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♫| CAPÍTULO 17 |♫

SIENNA

LO QUE OCULTAS DETRÁS DE UNA SONRISA

No había tenido mucho en lo que pensar con todo lo que estaba pasando en mi vida.

Con los turnos que tomaba siempre que podía en la cafetería y las noches en vela estudiando para los exámenes, lo que pasaba en el mundo exterior se había convertido en la menor de mis preocupaciones.

Suponía que de cierta manera era algo bueno. No había tenido oportunidad de pensar en Conway. O en las relaciones que él mantenía con otras personas.

Pasé mis manos por mi delantal y dejé caer el lápiz en la mesa. Había sido un día relativamente tranquilo. No habían llegado muchos clientes, por lo que me había ocupado haciendo trabajos.

Me llevé las manos a la cara para despejarme un poco y cerré el cuaderno, un tanto frustrada. Dudé antes de tomar mi teléfono.

Últimamente no había sido muy dependiente de él y solo lo utilizaba para hablar con Grace. Me metí a Twitter por primera vez en varios días y me mordí el labio.

Una pequeña parte masoquista de mí había comenzado a seguir a Conway por todos lados después de la noticia del aeropuerto de Ávacro. Aun así no había estado muy pendiente de eso.

Había pasado ya casi un mes desde que nos habíamos visto por última vez y él aún no me había llamado o mandado alguna clase de mensaje, lo cual solo había ayudado a que mis inseguridades incrementaran.

Tal vez una vez que ya había vuelto a su mundo se había dado cuenta de que yo no pertenecía ahí.

Lo más saludable sería que yo le llamara para aclarar las cosas y pudiera dejar de darle vueltas a todo este asunto. Pero no estaba lista para que lo que fuera que hubiera entre nosotros se terminara.

Miré fijamente la pantalla durante unos segundos antes de que mi dedo se moviera al botón de la pequeña lupa y mis dedos comenzaran a teclear su nombre ahí. Estaba en su perfil antes de que me pudiera dar cuenta.

Vi sus tweets más recientes y mi ceño se frunció al ver uno en particular.

@Taylor

Me divertí mucho en el programa de hoy @NochesconConnor Gracias por invitarme. Un par de mentiras fueron dichas por ahí, no se lo tomen muy en serio 😉

Tuve que reprimir una sonrisa al ver el emoji de al final. Él sí que tenía una obsesión con esas cosas.

Mi ceja se arqueó después de un tiempo cuando examiné el tweet con mayor detalle. ¿De qué estaba hablando?

Averígualo ya que estás en el papel de stalker, me susurró mi subconsciente.

No puse mucha fuerza de voluntad y dejé mi dedo caer sobre el usuario de la otra persona etiquetada. Quedé aún más desconcertada al ver que se trataba de la cuenta de un programa que le hacía entrevistas a gente famosa.

No habían respondido nada ante lo que había dicho Conway, por lo que supuse que lo que él había dicho no había sido con el fin de ser amable.

Levanté una ceja mientras analizaba la situación que se había comenzado a montar en mi cabeza. ¿Tan mal habría ido esa entrevista?

En alguna otra situación habría sopesado la idea de ver una grabación de esta, pero no tenía el lujo de perder mi tiempo en esa clase de cosas.

—Roma —me llamó una voz desde la cocina. Bloqueé la pantalla de mi celular y lo guardé en uno de los bolsillos de mi delantal antes de dar la vuelta sobre mis talones.

Silas era el cocinero que se encargaba de la comida del lugar. No era la mejor de la ciudad, pero al menos hacía que algunos clientes regresaran, lo cual era mejor que nada.

Solía molestarme con mi nombre, y cada día me llamaba por una ciudad diferente de Italia. Al principio había sido un tanto molesto, pero después de un tiempo se había vuelto en algo así como lo nuestro.

—¿Qué necesitas, Silas? —pregunté una vez que llegué. Apoyé mis brazos en la barra y lo observé desde una distancia prudente cómo le daba vuelta a las carnes de hamburguesa.

Se volteó para encararme y me señaló con su espátula.

—Llena los azucareros y ayúdame a limpiar las mesas antes de irte —pidió.

Asentí con la cabeza y llevé mi mano a mi cabeza en una mala imitación de un saludo militar.

—Sí, jefe —me mofé antes de salir de ahí.

A Silas le habían dado el trabajo de jefe temporal en lo que el dueño del lugar salía en un viaje de negocios. Todo el personal nos habíamos encargado de burlarnos un poco de él porque se lo estaba tomando muy en serio.

