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♫| CAPÍTULO 02 |♫

CONWAY

EL PRECIO DE LA FAMA

Caminaba nerviosamente de un lado al otro. Faltaban menos de quince minutos para que el concierto comenzara y yo todavía no me sentía preparado.

Para empezar, a Brad, quien sería mi nuevo guardaespaldas y chofer, se le había hecho tarde y había pasado después de lo planeado a recogerme al hotel. Y por si no fuera poco, después me pidió que le diera un autógrafo, lo que me retrasó aún más porque no encontraba una pluma con la cual hacerlo.

Le había asegurado a él que lo haría después, pero insistió demasiado y había declarado que no podía ir a un concierto mío sin dejar pasar la oportunidad de tener mi firma cerca de él.

Así que tuvimos que pasar a un centro comercial a comprar un plumón, y como si eso no fuera suficiente, la fila fue larguísima, por lo que tuvimos que esperar durante un buen rato.

Una de las desventajas de ser famoso e ir a un lugar público era que varias personas podían reconocerte con facilidad, sin importar si usaras lentes de sol, una gorra, o incluso una peluca.

Simplemente había fans muy observadoras.

Y para mi desgracias, me crucé con una. Una que me pidió que me tomara una foto con ella, lo que llamó la atención de todas las demás personas en el centro comercial, que se acercaron a ver quién era. Perdí mucho tiempo tomándome fotos y firmando autógrafos.

Y no me malinterpreten, a mí me gustaba mucho hablar con mis fans, pero prefería hacerlo cuando tenía tiempo y no cuando tenía un concierto en menos de una hora. Porque una de las cosas que más odiaba, era llegar tarde. Simplemente me estresaba, y no era bueno estar estresado justo antes de dar un concierto.

Cuando salimos del centro comercial y ya íbamos en el auto con Brad, él me recordó que no le había dado mi autógrafo aún ya que me había distraído con las otras fans. Así que, dispuesto a cumplir con el deseo del hombre, le había pedido que me diera una hoja para plasmarle ahí mi firma, solo que él me dijo que no tenía nada parecido a la mano.

Tuve ganas de llamar a mi representante y decirle que cancelara el concierto, pedirle a Brad que diera un giro en u y se dirigiera al primer establecimiento de comida rápida para engordar un poco hasta que me sintiera mejor. Pero no podía hacer eso, con el tiempo, había aprendido que la fama venía con varias responsabilidades.

A veces con más responsabilidades que beneficios.

A parte, era una persona que cuidaba bastante de su dieta, por lo que eso no era una opción.

Y que mucha gente había gastado mucho dinero solo para ir a verme cantar.

Un malgasto si me lo preguntaban a mí.

Así que cuando llegamos al auditorio donde sería el concierto, le sugerí a Brad firmarle el pecho, cosa que él aceptó gustoso. Y esa es la historia de cómo quedó mi firma terminó estampada en el pecho de mi nuevo guardaespaldas

Historia que le conté a Jonah para justificar mi retraso, pero claro que él no me creyó y decidió darme un zape un por mi irresponsabilidad. Actitudes como esa me llevaban a pensar si realmente se merecía la taza de « el mejor representante del mundo» que me había obligado a regalarle en navidad.

Hice una nota mental en mi cabeza de, más al rato, ir a su oficina a secuestrar la taza. La mantendría como rehén y pediría a cambio de ella unos días de vacaciones. Sí, eso sonaba bien.

—Eh, Lory —mi amigo chasqueó sus dedos justo delante de mi cara para llevarme de regreso a la realidad. Lejos de secuestros y extorsiones—, te necesito aquí. Ya es suficientemente malo que hayas llegado tarde.

Arqueé una ceja.

—Ya te he dicho que no ha sido mi culpa, han sido todas una combinación de...

Me calló poniendo uno de sus sucios dedos sobre mi boca.

—Si, si, si. Si te oí las tres primeras veces que lo dijiste. Fue una serie de sucesos que estuvieron fuera de tu control y blah, blah, blah —hizo una mala imitación de mi voz—. Tu culpa —resumió.

Abrí mi boca, dispuesto a defenderme, por cuarta vez. Pero él me lo impidió, apretando ambos de mis labios con sus dedos, haciéndome imposible que pudiera, siquiera, abrir la boca.

