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♫| CAPÍTULO 14 |♫

SIENNA

NOTICIAS QUE HIEREN

No tenía idea de qué iba a hacer para llegar a mi casa.

Había dejado a Conway en el pasillo con una confianza que no tenía, pero me excusaba repitiéndome a mí misma que en ese momento no estaba pensando con todos mis cabales.

Solté un suspiro mientras bajaba las escaleras del hotel, sin creer del todo que lo que acababa de pasar de verdad hubiera sucedido.

Lo había besado no una, sino dos veces en el mismo día.

No me consideraba a mí misma como una persona romántica, pero estaba segura de que eso podía hacer sentir que caminaba por las nubes a cualquiera.

Me asomé por la puerta antes de salir una vez llegué al piso de recepción. Tenía mi cabeza en otro lado, pero mi mente no olvidaba que había varios vídeos de mí circulando por la red y que cualquiera podía reconocerme en algún momento.

Siempre me había gustado pasar desapercibida y tener las miradas de varias personas sobre mí solía intimidarme, por lo que no quería correr ningún riesgo.

A parte de que estaba el hecho de que, cualquier cosa que hiciera, podía manchar la imagen pública de Conway.

Sí, ya me había dicho que eso no le importaba tanto, pero había presenciado lo mucho que se había estresado con lo del directo y a pesar de que no lo demostraba demasiado, era más que claro que le importaban sus fans.

Salí al pasillo al ver que no había moros en la costa y me moví como un ninja. O al menos eso traté al principio. La flojera terminó ganándome después de unos minutos y me rendí ante la idea de ser sigilosa.

Llegué al mostrador tratando de actuar con naturalidad y confianza porque mi madre me había enseñado que nadie solía desconfiar de esas personas y tenía razón.

Toqué la campanilla una vez y tuve al instante los ojos de un chico rubio sobre mí. Tenía cara de amargura y era más que obvio que no le hacía ninguna ilusión estar ahí.

Podía entender eso, por lo que ni siquiera traté de sonreír.

—Necesito un taxi —fue todo lo que salió de mi boca.

Él asintió con la cabeza y tecleó algo en su computadora antes de tomar el teléfono y hacer una llamada.

Colgó y me miró a los ojos con desinterés.

—Llegará en cinco minutos —se limitó a decir.

Asentí con la cabeza y dibujé una mueca en mis labios. Repiqueteé mis dedos contra el mostrador y terminé dándome la vuelta.

En cualquier otra ocasión me habría sentado en uno de los sillones de la sala de espera a dejar el tiempo pasar, pero mis ojos podían captar el movimiento que había en el hotel a pesar de que ya era bastante tarde y preferí no arriesgarme.

Tomé una revista que encontré por ahí para cubrir mi rostro e hice una mueca al ver que se trataba de una de chismes.

La hojeé sin mucho interés hasta que algo llamó mi atención. Había una página que tenía una foto de primer plano de Conway.

Sus atributos se dejaban notar y tenía una gran sonrisa en su rostro. Me encontré inevitablemente sonriendo también..

La sonrisa se fue borrando poco a poco al ver el titular de la noticia "¿Posible regreso de Saylor?"

Abajo había una foto de una morena muy bonita. En el pie de página aparecía su nombre: Sally Rider.

No me tomó mucho tiempo darme cuenta de que Saylor era el nombre que los medios le había puesto a la pareja de ellos dos. Chasqueé la lengua mientras sentía como un sentimiento bastante conocido invadía mi pecho.

No tuve mucho tiempo para pensar en ello porque justo en ese momento levanté la mirada y me encontré con que mi taxi ya había llegado.

Decidí llevarme la revista conmigo porque había llamado mi atención y no me gustaba quedarme con la curiosidad.

Entendí por qué Conway usaba sus ridículos gorros y lentes de sol cuando salí a la calle. Podrían no servir de nada, pero hubiera dado lo que fuera para tener unos solo para sentir un poco de seguridad.

Me sentía expuesta y observada.

Abrí la puerta del vehículo y subí sin perder más tiempo afuera.

—Buenas noches —saludé al taxista.

No me devolvió el saludo pero hizo un asentimiento de cabeza mientras me miraba por el espejo retrovisor.