—¡Lo quiero bien hecho, Roma! —gritó mientras salía por las puertas de la cocina.

Silas era un cuarentón que se la había pasado viajando por el mundo antes de que decidiera sentar cabeza. No tenía idea de qué era lo que había visto en un pueblo tan aburrido y monótono como lo era Bildtown, pero a él parecía gustarle.

Saqué el trapo de mi delantal y tomé rociador con el limpiador de uno de los estantes detrás del mostrador.

Ya era de noche y no faltaba mucho para que el restaurante cerrara. El cartel de afuera decía que operábamos las veinticuatro horas del día, pero eso no era más que una mentira considerando que cerrábamos a las once.

Me encargué primero de limpiar todas las mesas. Dejaría lo de rellenar los azucareros para después porque solía hacer un desastre cuando hacía eso e ir desperdigando azúcar por todos lados no era una opción. En especial porque ya habían limpiado el piso.

Conecté mis audífonos a mi teléfono y dejé que la música me acompañara mientras trabajaba. También había comenzado a escuchar las canciones de Conway con mayor atención. Había algunas que me gustaban más que otras por la forma en la que lograba transmitirlas, pero podía entender por qué era alguien tan famoso. De verdad tenía talento.

Comencé a tararear una de las melodías mientras pasaba mi trapo por la barra.

Saqué los botes de azúcar de uno de los estantes y los azucareros que tenía que rellenar cuando terminé y me senté en uno de los bancos altos.

Mis dedos repiqueteaban sobre el mostrador mientras destapaba las cosas y ponía un embudo.

No tardé mucho tiempo haciendo eso y cuando terminé, me quité el delantal de mi cintura y lo dejé junto con los demás. A parte de Silas, era la única persona aquí. Solía hacer horas extras siempre que podía porque necesitaba el dinero.

Desbloqueé la combinación del candado del pequeño casillero que tenía y saqué mi ropa. Me metí al baño y me cambié lo más rápido posible. Me miré al espejo una vez terminé durante unos segundos y me mordí el labio antes de decidir amarrar mi cabello en una coleta floja.

Colgué mi mochila en mi hombro y salí de ahí.

—Buenas noches, Silas —me despedí al pasar a su lado.

Él me tendió una bolsa de plástico en la que había una hamburguesa y yo la tomé mientras le regalaba una sonrisa.

—Buenas noches, Roma.

—¿Ya tienes una nueva ciudad para mañana? —pregunté mientras dejaba caer mi mano en el pomo de la puerta trasera.

Él asintió con la cabeza.

—Es una sorpresa.

—Algún día se te acabarán las ciudades —lo reté.

—Entonces comenzaré a usar nombres de pueblitos poco conocidos.

Negué con la cabeza mientras una sonrisa se dibujaba lentamente en mi labios y salí de ahí.

Sentía que los ojos se me cerraban, pero aún tenía varias cosas que hacer que necesitaban ser entregadas al día siguiente.

Saqué las llaves del coche de mi bolsillo y lo abrí. Sabía que no era del todo seguro manejar con lo cansada que me sentía, pero era un arte que poco a poco había conseguido ir dominando.

A parte de que mi casa no estaba muy lejos del lugar.

No tardé en llegar.

Cuando entré a mi apartamento me quité los zapatos y prendí la luz del comedor. El desastre era aún más notorio que las veces anteriores porque había libros y páginas arrancadas de cuadernos por todas partes.

Suspiré y colgué las llaves en el llavero antes de adentrarme en la cocina para dejar la hamburguesa que Silas me había preparado por ahí. Sería mi desayuno mañana o algún día de la semana.

Hice a un lado las prendas de ropa que había en el sillón y descolgué la mochila de mi hombro para sacar mis libros que necesitaba. Dejé todo en la mesa que había frente al televisor y algunas sobras de pizza cayeron al suelo.

No me molesté en recogerlas y en su lugar tomé el control de la tele para prenderla mientras terminaba de acomodar todas mis cosas en el lugar y abría mis libros en la página en la que tenían que estar.

—Después de que el cantante lo dijera públicamente en la reciente entrevista que tuvo en el programa Noches con Connor, la emoción por parte de las fans del compositor, Taylor, ha estado por las nubes.