—Shhh —toda su saliva me salpicó en la cara—. No queremos que esa bonita voz tuya se gaste antes del concierto —liberó mis labios y me dio una palmada en la mejilla—. Ahora sal de mi vista y ve a tu camerino a dejar que la maquillista termine de arreglarte, que todavía tengo varias cosas de las que ocuparme.

Levanté ambas manos en señal de rendición e hice lo que pidió.

—¡Eh, Brad, hoy ha faltado Clark y necesitan a alguien en la fila de la entrada! —le escuché gritar antes de que cerrara la puerta detrás de mí.

Me apiadaba de Brad a pesar de que hubiera sido el responsable de mi retraso. Algunas fans podían llegar a ser muy... intensas. Esperaba que no le tocaran muchas de esas, porque si no, bueno, el pobre quedaría traumado y no querría separarse de mí en adelante, lo cual tampoco era una buena opción.

Justo como había dicho Jonah, en el camerino ya me esperaba la maquillista. No se tardó demasiado, no me gustaba arreglarme tanto. Ella usualmente solo se encargaba de resaltar todas mis buenas facciones para que me viera mejor en la cámara. Cuando terminó, salió de la habitación y me dejó solo en el pequeño cuarto.

Me cambié a la ropa que había escogido con anterioridad y tragué saliva antes de levantar la vista para toparme con la mirada vacía de un chico reflejada en el espejo. Tomé una gran bocanada de aire y lo solté lentamente.

Constantemente me encontraba pensando en la opción de dejarlo todo solo para vivir una vida un poco más normal. Me preguntaba en qué momento lo que había considerado como una fantasía se había tornado en un sueño del que me buscaba despertar sin ningún éxito.

Tal vez había sido después de todas esas personas que se acercaban a mí solo para obtener un poco de fama. O después de darme cuenta de que nunca tendría un romance, o siquiera una amistad como de los que hablaba en todas mis canciones.

Y ese era otro gran punto: mis canciones. Todos los premios, críticos y fans afirmaban que eran piezas crudas que exponían realidad. Letras que tocaban corazones y desataban miles de emociones. Me preguntaba que llegarían a pensar todos ellos si supieran que solo eran invenciones de un chico que se encontraba tan vacío como lo estaban las letras de sus canciones. Si supieran que todas ellas solo se habían formado porque me había gustado cómo sonaba la combinación de palabras, y no por los sentimientos que yo trataba de plasmar.

Quería que mis canciones me transmitieran lo mismo que hacía a todos los demás.

Hacía tiempo no sentía algo tan potente como para que me inspirara a escribir algo nuevo.

Sentí una lágrima deslizarse por mi pómulo, pero me deshice de ella con un poco de rabia antes de que mis labios pudieran llegar a saborearla.

Se escucharon unos chillidos al otro lado de la puerta mientras que alguien la aporreaba con fuerza con sus nudillos.

—¡Taaayloooor! —llamó Jonah del otro lado—. ¡Abre la puerta! —demandó con mayor autoridad—. Sales en cinco minutos.

Tomé una bocanada de aire y tamborileé mis dedos sobre el tocador para despejarme un poco.

—Vamos, Conway. Tú puedes —me alenté a mí mismo en un susurro—. Este sigue siendo tu sueño, tienes que vivirlo. No hay tiempo para lamentarse, los errores son pasado y el futuro no se ha escrito —me hice una nota mental de anotar eso para añadirlo a alguna canción.

Me paré de la silla y abrí la puerta, tomando por sorpresa mi representante, quien se encontraba recargado en el trozo de madera. No fue capaz de mantener el equilibrio después de mi brusco movimiento.

Por suerte fui capaz de hacerme a un lado antes de que todo su peso me llevara consigo también. En ese momento agradecí tener buenos reflejos, una lástima que los hubiera obtenido justo después de que una chica con un raro carácter me vomitara en los zapatos.

Aún lamentaba la pérdida de esas zapatillas, no habían salido baratas y de verdad me habían gustado cuando las había comprado.

Mi representante cayó al suelo con un golpe seco.

—Auch —se quejó. Sus labios casi besaban el suelo—. ¿Conoces ese dicho de que los amigos están para apoyarse, Taylor? —me preguntó mientras se ponía de pie. Yo negué  con la cabeza—. Vaya, eso explica bastantes cosas... ¡Como el hecho de que me dejaste caer al suelo en vez de ayudarme, imbécil! —me gritó en la cara.