Le indiqué a dónde iría antes de que el coche comenzara a moverse.

Mis ojos fueron a parar al taxímetro y tragué saliva al ver lo rápido que los números subían. El simple viaje de aquí a mi casa me iba a costar mi salario de todo un mes.

El conductor no hizo ningún intento por entablar una conversación y lo agradecí. La radio estaba prendida y eso era lo único que llenaba el silencio.

Al principio decidí distraerme viendo cómo los edificios pasaban con medida que nos movíamos, pero no tardé en aburrirme.

Miré la revista que tenía enrollada en mi mano y terminé por volver a abrirla justo donde había visto el artículo.

Tomé aire antes de comenzar a leer.

Recientes declaraciones por parte de la fotógrafa, Sally Rider, han dado a entender que podría haber una posible reconciliación entre ella y el famoso cantante, Taylor.

Citando las palabras que Rider dijo en una entrevista que se le hizo "nada está descartado todavía." Declaró que ellos aún mantienen una buena relación y que a ella no le molestaría retomar las cosas entre ellos.

Sus palabras desencadenaron revuelo entre las fans, quienes se dividieron entre las que apoyaban la relación, y las que no.

Como todos sabemos, Sally y Taylor comenzaron a salir poco después de que ella fuera contratada como fotógrafa del cantante. La atención de él cayó casi al instante sobre ella y no poco después se les comenzó a ver juntos tomados de la mano en lugares públicos y compartiendo momentos íntimos.

Fue una larga relación de dos años que terminó sin previo aviso y que nadie se esperaba. Durante esas fechas incluso circulaban los posibles rumores de una boda, pero todos ellos se vieron arruinados cuando un comunicado por parte del equipo de Taylor anunció su ruptura.

Ambos acabaron en buenos términos, por lo que la idea de una posible reconciliación no es tan descabellada como parece.

Sin embargo no ha habido ninguna respuesta por parte del famoso cantante ante las suposiciones, por lo que nada es cien porciento seguro todavía.

¿Ustedes qué dicen? ¿Les entusiasma el posible regreso de esta poderosa pareja?

Cerré la revista cuando mis ojos leyeron la última línea y mi entrecejo se frunció.

No sabía qué pensar de momento. Al menos había descubierto un par de cosas leyendo la nota.

Chequé la fecha en la que la revista había sido impresa para hacerme una idea de qué tan reciente era lo que acababa de leer. Me sorprendí al ver que era de hace dos días.

Vaya.

Conway en ningún momento había mencionado haber tenido una novia, y mucho menos haber mantenido una relación con ella por varios años. La revista lo hacía ver como algo bastante serio.

Aunque siendo justa, no había sido como si hubiéramos tenido mucho tiempo para hablar después de que el caos se hubiera desatado.

Y antes... antes no había estado del todo segura de hasta dónde quería llegar conmigo y tal vez esa clase de declaraciones habrían quedado un poco fuera de lugar.

Volví a mirar por la ventana del taxi para ver qué tan lejos estábamos de mi casa y calcular más o menos cuánto tardaríamos en llegar.

Me sorprendí al ver que ya habíamos entrado en las calles de mi barrio. No era la gran cosa, pero era por lo que podía pagar.

No podía esperar a llegar a mi casa para llamar a Grace desde el teléfono que tenía ahí para pedirle que mañana pasara por mí aquí para que me llevara al restaurante del que habíamos escapado hoy para recuperar mi auto. Esperaba que aún estuviera ahí.

También me urgía que me devolviera mi celular. Esperaba no hubiera leído los mensajes, porque de otra forma iba a tener que dar muchas explicaciones.

El taxista comenzó a ir más lento conforme andábamos en mi calle.

—Aquí a la derecha, está bien —le indiqué mientras que con mi dedo señalaba el lugar.

Él asintió y se estacionó justo ahí.

Le di un último vistazo al taxímetro y tragué saliva al ver el precio. Aún así no dudé antes de sacar mi cartera y tenderle el dinero al señor.

Él me respondió con una inclinación de cabeza después de darme el cambio y bajé de ahí con la revista en mano.