Mi cabeza se levantó de inmediato al escuchar las palabras salir de las bocinas del televisor. No había estado prestando mucha atención a lo que estaban hablando, pero después de oír ese nombre, dudaba que pudiera despegar mis ojos de la pantalla.

—Las cosas no mejoraron después de que él subiera un pequeño adelanto del nuevo sencillo en el que ha estado trabajando a sus historias de Instagram. Les dejamos el vídeo a continuación .

Una imagen de Conway apareció entonces y sentí la garganta seca. Su cabello se veía un poco más largo de cuando lo había visto y una ligera barba había comenzado a formarse en su mandíbula.

Él aparecía con una guitarra en sus manos y parecía estar muy enfocado en lo que estaba haciendo.

Sus dedos se deslizaron con delicadeza por las cuerdas y, por quince segundos, pude escuchar cómo acompañaba la melodía con un tarareo.

Me obligué a parpadear cuando quitaron su imagen de la pantalla y pasaron a otros temas de la industria musical.

Tomé el control y apagué la pantalla al ver que no tenía interés en escuchar sobre qué hablaban ahora y pasé mis manos por mis ojos.

—Vamos, Sienna. Concéntrate —me ordené a mí misma, a punto de darme una cachetada para centrarme.

Volví a enfocar mi mirada en los libros que tenía frente a mí y comencé a leer los textos que había en ellos sin tomarle importancia al paso del tiempo.

Era viernes por la noche, y en otra ocasión, estaría siendo arrastrada por Grace a alguna clase de evento social. Pero para mi fortuna o desgracia, ella también estaba en fechas de exámenes y también estaba bastante ocupada.

No me preocupé por dormir una cantidad racional de horas porque no tenía nada muy importante que hacer mañana más que ir a trabajar, pero tenía el turno de la noche y siempre podía tomar una siesta por la tarde.

Me quedé dormida sobre los libros en algún momento de la noche y desperté al día siguiente cuando alguien comenzó a aporrear mi puerta con fuerza.

Una hoja había quedado pegada a mi mejilla y un hilo de baba salía de mi boca. Lo limpié con mi antebrazo y miré por la ventana con los ojos entrecerrados para hacerme más o menos una idea de qué hora era porque mirar al reloj sobre el refrigerador sonaba como demasiado trabajo.

Podían distinguirse los rayos de sol entre las cortinas y de la calle se escuchaban las llantas chirriando contra el pavimento y las bocinas, por lo que debía ser alrededor de medio día.

Solté un gruñido cuando los golpes no se detuvieron y me puse de pie con esfuerzos para acercarme a la puerta. Me detuve frente a un espejo solo para darme un vistazo rápido y no asustar al desconocido. No me sorprendí al darme cuenta que me veía fatal.

Me hice un moño desordenado para encargarme de mi cabello y lamí mi dedo para limpiarme con él los restos de baba que había en las comisuras de mis labios. Retomé mi camino al quedar mínimamente complacida.

No me molesté en echar un vistazo por la mirilla antes de abrir.

—Estaba empezando a preguntarme si todavía estabas viva o si había quedado sepultada bajo las pilas de ropa que tienes ahí adentro —saludó Grace.

Recargué mi cuerpo contra la puerta y le di un intento de sonrisa. Su presencia aquí no me sorprendía.

—Buenos días a ti también, Grace —me mofé de ella.

Mi amiga blanqueó los ojos y no esperó una invitación antes de entrar a mi departamento.

Cerré la puerta y la seguí. Me detuve a una distancia prudente de ella y me aclaré la garganta.

—¿Puedo preguntar qué es lo que te trae hasta aquí?

Ella me ignoró y dejó su bolso en la mesa de la cocina, del cual comenzó a sacar toda clase de cosas. Me acerqué con el ceño fruncido al ver en sus manos un vaso rosa chillón.

—¿Qué tienes ahí, Grace?

Ella le restó importancia con un movimiento de su mano.

—No es nada, solo un poco de mercancía de Taylor que ya no cabía en mi casa —explicó con naturalidad.

Me rasqué la cabeza y me paré a su lado mientras tomaba el vaso en mis manos y apreciaba la cara de Conway. Era bastante notorio que no era muy reciente porque sus facciones se veían mucho más aniñadas, como cuando lo había conocido en el parque de diversiones.

Arriba de la foto, en letras rosas y en cursiva, se podía leer «Tayverse»

La levanté en mis manos y la giré para que Grace pudiera verla.

—¿Qué significa Tayverse?

