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♫| CAPÍTULO 19 |♫

SIENNA

SORPRESAS Y MÁS SORPRESAS

Me tomó unos segundos recuperarme de la impresión.

¿Qué se suponía que debía hacer?

No pude evitar sentirme ligeramente halagada. Él se había subido en un avión solo para venir acá y hablar conmigo.

Eso no le quitaba lo idiota, pero al menos era un idiota un tanto romántico.

Cerré mis ojos mientras pensaba en cuáles quería que fueran las próximas palabras que salieran de mi boca.

—¿Necesitan o no la carta?

No pasó desapercibida la ligera decepción que se alojó en los ojos de Conway, pero trató de deshacerse de ella casi de inmediato, por lo que por un momento dudé si lo había imaginado. Él negó con la cabeza y con un movimiento de su mano le indicó a Jonah que se hiciera cargo de la situación. Fue su amigo quien ordenó por los tres y después salí de ahí lo más rápido que pude.

Sentía que mis manos temblaban y no tenía una idea muy clara de qué sensación era la que me estaba sintiendo. Dejé la orden y toqué la campanilla como de costumbre. Me pasé una mano por la cara.

—¿Todo bien, Florencia? —preguntó Silas desde las parrillas.

Asentí con la cabeza, un poco temerosa de que si abría la boca, solo salieran estupideces.

Me acerqué a la puerta y la entreabrí para echar un vistazo a las mesas. Él seguía ahí. Sacudí mis manos, cerré los ojos y me pellizqué en el brazo solo para asegurarme de que todo esto no fuera mi cerebro jugándome una mala pasada.

Cuando volví a abrirlos, él seguía ahí.

Maldije entre dientes.

—Florencia, ¿puedes salir y estar en la caja? —escuché que me pedía Silas.

No me pude mover durante unos segundos.

—¿Es realmente necesario? —pregunté con la esperanza de que hubiera una forma en la que me pudiera salvar de eso.

Él levantó una ceja en mi dirección.

—¿Hay alguna razón que te impida hacerlo?

Me quedé en silencio. No me gustaba que la gente metiera sus narices en mi vida personal, y Silas sabía eso. Él sabía que no iba a contestar su pregunta, así que a regañadientes terminé saliendo de ahí y posicionándome detrás de la caja.

Traté de mantener mi mirada baja para que mis ojos y los suyos no se cruzaran, pero sabía que era inútil. Podía sentir su mirada sobre mí.

¿Cómo me había encontrado siquiera? Ahora que lo pensaba, era un poco aterrador que lo hubiera logrado, en especial considerando que nunca le había dado mi apellido y que en mis redes sociales no solía subir nada que se vinculara con mi vida personal.

Solté un suspiro y lo encaré con una ceja alzada.

Me descolocó un poco cuando vi en la dirección de la mesa en la que había estado y me di cuenta de que él ya no estaba ahí. Fruncí el ceño y lo busqué con la mirada.

—¿Me buscas a mí?

Me congelé en mi lugar y volteé lentamente frente a mí. Él estaba sentado en uno de los taburetes de la barra y tenía sus antebrazos apoyados contra la mesa.

Levanté mi mentón con una seguridad que no tenía y me mordí el labio.

—Sí.

Noté como sus ojos me escaneaban de pies a cabeza e hice lo mismo.

Estaba justo como en el video que había visto en la televisión el otro día sobre él. La ligera barba aún adornaba su mentón y su cabello estaba mucho más largo que la última vez.

—¿Qué haces aquí? —pregunté en el momento en el que mis ojos cayeron en sus labios.

—Creo que he hecho bastante claro que he venido porque quiero hablar contigo.

Me hice la desentendida.

—¿Y sobre qué quieres hablar?

Él arqueó una ceja en mi dirección.

—Creo que eso es algo que sabes muy bien, Sienna.

Tragué saliva y desvié la mirada cuando comencé a sentirme un poco intimidada

Miré la mesa en la que antes había estado sentado y me encontré con los ojos de Jonah y Brad fijos en nosotros. Desviaron la mirada en el momento en el que se dieron cuenta de que los había atrapado.