Mi calle no era la más limpia. Ni la más iluminada. Tampoco era la más bonita ni la más segura si a eso íbamos, pero había aprendido a tomarle cierta clase de cariño.

Saqué las llaves del bolsillo de mi pantalón y subí los escalones de mi edificio para abrir la gran reja de hierro forjado.

La cerré detrás de mí y comencé a subir por las escaleras hasta llegar a mi piso. Estaba exhausta.

Casi lamenté no haber aprovechado del elevador mientras estaba en el hotel de Conway, pero después de tantos años de vivir en un edificio sin una de esas cajas de metal, se me hacía raro usarlas.

Abrí la puerta de mi departamento y dejé que el olor a desastre inundara mis fosas nasales. Prendí el interruptor de la luz y admiré el lugar.

Era bastante pequeño y había ropa tirada por todas partes. Los restos de comida y empaques de frituras adornaban la mesa frente al televisor y no tenía que acercarme a la cocina para saber que no encontraría nada en ninguno de los estantes.

Solté un suspiro y dejé las llaves en la bandeja antes de deshacerme de mis zapatos para andar por mi casa con libertad.

Fui directo a mi habitación y busqué mi pijama en uno de los cajones.

Había sido una lástima que hubiera tenido que regresarle su ropa a Conway para que yo pudiera llevarme la mía. No me habría molestado meterme a la cama impregnada con su olor.

Negué con la cabeza de inmediato, sacándome esa idea de la cabeza.

—Joder, Sienna —me reprendí a mí misma—. Fueron solo un par de besos, no es para tanto.

Pero una vocecita en mi interior me decía que sí era para tanto. Era solo que después de haber leído aquel artículo había quedado un poco desconfiada de Conway.

Traté de relajarme y me metí a la cama sin darle más vueltas al asunto.

Al principio me costó trabajo dormirme, así que comencé a reproducir el raro día que había tenido en mi cabeza. Cuando llegué a la parte del primer beso sentía que los ojos se me cerraban. Pensé en las palabras que me había dicho y me caí rendida con una gran sonrisa en mis labios.

─ ♫ ─

Al día siguiente desperté antes de que la alarma sonara contra todo pronóstico.

No me quejé de todas formas. Tenía mil y un cosas que hacer y sería mejor si comenzaba a hacerlas lo antes posible.

Salí de mi cama sin molestarme en tenderla y me metí en el baño de mi habitación. Comencé a quitarme la ropa mientras tallaba mis ojos y abría la llave del agua.

Solté un bostezo y estiré mi brazo para ver si el agua ya estaba a una buena temperatura. Yo no me fiaba con solo usar mi mano para checar esa clase de cosas porque esa técnica solía ser un tanto engañosa.

Me puse debajo del chorro de agua al sentir que no estaba ni muy fría ni muy caliente. Pasé mis manos por mi cabello, asegurándome de mojarlo bien antes de ponerle champú.

Tomé la habitual esponja con la que solía lavarme el cuerpo y le puse un chorro de jabón. Tallé mi cuerpo con naturalidad y dejé todo en su lugar cuando terminé.

Enjuagué mi cara y mis dedos fueron a parar a mis labios sin poder evitarlo. Las yemas de mis dedos rozaron mis labios. Mi mente fue inevitablemente al recuerdo del día anterior. Cerré mis ojos para disfrutar del momento.

Los abrí de golpe al darme cuenta de que era lo que estaba haciendo. No podía seguir rememorando eso a cada rato.

Cerré la llave del agua y envolví una toalla en torno a mi cuerpo.

Salí del cuarto del baño para ir directamente a mi clóset y escoger qué era lo que me pondría hoy. No tenía intenciones de salir y solo vería Grace, por lo que no me esforcé demasiado en arreglarme y me enfoqué en mi comodidad.

Caminé descalza por mi departamento a pesar de que el suelo estaba sucio y chequé la hora en el reloj que colgaba sobre el pequeño refrigerador.

Eran las nueve de la mañana pero mi mente sentía como si fueran las seis. Agarré el teléfono de marqué el número de Grace.

Sabía que a esta hora ella ya debía estar más que despierta. Si no me contestaba, solo podría significar que se había enterado.

