♫| CAPÍTULO 05 |♫
SANGRE Y SALSA DE TOMATE
SIENNA
Conway y el chico que se había encargado de noquear a Grace salieron de la habitación y yo me acerqué a mi amiga para revisar que ella estuviera bien.
Habían dejado inconsciente a mi amiga dos veces en el día, pero no iba a alegar a su favor, se lo había buscado. Bueno, no ella en sí, sino su lado de fanática loca.
Le pedí ayuda a Brad para que me ayudara a cargar el cuerpo de Grace hasta mi auto porque yo sola no podría hacerlo. No tenía nada más que hacer aquí, así que lo mejor sería que ella y yo nos marcháramos.
Brad agarró a Grace de las piernas y se la puso sobre el hombro como si fuera un saco de patatas.
Le di un último vistazo al camerino de Conway antes de salir del lugar. Brad me esperaba en el pasillo, a la espera de que le indicara dónde había dejado mi auto, aunque dudaba que todavía quedaran muchos en el estacionamiento.
Detuve mis pasos a la mitad del camino, cerré mis ojos con fuerza y solté un suspiro. Le tendí a Brad las llaves de mi coche y le dije donde se encontraba antes de dar media vuelta sobre mis talones.
Sabía que el guardaespaldas de Conway podía aprovechar la oportunidad y llevarse mi coche, al igual que a mi amiga, pero eso no me importó en el momento.
Suponía que lo habían investigado antes de contratarlo. Después de todo, se encargaba de la seguridad de un conocido artista como me había enterado que Conway era. Pero si me basaba en el juicio que tenía su amigo noquea-Grace 's, veía a Brad muy capaz de robarse mi coche. Y también a mi amiga.
No sabía qué perdida me dolería más en caso de que si se los robara, si mi auto o Grace. Probablemente mi... no sabía cuál.
Volví a llegar al camerino y abrí la puerta que pocos minutos antes había cerrado. Resultó toda una búsqueda de tesoro encontrar un poco de papel y una pluma o cualquier cosa que sirviera para escribir algo.
Me encontré con una bolsa de papel de una hamburguesa a medio comer, con un calcetín que no olía muy bien y hasta con bóxer sucio —aunque no diré cómo descubrí que estaba sucio—, pero no había papel ni un bolígrafo por ningún lado.
Suspiré frustrada. ¿No si era un artista tan famoso debería siempre tener esa clase de cosas a la mano por si se encontraba con una fan?
Decidí agarrar la bolsa de la hamburguesa y rasgar un pedazo. Me encontré también con un poco de cátsup y decidí usarla cuando me di cuenta que eso sería lo mejor que conseguiría de momento. Esperaba que Conway entendiera los jeroglíficos que estaba a punto de trazar, porque si no, nada más habría manchado mi dedo para nada.
Retrocedí y admiré el resultado final. Desde mi punto de vista resultaba bastante entendible, solo esperaba que para Conway también lo fuera.
Recogí mi bolso, salí del lugar y me fui directo al estacionamiento.
Solté un suspiro de alivio al ver que mi coche seguía ahí y a Grace ya sentada en el asiento del copiloto, todavía inconsciente. Brad estaba recargado en la puerta del conductor y sonrió al ver que me acercaba.
Me pasó las llaves de mi auto y yo le agradecí por llevar a Grace. Él dijo que no había sido nada y que de hecho, había golpeado accidentalmente la cabeza de mi amiga con el capó del coche, pero le dije que no se preocupara. La verdad era que un poco de paz y silencio de regreso al apartamento de Grace no me haría ningún mal.
Me sorprendí cuando sentí los brazos de Brad rodeándome en un abrazo. Me quedé estática por unos segundos, pero después, sin saber muy bien por qué, me encontré devolviéndole el gesto.
—Espero que volvamos a verte por aquí, Sienna —dijo cuando nos separamos.
Yo le di un asentimiento de cabeza y me subí al auto.