—Me encantaría quedarme a hablar contigo de mis irresponsabilidades como amigo, Jonah, pero creo que tengo un concierto que dar —salí de ahí antes de que él pudiera ponerse a perseguirme por todo el lugar.

Me acerqué al escenario dando saltos nerviosos. Sacudí mis brazos intentando quitarme todas las vibras negativas. Hice varios ejercicios vocales para calentar mis voz y  moví mi cabeza de un lado al otro rápidamente, haciendo que mis cachetes se movieran con vehemencia.

Mis oídos podían captar los gritos que las personas profesaban con impaciencia.

—Ey, entras en diez segundos —avisó la voz de un chico.

Le di un asentimiento de cabeza y pude notar como en el escenario las luces se apagaban por completo, acallando los gritos de los fanáticos. El chico que antes me dijo que me acercara cuando las luces empezaron a parpadear. Empezó a salir humo del escenario y las luces se apagaron una vez más.

Esa era mi entrada. Me coloqué en medio del escenario e inflé mis pulmones de aire.

—¡Te amo, Taylor! —escuché que alguien en el público gritaba. Sonreí sin poder evitarlo y mi mirada buscó el lugar de donde había venido la confesión.

La niebla seguía obstaculizando un poco mi visión, pero la melodía de una canción que conocía muy bien empezó a sonar por todas las bocinas del lugar, lo que me obligó a hablar.

—Buenas noches, Bildtown —saludé, lo que soltó otra ola de gritos por parte del público—. Gracias por venir. Esto es Falsas melodías, espero que lo disfruten.

La niebla desapareció por completo, brindándome una buena vista del público. Sentía varias miradas fijas en mí, pero había una especialmente intensa, lo que me obligó a mirar a la chica alta de ojos cafés que me miraba como si fuera un fantasma. Tal vez lo era, era su fantasma del pasado, así como ella lo era del mío.

Mis ojos se abrieron con sorpresa cuando la reconocí y tragué saliva sin poder evitarlo.

Era ella. La chica en la cual una de mis canciones más famosas estaba inspirada.

No tenía ninguna duda, era ella.

Sienna.

─ ♫ ─

Las perlas de sudor rodaban por mi cuello y tenía mi cabello húmedo. Me dolía la garganta y todavía faltaba la otra mitad del concierto. Tomé una botella de agua del banquete que se cernía frente a mis ojos y caminé en dirección a mi camerino.

Era incapaz de pensar en otra cosa que no fuera la chica que conocí en un parque de diversiones. Varias preguntas rondaban por mi mente.

¿Qué hacía aquí? ¿Después de tanto tiempo por fin había ido a buscarme? ¿Solo cuando se había dado cuenta de que ahora era famoso?

Si la respuesta a la última pregunta era de la forma en la que yo creía, me llevaría una gran decepción. Sienna era de las únicas personas que había conocido que no se había acercado a mí con segundas intenciones. Tal vez era porque la había conocido cuando aún no tenía algo más por lo que interesarse.

Estaba tan metido en mis pensamientos que ni siquiera me di cuenta cuando llegué a la pequeña habitación. Tomé una bocanada de aire y la fui soltando lentamente, intentando calmarme. No me serviría de mucho frustrarme o darle demasiadas vueltas al asunto.

—Esa fue una buena manera de iniciar el concierto, Taylor —entró Jonah sin tocar la puerta, con su vista fija en su tableta—. Aunque desentonaste un poco en a la mitad de Love this way, pero no creo que nadie lo haya notado. Deberías practicar más esa canción, he notado que... —se detuvo cuando se dio cuenta que no estaba poniendo atención a nada de lo que salía de su boca.

Levantó su vista hacia mí y me miró con una ceja enarcada.

—Oye, ¿estás bien? Te ves un poco pálido, como si acabaras de arruinar tu carrera musical. Aunque es bastante improbable que eso llegara a pasar, ya que teniendo un gran representante como yo, los errores no...

—La he visto —corté.

—¿A quién? —preguntó él, confundido. Se adentró al pequeño cuarto y se sentó en el pequeño sillón que había frente a mí. Recargó sus codos sobre sus rodillas y se inclinó hacia adelante. Sacó una botella de agua y se la llevó a sus labios.

—A Sienna.

Él escupió el agua de su boca al instante.

—¿Sienna? —preguntó incrédulo—. ¿Como Sienna Sienna? ¿La vomitadora de zapatos? —se acarició su inexistente barba—. Vaya, recuérdame no dejar mis zapatos a su alcance.