Ella levantó por un momento su mirada de lo que estaba haciendo y miró el vaso como si se tratara de un tesoro nacional.

—Es esa la forma en la que el fandom de Taylor nos hacemos llamar —explicó con un palpable orgullo en su voz.

No pude evitar que una ligera mueca se dibujara en mi rostro. No era el mejor nombre si era completamente honesta.

El gesto, por supuesto, no pasó desapercibido por Grace, quien se llevó la taza a su pecho en un acto dramático y me señaló acusadoramente con su dedo.

—No hagas esa cara, Sienna Clarke —amenazó. Me retuve a blanquear mis ojos. Nunca era un buen augurio que me llamara por mi nombre completo.

Levanté mis manos en señal de rendición, pero eso no pareció ser suficiente para ella. Grace estaba lista para sermonearme.

—Es un nombre muy bueno, ¿está bien? Verse en español es verso, y a las fans nos gusta pensar que nosotras somos los versos en la melodía de la vida de Taylor —entrecerró los ojos en mi dirección y levanté mis manos incluso más.

Se tomó unos momentos para calmarse y sonrió.

—A parte de que ha sido a mí a quien se me ha ocurrido —añadió, haciendo que todo tuviera sentido.

Volví a tomar el vaso una vez que lo volvió a dejar sobre la mesa y se movió para comenzar a guardar las cosas en los estantes de mi casa.

—¿Cuánto tiempo llevas tú en este fandom, Grace? —pregunté sin poder dejar mi curiosidad a la raya.

—He sido una tayver orgullosa por unos cuatro años y medio tal vez —soltó con naturalidad.

Mi ceño volvió a fruncirse al oír la nueva palabra.

—¿Tayver?

Ella asintió enérgicamente con la cabeza.

—El nombre del fandom es Tayverse pero una fan de Taylor es una tayver.

Asentí lentamente con la cabeza y me volví a la bolsa que había dejado en la mesa para esculcar un poco entre las otras cosas que había traído. Había desde pequeños muñecos cabezones de Conway hasta playeras con su cara.

No pude encontrar la cosa ligeramente escalofriante.

Me aclaré la garganta mientras pensaba en lo que había visto en la televisión el día anterior.

—Grace, ¿qué has escuchado de la nueva canción que va a sacar Taylor? —pregunté, obteniendo su atención casi de inmediato en el momento en el que el nombre del cantante salió de mis labios.

—Nada a parte del adelanto que subió a Instagram el otro día y lo que dijo sobre ella en la entrevista que tuvo con Connor antes de que las cosas se complicaran —habló con rapidez.

—¿Se complicaron las cosas en la entrevista?

Un suspiro salió de la boca de mi amiga.

—Ay, Sienna. Pensé que después de lo que había sucedido te habías unido al Tayverse y te mantenías al tanto de este tipo de cosas. Es por eso que te he traído toda esta mercancía, porque sabía que estaría bien en tus manos.

—Vale, lo que tú digas. Pero cuéntame sobre la entrevista con Connor —la apresuré.

Por primera vez desde que había llegado a mi casa, Grace dudó antes de hablar. Se relamió los labios y me miró con cautela.

—Bueno... antes de que cortaran el programa se proyectó una foto de Sally dándole un beso en la mejilla a Taylor —no le vi el problema a eso, pero a juzgar por la expresión que ella tenía en su rostros, eso no era todo—. Pero ambos estaban afuera de una de la habitaciones de hotel de Taylor y no se veía como si solo se la hubieran pasado hablando exactamente.

Traté de que mi cara no expresara lo mucho que sus palabras me había afectado y de mis labios solo salió un simple:

—Oh.

Grace se apresuró a mover sus manos con frenética.

—Pero yo que tú no me preocuparía mucho por ello. Taylor después aclaró por varias de sus redes que habían soltado varias mentiras por ahí y gran parte del fandom coincide que en hablaba de lo de la foto —se apresuró a añadir.

Sus palabras no me alentaron de ninguna manera pero aun así obligué a que mis labios se curvaran en una sonrisa que no sentía.

Me limpié mis manos con un trapo de cocina y sacudí la cabeza.

—¿Cómo te ha ido con los exámenes? —decidí cambiar a un tema en el que me sintiera más cómoda.

Le di un vistazo al reloj encima del refrigerador para ver qué hora era y sentí que mis músculos se relajaban al ver que no faltaba mucho para que tuviera que salir hacia el trabajo.