—Yo también espero eso —susurré antes de encender el motor del auto y salir del estacionamiento.
─ ♫ ─
CONWAY
Salí de la habitación que utilizamos para el Meet & Greet y solté un suspiro cargado de cansancio.
Las fans dentro no se comparaban para nada con Grace, afortunadamente. Tenía una gran sonrisa plasmada en mi rostro y no estaba seguro si era porque acababa de pasar un buen rato con algunas de mis admiradoras, o si era porque iba de regreso a mi camerino para volver a hablar con Sienna.
Probablemente la segunda un poco más que la primera.
Iba a paso rápido mientras Jonah gritaba algo detrás de mí a lo que no puse atención. Abrí la puerta del pequeño cuarto y la sonrisa en mi rostro se borró al encontrarme con que no había nadie.
Jonah me alcanzó y me dio una palmada en la espalda.
—Eso trataba de decirte, Taylor. Brad me dijo que se fueron justo después de que nosotros lo hiciéramos.
No dije nada.
—Vaya mierda —dijo él—. Parece que al final de todo el plan no funcionó para nada.
—No funcionó para nada desde un principio —lo corregí, aún con mis ojos fijos en la habitación vacía.
—¿Terminaste o no terminaste viendo a Sienna al final de todo?
—Bueno sí, pero no...
—Shh —me interrumpió—. Pequeños tecnicismos. Lo que quiero decir es que lo que Brad y yo queríamos evitar era esa cara de perro atropellado que justo en este momento traes. De hecho, es peor de la que yo imaginé. El fabuloso plan no funcionó de nada después de todo. Una completa lástima, ya que me costó mucho que la idea...
Dejé de escucharlo cuando un pedazo de papel sobre uno de los sillones llamó mi atención. Me adentré en la habitación con la vista fija en eso y sonreí al ver de qué se trataba.
Me he encargado de que los números se vieran bien claros y lo he revisado dos veces para checar que estuvieran correctos para que no pasara lo mismo que la vez anterior ;)
-Sienna
Abajo estaba escrita una serie de números que supuse era su número de teléfono.
Jonah llegó a mi lado e hizo una mueca cuando vio que tenía en las manos.
—¿Eso es sangre?
No me había dado cuenta de lo gruesas que eran las líneas ni del color rojo con el que estaban hechas hasta que él lo señaló.
—No tengo idea —me encogí de hombros.
Me acerqué el papel a la nariz con cuidado y lo olisquee.
—Huele a tomate, tal vez sea cátsup.
—¿Por qué escribió en una bolsa de hamburguesa y con salsa de tomate si aquí hay papel y plumas? —preguntó mientras abría el cajón del tocador.
Me encogí de hombros.
—Tal vez le pareció más original.
—Más tétrico querrás decir —lo recorrió un escalofrío—. Yo de verdad por un momento creí que eso era sangre.
Tenía ganas de besar el pedazo de papel, pero sabía que si lo hacía, lo más probable sería que la catsup se corriera y los números marcados por Sienna se deformarían y volveríamos al mismo punto del que habíamos partido.
Así que tomé una decisión inteligente y agendé a Sienna en mi repertorio telefónico antes de que ocurriera alguna tragedia.
—Pero mira nada más, ella solo con un pedazo de papel con cátsup fue capaz de quitar de tu rostro esa cara de perro atropellado para sustituirla por una sonrisa de loco enamorado. Deberíamos quedárnosla, y quién sabe —se encogió de hombros—, tal vez así ese humor de mierda que tienes mejore un poco.
Bajé mi teléfono y miré a mi representante enarcando una ceja.
—En primer lugar —dije mientras levantaba un dedo—, no tenía una cara de perro atropellado...
—Esa ni tú te la crees —interrumpió.
—... y ahora tampoco tengo una sonrisa de loco enamorado, solo estoy feliz —alegué—. En segundo lugar, Sienna no es ninguna mascota como para decidir si nos la quedamos o no —dije levantando un segundo dedo—. Y en tercer lugar, yo no tengo ningún humor de mierda; yo soy todo un sol andante —declaré mientras levantaba el tercer y último dedo.