Ni siquiera sonó dos tonos cuando ella respondió.

—Sienna Clarke, más que vale tener una explicación —amenazó al instante.

Una mueca se dibujó en mi rostro y cerré mis ojos.

—Buenos días a ti también, Grace.

Ella me ignoró por completo y siguió gritándome.

—¿Y bien? —la podía imaginar perfectamente con los brazos cruzados sobre su pecho y repiqueteando con su pie derecho como un conejo—. Estoy esperando a que te expliques.

—No sé qué es lo que quieres que te explique, Grace —me defendí, genuinamente ofendida.

—Tal vez podrías empezar explicando por qué tu celular no dejaba de sonar ayer. O quizás te apetezca decirme por qué no me dijiste cómo fue tu cita. O me podrías decir por qué ayer comenzó a circular un vídeo en el que tú aparecías con Taylor por todas las redes sociales y se especuló que eras su novia.

Tragué saliva. Siendo honesta no estaba segura de qué estaba esperando de esto cuando le llamé a Grace, pero no podía decir que estaba sorprendida por la actitud que estaba tomando considerando que sabía que era una stalker profesional y no se le escapaba nada.

—No es nada —traté de zafarme del asunto—. Antes has hablado de mi celular, ¿todavía lo...?

No me dejó terminar la pregunta.

—¡¿Cómo que no es nada?! —separé el teléfono de mi oreja para que mi oído no se dañara—. Por supuesto que es algo y yo voy a descubrir qué es. De hecho, ¿sabes qué? Iré a tu casa ahora mismo.

—¿Puedes traer mi celular contigo? —pregunté, esperanzada.

Pero no había caso, ella ya había colgado.

Me resigné y comencé a ordenar el desastre que tenía lo más que pude. Grace podía llegar a ser muy meticulosa con ese aspecto y no estaba en el humor para que me sermoneara.

Junté toda la ropa en un montón y lo recogí para después aventarlo a mi cama. Levanté todas las envolturas de frituras del piso y las tiré a la basura.

Mi amiga vivía un tanto lejos de mi apartamento, por lo que suponía que tardaría alrededor de media hora en llegar. Me senté en el sillón de la sala, demasiado cansada como para hacer una limpieza más profunda.

Decidí acostarme solo para estar más cómoda y puse una mano en mi frente. Cerré mis ojos y justo cuando estaba logrando quedarme dormida, sonó el timbre.

Solté un gruñido antes de ponerme de pie e irle a abrir a Grace. Ni siquiera miré por el pequeño orificio antes de abrir la puerta porque no esperaba a nadie más y estaba cien por ciento segura de que se trataba de ella.

Grace entró sin esperar alguna clase de invitación.

No le tomé importancia y cerré la puerta detrás de ella mientras dejaba que otro bostezo saliera de mi boca.

Ella llegó a la sala, cruzó sus brazos sobre su pecho y me miró, expectante. Caminé hacia donde estaba ella sin mucho interés y me volví a sentar en el sillón.

—¿Y bien? —preguntó.

Me encogí de hombros.

—¿Trajiste mi teléfono? —fue lo único que le dije porque era lo único que me importaba.

Ella blanqueó sus ojos pero terminó asintiendo con la cabeza mientras metía la mano a su bolso para sacar mi preciado celular.

Casi sentía que lo tocaba cuando ella lo volvió a guardar.

—Primero dime lo que quiero saber —negoció.

No tuve más opción que suspirar y hacer lo que ella pedía.

—No sé qué es lo que quieres que te diga —esa era una mentira, pero solo estaba tratando de ganar tiempo mientras me inflaba de valor para decirle todo a Grace.

—Para empezar, quiero saber por qué en este momento tu cara se encuentra circulando por todas las redes sociales.

—No es como si yo lo hubiera querido así —traté de bromear. La rubia frente a mí mantuvo su cara de seriedad.

Levanté ambos brazos en señal de rendición.

—Te dije que tendría una cita con un chico, y así fue —comencé—. Solo que ese chico era Conway.

—Taylor —trató de confirmar Grace. Era más que claro que aún le confundía todo el asunto de los nombres.

Asentí con la cabeza.