Eso de alguna forma u otra lograba relajarme porque ir significaba desconectar mi cerebro por algunas cuantas horas; y a juzgar por cómo se veían las cosas de momento, eso era algo que necesitaba mucho.

No nos quedamos mucho tiempo en silencio antes de que Grace comenzara a hablar de cómo le estaba yendo con sus parciales y sobre cómo había estado el resto de la semana.

Me contó que Tay, su gato, había estado más perezoso que de costumbre y que, según ella, me extrañaba mucho. No le tomé mucha importancia porque eso era lo que solía decir cada vez que ella quería que fuera a su casa para arreglar alguna clase de cosa.

—¿Cómo van las cosas con Aedus? —pregunté tras recordar que había sido él quien me había ayudado a llevarla hasta su departamento después de que mi amiga se diera cuatro golpes en tan solo una noche.

No pasó desapercibida la forma en la que sus mejillas se enrojecieron al escuchar el nombre de su vecino. Aunque no era por las razones que yo creía.

—No lo sé y no me importa —soltó con frialdad.

—¿Por qué no te llevas bien con él? —pregunté, dejándome llevar por la curiosidad.

—Simplemente hay algo en él que no me termina de cerrar —se encogió de hombros.

Entrecerré los ojos en su dirección y la señalé con mi dedo.

—Te ha ganado en algo, ¿no es así? Eres una pésima perdedora.

Se llevó una mano al pecho, en un gesto exageradamente dramático.

—¿Cómo te atreves? Por supuesto que no.

—Aún recuerdo esa vez en la que te vencí jugando Monopoly —la provoqué.

Sus mejillas se volvieron aún más rojas.

—¡Eso es porque esa vez hiciste trampa! No tengo pruebas, pero estoy segura de que te aprovechaste de que tú eras el banco y tomaste dinero a escondidas.

—O tal vez simplemente soy mejor que tú en ese juego.

—Ja, ya quisieras. Soy la mejor jugadora que hay y... —se calló durante unos segundos—. Oh, ya veo qué es lo que dices —terminó cediendo.

Sonreí y la alenté a seguir hablando.

—¿Y bien? ¿Por qué hay esa rivalidad entre tú y él?

Ella bajó la mirada hacia sus uñas como si de repente fueran algo muy interesante y se tomó su tiempo antes de hablar.

—Me ganó el lugar del estacionamiento en un juego de piedra, papel o tijeras —terminó soltando en un susurro.

No me reí solo por el respeto que le tenía a mi amiga.

—Y luego me invitó a una cita el muy imbécil —continuó quejándose.

—Voy a asumir que no aceptaste.

—¡Por supuesto que no! Yo le soy fiel a Taylor —puso de excusa.

Asentí con la cabeza como si le creyera mientras una sonrisa cómplice se dibujaba en mis labios.

—Ya, claro.

Volví a mirar el reloj y corté a Grace con un movimiento de mis manos. Por más que me gustara seguir escuchándola hablar —aunque sinceramente no era uno de mis pasatiempos favoritos—, se me estaba haciendo tarde para ir a mi trabajo.

Me metí a mi habitación para cambiarme por algo diferente a lo que había usado el día anterior y mi amiga me siguió.

—Veo que es toda tu casa lo que es un desastre —soltó con un poco de desagrado mientras que con su pies trataba de hacer al lado toda mi ropa para abrirse paso en la habitación.

Se sentó en el borde de la cama mientras yo tomaba algunas prendas y me metía al baño para cambiarme. Aproveché el espejo para maquillarme ligeramente y ocultar las ojeras debajo de mis ojos. Prefería evitar cualquier tipo de pregunta sobre mi vida personal.

Cuando salí del pequeño cuarto, me encontré con Grace parada frente a mi armario desechando lo que parecían ser las prendas que no eran de su agrado.

—¿Tienes planes hoy? —soltó en lo que parecía ser una pregunta casual, pero sabía que lo que ella quería saber era si se podía colar en lo que fuera a hacer.

Negué con la cabeza y regresé a la sala para tomar mi mochila, vaciarla y llenarla con las cosas que iba a utilizar hoy.

—No, tengo un turno —expliqué.

—Ah —fue todo lo que salió de sus labios mientras asentía lentamente con la cabeza.

Detuve un momento todo lo que estaba haciendo para observar cómo jugaba nerviosamente con sus pies. Solté un suspiro.

—Si quieres puedes pasarte por ahí un rato y tomar una malteada o algo —ofrecí, sabiendo que ella no se atrevería a decir nada.