Jonah blanqueó sus ojos sin ninguna clase de censura.
—Solo una cosa de las que dijiste es verdad, y definitivamente no es la de ti siendo la estrella ni tú siendo simplemente feliz.
—No necesito que me creas.
—Que bueno entonces, porque no lo hago.
Bufé, molesto y decidí ignorarlo. Había sido un día demasiado largo como para terminarlo discutiendo. Salí del camerino sin decirle nada más a Jonah y busqué a Brad para que me llevara al hotel y pudiera dormir una larga siesta.
Me lo encontré saliendo del baño, subiendo la bragueta de su pantalón y sacudiendo sus manos para secarlas, haciendo que miles de pequeñas gotas volaran en todas direcciones. Una me entró en el ojo y me tuve que detener para parpadear antes de seguir mi camino, porque estaba seguro de que podía llegar a caerme.
—¡Ey, Brad! —lo detuve cuando con mi ojo bueno me di cuenta de que tenía intenciones de alejarse.
Me acerqué hacia él cojeando a pesar de que el problema se encontraba en mi órgano ocular y no en mi pierna. Brad me miró con confusión.
—¿Está bien, señor Taylor? —preguntó él con precaución.
Yo asentí con la cabeza y con la mano le hice un gesto para que se acercara. Él lo hizo dubitativo.
—Oye, Brad, ¿puedes llevarme ya al hotel?
Él levantó una ceja pero de todas formas asintió con la cabeza.
—¿No vamos a esperar al señor Collinwood? —preguntó mientras inclinaba su cabeza para ver si Jonah venía por el pasillo para irse con nosotros también.
Pestañeé varias veces hasta que sentí que mi visión se recuperaba notablemente, agarré a mi guardaespaldas por los hombros y empecé a caminar con él hacia la salida trasera, donde sabía que estaba el auto.
Después de todos los espectáculos, Jonah y yo solíamos irnos juntos a el hotel. A pesar de que era el primer día con Brad, cuando Jonah lo contrató se encargó de decirle eso; supuse que a eso se debía su incertidumbre.
Pero después de nuestra última plática no quería ver a mi amigo, al menos no en un buen rato.
Que se fuera en autobús, en taxi, o con un desconocido. No me importaba, o al menos no de momento. Eso le pasaba por maldito.
—No, Brad. Él ha dicho que se quedará a arreglar algunas cosas para el concierto de mañana. Ya sabes, muchas fechas y poco tiempo —traté de imitar el tono soso que utilizaba mi representante al hablar y después rodé los ojos.
Brad, a pesar de no estar del todo convencido, asintió y me guió hasta donde el auto estaba estacionado.
Me tomé un momento para decirle lo mismo a los otros guardias de seguridad y les dije que siguieran a Brad hacia el hotel.
Llegué al lado de mi guardaespaldas y él me abrió la puerta trasera del coche. Yo me subí muy tranquilo.
Entonces, por el rabillo del ojo, pude notar movimiento en la puerta trasera, justo por la que segundos antes Brad y yo habíamos salido. Conforme la figura se acercaba a toda velocidad, pude notar que se trataba de Jonah.
—Eh, Brad, ¿puedes prender la radio o poner un poco de música? —pregunté, cuando arrancó, tratando de que se distrajera y de que no se fijara en como mi representante me aniquilaba con la mirada.
—¡Claro! —exclamó él, entusiasmado—. Tengo toda una colección de cds, que tengo justo aquí —se inclinó un poco hacia la guantera en el asiento del copiloto y la abrió. La única razón por la que no me puse nervioso ni le dije que pusiera sus ojos en el volante fue porque:
Uno, aún estamos en el estacionamiento y sabía que no podríamos tener un accidente, o al menos no uno muy grande.
