¿Por qué dices que ha sido fallido?
—Porque no me has correspondido.
Ella sonrió.
—Eso es porque me has tomado por sorpresa —explicó antes de ser ella quien uniera nuestros labios esta vez.
Sabían justo como los recordaba. Durante el tiempo que habíamos estado separados había pensado más de lo que me gustaría admitir en esos besos en el hotel, pero volver a vivirlo no se comparaba para nada con el recuerdo.
Aflojó el agarre en mi mandíbula y fue deslizando sus manos hasta dejarlas en mis mejillas. Me acomodé en el sillón para poder poner mi mano en su cadera.
No sabía si me había recargado demasiado sobre ella o si Sienna simplemente se había dejado caer de espaldas contra el sofá, pero no perdí el tiempo y me acomodé entre sus piernas.
Comencé un recorrido de besos por su cuello y ella volteó la cabeza para darme más acceso. Las últimas horas salieron de mi mente y solo podía concentrarme en ese momento. Sentía mi respiración agitada al igual que los latidos de su corazón.
Sus manos delinearon mis hombros para después deslizarse lentamente por mi abdomen. Sentir su tacto solo hacía que la tensión entre nosotros creciera cada vez más.
Me volví a perder en su boca y lentamente dejé que mis manos fueran bajando por su cuerpo. Tomé sus muslos y Sienna envolvió mi cintura con ellos. Ella separó sus labios para que un suave gemido saliera de ellos y aproveché la oportunidad para introducir mi lengua.
Sus manos se colaron por debajo de la tela de mi camiseta y sentí que perdía la poca cordura que aún conservaba.
Volví mis manos a su cintura y comencé a jugar con el dobladillo de su playera, con la intención de quitarla. Justo cuando me disponía a hacerlo, el molesto sonido de una llamada entrante salió de mi teléfono.
Un gruñido salió del fondo de mi garganta y sentí como Sienna sonreía sobre mis labios. Me puse de pie como pude y estiré mi mano para tomar mi celular de la mesa. Casi me dan ganas de arrojarlo al otro lado de la habitación al ver que la persona que llamaba era nada más y nada menos que Jonah.
—¿Qué quieres? —le pregunté sin molestarme en ser amable.
—Qué tono, Lory —soltó con sorna y lo pude imaginar a la perfección rodando los ojos—. Debo haber interrumpido algo realmente importante para que me saludes con tanto amor —adivinó al primer intento.
—¿Qué quieres? —volví a preguntar al no obtener una respuesta por su parte.
—Brad y yo queríamos saber si te ibas a quedar ahí o si ibas a regresar al hotel para saber si podíamos usar o no tu cama.
Solté un suspiro y me pasé una mano por el rostro.
—¿De verdad es esto por lo que decidiste llamar? —pregunté sin terminar de creerlo del todo.
—¿Te vas a quedar ahí o no? —preguntó con un claro tono sugerente.
Sabía que ni bien me viera, iba a comenzar a molestarme con esto. Claro que si llegaba ahora, él estaría más cansado y se dormiría con rapidez; lo cual era mil veces mejor a tener que llegar en la mañana y buscar algo más que no fuera yo en lo que pudiera distraerse.
A parte de que, a pesar de que hoy con Sienna sentía que habíamos avanzado mucho, aún no sentía la confianza suficiente como para preguntarle si podía quedarme a dormir en su casa y no creía que ella se fuera a sentir tan cómoda con ello.
—No duermas en mi cama —fue todo lo que le dije antes de colgar.
Me volteé en dirección a Sienna un poco apenado. Ella había subido sus piernas al sillón y me observaba con una ceja alzada. Sus labios estaban hinchados como suponía que también estaban los míos y su cabello estaba hecho un desastre.
Sonreí ante la imagen que me estaba dando.
—Era Jonah —le expliqué—. Probablemente debería irme.
Ella asintió con la cabeza sin mucho ánimo y se puso de pie para guiarme a la puerta.
—¿Necesitas que te lleve de regreso? —preguntó mientras jugaba con el pomo.
Negué con la cabeza al instante.
—No es necesario —alcé mi teléfono—. Puedo llamar a un taxi.
Ella asintió y torció sus labios.
Me vio durante unos segundos en los que ninguno de los dos hizo ningún movimiento. Me incliné y dejé un beso rápido sobre sus labios que pareció desconcertarla momentáneamente.
Aproveché el momento para salir de ahí.
—Nos vemos mañana —fue todo lo que le dije antes de comenzar a bajar las escaleras a toda velocidad para salir a la calle.