—Sabes que el hecho de que hayas descubierto donde trabajo es un tanto escalofriante, ¿verdad? —pregunté, trayendo un nuevo tema de conversación entre nosotros dos.

Él tragó saliva y se llevó una mano a su nuca para comenzar a rascarla con cierto nerviosismo.

—Sí, sobre eso... —hizo una pausa en lo que buscaba qué palabras decir—. Jonah ha sido quien te ha buscado. Encontró a Grace en Instagram y fue por ella que pudimos dar contigo —explicó.

Hice una mueca.

—Sigue siendo escalofriante—le hice saber.

Se encogió de hombros.

—¿No acaso en el amor y la guerra todo se vale?

Tragué saliva al oírle decir eso. ¿Cómo carajos esperaba que actuara con normalidad si soltaba cosas como esas?

Decidió cambiar el tema en la conversación cuando me quedé callada.

—Sobre Sally... —comenzó.

Lo callé con un movimiento de mi mano.

Tomé una cuchara que encontré por ahí y comencé a jugar con ella.

—No hace falta que me des explicaciones, Conway —le hice saber—. No es como si estuviéramos ligados de alguna manera.

No supe a quién le dolieron más mis palabras; si a él o a mí.

—Pero sí que lo estamos —él dudó antes de tomar mi mano. Comenzó a hacer círculos sobre la palma y cerré los ojos para disfrutar más de la sensación—. Y creo que eso es algo que ambos sabemos.

Abrí los ojos, esperando que terminara de explicarse.

—No puedes esperar que después de tantos años el que nos hayamos vuelto a encontrar sea una coincidencia. Por más que tú o yo lo neguemos, sabes que es verdad.

Tragué saliva y no dije nada más para que pudiera seguir hablando.

—Sally siempre fue una amiga para mí —comenzó—, supongo que esa fue una de las razones por las cuales nuestra relación fracasó. La quiero, pero no de una forma romántica.

»La conocí porque la contrataron para que fuera mi fotógrafa, pero eso nunca fue algo que de verdad le apasionara. Siempre le gustó actuar pero nunca se aventó a hacerlo. Seguimos manteniendo un poco de contacto después de que nuestra relación terminara y cuando comenzó a esparcir rumores de una posible reconciliación entre nosotros, no le tomé importancia porque pensé que era otro de sus actos.

Negó con la cabeza y junté mis labios en una fina línea.

—La vi recientemente y ella me explicó que la que empezó a decir eso fue su representante porque creyó que colgarse de mi fama haría que las personas comenzaran a fijarse en ella. Para cuando ella quiso arreglarlo ya era muy tarde y esa noche en Ávacro ella me pidió que no dijera nada hasta que de verdad fuera necesario porque si no podría terminar afectándonos a ambos.

Seguí jugando con la cuchara.

—Sigo sin entender por qué me estás contando esto.

—Porque no creo que haya secretos entre nosotros si vamos a hacer esto —se señaló a sí mismo y luego a mí.

Mi corazón comenzó a latir desenfrenado al oír esas palabras salir de su boca y me maldije a mí misma por ser tan fácil.

—¡Florencia! —escuché que Silas me llamaba.

—Mi turno termina a las diez —fue todo lo que le dije antes de deshacer el agarre de nuestras manos y volver a la cocina.

Esperaba que estuviera tomando la decisión correcta.

─ ♫ ─

No pude evitar sorprenderme al salir y ver que Conway seguía ahí. Suponía que una pequeña parte de mí pensaba que él en cualquier momento se daría cuenta de la locura que estaba cometiendo y que esto no valía la pena.

Pasé mis manos por la tela de mis vaqueros antes de acercarme a él. Había regresado a su mesa con Jonah y Brad y los tres parecían estar muy enfrascados en una conversación.

Silas no había preguntado nada, pero sabía que había notado algo y en más de una ocasión se había asomado a ver qué era eso que me tenía tan distraída.

No sabía si era porque las personas que entraban estaban muy cansadas o simplemente no lo conocían, pero nadie pareció reconocer a Conway, por lo que tuvimos una noche libre de escándalos.

Él se puso de pie en el momento en el que me vio salir de la puerta.

