♫| CAPÍTULO 03 |♫
SIENNA
LOS BAÑOS DEL STAFF
Por varios segundos fui incapaz de despegar mi mirada de Conway. No podía creer que fuera él, tampoco podía creer que hubiera conseguido seguir su sueño. Eso hizo que una sonrisa se dibujara en mis labios.
—Oh por Dios —la voz de Grace me sacó de mis pensamientos—. Él es tan guapo —miró hacia el escenario de forma soñadora.
—Lo sé —las palabras salieron de mis labios antes de que me diera cuenta de que lo habían hecho.
Mi amiga se volteó hacia mí al instante y arqueó una ceja en mi dirección.
—Oh no, Sienna —negó con su cabeza con desaprobación—. La única razón por la que te traje a ti al concierto fue porque sabía que no te gustaría Taylor y no representarías alguna clase de competencia. De haber sabido que no iba a ser así, hubiera traído a mi prima loca Luisa. Ella intentaría competir conmigo pero al menos sería un poco...
Abrí mi boca con sorpresa y me llevé mi mano derecha al pecho, indignada.
—¡Oye!
—Shh —puso su dedo índice sobre mis labios y volvió a dar saltitos de emoción; como si no acabara de decirme que mi compañía no era la mejor—. Calla, esta canción es mi favorita —cerró los ojos y empezó a mecerse al suave ritmo de la melodía que sonaba.
Sería fácil creerle, si no dijera lo mismo con cada canción que sonaba.
Me sentí mal por no saberme ninguna de las canciones en el repertorio de Conway, y por un momento me arrepentí de no haberle prestado más atención a las letras cuando Grace me prestó su cd. Así que lo único que me quedó por hacer más que admirar a Conway.
Los años le habían caído bien. Ya no era tan flacucho y había ganado un poco de masa muscular en sus brazos y abdomen. Había cambiado su corte de pelo de estilo hongo a uno un poco más desordenado. Pero en él seguía intacta esa aura gentil que me transmitió ese día. Tal vez esa era la razón por la que tenía tantos fans, a parte de que, claramente, era bastante talentoso.
—Ey, deja de ver así a mi novio —Grace me dio un golpe en el brazo.
—¿Así cómo? —pregunté un poco confundida mientras me sobaba en mi brazo el golpe que Grace me había dado. Ella tenía mucha fuerza.
—Como si quisieras comértelo.
—¡No quiero hacer eso! —bueno, tal vez eso era mentira.
—Ya, vale —mi amiga rodó los ojos, como si no me creyera. Hacía bien no haciéndolo, ni yo lo hacía.
La voz de Conway se escuchó por todo el lugar, anunciando que esa era la primera mitad del concierto y que tomaría un descanso. Me estremecí de pies a cabeza.
Cuando había escuchado su cd había dicho que había estado bien, pero ahora sentía que su voz era melodiosa. No sabía si se debía a que había descubierto que quien cantaba era el chico de las canciones del parque de diversiones o a que podía escucharlo en vivo y en directo.
Probablemente la primera.
—Oye —toqué el hombro de Grace para llamar su atención. Ella me lanzó una mala mirada, claramente irritado porque la distrajera—, ¿cómo se llama realmente el artista? —pregunté con un poco de curiosidad.
Todavía quedaba la posibilidad de que la persona en el escenario no se tratara de él y fuera su hermano gemelo malvado, o una persona muy parecida a él.
—¿A qué te refieres? Su nombre es Taylor —dijo con obviedad. Después señaló toda la decoración que adornaba el auditorio, donde efectivamente, se podía leer el nombre Taylor en cada pancarta.
—O sea sí, pero imagino que ese es su nombre artístico, ¿no? ¿Cómo se llama él?
Ella se quedó callada por unos segundos. Abrió la boca para responder, pero después la cerró, probablemente al darse cuenta de que no tenía una respuesta. Su mirada de confusión pasó a una enfurecida.
—¿A ti qué te importa de todas formas, eh? Ni siquiera querías venir.
Fruncí mis cejas con confusión.
—Oye, ¿qué te pasa? —de manera dudosa puse mi manos sobre su hombro, tratando de consolarla.
—¡No puedes simplemente avergonzarme de esa forma, Sienna! —chilló mientras sus ojos comenzaban a aguarse. Yo seguía igual o más confundida que antes—. Me haces sentir como una mala fanática.
—Oh.
Ella me miró con incredulidad.
—¿Solo "oh"?
—¿Perdón, Grace? —dije dudosa. Cuando ella asintió, un poco más complacida, continué—. Es solo que estoy casi segura que el chico ahí subido al escenario es Conway.
Ella me miró como si estuviera hablando de algo que ella no terminaba de entender.
—¿Quién es Conway?
—El chico con el que nos topamos en un parque de diversiones hace cinco años —ella aún mantenía en su rostro la confusión—. El chico que entró en pánico cuando se dio cuenta de que se había metido en la fila equivocada y con quien me obligaste a subirme a una montaña rusa —nada—. El chico al que le vomité en los zapatos —dije finalmente.
—¡Ah, el chico al que le vomitaste en los zapatos! —asintió recordándolo. Luego abrió sus ojos con sorpresa—. ¡¿Le vomitaste en los zapatos a Taylor?
Ignoré el hecho de que solo recordara a Conway como el chico al que le había vomitado en los zapatos.
—No —lo reflexioné por un momento—. Bueno, sí, pero en ese momento no era Taylor, era Conway, simplemente Conway.
Grace no me escuchó.
—¡Oh por Dios! Conocí a Taylor antes de que se volviera famoso —se abanicó la cara como si de repente el aire le faltara—. Las chicas del club de fans se morirán de envidia cuando les cuente sobre esto.
—No, Grace, no estás entendiendo el punto —traté de explicarle, moviendo mis manos para darle más énfasis a mis palabras. Pero ella me ignoró, como de costumbre.
—Podré restregarse en la cara a Tara —fantaseó—. Ya es tiempo de que alguien le baje la fama de la cabeza.
Suspiré exasperada y me rendí. Grace siguió hablando sola sobre cómo le presumiría a cada persona con la que se cruzara que había conocido a Taylor antes de que se hubiera vuelto conocido. Aunque las cosas no habían sido realmente así.
Ella prácticamente me había emparejado con Conway ese día y después había salido huyendo. Pero, ¿quién era yo para contradecirla?
Una ola de gritos volvió a formarse en el público, haciendo que Grace se callara al instante y que yo levantara mi mirada al escenario para ver de qué se trataba. Mi mirada se cruzó con la de Conway y me guiñó un ojo, gesto que no pasó desapercibido por el público, que soltó otra ola de gritos.
—¡¿Has visto eso?! —Grace me agarró de los hombros y empezó a sacudirme como si fuera de trapo—. ¡Taylor ha mirado en mi dirección y me ha guiñado un ojo! ¡Me ha guiñado un ojo! Creo que me moriré ahora —se llevó una mano a su frente y con la otra se abanicó la cara.
Blanqueé los ojos ante su dramatismo pero de todas formas sonreí.
—Espero hayan descansado esas cuerdas vocales, Bildtown —dijo acercándose al micrófono—. Porque aquí aún quedan muchas canciones que cantar.
Grace chilló con emoción y aplaudió mientras daba saltos.
Vaya, esto todavía iba a tardar un rato. Sería un milagro si al final del concierto todavía podía escuchar bien, cosa que dudaba debido a los constantes gritos que mi amiga soltaba de vez en cuando.
─ ♫ ─
Sonó la última nota de la canción final y el público estalló en aplausos. Conway sonrió con satisfacción, luego hizo una reverencia y lanzó un beso hacia el público.
—¡Te amo, Taylor! —gritó una chica unas filas detrás de nosotros.
—También te amo— contestó Conway antes de salir del escenario.
—Eso ha sido... —Grace se quedó en silencio, buscando alguna palabra para describirlo— simplemente asombroso.
—Ujum —asentí sin darle mucha importancia con movimiento de cabeza.
Grace insistió en quedarse un rato más en el auditorio porque quería "sentir la magia que el lugar emanaba". Yo le dije que me iría y la esperaría en el coche, pero cuando intenté hacerlo ella me agarró del brazo y me pidió que sintiera la magia con ella.
No tuve mucha opción.
Cuando salimos del auditorio, el lugar estaba casi vacío. Mientras caminábamos hacia la salida, Grace buscaba con la mirada al hombre de seguridad que en la fila le había asegurado que le conseguiría un pase tras bastidores.
—¡No lo entiendo, Sienna! —chilló—. Él dijo que me daría un pase pero no lo veo por ningún lado.