Pedí un taxi que no tardó mucho en llegar y pasé el camino hacia el hotel con la mirada clavada en la ventana. Por mi cabeza pasaban todas las cosas que habían pasado durante el día. Un suspiro salió de mis labios.
Salí del auto cuando llegamos y le pagué al taxista. Me cubrí la cabeza con la capucha de mi sudadera y entré al edificio tratando de no llamar la atención.
El botones en la entrada me miró raro cuando pasé por su lado, pero no dijo nada y me dejó seguir con mi camino. Suponía que me veía un tanto sospechoso con la cabeza tapada y lentes de sol cuando ya era de noche.
Me metí en el elevador y esperé a que este comenzara a subir. Antes de que las puertas del ascensor pudieran cerrarse, una pareja entró también. Iban agarrados de las manos y ambos me dieron una mirada rápida. Les contesté con una sonrisa de labios cerrados y metí mis manos en los bolsillos de mi pantalón.
Durante todo el trayecto, me dieron miradas furtivas por el espejo que había ahí y yo suplicaba por que no me reconocieran.
Llegamos a mi piso antes de que eso pudiera pasar y bajé de ahí sin perder ni un solo segundo. El ambiente dentro de la caja se había vuelto un poco tenso y no quería estar ahí cuando lograran asociar mi cara.
Maldije al darme cuenta de que no tenía llaves para la habitación y me relamí los labios antes de tocar a la puerta.
Jonah abrió con una sonrisa que me dio escalofríos.
—Estábamos comenzando a preguntarnos cuando llegarías, Lory —me tomó del antebrazo y sin ninguna clase de consideración, me jaló dentro.
Obligó a que me sentara en uno de los sillones y para mi sorpresa, Brad también estaba ahí. Había toda clase de botanas en la mesa, por lo que supuse que estos dos no me iban a dejar de molestar hasta que les dijera todo lo que había pasado.
A Brad podía manejarlo, pero Jonah era como uno de esas ronchas que si las rascabas, solo te daban más picazón; por lo que era mejor darle lo que quería desde el principio.
Mi representante tomó asiento en el sillón frente a mí, cruzó sus piernas y se inclinó hacia adelante.
—¿Y bien? —me alentó a comenzar.
Suspiré, cerré los ojos y me masajeé las sienes con mis dedos antes de comenzar.
—Fui a su casa y estuvimos ahí un rato —me limité a decir mientras me encogía de hombros.
Jonah bufó y Brad se llevó una papa a la boca.
—¿Sabes, Taylor? Para ser uno de los mejores compositores del momento, eres una mierda con las palabras —se quejó.
Me encogí de hombros.
—¿Pues qué quieres que te diga? —me arrepentí de haber dicho eso en el momento en el que sus ojos adquirieron un pequeño brillo de malicia.
—Sonabas bastante enojada cuando te llamé, ¿interrumpí algo?
Aplané mis labios en una fina línea y levanté las cejas.
—Creo que ya sabes la respuesta a esa pregunta.
Jonah aplaudió, emocionado y se volteó a ver a Brad, quien estaba ocupado atiborrándose de comida.
Chasqueó sus dedos en su dirección y lo señaló.
—¿Qué te he dicho, Brad? Ahora me debes uno de esos chocolates que siempre llevas contigo.
El ceño de Brad se frunció, haciendo que él luciera genuinamente sorprendido.
—¿De qué habla, señor Collinwood? Si yo también he dicho eso.
Cerré los ojos y me dejé caer contra el respaldo del sillón. Ya ni siquiera me sorprendía que ellos dos apostaran con este tipo de cosas o hablaran de mí. Había aprendido que para ellos, mi vida era como ver una telenovela en vivo.
Pelearon por un par de minutos pero no presté demasiada atención al tema por el que discutían ahora. De un momento a otro volví a sentir los ojos de ambos sobre mí y maldije en mi mente, sabiendo que algo no muy bueno venía.
—¿Qué más pasó, Lory? —preguntó Jonah mientras subía y bajaba sus cejas con perversión.
Me llevé una mano a la nuca.
—Nada.
Ambos compartieron una mirada cómplice y asintieron con la cabeza.
—Sabemos que está mintiendo —habló ahora Brad.
—No estoy mintiendo —traté de hacerme el ofendido.
—Lo estás haciendo —acusaron ambos al mismo tiempo.
Ambos clavaron sus miradas en mí, suponía que con el objetivo de intimidarme y así hacerme hablar. De momento estaba funcionando bastante bien. Me removí en mi asiento después de unos segundos, un poco incómodo.
Terminé rindiéndome después de soltar un suspiro.
—Puede que le haya dicho que quería que las cosas entre nosotros estuvieran claras.
—¿Y? —insistieron.
—Tal vez la haya besado después de eso.
—Pero hablaron de eso después, ¿verdad?
Arqueé una ceja, sin tener muy claro a dónde era que querían llegar con todo esto pero deseando que terminara de una vez por todas.
—No.
Jonah apretó la mandíbula y cerró los ojos. Brad se limitó a apretar la papa que tenía en la mano y llevársela a la boca.
—Lory, Lory, Lory —suspiró Jonah mientras se ponía de pie y dejaba caer el peso de su mano sobre mi hombro—. ¿Es que acaso no has aprendido nada con todo lo que ha pasado?
No contesté.
—Tienes que dejar las cosas claras desde el principio porque si no después se malentienden. Es así cómo funciona entre ustedes dos.
Volteé a ver a Brad para saber qué opinaba él sobre esto y asintió con la cabeza, concordando con el rubio frente a mí.
—Creo que quedó bastante claro para ambos —me excusé.
—¿Le preguntaste si para ella había quedado todo claro?
Me quedé en silencio.
—¿Y qué querías que hiciera? ¿Que le preguntara si quería ser mi novia como un crío?
—¡Pues sí! —exclamó él al instante.
Blanqueé los ojos y me puse de pie, dispuesto a cortar aquí la conversación.
—No estamos en el instituto —le hice saber en caso de que lo hubiera olvidado.
—Pero ciertamente actúan como si lo estuvieran.
—Jódete —le solté con desprecio.
Él me guiñó un ojo.
—Solo me dices eso porque sabes que tengo razón —soltó con altanería mientras alzaba su mentón.
Lo ignoré y me dejé caer en mi cama. Saqué mi teléfono de mi bolsillo e interactué con mis seguidores en las redes sociales durante un rato antes de apagar el aparato.
Había hablado con mi madre recientemente, por lo que no me preocupaba que en cualquier momento ella me llamara para reclamarme.
El cumpleaños de mi padre se acercaba y ella me había obligado a prometerle que iba a estar ahí. Aunque no me hubiera hecho hacerlo, era algo que tenía planeado hacer.
La única desventaja de visitar el pequeño pueblo en el que yo había crecido, era que la gente ahí me reconocía con demasiada facilidad. No importaba si yo me ponía una peluca rosa y salía con una boa alrededor de mi cuello, alguien lograría saber que se trataba de mí.
Ahí me consideraban algo así como uno de los orgullos de la ciudad y mi cara estaba en más lugares de los que me gustaría.
Me paré para ir al baño y ponerme algo un poco más cómodo para dormir. Le eché un vistazo al reloj y un bostezo salió de mis labios al darme cuenta de que eran la una cuarenta y cinco. Todavía era relativamente temprano, pero después de la montaña rusa de emociones que habían sido mis días, estaba bastante cansado.
Aproveché que estaba en el pequeño cuarto para cepillar mis dientes y lavar mi cara. Le sonreí a mi reflejo en el espejo cuando el recuerdo de Sienna volvió a mi mente.
Tal vez Jonah tenía razón. Sentía que durante mucho tiempo habíamos hecho las cosas mal y era momento de que retomáramos el buen camino.
No tenía por qué decírselo explícitamente, sabía que podía encontrar una forma original en la cual hacerle saber mis sentimientos. Después de todo, la música siempre había sido algo así como un segundo idioma para mí.
Me metí en la cama con esa idea rondando por mi cabeza.
─ ♫ ─
No me sorprendí al ver el caos que había en la habitación cuando desperté.
Esto era lo que no me gustaba de compartir habitación con Jonah y Brad, o con cualquier persona si íbamos al caso: dejaban todo hecho un desastre.
Yo tenía una forma en la que me gustaba tener ordenada mis cosas que a ellos no les importaba mucho seguir. Era muy estructurado en ese sentido.
Me masajeé las sienes tratando de no dejarme llevar por eso y no estresarme con algo tan simple cuando recién despertaba.
Estiré mis brazos y dejé que un bostezo saliera de mis labios mientras con la mirada buscaba a los dos revoltosos con los que me había tocado dormir.