Reí sin ganas. Ahora no estaba del todo seguro de si había sido una buena decisión contarle a Jonah sobre Sienna en su momento. Pero lo había hecho cuando apenas lo había conocido y el asunto de ella todavía era relativamente reciente.

—La misma —hice una mueca—. A la que le di mi teléfono y nunca me llamó —tal vez eso era lo que más me dolía. Ese día, en el parque de diversiones, yo le di mi número, esperando que algún día ella me llamara y pudiéramos volver a vernos. Pero no pasó, su llamada nunca llegó.

Jonah se paró del sillón y se acercó a mí.

—Pero ¿qué? ¿Cómo? —él seguía sin asimilar por completo la noticia—. ¿Dónde la has visto? —consiguió formular.

—No lo sé —confesé mientras me pasaba mis manos por mi cabello, alborotándolo un poco—. Simplemente la vi ahí entre el público del concierto.

A mi representante se le iluminaron los ojos y chasqueó los dedos, anunciando que se le había ocurrido algo.

—¡Ya sé! —puso sus manos sobre mis hombros—. Vamos a pedirle a Brad que la busque y le ofrezca un pase tras bastidores. Tú estarás ahí, esperándola para pedirle explicaciones de por qué nunca te llamó, dejándote con cara de perro atropellado por meses. Hablarán, se reconciliarán y tendrán el beso que nunca se dieron —declaró con firmeza—. Luego se casarán y tendrán muchos hijos.

—¿De qué estás hablando? —lo miré enarcando una ceja—. No vamos a hacer eso. He podido pasar cinco años sin ella, puedo seguir haciéndolo por el resto de mi vida.

Jonah quitó sus manos de mis hombros y negó con la cabeza antes de ponerse a caminar de un lado a otro por la habitación.

—Tal vez tú —me señaló con un dedo— puedas soportarlo. Pero yo no soportaré tener que ver tu cara de perro herido por más de un mes. 

Le lancé una mirada gélida y le saqué el dedo del corazón.

—Jódete.

—Me jodo y todo lo que quieras —concedió—. Pero llevaremos a cabo mi plan.

Salió de la habitación antes de que pudiera siquiera abrir mi boca. Fruncí mis cejas, e indignado, lo seguí.

—No, no lo harás.

—No me retes, Taylor, que lo haré con más ganas si lo haces —se acercó a Brad, quien estaba en la mesa del banquete, poniendo una gran cantidad de comida sobre su pequeño plato de plástico—. Eh, Brad, ven aquí —mi guardaespaldas miró a Jonah y se acercó—. Necesitamos que nos hagas un favor —sonrió maliciosamente.

Se acercó al escenario, pero se quedó en el borde de este, sin atreverse a salir por completo. Le hizo una seña a Brad para que se acercara, yo le hice una seña para que no lo hiciera.

Brad se acercó un poco nervioso. Jonah asomó su cabeza para tener una buena vista del público.

—Taylor —me llamó cuando yo me alejaba de ellos sigilosamente—, señálale a Brad quien es Sienna.

Me acerqué sin mucho ánimo y me asomé yo también. Busqué a la chica con la mirada, tratando de recordar más o menos por dónde era que la había visto. Cuando mis ojos dieron con ella, sonreí de forma automática.

Ella hablaba con una chica en la que no me fijé demasiado, estaba embelesado apreciando la forma en la que los labios de Sienna se movían mientras hablaba y en cómo movía sus manos para expresarse.

Había cambiado un poco con los años. Su cabello ya no era tan largo y lo traía un poco más largo que la altura de sus hombros. No era capaz de detallar su cara del todo debido a la distancia, pero se veía mucho menos aniñada que antes.

—Mira esa sonrisa de loco enamorado que tiene, Brad, ya la encontró —me dió un golpe en la cabeza, obligándome a apartar la mirada y enfocarla en él.

—¡Oye! ¿Qué te pasa? —me llevé una mano a la cabeza y me la empecé a sobar con movimientos circulares.

—Qué exagerado eres —blanqueó sus ojos—. Solo dile a Brad dónde está para que podamos seguir con el plan.

—No hay ningún plan —le aseguré a Brad.

—Si hay un plan —contradijo Jonah.