Y dos, porque podía ver por el espejo retrovisor las piernas de Jonah moviéndose a toda velocidad con tal de alcanzarnos y necesitaba que nos largáramos de ahí lo antes posible.
Cuando vi que salíamos del estacionamiento del auditorio, dejé salir todo el aire de mis pulmones y me volteé para poder ver como Jonah se detenía en medio del desértico lugar al darse cuenta de que no lograría hacer que nos detuviéramos y le saqué la lengua así como el dedo del corazón.
Después, Brad hizo un movimiento muy brusco con el volante que hizo que yo perdiera el equilibrio y cayera de forma abrupta sobre los asientos de cuero del coche. Podía ver a mi amigo carcajeándose ante mi caída.
Solté un bufido. Definitivamente el karma existía y acaba de cobrarme mi maldad.
—... y también tengo este que conseguí en un festival musical. El artista estaba por ahí y me lo firmó. En ese momento me emocioné mucho porque pensé que algún día se convertiría en una persona famosa como usted, señor Taylor. Pero el otro día me lo crucé en el centro comercial y descubrí que solo se había convertido en un conserje.
Me acomodé en mi lugar, alise el suéter amarillo que llevaba puesto y asentí, como si hubiera puesto atención a cada una de las palabras que habían salido de su boca y no hubiera estado muy ocupado tratando de hacer pasar a Jonah por un mal rato.
—Oh, qué interesante —me llevé una mano a la barbilla y asentí con la cabeza.
—También tengo este de esa vez que tuve que ir a la feria de música y el arte y se lo compré a un señor. Pagué casi nada por él y las canciones son muy buenas. Es una mezcla de todos los grandes...
Dejé de escuchar las palabras que salían de la boca de Brad y mi mente se desvió a otro tema que de pronto me erizó los vellos de la nuca.
¿Qué le diría Sienna?
Fijé mi vista en la ventana y pasé mi pulgar por mi labio inferior mientras trataba de pensar en algo que fuera bueno.
No podía simplemente hablarle así casualmente como si nada hubiera ocurrido. ¿O sí?
Saqué mi teléfono de mi bolsillo y abrí un chat con el número que Sienna me había dado. Mis dedos dudaron antes de posarse sobre el teclado. No tenía idea de qué decir.
Yo 00:21 a.m.
Ey, ¿cómo va todo?
No, definitivamente no. Lo borré de inmediato.
¿Cómo va todo? Acababa de verla y tenía idea más o menos de cómo iba todo, bastante mal. O al menos para mí.
Volví a intentarlo.
Yo 00:23 a.m.
¿Llegaste bien a tu casa?
Sí, eso estaba un poco mejor.
Claro, si tú lo dices.
Sí, tampoco estaba del todo bien. Lo borré también. Podía confundirlo con un mensaje de una persona desconocida. Tenía que poner mi nombre.
A parte del hecho de no saber qué escribirle a Sienna, existía otro problema. Usualmente no le daba mi número de teléfono a nadie a no ser que ya llevara tiempo conociéndolo. Varias personas podían llegar a hacer mal uso de él e incluso venderlo.
Sabía que una de las cosas que me retenían a mandar el mensaje eran las cosas que podía llegar a hacer Sienna con mi número una vez que lo tuviera. Esperaba que no hiciera nada malo.
—Señor Taylor —escuché que Brad me llamaba y elevé mi mirada a su dirección.
—¿Mhm?
—Perdón —pude notar que estaba ligeramente incómodo—. Pero hace ya cinco minutos que hemos llegado y llevo cuatro intentando decírselo.
—Oh —miré hacia el exterior de la ventanilla y, efectivamente, ya estábamos en el estacionamiento del hotel. Las camionetas del resto de mi equipo de seguridad estaban también ya aparcadas atrás de nosotros—. Gracias por traerme, Brad —abrí la puerta y me bajé del auto. Pude oír como él decía algo más, pero no llegué a captarlo.
Me arrepentí al instante de no haberme esperado a escuchar lo que tenía por decir.