Me reservé mi comentario de que la situación había sido un tanto surrealista y que no me extrañaría si se hubiera tratado de una broma. Si salía de mis labios me aseguraba a mí misma un golpe.
Se paró sobre la punta de sus pies para tener una mejor vista.
—Con permiso, con permiso. Voy a pasar por aquí —una persona iba abriéndose paso entre la multitud, tocando hombros y pidiendo a las pocas personas que aún había que se movieran. Y como la buena aglomeración de personas que eran, claramente lo ignoraron—. ¡Malvaviscos aplastados, quítense de mi camino que necesito hacer algo importante! —explotó el desconocido.
Todos se hicieron a un lado y lo dejaron pasar. Fue entonces cuando me di cuenta de que se trataba de Brad, el guardia de seguridad. Movía su cabeza de un lado a otro, como si buscara a alguien, probablemente a Grace.
Le di un codazo a mi amiga y le señalé al grandulón. Ella sonrió y alzó su mano para llamar su atención.
—¡Brad! —gritó, llamando de inmediato la atención del hombre.
Cuando él la vio hizo una mueca de asco que no pasó desapercibida por ninguna de las dos, pero después se acercó a paso rápido.
—A ti te estaba buscando —jadeó, como si hubiera corrido un maratón y no solo unos pocos metros—. Me mandaron a buscarte, Taylor quiere hablar contigo.
Mi amiga abrió sus ojos con sorpresa y empezó a respirar rápida y ruidosamente.
—¿A mí? —preguntó con incredulidad mientras se señalaba—. ¡¿Taylor sabe de mi existencia?!
—Sí —afirmó Brad mientras asentía con la cabeza—. Dijo que se acuerda de ti y de su encuentro en el parque de diversiones y quiere hablar contigo.
No pude evitar sentir una punzada en mi corazón. Conway se acordaba más de Grace, que lo había prácticamente obligado a subirse a una montaña rusa, que de mí, que había pasado el resto del día con él.
Y si bien debía admitir que ese día no había sido muy amable, una parte de mí esperaba que me recordara como yo me acordaba de él.
Tal vez no le había caído bien y por eso me había dado mal su número de teléfono.
Le sonreí a Grace para que no se diera cuenta que las palabras de Brad me habían afectado.
—Corre, ve. Yo tengo que ir al baño —le di un apretón en la mano—. Te espero en el auto.
—De eso nada. Tú vienes conmigo —se abrazó de mi brazo.
—No creo que eso sea posible —dijo Brad, rascándose la nuca con un poco de incomodidad.
—Bueno, ¿pues no tienen unos baños cerca de a dónde vamos? —preguntó Grace.
—Bueno, si. Pero específicamente para el staff que...
—Pues dejaremos a mi amiga ahí y después iremos a ver a Taylor —declaró ella con firmeza.
Brad trató de negarse; claramente no sabía lo convincente que podía llegar a ser mi amiga. Así que después de una corta pelea, él cedió.
Murmuró algo entre dientes, probablemente alguna maldición hacia Grace, después se dio la vuelta y empezó a caminar. Grace me dio una mirada y yo me encogí de hombros, señalé la dirección con la cabeza por la que había desaparecido Brad.
Ella empezó a caminar y me jaló mientras lo hacía. Esperaba que el baño no estuviera lejos, de verdad tenía ganas de orinar. Brad se detuvo delante de una gran puerta y yo tomé el pomo para entrar a hacer mis necesidades, pero el agarre de Grace me retuvo.
—Deséame suerte.
—Suerte.
—Gracias, pero no la necesito.
Me dio un beso en la mejilla y se alejó dando saltos detrás de Brad mientras yo negaba con la cabeza y entraba a los baños.
No le di muchas vueltas y me metí en unos de los cubículos. Hice lo que tenía que hacer y después me lavé las manos. Apoyé las manos sobre el lavabo y me miré en el espejo por un momento.
Traté de sonreír, pero la sonrisa se veía demasiado falsa, demasiado forzada. Me di palmaditas en las mejillas y volví a tratar. El resultado no fue mejor.
Solté un resoplido y desistí. Me lavé la cara y la sequé con mi antebrazo. Me vi una última vez en el espejo y arreglé mi cabello con mis dedos.
Tomé mi bolso y me dirigí a la puerta. Justo cuando iba a tomar el pomo, esta se abrió, pegándome justo en la frente. La fuerza empleada en abrirla fue tanta, que terminé tirada en el piso.
Genial, era la segunda vez en el día que terminaba en el piso por culpa de las estúpidas puertas. Deberían eliminarlas de la faz de la tierra para evitar que humanos indefensos como yo termináramos lastimados.
Me llevé una mano a la frente y solté un gruñido. Maravilloso, el golpe ni siquiera había sido en el mismo lugar que el anterior, había sido en el otro lado de mi frente. Ahora parecería que tenía cuernos en la frente por los chichones que estaba segura que me saldrían después.
—¿Estás bien? —preguntó quien supuse había sido el causante de mi golpe. Pude percibir cómo se ponía en cuclillas a mi lado.
—¡Por supuesto que no estoy bien, acabas de pegarme con la puerta en la cabeza! —reclamé.
Quité mi mano de mi frente para buscar al culpable y lanzarle una mala mirada. Me paralicé cuando vi de quién se trataba y mis ojos se abrieron con sorpresa.
—¿Conway? —pregunté con timidez. Casi al instante me di un golpe mental. Pues claro que era él, estaba justo frente a mis ojos.
—Si de algo sirve, ahora estamos a mano; tú me vomitas en los zapatos y yo te doy un golpe en la cabeza — él sonrió con nerviosismo y yo fruncí el ceño ante lo que había dicho.
—No puedes compararlo —alegué mientras me ponía de pie—. La vomitada en los zapatos fue un daño material que fácilmente podía ser reparado —abrió su boca con indignación—. En cambio, el golpe en la cabeza que me acabas de dar va a tardar tiempo en salir.
Él me miró con curiosidad y negó con la cabeza.
—Pero te saldrá con el tiempo. Yo por más que esperara a que mis zapatos se limpiaran, no sucedería. A parte, ¡te sale mucho más barato ir a comprar una pomada para tu frente que unos pares de zapatos nuevos!
—El dinero no es la gran cosa —contraataqué—, pero una buena imagen dice mucho de una persona. ¡Y tú acabas de arruinar la mía! —señalé mi frente, donde mi piel palpitaba.
El sonido de la cadena siendo jalada inundó todo el baño, haciendo que tanto Conway, como yo, nos quedáramos callados.
Una chica de más o menos mi edad, salió de uno de los cubículos y nos miró con diversión. Supuse que era una de las chicas con las que Conway trabajaba, porque le sonrió y él le devolvió el saludo con un asentimiento de cabeza.
La chica se lavó las manos con calma, casi como si quisiera quedarse a escuchar el resto de la discusión que Conway y yo manteníamos. Pero yo mantuve mi boca cerrada.
Moví mi tobillo de un lado a otro con impaciencia. La desconocida agarró una toalla de papel para secarse las manos y después la tiró en el bote de basura.
Conway se hizo a un lado para que la chica pudiera salir del baño. No pasó desapercibido el guiño que le regaló al chico, eso me hizo sentir ligeramente incómoda.
Me quedé en silencio por un momento, esperando a que Conway respondiera ante mi último argumento. Él se me quedó viendo por un instante con intensidad. Yo bajé la mirada y él se aclaró la garganta.
—¿En qué estábamos?
—La imagen personal —respondí.
—Cierto —asintió con la cabeza—. ¡Pues tú arruinaste mi imagen el día que me vomitaste sobre los zapatos!
—¡Eso no es cierto!
—¡Eso sí es cierto! Y luego te rehusaste a comprarme unos zapatos nuevos en la tienda del parque.
—Pues sí. ¿Tienes idea de lo caras que son las cosas que venden ahí?
—Oh, no lo sé. Deja le pregunto a mi billetera —con sus manos palpó los bolsillos de su pantalón, pero no encontró nada. Yo me crucé de brazos, mirándolo con un aire triunfal—. No la traigo —admitió—. ¡Pero voy a llamarla!
—¿Vas a llamar a tu billetera? —pregunté frunciendo el ceño—. Oye, creo que la fama te ha quitado algún tornillo.
—Shh —sacó su móvil y fingió que marcaba un número. Se lo llevó a la oreja y esperó antes de hablar—. Hola, billetera, ¿cómo estás?
—¿Estás bien mental...?
Alzó su dedo, diciéndome de forma indirecta que me callara.
—Oh, si, yo estoy bien. Gracias por preguntar —me lanzó una mirada que probablemente quería decir algo, pero no entendí las intenciones ocultas detrás del gesto—. Mira que si hay una razón para mi llamado, querida billetera. No sé si tú recuerdes una compra que hicimos hace más o menos cinco años en un parque de diversiones.
Crucé mis brazos sobre mi pecho, a la espera de que Conway terminara con su acto.
—Oh, ¿si la recuerdas? —me miró—. ¿Pero qué dices? ¡¿Que te costó casi un ojo de la cara?
—Bueno, ya para esto. Es bastante estúpido. Las billeteras ni siquiera tienen ojos para...
—Calla, Sienna. Estoy hablando con la billetera, que por cierto, sí tiene ojos. Yo mismo me encargué de ponérselos.
Estaba segura de que eso no era cierto, pero decidí no decir nada más y alcé mis brazos en señal de rendición.
—Pues sí, Sienna, sí sé lo caras que son esas tiendas —dijo volviendo a guardar su teléfono en su bolsillo.
—Oye, no seas grosero. Ni siquiera te has despedido y ya le colgaste —dije con ironía mientras señalaba su teléfono ahora guardado en el bolsillo de su pantalón.
—Como si te interesara mi billetera —bufó.
—¿Pues cómo me va a interesar si no me la presentas? Ni siquiera le has dicho que estabas conmigo.
El silencio nos invadió.
Sentí su mirada inspeccionándome, entonces yo hice los mismo y lo inspeccioné a él. De cerca podía admirar aún más sus rasgos.
—¿Quién incomoda a quién con la mirada ahora, eh?
—Vale, lo acepto —levanté ambos brazos—. Pero no puedes culparme hace tiempo que no te veo.
—Porque así tú lo quisiste —lo escuché murmurar con ira.
—¿De qué hablas? —pregunté plenamente confundida.
—De que no... ni siquiera... —cerró sus ojos, tragó saliva y después negó con la cabeza—. De nada. No importa. Ha sido un gusto volver a verte, Sienna. Que te vaya bien con tu vida.
Se dio la vuelta y abrió la puerta para salir del baño.
Me quedé parada ahí por unos segundos, sin saber qué hacer. Mi cuerpo actuó por mí, siguiendo los pasos de Conway.
—¡Ey! —lo llamé, pero él no se detuvo y siguió caminando—. ¡Ey! —volví a gritar, pero también ignoró ese grito.
Solté una maldición entre dientes y comencé a correr tras él.
—¡Ey, ¿qué te pasa?! —lo detuve jalando de su brazo.
Se pasó su mano libre por su cabello y soltó un gruñido de frustración.
—Es que no entiendo qué tan difícil era marcar los números que estaban en la hoja. No era tan complicado, Sienna —soltó con exasperación.
—¿De qué hablas? —pregunté frunciendo el ceño.
Él negó con la cabeza y soltó un bufido de incredulidad.
—¡Mira, ni siquiera lo recuerdas!
—¡Pues entonces explícame, Conway! —grité yo también.
—¡Me refiero a que nunca me llamaste, Sienna! Por semanas esperé que fuera tu voz la que se escuchara al otro lado de la línea cuando mi teléfono sonaba, pero nunca eras tú. ¡Qué digo semanas, llegaron a ser meses! Y sé que en el fondo, hasta hace poco también esperaba que fuera así —negó con la cabeza—. ¿Pero sabes qué? Está bien, ya han pasado cinco años y puedo seguir así cinco años más de ser necesario. No me debes ninguna explicación —hizo una mueca—. Me alegra que estés bien, Sienna. Adiós.
—¿Me vas a dejar hablar o solo va a ser un monólogo de tu parte? —mi grito hizo que sus pasos se detuvieran, otra vez. Se volteó hacia a mí y me encaró.
El lugar ya estaba desértico y la única prueba de que minutos antes se había reunido una gran multitud era la gran cantidad de basura que había en los pasillos.
—¿Quieres saber por qué no te llamé, Conway? —pregunté mientras me acercaba a él a paso rápido y lo señalaba con mi dedo índice. Ahora yo era la enojada—. ¿Eh? ¿Quieres saberlo?
Él se quedó en silencio por unos segundos que se hicieron eternos, después asintió con la cabeza. Tenía sus labios apretados en una fina línea.