Su rostro se contrajo en ira pero después cambió a una extraña neutralidad y terminó en una emoción que no entendía.

Bajó la mirada a mi celular que sostenía en su mano y lo observó como si se tratara de toda una maravilla.

—¿Me estás diciendo que durante todo el día de ayer estuviste recibiendo mensajes de Taylor?

Oh, no. Conocía ese tono de voz. Era el que Grace solía usar antes de entrar completamente en su fase de fanática loca. Cerré mis ojos y apreté mis labios.

Sabía que lo que fuera que dijera iba a afectar de alguna forma u otra esto.

—¿Sí? —mi voz fue parecida a un susurro, pero Grace lo oyó fuerte y claro.

Sus ojos se abrieron con sorpresa y por un momento dudé si seguía o no respirando porque de repente se había quedado completamente quieta.

—Grace —dije con cautela mientras me ponía de pie y me acercaba a donde ella estaba—, ¿estás bien?

Sacudió su cabeza de un lado al otro al instante, indicando que no.

Volvió a bajar su mirada a mi celular y luego la subió a mí.

—Tú-ú... tú tienes el teléfono de Taylor —afirmó como si no se lo creyera.

El caos estaba a punto de desatarse y no tenía idea de cómo contenerlo.

—Grace —alcé mi mano en su dirección con intención de quitarle mi teléfono de sus manos—, voy a necesitar que me des eso.

Mis palabras parecieron ser todo lo que necesitaba para salir de su trance.

Pegó el celular a su pecho con posesividad y negó con la cabeza.

—De ninguna manera.

Cerré los ojos, temiendo lo peor.

—Grace —traté de razonar con ella a pesar de que sabía que era inútil.

Ella retrocedió y bajó la mirada a mi teléfono. Con su dedo desbloqueó la pantalla y me maldije a mí misma por ser tan estúpida y tener mi teléfono sin una contraseña.

Los dedos de Grace comenzaron a moverse con rapidez por el teclado y supe que este era un buen momento para intervenir.

Aproveché que ella estaba demasiado ocupada haciendo eso y me acerqué con pasos sigilosos. Me aventé encima de ella de un momento a otro y la derribé al suelo.

Un grito salió de su boca y el teléfono voló por los aires.

Me lancé de inmediato al suelo para alcanzarlo, pero mi amiga no se dio por vencida. Ella tenía ventaja considerando que ya estaba en el piso, por lo que comenzó a moverse como una lombriz para alcanzar el aparato.

Envolví mi mano alrededor de su tobillo y la jalé hacia mí cuando su mano se estiró para tomarlo. Ella fácilmente se deshizo de mí dándome una patada en la cara.

Traté de no tomármelo personal. Ella podía llegar a transformarse drásticamente cuando entraba en esta faceta.

Solté un gruñido y me puse de pie. Encontrar una manera rápida en la que arrastrarme solo me haría perder el tiempo, y no tenía mucho de eso.

Me lancé como uno de esos hombres de lucha libre al cuerpo de mi amiga y la aplasté.

Tomé el teléfono y me puse de pie como si nada. Traté de poner una clave lo antes posible en caso de que el aparato volviera a caer en manos de ella y suspiré aliviada al lograrlo.

Puse mis manos en mi cintura y miré a mi amiga en el piso. Una gota de sudor se deslizó por mi frente y solté un suspiro.

—Vaya, eso ha sido intenso —sabía que no lo había sido tanto, pero mi condición física era un asco y haber llegado tan lejos sin sentir que el aire me faltaba podía ser celebrado como un completo logro.

Grace se levantó del piso después de unos segundos como si nada. Me lanzó una mirada hostil y pasó sus manos por la falda de su vestido para deshacerse de cualquier arruga que se pudiera haber causado.

—Voy a conseguir ese número en algún momento —amenazó con los ojos entrecerrados.

Levanté mis brazos en señal de rendición y no dije nada porque no quería echarle más leña al fuego.

—Entonces, Grace... —me balanceé sobre mis talones. Se sentía un poco raro pedirle un favor después de lo que había sucedido—. ¿Puedes llevarme a un lugar?

Frunció su ceño y me miró como si se me hubiera zafado un tornillo. Me sentí ligeramente ofendida. No había sido yo quien se había tirado al piso y peleado por obtener el número de teléfono de alguien.

Me guardé mis palabras para mí misma. Necesitaba que me ayudara, no que se enojara conmigo.

Una sonrisa tensa se dibujó en mis labios y ella lo pensó durante un momento. Terminó asintiendo con la cabeza después de un tiempo no sin antes blanquear los ojos.

—¿A dónde necesitas que te lleve?

—A un restaurante en la carretera.

Ella hizo una mueca.

—No era como si tuviera algo mejor que hacer hoy —murmuró antes de darse la vuelta y sacar las llaves de su auto de su bolso.

Festejé en mi cabeza y la seguí. Tomé las llaves de la casa y bajé las escaleras junto con Grace.

Abrió la puerta y se subió. Tomé asiento en el lugar del copiloto.

Prendió el auto y una voz conocida inundó el ambiente. Tragué saliva y dirigí mi vista en la pequeña pantalla del vehículo donde se veía el nombre de la canción que estaba siendo reproducida y el nombre del cantante.

—Espero no te moleste —dijo Grace mientras comenzaba a manejar.

No dije nada y fijé mi mirada en la ventanilla. Ocasionalmente le daba direcciones a Grace de dónde tenía que dar las vueltas y que desviaciones tomar.

—Es aquí —señalé al ver el letrero a la distancia.

Grace comenzó a ir más lento hasta que se estacionó en uno de los lugares. Se inclinó sobre el volante para tener una mejor vista de qué era lo que estaba observando.

Su expresión pareció cambiar de golpe de indiferencia y disgusto a entusiasmo y felicidad.

Me desabroché el cinturón de seguridad y la miré con desconfianza.

—¿Qué sucede?

—Taylor fue visto aquí ayer —dijo ella con aire soñador.

—¿Cómo sabes tú eso? —pregunté un poco extrañada mientras con la mirada buscaba mi auto.

Sentí que mi corazón podía seguir latiendo con tranquilidad al ver que estaba estacionado justo donde yo lo había dejado el día anterior.

—Varias fans lo vieron y subieron las fotos a internet. Es mi deber como fanática estar informada sobre ese tipo de cosas.

Asentí con la cabeza mientras apretaba mis labios en una fina línea. Esto se estaba convirtiendo en algo muy enfermizo y obsesivo. ¿Era esto siquiera sano?

Estaba por abrir la puerta para salir e ir por mi coche cuando Grace volvió a hablar.

—Espera —con el tono que usó me dieron ganas de hacer de todo menos esperar y consideré ignorarla durante unos segundos y salir de ahí de cualquier modo.

Mi plan se vio frustrado cuando ella cerró las puertas del coche con el seguro.

Me miró como si se acabara de dar cuenta de algo sumamente importante.

—Si tú estuviste aquí y él también, eso significa que... pasaste el día entero con él.

Tragué saliva y asentí con la cabeza.

—Sí, pero eso ya te lo había dicho —traté de explicarle inútilmente.

Cosas como esta me hacían dudar si mi amiga escuchaba siquiera lo que le decía.

Aproveché su momento de desconcierto para manipular el seguro de la puerta, hacer que cediera y salir de ahí antes de que la cosa se pusiera fea.

Corrí a mi coche como si mi vida dependiera de ello —porque en parte lo hacía— y saqué las llaves de mi bolsillo para abrirlo.

Me metí ahí con rapidez y crucé el cinturón de seguridad por mi pecho. Miré por la ventana y me tope con Grace caminando a donde yo estaba a pasos rápidos.

Antes de que lo pudiera procesar, ella ya se había subido al coche.

—No te atrevas a tratar de huir, Sienna Clarke —amenazó mientras se ponía el cinturón—, que aún tienes que explicarme por qué apareciste en el directo de Taylor usando su ropa.

Solté un suspiro y sospesé las opciones entre contarle y no hacerlo y me di cuenta de qué era lo que me convenía.

—Ayer después de que Taylor me dejara plantada vine a este restaurante a llenar mis estómago —comencé a explicar mientras con mi dedo señalaba el establecimiento.