En el momento en el que puse un pie fuera, una ola de flashes y gritos me inundó los oídos. Entrecerré los ojos y levanté una de mis manos para tratar de bloquear las luces.
—Taylor, ¿qué dices ante las declaraciones de Sally Rider ante una posible reconciliación entre ustedes dos?
Já, una mentira.
—¿Son ciertos los rumores de que pronto vas a sacar un nuevo álbum?
No.
—¿Cuál es tu defensa ante las críticas de tu último álbum en las que dicen que estaba vacío y no transmitía nada?
Que me sorprende que apenas se vayan dando cuenta de eso.
Sentí que alguien me jalaba del brazo y me alteré. Pero me dejé llevar cuando me di cuenta de que solo se trataba de Brad haciendo su trabajo. Él se abrió paso entre la multitud de periodistas que seguían disparando sus preguntas hacia mí. No contesté ninguna de ellas.
Cuando entramos a la recepción del hotel, pensé que todo ya se había acabado y me permití soltar un suspiro de alivio.
Vaya error.
Cuando me di la vuelta dispuesto a dirigirme a mi habitación, me topé con una gran bola de fanáticas que en sus manos llevaban pancartas, libretas y playeras con mi cara y nombre.
Me quedé estático por un momento, todo estaba en silencio y ellas me miraban como si fuera un santo que acaba de aparecérseles. No quería hacer ningún movimiento que alterara esa paz.
Les sonreí dudoso y eso desencadenó un chillido y gritos colectivos por parte de ellas. Me maldije mentalmente.
Se empezaron a arremolinar a mi alrededor y sentí que me asfixiaba por un momento. No entendía nada de lo que decían, pero sonreí como si lo hiciera.
Varias me pedían fotos o autógrafos, y las manos no me bastaban para atender a todas. Intenté firmar la mayor cantidad de playeras, libretas e incluso frentes que pude, pero me sentía incómodo siendo toqueteado en todas partes. Supe que era suficiente cuando alguien me dio una nalgada o cuando me arrancaron un poco de mi cuero cabelludo.
Busqué con la mirada a Brad y lo encontré charlando y dando saltitos junto a unas chicas que parecían muy emocionadas.
Lo miré fijamente hasta que mi mirada lo incómodo y lo obligó a mirarme. Le hice un gesto para que me sacara de ahí y él asintió, no sin antes despedirse de las chicas y abrise paso entre la pequeña multitud en la que me encontraba rodeado.
Salí del pequeño círculo y me despedí de mis fans con un movimiento de mi mano.
Subimos al elevador juntos con el resto de mis guardaespaldas y vi que Brad presionaba el botón para ir a un piso, pero fruncí el ceño al notar que no era el mío.
—Brad, mi piso es el 8.
—Lo sé, señor Taylor. Pero es por seguridad, se quedará unas horas en mi habitación y cuando me avisen de recepción que la gente ya se ha ido podrá ir a su habitación —no pase desapercibido la emoción con la que se explicó.
Asentí con la cabeza y ambos salimos del elevador cuando las puertas de este se abrieron.
Los demás guardias se quedaron en el ascensor porque el piso en el que nos habíamos detenido no era el suyo. Me despedí de ellos con un movimiento de cabeza y algunos me regresaron el gesto.
Brad y yo caminamos por el pasillo y nos detuvimos en una puerta que supuse era la habitación de él. Brad sacó su billetera del bolsillo derecho de su saco pero se le cayó al suelo al menos tres veces porque sus movimientos eran torpes.
Intenté sonreírle para que se relajara un poco, pero ese gesto solo pareció alterarlo más.
Cuando la llave se le cayó una cuarta vez, lo detuve con la mano cuando se agachaba a levantarla y lo hice yo. Tomé la tarjeta del piso y abrí la puerta con facilidad.
Dejé pasar a Brad primero y después yo me adentre en la habitación.