En el cuarto solo había dos camas, así que Brad decidió dormir en el sillón que se convertía en cama. Él estaba colgando del borde de este y no pude evitar compararlo con un murciélago por la extraña posición en la que se encontraba. Un fino hilo de baba salía de su boca y ya había formado un pequeño charco en la alfombra.
Jonah por otro lado, dormía en la otra cama con los pies donde se suponía que debería estar su cabeza. Asumía que ellos dos se habían quedado despiertos durante un rato más después de que yo me hubiera ido a dormir.
No los desperté por el simple hecho de que estábamos de vacaciones y ellos eran quienes solían despertarse antes siempre que íbamos a mis giras. Se veían demasiado cansados y se lo habían ganado a pesar de que la mitad de su tiempo se la pasaran burlándose de mí.
Bajé mis pies de la cama con cuidado de no pisar las frituras que había en el piso.
Me tallé la cara y tomé mi teléfono del pequeño buró que había al lado. Le mandé un mensaje a mi madre de buenos días porque se ponía paranoica si no hablaba con ella después de tres días y de momento eso no era algo que necesitara.
Entré al baño para lavarme el rostro y saqué ropa de mi maleta para después tomar una ducha.
La idea de la noche anterior aún rondaba por mi cabeza. No había decidido todavía qué era lo que haría, pero tenía claro que tenía que ser algo un poco fuera de lo común. Después de todo, toda nuestra relación había sido así.
Abrí la llave del grifo y me espabilé con las gotas de agua. Me sequé después con mi camiseta y me la quité para bañarme.
Chequé la hora en mi celular y fruncí los labios al darme cuenta de que eran las diez de la mañana.
Siempre era una buena opción empezar el día alterando a mis fans, por lo que me metí a Instagram, puse la cámara y tomé una foto con media playera levantada donde se podía ver la mitad de mis abdominales.
Le di en publicar antes de que me pudiera arrepentir de ello y dejé el aparato sobre el granito. Llevé mis dedos a esa parte de mi cuerpo mientras recordaba cómo Sienna había hecho ese mismo recorrido la noche anterior. Cerré los ojos.
Los abrí después de unos segundos y bajé mi mirada.
Sí, este era un buen momento para una ducha, en especial si era fría.
Traté de sacar a Sienna de mi cabeza para no empeorar la situación y me metí en la regadera. No me tardé mucho en eso y cuando terminé, enrollé una toalla alrededor de mi cintura. Pasé una pequeña toalla por mi cabello para secar las puntas y después pasé mis dedos por él para despeinarlo un poco.
Me puse la ropa que había metido conmigo al cuarto y me di un último repaso frente al espejo.
La gente solía suponer que solo por ser una figura pública, uno no tenía inseguridades. Muchos éramos considerados como el estándar de belleza, pero para todos siempre habría alguien más guapo o más atractivo.
Pasé mi mano por el borde de mi mandíbula mientras una mueca se dibujaba en mis labios.
Al día me llegaban miles de mensajes de personas que me decían lo talentoso o guapo que era, pero nada de eso servía si no lo creías.
Sacudí la cabeza, tratando de sacar esos pensamientos de mi mente antes para que no siguieran atormentándome y despegué mis ojos del espejo para dejar de torturarme.
Tomé mis cosas y salí de ahí.
Jonah y Brad seguían igual de dormidos que antes. Me senté en el borde de la cama y comencé a jugar con mis dedos mientras pensaba en algo qué hacer para distraer mi mente.
Dudaba que estos dos se despertaran en algún futuro cercano, lo cual limitaba la mitad de mis opciones. Prender la televisión estaba completamente descartado, a esta hora no solían pasar la clase de documentales que a mí me gustaba ver. A parte de que el ruido los despertaría.
Miré la puerta de la habitación y me relamí los labios mientras una idea probablemente mala comenzaba a formarse en mi cabeza.
Tomé una de esas libretas que solían dejar en las habitaciones de hotel y escribí algo a toda prisa. Arranqué la hoja y la dejé en mi desordenada cama.
Me acerqué al escritorio y tomé una de las llaves del hotel que Jonah había dejado ahí con la ingenua esperanza de que, cuando regresara, mi amigo y mi guardaespaldas aún siguieran dormidos.
Salí de ahí antes de que mi buen juicio me convencieran de que esto no era de las mejores ideas y me monté en el elevador.
Me puse una gorra y lentes de sol antes de poner un pie en la recepción y pedí un taxi. No llevaba mucho dinero conmigo, pero esperaba que bastara de momento.