Sonreí y me acerqué hacia él. Me relamí los labios una vez que estuvimos uno frente al otro y no pasó desapercibida la forma en la que sus ojos se clavaron en esa parte de mi cuerpo.

Desvió la mirada cuando se dio cuenta de que no estaba siendo para nada discreto y trató de distraerse viendo la decoración del lugar.

—¿De qué quieres hablar? —pregunté al ver que él no se veía con muchas ganas de tomar la iniciativa.

—Creo que desde que nos volvimos a encontrar no hemos estado exactamente caminado con el pie correcto, así que creo que lo mejor es que nos sentemos y nos pongamos al día con lo que ha estado pasando en la vida del otro.

Levanté una ceja.

—Esa es de hecho una buena idea —admití—. ¿Llegaste a ella por ti mismo? —bromeé.

—¿Vamos a empezar ya con el bullying? —preguntó mientras entrecerraba los ojos en mi dirección y metía sus manos en los bolsillos de su pantalón.

—No sería divertido sin ello.

—Sigo pensando que tú y yo tenemos una idea muy diferente de diversión.

Le señalé una de las mesas, esperando que entendiera qué era lo que estaba tratando de decirle sin la necesidad de decir nada.

—Podemos quedarnos aquí si quieres —una mueca se dibujó en mis labios.

Sentía que en lo que habíamos estado separados habíamos perdido todo el avance que habíamos hecho los dos días que habíamos pasado juntos.

Él asintió con la cabeza y se sentó en uno de los gabinetes. Tomé asiento frente a él y dejé caer mis uñas contra la mesa mientras esperaba que él comenzara a hablar. Suponía que el primer movimiento lo tenía que hacer él si era quien tenía el interés.

—Así que, recuerdo que la última vez que nos vimos dijiste que estabas estudiando turismo.

Una sonrisa se dibujó en mis labios cuando esas palabras salieron de su boca. Me provocaba una sensación un tanto reconfortante saber que me había puesto atención.

—Sí, ya estoy en el último semestre, no debería tardar mucho en graduarme.

—Eso es bastante genial —me hizo saber.

Hice una mueca y asentí con la cabeza.

Charly se acercó a tomarnos la orden. Conway me preguntó qué era lo que le recomendaba de aquí y pedí dos malteadas para ambos.

—¿Tú estudiaste algo? —pregunté, dejando que mi curiosidad tomara el control de la conversación.

—Más o menos. Tomé un par de cursos sobre marketing y liderazgo y una licenciatura en música después.

Asentí con la cabeza mientras dejaba que mis pensamientos volaran.

—¿Has estado en esto de la música durante mucho tiempo?

Él negó con la cabeza y justo en ese momento Charly regresó con nuestro pedido. Conway le dio un sorbo a su malteada de fresa antes de contestar.

—No realmente. De hecho, muchas personas dicen que empecé bastante tarde con esto. La mayoría comienza cuando tienen como dieciséis o diecisiete años —confesó.

—Estoy suponiendo que el concurso en el bar fue bastante bien entonces —una sonrisa genuina se dibujó en mis labios.

Él asintió con la cabeza y se llevó una mano a su cabeza para rascarse. Pude notar que sus orejas se enrojecían, como si fuera un recuerdo un tanto vergonzoso.

—¿Qué? —pregunté, tratando de sacarle información.

—¿Cómo sabes que hay algo? —preguntó genuinamente sorprendido.

Blanqueé los ojos y le di un sorbo a mi bebida.

—Tus orejas rojas te han delatado —él maldijo entre dientes y yo lo apuré con un movimiento de mi mano—. No quieras cambiar el tema de la conversación.

Conway terminó asintiendo con la cabeza, un tanto resignado sabiendo que no iba a dejar de insistir.

—Creo que lo que me ayudó a ganar fue la canción que canté —clavó su mirada en la mesa, recio a mirarme a los ojos.

—¿En serio? ¿Qué canción fue? ¿Fue un cover? —nunca había sido muy fanática de la música, pero este era un tema que parecía hacer muy feliz a Conway.

—No, no fue nada de eso —se rascó la nuca—. Fue una canción que escribí yo —tragó saliva y por fin se dignó a levantar la vista—. Una canción que escribí sobre ti.

Me quedé en silencio durante unos segundos. Él me miró fijamente, buscando una reacción en mi rostro. Parpadeé un par de veces para salir de la sorpresa y abrí y cerré la boca un par de veces antes de decidir las palabras correctas.

—¿Escribiste una canción sobre mí? —una sonrisa se asentó en mis labios—. ¿De qué trataba?

—Eso es algo de lo que preferiría no hablar —traté de no verme muy desanimada al escuchar esas palabras salir de sus labios, pero de alguna forma lo comprendía. Ya había insistido demasiado y eran sus cosas, él decidía si quería compartirlas conmigo o no.

Fijé mi mirada en mis manos debajo de la mesa y comencé a jugar con ellas.

—No cuando puedes oírla —añadió después de un tiempo.

Mi ojos conectaron con los suyos y pude notar que un claro nerviosismo se veía en su rostro. Agradecía el esfuerzo que estaba haciendo.

—¿La tienes grabada?

Asintió con la cabeza y sacó su teléfono de uno de los bolsillos de su pantalón. Conectó los auriculares, me tendió uno y él se puso el otro. Sus dedos temblaban mientras escogía la canción y nos quedamos unos segundos en silencio antes de que una suave melodía comenzara a sonar.

Me sorprendí al ver que era de hecho una canción de él que ya había escuchado. Según había visto en internet, era la más conocida que tenía.

«No necesitas tener el corazón roto

para sentir que desde hace mucho ya no late.

No necesitas ser un experto en el amor

para saber que cometí un error.

Y debo parecer un tonto esperando tu llamada,

porque nunca es tu voz la que se escucha del otro lado.

Y me pregunto si algo hice mal

para no tenerte a mi lado.

Tú fuiste la que hizo que todas las letras que he escrito

obtuvieran un significado.

Y sin ti, siento que mis canciones no son más que letras vacías

y falsas melodías»

Me quité el audífono después de un tiempo cuando sonó el último acorde y lo primero que busqué fue su mirada.

—¿Y bien? —preguntó un poco nervioso mientras jugaba con sus dedos.

Sonreí.

—Ya la había escuchado antes, pero no sabía que era sobre mí.

—Todas son sobre ti, Sienna —se sinceró mientras se perdía en mi mirada.

Cerró los ojos y negó con la cabeza después de un tiempo.

—¿Te puedo hacer una pregunta? —pregunté mientras jugaba con mis labios.

Él asintió con la cabeza, haciendo intentos sobrenaturales para no desviar su atención a ese punto.

—¿De dónde has sacado esa frase? ¿«No necesitas tener el corazón roto para sentir que desde hace mucho ya no late»? —especifiqué.

—Lo que tú y yo tuvimos ese día en el parque de diversiones no se puede calificar como estar enamorado —explicó algo que ya sabía—. Para que te rompan el corazón tienes que querer a la persona, y tú y yo no tuvimos tiempo como para volvernos tan cercanos, por lo que sabía que lo que sentía después de que no me llamaras no era un corazón roto.

»Comenzó a ser todo más monótono y solo me dedicaba a estar pegado al teléfono con la esperanza de que sonara, y de alguna forma u otra mi corazón dejó de latir.

Si antes había tenido alguna mínima duda de que Conway era una persona talentosa, con esa explicación había desaparecido por completo.

—Aunque después le descubrí otro significado —explicó mientras poco a poco se iba volviendo a formar esta aura de confianza entre nosotros dos—. Cuando comencé a cantar sentí que mi sueño por fin se estaba volviendo realidad y por un tiempo fue lo único que hizo que siguiera adelante. Hasta que sentí que comenzaba a hacerlo todo más como un deber que porque de verdad lo disfrutaba.

»Hay muchas formas de tener el corazón roto —sonrió—. Y también de no tenerlo pero aun así sentir que ya no late.

Se me quedó viendo durante unos segundos y después pasó una mano por su frente, un poco frustrado. Arrugué el entrecejo sin saber muy bien por qué era que había hecho eso.

—¿Todo bien? —pregunté solo para asegurarme.