Era bastante espaciosa. Tenía dos camas matrimoniales, un escritorio, una puerta que supuse llevaba a baño, una cafetera, un escritorio y un mueble donde había una televisión. Dejé la tarjeta en el escritorio.
A parte de que tenía una ventana que te daba una bonita vista del estacionamiento.
Me senté sobre una de las camas y después me dejé caer de espaldas sobre ella. Vaya día agotador. Y de solo pensar que al día siguiente —o más bien en unas horas— tendría un día igual o tal vez incluso peor, me cansaba más.
Saqué mi teléfono del bolsillo y traté de buscar las palabras para mandarle algo a Sienna.
Irónico, puedes escribir miles de canciones y cantar frente a millones de personas y no puedes encontrar las palabras para hablarle a una chica.
Yo 00:57 a.m.
Hola, Sienna, soy Conway. Este es mi número.
Me preguntaba si tenías algo que hacer mañana 😊
Y sin darle muchas vueltas al asunto, decidí mandarlo antes de que encontrara algún fallo en mis palabras o decidiera borrarlo de nuevo.
Aventé mi teléfono al otro lado de la cama, cerré mis ojos, y sin planearlo, me quedé dormido.
Me despertaron los insistentes golpes que se oían al otro lado de la puerta.
La habitación estaba a oscuras y traté de buscar a Brad con la mirada. Maldije en ese momento por no tener visión nocturna para poder ver aunque fuera algo. Entrecerré mis ojos y busqué con la mano mi teléfono.
Prendí la linterna y alumbré la otra cama para encontrarme con un Brad babeando y roncando en una posición que se veía bastante incómoda.
Chequé la hora en mi celular y bostecé al descubrir que eran las tres de la mañana.
Sin mucha opción, me levanté de la cama y alumbré mis pasos hasta la puerta. Me fijé por la mirilla para ver de quién se trataba y tragué saliva antes de abrir.
—¡Eres un maldito cabrón de mierda!
Le cerré la puerta en la cara.
Jonah volvió a aporrear con insistencia la puerta desde el otro lado.
—¡Abre la jodida puerta, Taylor! —demandó.
—Claro, porque si me hablas de esa forma tan bonita lo único de lo que tengo ganas es de abrirte la puerta —dije con sarcasmo.
Los golpes se detuvieron y Jonah no dijo nada más. Tome aire y volví a abrir la puerta.
Sentí como me daba un puñetazo en la cara.
Mi cabeza quedó girada y empecé a sentir un dolor punzante por todo el rostro. Puse mi mano justo en donde había dado el golpe e intenté sobarlo para que el dolor disminuyera.
—¿Qué carajos te pasa? —le reclamé en un susurro.
Él me miró ofendido.
—¿Qué carajos me pasa a mí? —se llevó su mano al pecho—. ¡¿Qué carajos te pasa a ti?! —el empujón que me dio por el pecho me obligó a retroceder unos pasos.
—Shh, cállate, que Brad está durmiendo.
—¡Me vale una reverenda mierda si la mismísima reina Isabel está tomando una siesta en la habitación de al lado —Brad roncó con fuerza y la expresión en el rostro de Jonah se descolocó un momento—. Cabrón de mierda, no tienes idea de lo mucho que te odio en este momento —dijo con un volumen más bajo.
Lo jalé al pasillo y cerré la puerta detrás de mí.
—No te preocupes, que le karma ya se ha encargado de darme mi merecido —me encogí de hombros, tratando de que la ira se le bajara de la cabeza—. Me caí en el auto y cuando llegamos me crucé con un gran grupo de periodistas y luego uno de fans en el lobby.
—No sabes lo mucho que me complace que el karma haya tomado justicia, pero todavía falto yo. ¡Tuve que pedirle a unos desconocidos que me dieran un aventón para tan solo llegar al centro comercial que está a media hora de aquí! Y luego pensaba pedir un taxi, ¿pero adivina qué, Taylor? Solo tenía tres dólares y mi teléfono ya no tenía batería. Así que tuve que caminar desde ahí hasta acá y luego los imbéciles de recepción no me dejaban subir porque pensaban que era un vagabundo que se quería meter a robar por el olor que tenía.