—No te llamé porque me diste mal tu número de teléfono, Conway —él abrió sus ojos con sorpresa—. Y es ahí donde tú te equivocas, porque yo sí llamé. Pero fuiste tú quien no contestó al otro lado de la línea.
»Y yo no sabía si lo habías hecho a propósito porque no querías volver a verme o si había sido un simple error de tu parte. Y no era como si hubiera podido buscarte, no sabía nada sobre ti, solo tu nombre y que te gustaba la música —sonreí con cinismo y le clavé mi dedo en su pecho—. Y no es como si pudieras buscar a una persona solamente con esa descripción.
—Y-yo lo siento.
—Sí, yo también —agaché mi cabeza.
Su teléfono empezó a sonar con la que reconocí como una de sus canciones. Él vio de quién se trataba y rodó los ojos antes de contestar.
No sabía con quién hablaba, pero se notaba que le estaba gritando a Conway con ganas, ya que él tuvo que despegar un poco su teléfono de su oído debido a los gritos que hasta yo llegaba a oír, y yo estaba a varios metros de distancia de él.
Algo de lo que dijo la persona al otro lado de la línea llamó la atención de Conway, que abrió sus ojos con sorpresa, me dio una mirada y después me dio la espalda, probablemente para que no pudiera escuchar lo que él decía.
—No, no puede ser que ella esté ahí —me echó una mirada por encima de su hombro, como para asegurarse de que seguía ahí—. No, Jonah, te estoy diciendo que no es ella porque justo en este momento yo la estoy viendo.
Genial, estaban hablando sobre mí.
Se volvieron a escuchar gritos indescifrables al otro lado de la línea.
—¿Me estás diciendo que hay una desconocida en mi camerino, Jonah? —Conway se llevó una mano al puente de su nariz y cerró sus ojos con fuerza—. No, no la saques. Voy para allá.
Me miró apenado. Yo solo hice una mueca y asentí con la cabeza.
—Ve, Conway, creo que ya he dicho todo lo que tenía atorado.
Él me miró por unos segundos y después asintió con la cabeza. Se dio la vuelta y empezó a correr.
Solté un largo suspiro y yo también me di la vuelta, dispuesta a irme a mi auto, poner música a todo volumen y actuar como si lo que acaba de pasar no me hubiera afectado en lo más mínimo mientras esperaba a que Grace saliera.
Era la única persona que quedaba ahí, por lo que no fue difícil moverme entre los pasillos del lugar. Saqué las llaves del auto de mi bolsillo y agarré la manija de la puerta para salir al estacionamiento, pero una mano apareció sobre mi cabeza y cerró la puerta.
Intenté volver a abrirla, pero el sujeto era mucho más fuerte que yo.
—Espera, Sienna. No puedo dejar que te vayas así —susurró detrás de mí—. No puedo dejarte ir otra vez, en especial ahora que descubrí que la primera vez que nos separamos fue por mi culpa.
──── ♫ ────
Okay, no me escondo. EN ESTE MOMENTO ME ENCUENTRO FANGIRLEANDO CON FUERZA AHHHHHHH
JODER, YA BÉSENSE, TENGAN DIEZ HIJOS Y VIVAN FELICES PARA SIEMPRE POR FAVOR.
NADIE SE LOS IMPIDE AHHHHHH
Bueno, yo jeje xd.
Tremenda tensión que se cargan estos dos. YA QUIERO EL PRÓXIMO CAPÍTULOOO
Hablando de eso, el domingo es catorce de febrero y yo estoy más sola que un cactus, así que estaba pensando que si quieren les puedo subir un capítulo ese día *guiño, guiño, codazo, codazo*
Pero lo quería consultar con ustedes porque tal vez ustedes si tengan algo que hacer a diferencia de mí y no me sirve de nada subir un capítulo si nadie va a leerlo :c
Ya lo tengo escrito y solo me faltaría corregirlo. Así que si al menos cuatro personas me comentan aquí que lo suba, yo lo subo 😌
Ahora, ¿NOS PODEMOS TOMAR UN MOMENTO PARA APRECIAR EL TREMENDO ARTE DE PORTADA QUE HIZO Al_exa_080 ?
Capítulo dedicado a ella por eso y porque hoy es su cumpleaños 😌
Y bueno, creo que eso sería todo. ASTAAA LA PROCSIMAAA
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