Sus ojos se iluminaron al oírme y asintió enérgicamente con la cabeza.

A simple vista, Grace parecía ser una persona extrovertida y sin tapujos. Y así solía ser frente a las personas que no conocía y cuyas opiniones le traían sin cuidado. Pero con los pocos amigos que tenía solía ser mucho más insegura.

Con el paso de los años me había dado cuenta de que ella constantemente se preocupaba por no ser muy intensa para que las personas no se hartaran de ella y se alejaran.

—Por supuesto —dijo de inmediato. Se aclaró la garganta después de darse cuenta de que había parecido muy desesperada y asintió despreocupadamente con la cabeza—. Digo, si tú insistes.

Sonreí y colgué la correa de la mochila en mi hombro izquierdo.

—Nada más que lleva tu auto por si quieres irte antes —le recomendé.

Grace asintió con la cabeza y salimos de mi apartamento. Bajamos las escaleras y después cada quien se metió en su coche. Ella me siguió hasta el lugar y se estacionó a mi lado.

—Se ve mucho peor de lo que recordaba —se sinceró mi amiga mientras bajaba de su vehículo. Me limité a negar con la cabeza mientras ponía una rodilla en el suelo para amarrarme las zapatillas.

Grace podía tener un problema en cuanto a la limpieza. Solía ser muy especial en ese aspecto y no era como si el lugar en el que trabajaba fuera el más limpio del mundo. A ojos de cualquiera no sería problema alguno; pero para Grace era algo parecido a un basurero.

La guie hasta adentro y la dejé sentada en uno de los gabinetes.

—Me voy a cambiar y después regreso a tomar tu orden —traté de tranquilizarla mientras ella sacaba toallitas desinfectantes de su bolso para limpiar todo lo que pudiera.

Dirigí mis pasos a la parte trasera del establecimiento y dejé mis cosas en el pequeño casillero mientras me metía al baño para cambiarme por mi usual uniforme y amarraba el delantal en mi cintura.

Cuando regresé, mi amiga ya estaba sentada en la mesa con una clara expresión de incomodidad dibujada en su rostro.

—¿Qué le vamos a servir? —recité la usual línea que le decía a todas las personas que atendía.

En la mesa ya había una carta con las cosas que servíamos en el restaurante, por lo que suponía que ella ya debería tener más o menos una idea de qué era lo que quería.

—Una malteada de fresa, por favor —asentí con la cabeza, lo anoté en mi pequeña libreta y me dispuse a dar la vuelta sobre mis talones, pero su voz me detuvo—. Son fresas naturales, ¿verdad?

Asentí con la cabeza.

—Pero, ¿están desinfectadas? He leído que te pueden dar toda clase de enfermedades en el estómago si no son limpiadas de la forma adecuada —expresó con preocupación.

Una pequeña sonrisita se dibujó en mi rostro.

—Sí, Grace. Las fresas están desinfectadas.

Ella me miró feo al notar que estaba tratando de contener la risa.

—No te rías de mí, Sienna Clarke —amenazó—. Estoy hablando muy en serio.

Asentí con la cabeza, imitando seriedad y salí de ahí antes de que ella me lanzara algo.

Grace podía llegar a ser de esa clase de cliente que podía llegar a ser un tanto pesado, pero disfrutaba reírme de vez en cuando de sus ocurrencias.

Arranqué la hoja de mi libreta y la colgué de una de las pinzas antes de darle un poco de impulso y hacer sonar la campanilla.

Sentí que mi teléfono vibraba en ese momento dentro de mí delantal, anunciando una llamada entrante y lo saqué, un poco extrañada.

Acepté la llamada sin ver de quién se trataba, casi segura de que era mi madre y me llevé el celular a la oreja.

—Hola, Sienna —saludó la amigable voz de Conway del otro lado, dejándome muda con solo dos simples palabras.

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Me siento mal y mientras corregía el capítulo no podía evitar verlo como basura 😞🖐🏼

No estoy del todo feliz con él, pero confiemos en que solo es el síndrome de impostor 🤡

Pero pasando a otro tema, ¿qué tal ese final, uh? ¿Con ganas de más? 👀

Les puedo ir adelantando que el próximo capítulo lo narra Conway y se viene potente el asunto osiosi 7u7

En fin, ¿cómo van ustedes? Espero que mejor que yo

Nos leemos la próxima semana 😌❤️

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