Grace se acomodó en su lugar y asintió con la cabeza, como si estuviera lista para escuchar una gran historia.

No estaba segura de que de grande tuviera mucho, pero seguí de todas formas.

—Supongo que él tuvo la misma idea porque de pronto también estaba ahí. Se acercó para disculparse pero no tuve tiempo para rechazarlo de la forma correcta porque una de las personas en el restaurante twitteó que él estaba aquí y de la nada llegaron un montón de personas.

»De un momento a otro me sacaron de ahí con ellos y me llevaron en su camioneta. Necesitaban un lugar al que ir mientras esperaban a que las cosas se calmaran un poco y los llevé a un parque que conocía por ahí.

Me encogí de hombros.

—El lugar estaba muy polvoso, así que cuando volvimos a subir al auto me sentía sucia. Ellos se negaron a llevarme a mi casa porque los desviaba mucho de a donde ellos iban y me llevaron con ellos al hotel.

»Me quedé en la habitación de Conway y tomé un baño. Mi ropa estaba sucia así que él me prestó la suya. No sabía que estaba transmitiendo en vivo cuando salí y él entró en pánico.

Dudé antes de contar la otra parte.

—Y luego, bueno... —miré a mi amiga—. Nos...

Terminé sacudiendo la cabeza, dándome cuenta de que no era una buena idea decirle que su más grande ídolo y yo nos habíamos besado.

—¿Ustedes se qué, Sienna? —insistió saber ella.

—Luego nosotros nos besamos —solté en un susurro, esperando que ella no hubiera llegado a captar mis palabras.

—¿Ustedes qué? —no lo repetí—. Vaya.

Se dejó caer sobre el asiento y masajeó sus sienes. Se quedó en silencio durante unos segundos.

—Está bien —accedió después de unos segundos.

Abrí un ojo.

—¿Qué está bien?

—Ustedes —dijo como si fuera obvio—. Les doy mi aprobación. Los shippeo.

Me tragué mi comentario sobre no necesitar su aprobación porque era un avance enorme.

—¿En serio?

—Por supuesto. Nadie podría no hacerlo después de semejante historia. —declaró ella. Se quedó en silencio durante unos segundos y después añadió—: A parte de que puedo presumir que conocí a Taylor antes de que se volviera famoso y que fui yo quien hizo que él conociera a su novia —se regodeó con orgullo.

Sentí que mis mejillas se incendiaban al oírla llamarme de esa forma.

Nos quedamos platicando por un pequeño momento ahí hasta que el teléfono de Grace sonó en su bolsillo. Ella lo sacó con naturalidad pero su cara cambió por completo cuando vio de qué se trataba.

—¿Qué sucede? —pregunté al notar el cambio en su expresión.

Ella tragó saliva y dudó durante unos segundos antes de pasarme el teléfono para que pudiera ver qué era lo que la había puesto así.

Tragué saliva al leerlo y sentí que mi corazón de repente pesaba más dentro de mi pecho.

En la pantalla del celular estaba el titular de una noticia difícil de ignorar. Le devolví el aparato a Grace mientras miraba por la ventana, tratando de aclarar mi mente. Pero lo único que podía ver eran las letras, como si estuvieran burlándose de mí.

Sally Rider recibe al famoso cantante, Taylor en el aeropuerto de Ávacro, avivando así los rumores de su posible reconciliación.

──── ────

Ay, este amigo no más no aprender *largo suspiro* 😩

En fin, propongo formar un grupo para meternos al libro y darle unas buenas cachetadas a Conway para que abra los ojos. ¿Quién se une? ☺️🔪

Esto no iba a pasar pero vi la oportunidad y la tomé 🌝

Cosas de escritora brújula xdxd. Lo único claro que tengo aquí es el final jeje 🤡😈

Varias cosas sucederán en el próximo capítulo. Estará narrado por el desgraciado más querido (aka Conway) y conoceremos a Sally a parte de que habrá una entrevista que estoy esperando desde hace mucho uwu

En fin. Nada como una buena pizca de drama 😙👌🏼

¿Qué me cuentan ustedes? ¿Algún nuevo crush literario? 👀

Nos leemos la próxima semana si logro terminar de escribir el capítulo osiosi 🌚

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