—Recuerda para quién trabajas —no me gustaba usar esa carta, pero situaciones desesperadas requerían de medidas desesperadas.

Brad movía su cabeza de uno a otro, como haría un fanático en un partido de tennis.

—Pero recuerda quién te paga —Jonah apretó sus dientes y le dio una mirada amenazante a Brad. Brad me dio una mirada que decía «perdón» y después se paró al lado de mi representante, quien tenía una sonrisa triunfal—. Ahora —se volvió a dirigir a mí—, dinos dónde está para que el grandulón pueda hacer su trabajo.

A regañadientes la señalé con un movimiento de cabeza,

—Taylor, eso no sirve —me reprendió Jonah—. Tienes que ser un poco más específico. ¿Tienes idea de la cantidad de personas que hay aquí?

Resoplé y señalé a Sienna con el dedo, dándole una ubicación más precisa que lo hizo sonreír con satisfacción.

—¿La ves, Brad? —Jonah señaló la misma dirección a la que yo había señalado y mi guardaespaldas abrió sus ojos con sorpresa cuando sus ojos se posaron en ella.

—¿E-ella? —tartamudeó, llamando mi atención de inmediato.

—Sí, ella, ¿por qué?

—No, por nada —Brad trató de disimular, pero las miradas cargadas de curiosidad que tanto Jonah como yo le dimos, lo pusieron nervioso. Empezó a sudar desenfrenadamente y se jaló del cuello de su camisa, como si de repente sintiera demasiado calor.

—Brad...

—Es solo que yo ya le he ofrecido un pase tras bastidores a ella —susurró, pero tanto Jonah como yo, habíamos sido capaces de escuchar cada palabra.

—¿Qué tú qué? —mi representante abrió sus ojos con sorpresa—. ¿Por qué has hecho eso, Brad?

—Me ha hablado en la fila y me ha caído bien. Hemos tenido una conexión... —explicó. Lo miré con una ceja enarcada— meramente de fanáticos —se apresuró a añadir, y he terminado ofreciéndole un pase tras bastidores para que pudiera conocerte.

No podía creer lo que había dicho. A Sienna le gustaba mi música, le gustaban mis canciones vacías. No pude evitar preguntarme qué pensaría de la canción que había escrito sobre ella.

—¡Eso es genial!

—¿Lo es? —Brad y yo preguntamos al unísono. Mi guardaespaldas se veía ligeramente menos tenso después de las palabras de Jonah. Yo simplemente miraba a mi representante sin entender del todo la situación. Aunque esa no era ninguna novedad.

—¡Claro que lo es! Eso significa que entonces no vamos tan atrasados como creímos que íbamos —se llevó una mano a su barbilla y se la rascó mientras veía al horizonte, pensando—. Entonces, recapitulemos —se aclaró la garganta dramáticamente y preparó sus dedos, listo para enumerar todo.

»La chica vomitona ha venido a uno de tus conciertos. A ella le gustan tus canciones y podría decirse que es tu fan. Vino a buscarte y lo más probable es que quiera hablar contigo, lo que es bueno ya que, sin saberlo, nos ayuda con nuestro plan.

Brad asintió poniéndose al día con la situación.

—Con que chica vomitona, ¿eh?—trató de bromear—. Recuérdenme mantenerme alejado de ella de ahora en adelante.

—Vuelves a salir en un minuto —el chico de antes se acercó a avisar.

Yo le respondí con un asentimiento de cabeza y él se marchó a hacer otras cosas.

—Bueno, ¿estás listo, Brad? Recuerda que el tener o no que aguantar la cara de cachorro lastimado de Taylor por más de un mes, está en tus manos.

Mi guardaespaldas asintió y sacudió sus cachetes, así como todas las extremidades de su cuerpo; justo como hacían los luchadores antes de entrar en un combate.

—Estoy preparado —declaró.

—Bien, campeón. Es tu momento de brillar —blanqueé los ojos ante el dramatismo de ellos.

—Estem —me balanceé sobre mis talones—. Yo creo que tengo un concierto que seguir dando por allá —señalé el escenario con mi pulgar. 

—Sí, si, si. Tú ve a cantar, que Brad y yo nos encargaremos de todo. Somos el cerebro de la operación.

—Ya veo todo saliendo mal con eso—murmuré.