—Es solo que me he dado cuenta de que he estado haciendo un monólogo y no te he dejado hablar a ti —tragué saliva. La verdad era que yo disfrutaba más de oír a las personas a dejar que ellas me oyeran a mí.

—No me molesta —traté de convencerlo para que fuera él quien siguiera hablando.

—Pero a mí sí —me hizo saber—. ¿Puedo ahora yo hacer una pregunta?

—De verdad que no es necesario —seguí insistiendo.

—Yo ya he contestado una de tus preguntas con honestidad —me recordó—. Es hora de que tú respondas una de las mías.

Terminé asintiendo a regañadientes y con la mano le hice un gesto para que la soltara.

—¿Cuál es la historia detrás de tu nombre? No es como que el tuyo sea uno muy común.

Su pregunta me descolocó durante unos segundos. Nunca nadie me la había hecho.

Conway se apresuró a seguir hablando al ver que yo me quedaba en silencio, supongo que tratando de hacer que me sintiera un poco más cómoda con él.

—Siempre me he preguntado qué es lo que pasa por la mente de los padres cuando nombran a sus hijos como lugares o países o colores —frunció en entrecejo de forma cómica y una pequeña sonrisa se formó en mis labios.

—Es de hecho una historia que me gusta mucho —me sinceré. Mi madre la había usado como un cuento para dormir que siempre me contaba y nunca me cansaba de ella a pesar de que era un tanto agridulce.

Me aclaré la garganta antes de comenzar.

—Mi madre siempre fue una alumna ejemplar. —comencé. Observé cómo el ceño de Conway se fruncía y me apresuré a añadir—: Juro que tiene algo que ver con la historia —le prometí.

Él asintió con la cabeza y yo continué hablando.

—Se graduó del instituto con la nota más alta y después de eso decidió hacer un viaje por el mundo solo ella y una mochila. A mis abuelos nunca les gustó la idea, pero mi madre siempre fue una persona muy rígida y decidió tomar ese viaje como una oportunidad de soltarse antes de entrar a la universidad y volver a ser ella.

»Hizo muchas locuras ahí. Cuando llegó a Europa estaba particularmente más cansada y echó por la borda los pocos principios a los que se seguía aferrando y en Siena se acostó con un desconocido que conoció en un bar pero que le pareció atractivo.

»¿Conoces el dicho de «solo se vive una vez»? —Conway asintió con la cabeza—. Pues mi madre sí que lo aplicó.

»Ella lo llevó a la habitación del hotel en el que se estaba quedando y cuando despertó al día siguiente se dio cuenta de que él ya no estaba ahí. No le tomó mucha importancia, después de todo había sido solo una cosa de una noche y había tomado un par de tragos de más.

»Siguió con su viaje y al poco tiempo se olvidó de él. Hasta que regresó por fin a su casa y se dio cuenta de que había algo distinto. Mi madre descubrió que estaba embarazada de mí después de casi una semana y se dio cuenta de que había sido por ese chico que había conocido en Siena.

Levanté la mirada y me topé con que Conway parecía estar muy metido en la historia que le estaba contando.

—No se compartieron sus números de teléfono y ella ni siquiera le había preguntado su nombre, por lo que no tenía forma de encontrarlo y decirle qué era lo que había pasado. Ella decidió ponerme como el nombre de la ciudad en la que todo había ocurrido porque era lo único que sabía de él: que lo había conocido en Siena.

»Después de un tiempo regresó a Italia y al bar con la esperanza de encontrarlo en el mismo lugar —bajé la mirada—, pero él no estaba ahí; esas cosas solo suceden en las películas —susurré.

Lo miré después de terminar y se veía ligeramente afectado por la historia.

—Eso ha sido más profundo de lo que esperaba —se sinceró—. Una parte de mí estaba esperando que terminara bien.

—Sí, bueno, ya sabes —me encogí de hombros—; no todos pueden rastrearte como si fueran parte de la CIA y aparecer en tu trabajo —bromeé.

Sus orejas enrojecieron.

—Ya me he disculpado por eso —se excusó.

—Lo sé, solo estoy jugando contigo.

Ambos le dimos un trago a nuestras malteadas y le eché un vistazo a nuestro alrededor. Brad y Jonah ya no estaban sentados en su mesa de antes y éramos las únicas personas en el lugar. Sabía que no deberían tardar mucho en cerrar o que ya lo deberían haber hecho pero que Silas solo mantenía el lugar abierto por mí.

—¿Puedo yo volver a hacerte una pregunta? —él asintió con la cabeza—. ¿Por qué usas Taylor en vez de tu nombre como seudónimo? Es bastante confuso. Si desde el principio hubieras usado tu nombre, lo más probable es que nos hubiéramos encontrado antes porque tampoco es como que tú te llames de una forma muy común.

Él asintió con la cabeza, como si fuera una pregunta que ya veía venir.

—Cuando comencé a tomar clases de guitarra mi maestra pensaba que no tenía talento. Siempre me gritaba y decía que no llegaría muy lejos. Ella solía llamarme por mi apellido, Taylor. Comencé a creer las cosas que decía hasta que mi papá se dio cuenta de que eso me estaba afectando y decidió cambiarme de maestro.

»Cuando me ofrecieron firmar con una discográfica pensé en ella y en sus palabras. Supongo que en ese momento lo tomé como algo personal y me puse el nombre por el que solía decirme para demostrarle que se equivocaba y le fuera fácil reconocerme cuando sonara alguna canción mía por la radio.

»Puede que haya sido una decisión tomada a base de rencor, pero no me arrepiento de nada.

Tragó saliva antes de continuar.

—A parte que desde ese momento sabía que la fama de alguna forma u otra lograría cambiarme, por lo que Taylor es algo así como mi alter ego. Decidí que fuera a él a quien cambiaran para que yo pudiera seguir siendo Conway.

Seguimos hablando de varias cosas de nuestras vidas y le conté que Grace tenía un gato que había nombrado en su honor. Conway me dijo de algunas experiencias un poco raras que había tenido con fans y me sentí un poco mejor al ver que Grace no formaba parte de las peores.

Silas salió cuando dieron las doce con una expresión de cansancio.

—Siento interrumpirlos, pero debemos cerrar ya.

Asentí con la cabeza y detuve a Conway cuando lo vi con la intención de sacar su billetera de su bolsillo.

—No te preocupes por esto, yo pago.

—Puedo hacerlo, Sienna —trató de convencerme—. No es ninguna molestia.

Ladeé mi cabeza y le lancé una mirada seria.

—No va a pasar nada si dejas que invite yo esta vez, ¿sabes? Está bien, no me molesta a mí tampoco.

Le hice una seña a Silas para que lo descontara de mi paga y recogimos nuestras cosas antes de salir de ahí.

—¿Se fueron ya tus amigos? —pregunté para saber si iba a necesitar que le diera una aventón hasta el hotel en el que de seguro se había estado quedando.

—No —él negó con la cabeza y señaló un coche con su dedo—. El auto en el que venimos sigue aquí, por lo que ellos deben seguir por aquí también. Tal vez se estén besuqueando detrás de uno de los botes de basura —bromeó.

—Por más que me considere irresistible, Lory, no creo que algo pudiera llegar a pasar entre Brad y yo —salió Jonah de la nada.

—Sí, él tiene razón —le siguió el grandulón—. El señor Collinwood no es mi tipo.

Jonah se volteó a verlo en el instante en el que esas palabras salieron de su boca y se llevó una mano al pecho, ofendido.

Observamos cómo comenzaban una pequeña persecución entre ellos dos como niños pequeños.

—¿Te importaría si me fuera contigo? —preguntó mientras lo señalaba—. No creo que sea una idea muy prudente regresar con ellos así como se ven las cosas.

Vacilé antes de contestar.

—¿Cómo vas a regresar después tú a tu hotel?

Se encogió de hombros como si eso no fuera un problema.

—Puedo pedir un taxi y que este me lleve.

Asentí con la cabeza, un poco insegura pero accediendo al final.

Conway se montó en el asiento del copiloto y yo prendí el auto. No solía sentirme muy cómoda cuando llevaba a gente a mi casa porque no podían considerarse exactamente las mejores condiciones. Pero le tenía incluso más confianza a él que antes con la conversación que habíamos tenido.

Él prendió la radio mientras manejaba y cambió la estación de inmediato cuando se dio cuenta que era su canción la que sonaba.

Sonreí y la regresé con uno de los controles que había en el volante. Su ceño se frunció y trató de volver a saltarla. Extendí mi mano para bloquearle el paso sin despegar mis ojos del camino.

—Me gusta escuchar tus canciones —confesé. Sus orejas se sonrojaron y la sonrisa en mis labios se amplió. Bueno, tal vez también lo había hecho para molestarlo un poco.

Tamborileé mis dedos sobre la rueda del volante mientras tarareaba la melodía porque aún no me sabía la letra.

—El nombre de mi primer álbum también se lo puse en tu honor, ¿sabes? —habló después de un rato.

—No sabía que habías terminado tan obsesionado conmigo —lo molesté.

Él blanqueó los ojos y yo reí.

—¿En serio? —pregunté después de un tiempo.

Conway asintió con la cabeza y pasó su lengua por su labio inferior.

—Sí, lo llamé Vienna.

—Puedo notar las similitudes entre ambos.

—Sí, bueno, no te creas tanto —me bajó los humos, siendo él quien se metía conmigo ahora—. Fue por ti y por la canción de Billy Joel.

Sonreí, recordando que esa solía ser uno de los temas favoritos de mi madre.

—¿Puedo? —preguntó Conway mientras tomaba el cable que había ahí y señalaba su teléfono.

Asentí con la cabeza y él lo conectó. No muchos segundos después la melodía comenzó a llegar a mis oídos. Moví mi cabeza y juntos cantamos la letra a todo pulmón.

Llegamos a mi casa justo en el momento en el que la canción se terminaba.

—Eres una cantante bastante buena —trató de halagarme Conway.

Blanqueé los ojos y azoté la puerta del coche.

—No necesitas hacerme cumplidos para que me enamore de ti.

—¿No?

No, porque estoy segura de que ya lo estoy,  contesté en mi mente.

No dije nada más y lo guie escaleras arriba hasta mi apartamento. Saqué las llaves de uno de mis bolsillos y abrí la puerta.

No había tenido tiempo para limpiar mi casa —aunque tampoco era algo que haría aunque lo tuviera— por lo que pasé antes de Conway para esconder las prendas de ropa y que él no las viera.

No fui demasiado rápida y estaba segura de que él veía las envolturas de comida y el desastre que había en la cocina. Aun así no dijo nada y fue algo que agradecí.

—Esto no es para nada cómo yo lo imaginaba —me hizo saber.

Puse mis manos sobre mis caderas y lo miré con una ceja alzada.

—¿Pensaste en cómo creías que era mi casa?

Sus orejas se sonrojaron enseguida.

—Sí. Bueno, no. —se rascó el cuello y clavó su mirada en el piso antes de susurrar—: Tal vez.

Sonreí y traté de hacer espacio en el sillón para que hubiera espacio y que pudiéramos sentarnos. Él dejó su billetera y su teléfono en la pequeña mesa que había ahí antes de voltearse para encararme.

—No quiero que esta clase de malentendidos vuelva a suceder entre nosotros, Sienna —confesó mientras alcanzaba mi mano y comenzaba a trazar círculos sobre ella.

—No entiendo qué es a lo que te refieres —confesé mientras fruncía un poco el ceño.

—Quiero que las cosas queden claras entre nosotros.

Estaba por contestarle cuando de repente sentí su boca sobre la mía.

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Este a parte de ser de los capítulos más largos, es de mis favoritos :3

Que esta es una parte que espero desde que se me ocurrió y era algo que ya quería escribir AAAAAAAAAH

Bueno, como he prometido, es lunes y aquí estamos 😏

De momento tengo la cabeza seca y no sé qué más decir 🤡

No leemos de vuelta el jueves que ese capítulo está picante también 🔥 Con solo decirles que tuve que poner el soundtrack de 50 Sombras de Grey para inspirarme 🌚

Lo dejaré ahí y me iré. Hasta la procsima 7u7

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