No pude evitar echar miradas fugaces de un lado a otro mientras esperaba a que mi transporte llegara. Solo había un par de personas ahí que ya iban de salida y ninguna parecía estar poniéndome demasiada atención.
Traté de relajarme sin mucho éxito y le agradecí con una sonrisa al recepcionista que había pedido el taxi cuando este se estacionó fuera del hotel.
—¿A dónde? —preguntó él sin mucho interés después de darme una rápida mirada por su espejo retrovisor.
Mascaba un chicle ruidosamente y en otras circunstancias me habría resultado terriblemente irritante. Pero preferiría que se concentrara en eso que en mí.
Le di la dirección y jugué con mi teléfono durante todo el trayecto, prendiendo de vez en cuando la pantalla para ver qué hora era y maldiciendo cuando veía que no habían pasado muchos minutos desde la última vez que había checado.
Traté de distraer mi mente buscando algo en internet.
Cuando me quise dar cuenta, ya nos habíamos detenido frente a mi destino. Me bajé del vehículo después de pagarle al taxista y expulsé aire de mis pulmones, tratando de relajarme.
Miré la hora en mi teléfono y suspiré al ver que ya eran las doce de la tarde. Esperaba que esta fuera una hora decente para hacer esto.
Ella ya debería estar despierta, ¿verdad?
Me mordí mi labio mientras decidía ignorar esos pensamientos y llamé al número que había buscado en el camino hacia aquí.
Mi voz temblaba demasiado, por lo que fue una sorpresa que la persona al otro lado de la línea hubiera entendido lo que le dije. Cuando colgué, sentía que todo el cuerpo me temblaba.
Pero aún me faltaba hacer otra llamada.
Sentí que pude volver a respirar cuando ella contestó al segundo tono.
—¿Conway? —preguntó un poco desconcertada—. ¿Pasa algo?
Negué con la cabeza y me di un golpe mental al darme cuenta de que estábamos hablando por teléfono y ella no podía verme.
—Hola, Sienna —la saludé con rapidez, arreglándomelas de alguna manera para no tartamudear—. ¿De casualidad tienes un radio cerca tuyo? —pregunté mientras cerraba los ojos, rogando que fuera así porque si no, mi idea no servía de mucho.
—Sí... —guardó silencio durante unos segundos—. ¿Por qué?
—Por nada —traté de sonar casual—. ¿Puedes poner la estación 93.5?
Por un tiempo no se escuchó nada del otro lado de la línea más que su respiración.
—Sí, está bien. Dame un momento —solté un suspiro que traté de disimular.
Escuché cómo me ponía en altavoz por si decía algo más mientras se movía por su casa buscando el radio. Lo prendió y escuché una ligera melodía desde el otro lado de la línea.
—¿Por qué me has pedido hacer...? —empezó, pero la voz del locutor la interrumpió.
—Eso ha sido Besos de tormenta de St. Woods. Ahora vamos con un pedido de Conway para Sienna, quien dice que a pesar de que es bueno con las palabras, esto es todo lo que no puede expresar.
Los acordes de la canción que había pedido comenzaron a escucharse. Sienna no dijo ni una palabra hasta que la última nota sonó.
—¿Conway? —volvió a preguntar ella, pero con un tono completamente diferente al que había usado al principio.
—Estoy abajo —fue lo único que pude contestar.
Ella colgó y no supe de qué forma tomármelo. La puerta de su edificio se abrió algunos segundos después y saltó a mis brazos. No perdí más tiempo y uní mis labios a los suyos.
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Hoy tengo varios anuncios 7u7
Primero, HABEMUS NUEVA PORTADAAAAAA. Alexa, como siempre, superándose 🥺
Segundo, no es por asustarlos, pero si mis cálculos no fallan (cosa que probablemente hagan) deberían faltar algo así como 10 capítulos para terminar la historia :(
Tercero, ¿qué les ha parecido el capítulo? A partir de este momento se vienen Conway y Sienna enamorados y para mí son simplemente 🦋✨🦋✨🦋✨🦋✨
Cuarto, la próxima semana habrá capítulo y la tercera parte de la canción. Voy a dedicar el fin de semana para poner las traducciones en los comentarios por si alguien la necesita, así que por eso ya no se preocupen ;)
Voy a subir eso el lunes y el capítulo 21 el jueves como siempre 😌
Quinto, la semana pasada he sido yo quién les ha hecho preguntas, así que si ustedes quieren saber algo sobre mí o sobre la historia (sin spoilers), pueden dejarlo aquí 🌚
Eso sería todo, nos leemos luego <3
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