Cuando volví a salir al escenario, una ola de gritos volvió a saludarme. Le sonreí al público y mis ojos se encontraron momentáneamente con los de Sienna. En un impulso de valor hice algo que en cualquier otra situación, no me hubiera atrevido a hacer y le guiñé un ojo. Otra ola de gritos se desató cuando hice eso. Busqué una reacción en el rostro de ella, pero Sienna solo blanqueó los ojos. A pesar de eso, la pude notar ligeramente divertida.

—Espero hayan descansado esas cuerdas vocales, Bildtown —dije acercándome otra vez al micrófono—. Porque aquí aún quedan muchas canciones que cantar.

─ ♫ ─

Sonó el último acorde del número final que estaba programado para el concierto y sonreí con satisfacción.

Hice una reverencia y le lancé un beso al público.

—Gracias por todo, Bildtown.

—Te amo, Taylor —escuché que alguien gritaba, otra vez.

Esa clase de gritos y declaraciones eran bastante comunes siempre que trataba con fans.

—Yo también te amo —dije en el micrófono y sonreí con galantería antes de salir de ahí y dirigirme a las bambalinas, donde un emocionado Jonah me esperaba.

—Ya he mandado a Brad por Sienna —avisó a la vez que me tendía una botella de agua, la cual acepté gustoso—. Le he dicho que la lleve a tu camerino para que puedan hablar con mayor privacidad antes de que tengas que dirigirte a hablar con las fans que compraron sus boletos para el meet & greet,

Asentí y caminé hacia mi camerino, pero me detuve por un instinto y decidí que sería mejor ir al baño.

—Ey, ¿a dónde vas? —preguntó Jonah cuando vio que había cambiado la dirección de mis pasos—. Tu camerino está en la dirección contraria.

—Lo sé, es solo que tengo que ir al baño.

—¡Tienes un baño en tu camerino! —gritó con exasperación.

Lo ignoré y seguí mi camino hacia el baño del staff, que estaba cerca de la salida que tomaban algunas personas después del concierto. Sabía que me estaba arriesgando demasiado porque me estaba acercando a un lugar bastante público y transitado donde podría ser reconocido con facilidad. Pero no me importó y seguí mi corazonada.

Empujé la puerta del baño hacia dentro y escuché como ésta emitía un golpe sordo al impactar contra algo. Segundos después se escuchó algo parecido al ruido que ocasionaría un costal de papas si se dejara caer al piso. También se escuchó un chillido.

Ahí fue cuando me di cuenta que le había pegado a alguien con la puerta.

Me apresuré a entrar al baño para ayudar a la pobre persona que se había llevado el golpe.

Una chica yacía en las baldosas del sucio suelo del baño. Su mano derecha se encontraba masajeando su frente, por lo que me era imposible visualizar su rostro.

—¿Estás bien? —me apresuré a agacharme a su lado en caso de que necesitara alguna clase de ayuda.

—¡Por supuesto que no estoy bien, acabas de pegarme con la puerta en la cabeza!

Me paralicé al oír esa voz. Ella quitó su mano de su frente y me buscó con su mirada, curiosa ante mi repentino silencio. Cuando sus ojos me encontraron, estos se abrieron con sorpresa.

—¿Conway?

Sonaba tan raro que mi nombre fuera pronunciado por la voz de alguien más a parte de mi madre después de años acostumbrándome a que me llamaran Taylor.

—Si de algo sirve, ahora estamos a mano; tú me vomitas los zapatos y yo te doy un golpe en la cabeza —sonreí con nerviosismo.

Después me di un golpe mental cuando me di cuenta de la estupidez que había salido de mis labios.

──── ────

AHHHHHHHHHH ESTA HISTORIA ME ENCANTA Y AMO QUE HAYA DRAMA Y TENSIÓN DESDE EL PRINCIPIO.

No les wo a mentir, me gusta mucho dejar los capítulos así, siento que mantiene la intriga 😈

So, pasando a otra tema, ¿qué le pareció el segundo cap?

Pudimos volver a meternos en la mente de Conway después de mucho tiempo 🌚

Mi bebé ha crecido y tiene muchoooos problemas :') como debe ser.

Creo que es un gran momento para aclarar que Conway no utiliza su nombre completo (Conway Taylor) en su carrera de cantante y solo utiliza Taylor. Creo que es un dato que tenía que aclarar porque nunca lo menciono y no quiero que se confundan xd

En fiiin. Espero estén bien y hayan disfrutado de esto.

Nos leemos en el capítulo del próximo jueves ;)

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