Arrugué la nariz después de que dijo eso. Ahora que lo mencionaba, sí olía un poco mal.
—¿Pero al final si te dejaron pasar, pequeño trotamundos? —estaba más que claro que me estaba burlando de él y de sus desgracias.
—Eres un imbécil. ¿Sabes qué? Me retracto de todo lo que te dije antes. Mereces estar con esa cara de perro atropellado por más de un mes, aunque los que estemos a tu alrededor tengamos que sufrir un poco —declaró.
—Vale, lo siento. Tal vez me pasé un poco —levanté ambos brazos y me encogí de hombros.
—¿Un poco? Tuve que soportar casi media hora de música country, ¡por lo que se sintieron como tres horas! Tomaré mi venganza de esto en algún momento y seré yo el que reirá.
Rodé los ojos y me di la vuelta para volver a entrar a la habitación. Fue entonces cuando me di cuenta de que la puerta estaba cerrada, que había dejado la llave adentro y que Brad estaba lo suficientemente dormido como para no darse cuenta de mi ausencia.
Maldije entre dientes.
—¡Ese es el maldito karma que mereces!
—Yo no festejaría si fuera tú, Jonah. Recuerda que me diste la llave de tu habitación también y yo dejé mi billetera ahí adentro —la sonrisa en su rostro se esfumó.
—Jodida mierda —se llevó las manos a la cabeza y empezó a aporrear la puerta como si su vida dependiera de ello.
Sacó su teléfono y marcó un número, el que supuse era de Brad, pero no obtuvo respuesta.
No se escuchó ninguna clase de ruido del otro lado de la puerta. Jonah y yo soltamos un suspiro al mismo tiempo. Me recargue sobre la puerta de la habitación y después me deslice por ella hasta tocar el piso.
Mi amigo copió mi acción.
Sentí como mi teléfono vibraba en mi bolsillo y lo saqué sin mucho ánimo para ver de qué se trataba.
Mis ojos se iluminaron al ver que era una respuesta por parte de Sienna.
Claro que la felicidad se esfumó cuando vi que era lo que decía el mensaje.
Jonah a mi lado soltó un resoplido después inclinarse y leer el mensaje. Ni siquiera me había dado cuenta de que podía verlo.
Quité el aparato de su campo de visión y lo abracé a mi pecho, casi como si tuviera la esperanza de que si calentaba mi teléfono, el mensaje ahí cambiaría mágicamente.
Jonah señaló con sus manos el techo del pasillo y profesó:
—¡Karma, creo que ya ha sido suficiente! ¡Deja que yo haga el resto del trabajo que si no después me sentiré mal por hacerlo sufrir tanto, aunque se lo merezca!
Solté un resoplido, le di una mala mirada y enterré mi cara entre mis rodillas sin dejar de pensar en sus palabras.
Sienna <❤ 3:21 a.m.
¿Conway? Disculpa, pero tienes el número equivocado. Yo no conozco ningún Conway.
──── ♫ ────
TAN TAN TAN *inserte musiquita de película de terror*
Estos dos están más malditos que una casa embrujada *suspiro dramático*
Pero en fin, ¿qué se puede hacer?
¿Dejar que se besen, se casen, tengan 3 hijos y un perro llamado Acorde? Naaaaah, no lo creo
¿Cómo va su vida? Espero mejor que la de Sienna y Conway, porque la de ellos en un desastre xdxd.
Y pues ya *silencio incómodo*
¿Qué pasará después? ¿Realmente Sienna le dio mal su número? ¿El imbécil de Conny que no sabe hacer nada bien lo habrá escrito mal? ¿La reina Isabel realmente dormía en la habitación de al lado?
Todo eso y más lo descubriremos en el próximo capítulo de Falsas melodías después del corte comercial.
Plot twist: el corte comercial dura una semana :D
Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro